UN
JARDÍN TECHADO
Nuestras relaciones nos definen. Con el paso de los años, sólo seríamos más Las personas que elegimos para compartir nuestro tiempo, casarnos o asociarnos, son una muestra de lo que pensamos de nosotros mismos, de nuestros valores y del lugar que ocupamos en el mundo. Hay varios tipos de relaciones: algunas nos nutren, nos confortan y suplen nuestras carencias. Otras nos divierten, nos inspiran, nos retan y nos hacen crecer. Otras quizá, nos hacen daño al sabotear nuestro crecimiento o minar nuestro autoestima. Por supuesto, estas últimas, podríamos cortarlas por lo sano. Sin embargo, en cualquier relación puede rondar una que otra amenaza que impide que los lazos se profundicen y fortalezcan. Una de las amenazas la representa muy bien el cuento de aquel señor que, después de haber sembrado su jardín con árboles frutales y bellas flores junto al río, se sentaba orgulloso en su terraza para disfrutar de su obra. De pronto, ve que un niño seguido por un perro pisa sus flores al
perseguir una pelota. Al rato, ve que un venado asoma la cabeza para morder, sus verdes
setos. Cuando se disponía a sentarse una vez más, observa como se
detiene una bandada de pájaros para comer de sus manzanas. Furioso,
decide techar el jardín para que nada ni nadie lo maltrate. Cuando
saca su silla y ve aquel cuarto oscuro, sin vida, Ésta es una amenaza que ronda cualquier relación: el egoísmo que nos impide compartir libremente lo mejor que tenemos y exigir que el otro sea, piense y actúe como nosotros queremos.Lo irónico es que una vez que logramos tener relaciones valiosas, con frecuencia las descuidamos. Como dice Milan Kundera: "La velocidad crea el Olvido". El tiempo pasa tan rápido que la ilusión nos hace pensar que
estamos cerca de alguien con quien Les puedo garantizar algo, esa relación no se ha fortalecido. La ausencia no fortalece una relación, la debilita. O peor aún, tenemos relaciones en las cuales estamos presentes, pero en realidad, estamos tan ausentes y distantes. Olvidamos con facilidad que la calidad de nuestra existencia humana se cimienta en nuestras relaciones. ¿O acaso podemos ser felices solos? Convendría recordar tres puntos que mantienen y fortalecen una relación: 1.- El compromiso mutuo. Sin importar la vía, hay que mantenerse en contacto. Puede ser frente a frente, por teléfono, por carta o por correo electrónico. Cualquier cosa que mantenga, como un partido de tenis, la pelota de aquí para allá y de allá para acá. Si uno solo procura la amistad, seguramente larelación durará poco. ¿Le ha pasado que usted, necia e inocentemente, invita e invita a alguien o lo busca por teléfono y la otra persona no responde? O, tal vez somos nosotros los que, en lo acelerado de la vida, con soberbia, nos sentimos autosuficientes y ni siquiera nos damos cuenta de ello. ¿Cuánto nos hemos preocupado por lanzar o contestar la pelota? Tómelo en cuenta. 2.- La comunicación abierta y sincera. A veces nos da miedo abrirnos. Pensamos que, cuanta menos información demos y menos emociones mostremos, más a salvo nos encontramos. Es al revés. Al abrirnos, transformamos un mero intercambio de información, en una enriquecedora relación. 3.- Entender y acordar lo que esperamos del otro. Es importante hablar y decir lo que esperamos del otro. Es importante hablar y decir lo que esperamos uno del otro para aumentar las probabilidades de que nuestras expectativas se cumplan. Nunca es tarde. Cada día nos ofrece la perfecta oportunidad de retomar aquellas relaciones que, por alguna razón, hemos descuidado. Si en cinco años, no queremos ser más viejos, leamos buenos libros y, sobre todo, compartamos nuestro jardín. " Lo más valioso no es lo que tenemos en vida, sino A QUIENES tenemos en nuestras vidas " "Es que en esos pequeños detalles está el arte"
|
Volver a Historias de la Vida