A sus allegados
Estoy cansado de luchar y luchar,
galopando contra el viento como decía Don Ata.
No puedo cambiar. No ha sido una
decisión fácil, pero sí meditada. No se hable de debilidad o
valentía.
El cirujano vive con la muerte, es
su compañera inseparable, con ella me voy de mano. Sólo espero
que no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que
tenga un poco de piedad.
Estoy tranquilo. Alguna vez en un
acto académico en Estados Unidos se me presentó como a un hombre
bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo
que es cierto. Espero que me recuerden así.
A mi familia, en particular a mis
queridos sobrinos, a mis colaboradores, a mis amigos, recuerden
que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de
seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no
es poco.
Una vez más reitero la obligación
de cremarme inmediatamente sin perder tiempo.
Queda terminantemente prohibido
realizar ceremonias religiosas o civiles. Un abrazo a todos.
Al presidente, Fernando De la Rúa
Estimado Fernando:
Te escribo estas líneas porque
nuestra Fundación está al borde de la quiebra. Tenemos
emergencias ineludibles que deben solucionarse en los próximos días.
Necesitamos alrededor de 6 millones de pesos.
No tengo conexiones con el
empresariado argentino. A veces choco con algunos 'peces gordos'
como Amalita o Goyo Perez Companc. Por eso, uno de los pedidos que
te hice en nuestra última charla era que utilizaras tu influencia
para conseguir la ayuda que tanto necesitamos.
En fin, te ruego que influyas para
conseguir una donación urgente, creo que es el camino más corto.
Perdonáme por el pedido. Te escribo desde la desesperación.
Nunca en mi vida estuve tan deprimido.
Con el afecto de siempre...
Al Director del Diario La Nación
Estoy pasando uno de los momentos más
difíciles de mi vida. La Fundación tiene graves problemas económico-financieros.
Se nos adeuda 18 millones de dólares y se hace cada vez más difícil
sostener nuestro trabajo diario, que como siempre se brinda a toda
la comunidad sin distinción de ninguna naturaleza, con tecnología
de avanzada y personal altamente calificado.
Le envío una nota que destaca
algunos hechos recientes; vea cómo se me trata en el mundo, en
contraste con lo que sucede en mi país. Me refiero a aquellos
vinculados al quehacer médico. La mayoría de las veces un
empleado de muy baja categoría de una obra social -gubernamental
o no- o de PAMI ni contesta mis llamados.
En este último tiempo me he
transformado en un mendigo. Mi tarea es llamar, llamar y golpear
puertas para recaudar algún dinero que nos permita seguir con
nuestra tarea.
Sólo quiero decir que el final se
acerca de a poco. No es para que te asustes, pero todo está
consumado, y siento que estoy solo en esta sociedad, realmente, de
mierda.
René Gerónimo Favaloro - 29 de
Julio de 2000