FAVALORO-CARTA SU FAMILIA DIO A CONOCER UNA CARTA DE DESPEDIDA

Buenos Aires, 3 de agosto (Télam).- La familia de René Favaloro dio a conocer los últimos párrafos de la carta de despedida que les escribiera y en la que pide que "no se hable de debilidad o valentía", porque el cirujano "vive con la muerte, es su compañera inseparable, y con ella me voy de la mano".


"El profundo dolor que nos causa la desaparición física de René no nos ha permitido expresar públicamente algún mensaje que aliviara el dolor que los argentinos estamos sintiendo", explicaron los sobrinos del médico, en una gacetilla que hicieron llegar hoy a Télam.
"El sentimiento que los ciudadanos manifiestan en todos los puntos del país no hace más que confirmar que René no estaba equivocado: los argentinos de bien saben distinguir a los hombres de bien", puntualizan.
"Muchas expectativas se han concentrado en torno a las cartas que nuestro tío dejara como si en ellas se pudiera encontrar alguna respuesta a su decisión", aclaran, pero "no hay nada en la carta que René no haya dicho públicamente en tantas oportunidades".
"Su vida era un mensaje y precisamente ése fue el reconocimiento que tuvo entre el pueblo argentino: su dolor por el país al que entregó su alma y su cuerpo; su compromiso con los pobres, que viene de sus "lejanos años en Jacinto Aráuz"; su preocupación por una sociedad cada vez más injusta "donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desocupación", mencionan, poniendo entre comillas frases del propio cardiocirujano.
Según los sobrinos, en su carta póstuma René Favaloro se despidió con estas últimas palabras:

A sus allegados
 
Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata.
 
No puedo cambiar. No ha sido una decisión fácil, pero sí meditada. No se hable de debilidad o valentía.
 
El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de mano. Sólo espero que no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad.
 
Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en Estados Unidos se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo que es cierto. Espero que me recuerden así.
 
A mi familia, en particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a mis amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco.
 
Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente sin perder tiempo.
 
Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles. Un abrazo a todos.
 
 
Al presidente, Fernando De la Rúa
 
Estimado Fernando:
 
Te escribo estas líneas porque nuestra Fundación está al borde de la quiebra. Tenemos emergencias ineludibles que deben solucionarse en los próximos días. Necesitamos alrededor de 6 millones de pesos.
 
No tengo conexiones con el empresariado argentino. A veces choco con algunos 'peces gordos' como Amalita o Goyo Perez Companc. Por eso, uno de los pedidos que te hice en nuestra última charla era que utilizaras tu influencia para conseguir la ayuda que tanto necesitamos.
 
En fin, te ruego que influyas para conseguir una donación urgente, creo que es el camino más corto. Perdonáme por el pedido. Te escribo desde la desesperación. Nunca en mi vida estuve tan deprimido.
 
Con el afecto de siempre...
 
 
Al Director del Diario La Nación
 
Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi vida. La Fundación tiene graves problemas económico-financieros. Se nos adeuda 18 millones de dólares y se hace cada vez más difícil sostener nuestro trabajo diario, que como siempre se brinda a toda la comunidad sin distinción de ninguna naturaleza, con tecnología de avanzada y personal altamente calificado.
 
Le envío una nota que destaca algunos hechos recientes; vea cómo se me trata en el mundo, en contraste con lo que sucede en mi país. Me refiero a aquellos vinculados al quehacer médico. La mayoría de las veces un empleado de muy baja categoría de una obra social -gubernamental o no- o de PAMI ni contesta mis llamados.
 
En este último tiempo me he transformado en un mendigo. Mi tarea es llamar, llamar y golpear puertas para recaudar algún dinero que nos permita seguir con nuestra tarea.
 
Sólo quiero decir que el final se acerca de a poco. No es para que te asustes, pero todo está consumado, y siento que estoy solo en esta sociedad, realmente, de mierda.
 
 
René Gerónimo Favaloro - 29 de Julio de 2000



amb-hjp

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