Avraham BurgLA DECEPCIONADA SOCIEDAD ISRAELI ESTA COLAPSANDO |
Avraham Burg fue presidente del Knesset, Parlamento de Israel, de 1999 a 2003; actualmente es miembro del Kneset por el Partido Laborista. Este artículo fue publicado por la revista judía de la Argentina, Convergencia por un judaísmo humanista y pluralista, edición del 03-09-2006. Traducción de Roberto Faur, directivo de la citada revista. La revolución Sionista ha descansado siempre en dos pilares: un camino justo y un liderazgo ético. Ninguno de éstos es ya operativo. La nación israelí hoy se apoya sobre un andamiaje de corrupción y en cimientos de opresión e injusticia. Como tal, el final de la empresa Sionista ya está en el umbral de nuestra puerta. Hay una chance real que la nuestra sea la última generación Sionista. No obstante, podrá haber un estado judío en el Medio Oriente, pero será de una clase diferente, extraño y desagradable. Hay tiempo para cambiar el curso, pero no mucho. Lo que se necesita es una nueva visión de una sociedad justa y la determinación política para llevarla a cabo. Esto no es meramente un asunto interno israelí. Los judíos de la Diáspora, para quienes Israel es un pilar central de su identidad, deben prestar atención y decir lo que piensan. Si el pilar se derrumba, los pisos superiores se caerán chocando ruidosamente. La oposición israelí no existe, y el gobierno de coalición, con el primer ministro Ariel Sharon encabezándolo, demanda el derecho a permanecer en silencio. En una nación de parlanchines, de repente todos nos hemos quedado mudos, porque no hay nada más que decir. Vivimos en una realidad estruendosamente fracasada. Sí, nosotros los israelíes hemos revivido el idioma hebreo, creado un teatro maravilloso y una moneda nacional fuerte. Nuestras mentes judías son tan brillantes como siempre. Hemos operado sobre el Nasdaq. ¿Pero es para esto que hemos creado un estado? El pueblo judío no sobrevivió durante dos milenios para desarrollar nuevos armamentos, programas de seguridad para computadoras o proyectiles antimisiles. Se suponía que nosotros éramos una luz hacia las naciones. En esto nosotros hemos fallado. Resulta que los 2,000 años de lucha por la supervivencia judía se redujeron a un Estado de asentamientos, gobernado por una camarilla amoral de corruptos infractores de la ley que son sordos hacia sus ciudadanos y a sus enemigos. Un Estado carente de justicia no puede sobrevivir. Cada vez más israelíes están comenzando a entender esto cuando les preguntan a sus niños dónde esperan vivir dentro de 25 años. Los niños que son honestos admiten, a sus padres shockeados, que ellos no lo saben. La cuenta regresiva hacia el final de la sociedad israelí ha comenzado. Es muy cómodo ser un sionista en los asentamientos de Cisjordania como los de Beit El y Ofra. El paisaje bíblico es encantador. Desde la ventana usted puede contemplar a través de los geranios y las Santa Rita y no ver la ocupación. Viajando por la rápida carretera que lleva de Ramot, en el lado norte de Jerusalén, a Gilo, en el borde sur, en un viaje de 12 minutos justo al oeste de los controles de carretera para los palestinos, es difícil comprender la experiencia humillante del árabe despreciado que debe avanzar lentamente durante horas a lo largo de la fila, en los caminos bloqueados asignados a él. Un camino para el ocupante, un camino para el ocupado. Esto no puede funcionar. Aun cuando los árabes bajen sus cabezas y traguen su vergüenza y su cólera para siempre, no funcionará. Una estructura construida en la insensibilidad humana se derrumbará inevitablemente sobre sí misma. Tenga en cuenta bien de este momento: La superestructura del Sionismo ya está derrumbándose como un salón de fiestas barato de Jerusalén. Sólo los locos continúan bailando en el piso alto mientras los pilares abajo se están derrumbando. Israel, al haber dejado de preocuparse por los niños de los palestinos, no debería sorprenderse cuando ellos vienen inundados de odio y se explotan en los centros de esparcimiento israelíes. Ellos se encomiendan a Alá en nuestros lugares de recreación, porque sus propias vidas son una tortura. Derraman su propia sangre en nuestros restaurantes para arruinar nuestros apetitos, porque tienen niños y padres en su casa que están hambrientos y humillados. Nosotros podríamos matar a mil cabecillas e 'ingenieros' por día y nada se resolverá, porque los líderes vienen de abajo, de los pozos de odio y cólera, de las 'infraestructuras' de injusticia y corrupción moral. Si todo esto fuera inevitable, divinamente ordenado e inmutable, yo estaría callado. Pero las cosas podrían ser diferentes, y clamar entonces es un imperativo moral. He aquí lo que el primer ministro debería decir a la gente: El tiempo para las ilusiones ha terminado. El tiempo para las decisiones ha arribado. Nosotros amamos la tierra íntegra de nuestros antepasados y en algún otro tiempo podíamos haber deseado vivir aquí solos. Pero eso no pasará. Los árabes, también, tienen sueños y necesidades. Entre el Jordán y el Mediterráneo ya no hay una clara mayoría judía. Y por eso, compañeros ciudadanos, no es posible mantener todo esto sin pagar un precio. Nosotros no podemos retener una mayoría palestina bajo una bota israelí y al mismo tiempo pensar que somos la única democracia en el Medio Oriente. No puede haber democracia sin igualdad de derechos para todos los que viven aquí, tanto árabes como judíos. Nosotros no podemos custodiar los territorios y preservar una mayoría judía en el único Estado judío del mundo por medios que no sean humanos y morales y judíos. ¿Ustedes quieren la Tierra del Gran Israel? Ningún problema. Abandonen la democracia. Instituyamos un sistema eficaz de separación racial aquí, con campos de prisioneros y villas de detención. El gueto de Kalkilya y el gulag de Jenin. ¿Ustedes quieren una mayoría judía? Ningún problema. Pongan a los árabes en automóviles, ferrocarriles, autobuses, camellos y asnos y expúlsenlos en masa ó separémonos absolutamente de ellos, sin trucos ni artilugios. No hay ningún camino intermedio. Nosotros debemos remover todos los asentamientos -todos ellos- y delinear una frontera internacionalmente reconocida entre el hogar nacional judío y el hogar nacional palestino. La ley judía del retorno sólo se aplicará dentro de nuestro hogar nacional, y su derecho al retorno sólo se aplicará dentro de las fronteras del Estado palestino. ¿Ustedes quieren la democracia? Ningún problema. Abandonen la Tierra del Gran Israel hasta el último asentamiento y puesto de avanzada ó den ciudadanía plena y derechos de voto a todos, incluso a los árabes. El resultado, claro, será que aquellos que no quisieron un Estado palestino al lado nuestro tendrán uno entre nosotros, vía las urnas. Esto es lo que el primer ministro debería decir a la gente. Él debería presentar las opciones francamente: Racismo judío o democracia. Asentamientos o esperanza para ambos pueblos. Falsas visiones de alambres de púas, barricadas y suicidas con bombas, ó una frontera internacional reconocida entre dos estados y una capital compartida en Jerusalén. Pero no hay ningún primer ministro en Jerusalén. La fiebre enfermiza que esta carcomiendo al cuerpo del Sionismo ya ha atacado la cabeza. David Ben-Gurion a veces erraba, pero él continuaba siendo recto como una flecha. Cuando Menachem Begin se equivocaba, nadie impugnaba sus motivos. Ya no. Encuestas publicadas hace dos semanas mostraron que una mayoría de israelíes no cree en la integridad personal del primer ministro aunque todavía confían en su liderazgo político. En otras palabras, personalmente encarna ambas mitades de la maldición: sospechosa moral personal y desdeño abierto ante la ley, combinado con la brutalidad de la ocupación y el pisoteo de cualquier oportunidad para la paz. Ésta es nuestra nación, estos son sus líderes. La conclusión ineludible es que la revolución Sionista está muerta. ¿Por qué, entonces, la oposición está tan callada? Quizás porque es verano, o porque ellos están cansados, o porque a algunos les gustaría unirse al gobierno a cualquier precio, incluso al precio de participar de la enfermedad. Pero mientras ellos vacilan, las fuerzas del bien pierden la esperanza. Este es el tiempo para las alternativas claras. Cualquiera que declina presentar una posición bien definida - negro o blanco - está, de hecho, colaborando con la decadencia. No es una cuestión de Laborismo versus Likud o la derecha contra la izquierda, sino de lo correcto contra lo erróneo, lo aceptable contra lo inaceptable. Los respetuosos de la ley contra los infractores de la ley. Lo que se necesita no es un reemplazo político para el gobierno de Sharon sino una visión de esperanza, una alternativa a la destrucción del Sionismo y sus valores por la sordera, la mudez y la insensibilidad. Los amigos de Israel en el extranjero — judíos y no-judíos por igua — presidentes y primeros ministros, rabinos y personas laicas, también deben escoger. Ellos deben extender la mano y ayudar a Israel para navegar la hoja de ruta hacia nuestro destino nacional como una luz dentro de las naciones y hacia una sociedad de paz, justicia e igualdad. |
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