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¿Saben que el concepto erróneo de la creación comenzó con Pitágoras?
Por el 530 a.C. Pitágoras promulgaba el pensamiento místico religioso, bregando por una vida ascética, entendiendo el cultivo de las matemáticas como camino de purificación moral. Concebía la naturaleza a partir de relaciones numéricas y, al número como el principio energético de las cosas.
La concepción pitagórica de los números está fuertemente marcada por el misticismo, ya que los considera responsables de la armonía que gobierna el cosmos, y como elementos explicativos de las cualidades morales.
Luego vino Sócrates y su contribución a la filosofía tuvo un marcado tono ético. La base de sus enseñanzas fue la creencia en una comprensión objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud haciendo énfasis en el conocimiento de uno mismo.
Creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona deseaba el mal; a su vez, la virtud era conocimiento y aquellos que conocían el bien, actuarían de manera justa. Su lógica hizo hincapié en la discusión racional y la búsqueda de definiciones generales, como queda claro en los escritos de su joven discípulo Platón, y del alumno de éste, Aristóteles.
A pesar de que el pobre Sócrates influyó mucho en el pensamiento especulativo occidental, más le hubiera valido seguir la profesión de su padre, que era escultor. Si bien, en sus años de juventud, realizó un conjunto de estatuas de las tres Gracias, que estuvieron en la entrada de la Acrópolis hasta el siglo II a.C. desistió luego del arte escultórico, tal vez por falta de condiciones, y se dedicó al peligroso oficio de molestar a los poderosos con sus ideas.
¡Y tanto va el cántaro a la fuente, que terminó preso y sentenciado a muerte! Amargado, entre otras cosas, por su desdichado matrimonio con Jantipa, mujer de reconocido mal carácter y por sus tres hijos sin talento, rehusó la oportunidad que le brindaban algunos amigos para escaparar de la prisión; dejó llegar la noche señalada para su muerte, y bebió la famosa copa de Cicuta siguiendo el procedimiento habitual de ejecución.
Eso sucedió en el año 399 a.C. por orden del gobierno democrático de Atenas.
Y aquello que comenzó con Pitágoras y su pensamiento místico religioso, que concebía a la creación como una entidad perfecta, fue mucho más elaborado por Platón.
Posteriormente, la idea de una creación y un dios perfectos, es tomada por la cultura judeo-cristiana como basamento de su doctrina religiosa.
Platón, llevado por su afán de conciliar la fuerza lógica del principio de no contradicción con la naturaleza del universo, expresó: "El no ser también de alguna manera es" (Sofista, 240). Aristóteles al escuchar esto se tiró de los pelos porque pensamientos como éste no ayudaban a resolver la realidad y sólo obligaban a tragarse más sapos; entonces rebatió con una verdad universal aplicable a todos los seres: "Es imposible que una cosa sea y no sea", y desde entonces no hay otro principio más cierto que éste.
La visión que tiene Aristóteles de la naturaleza es la de un naturalista o biólogo que ve en ella la manifestación multiforme de vida en las cosas que nacen o perecen, cambian, se alteran o transforman.
El hablaba de la realidad de las cosas, pero sus conceptos abstractos eran más difíciles de asimilar que la visión complaciente e idealista de los socráticos.
Aristóteles tiene una observación crítica y desprovista de todo facilismo místico.
Por eso su filosofía se presenta como una crítica sistemática a las ideas platónicas y como un intento de sustituir la visión idealista de éste por una especulación realista basada en el sentido común y la experiencia.
Pero el daño idealista concebido en un principio por Pitágoras, ya estaba hecho, por lo tanto, lo pregonado por Aristóteles de que "La única verdad es la realidad" cayó en manos de místicos que intencionalmente le contaron a la humanidad de cómo es (según ellos) la "realidad verdadera".
¿Porqué culpo de todo a Pitágoras? Porque a través de sus deducciones numéricas permitió la introducción de un concepto universal falso. Demasiado idealista y fatalmente erróneo.
¿Cómo me atrevo a decir semejante disparate? ¿Dónde está establecida mi afirmación?
La concepción errónea del universo se encuentra alojada dentro del perímetro de un triángulo rectángulo. De cualquiera, del que tengan a mano ¿no han visto ninguno últimamente? Ya volveremos sobre él.
Hay cosas que tienen un poder de proyección inusitado, concatenaciones insospechadas; son el pequeño guijarro que inicia su saltarina bajada por la ladera y que dará inicio a la terrible avalancha; son la piedra de toque del error y la mentira.
¿Recuerdan?: "La única verdad es la realidad" a esta altura la frase de Aristóteles suena más a tautología que a concepto filosófico. ¿Porqué?
Piensen: ¿Estamos seguros de estar viendo la realidad, si desde un principio nos contaron y aceptamos una mentira?
Para ver la realidad hay que poseer previamente la verdad, y Aristóteles no se cansa de puntualizar que es necesaria la única y absoluta verdad, no las relativas.
Lamentablemente hoy, a siglos de aquellos postulados pretendidamente inobjetables, nos encontramos consumiendo un sustrato cultural que engorda pero no alimenta. Supuestas verdades que han sido procesadas y manoseadas con oscuros motivos por líderes políticos, racistas, religiosos, doctrinarios; y una larga fila de oportunistas.
La Realidad es mercadería perecedera, a la que le cortaron la cadena de frío hace varios siglos, pero a nadie parece importarle las consecuencias, se la sigue comercializando, etiquetándola como indiscutiblemente verdadera y comestible.
Occidente se olvidó que un pensamiento filosófico puede no ser cierto; cosa que no les interesa a los doctrinarios de las diferentes iglesias que tienen la capacidad de transformar una idea en instrumento de tortura, o los políticos que toman ideas filosóficas convirtiéndolas en bases doctrinarias, es decir, en una máquina de picar tontos; y ni hablemos de la sociedad de consumo, donde el concepto filosófico de libertad es transformado en el slogan que vende un pretendido estilo de vida.
Por todos lados encontraremos a la mentira disfrazada de filosofía verdadera.
Pitágoras establece que "el cuadrado de la hipotenusa de un triángulo rectángulo es igual a la suma de los cuadrados de los otros dos lados, llamados catetos". ¿era así, verdad?
¿Y qué tenemos?
Al pequeño guijarro que después provocó el alud que sepultó la otra manera de ver la realidad.
¿Porqué?
Porque nuevamente los "interpretadores" de ideas, se apoderaron de éste concepto ideal y lo aplicaron al campo teológico y teleológico.
¿Qué le hicieron al triángulo?
Nada. Solo que tomaron lo dicho por Pitágoras e hicieron una "libre explotación del recurso", es decir, usaron la idea y la comercializaron con fines dogmáticos, que da muy buen dinero, contados en siglos de feligresía.
¿Basándose en qué?
Pitágoras al formular la ecuación que establece la igualdad entre el cuadrado de la hipotenusa y la suma de los cuadrados de sus lados, enunció los postulados de un universo perfecto.
Partiendo de una figura ideal, porque en realidad el triángulo no existe más que en el concepto abstracto del matemático, cree descubrir un mundo, obra de un ser perfecto.
Siglos después, San Agustín y más adelante, Descartes, que se habían tomado el trabajo de demostrar la existencia de Dios y su creación, consideraron las posibilidades que les brindaba tal postulado geométrico; de suerte tal que arribaron a la conclusión de que la existencia humana era perfecta por ser obra de Dios; pero semejante afirmación los llevaría a tener que demostrar, primero la existencia de ése Dios.
Es entonces cuando le dan vuelta a la idea pitagórica y terminan por ver en ella la obra de Dios resumida en las virtudes del triángulo; la idea de que la suma de sus ángulos vale dos rectos, fue considerada..¡perfecta! Así también, Dios por ser perfecto tenía que existir.
Pero obviaron el detalle de que el triángulo carece de existencia real, con lo cual todo el argumento teológico pierde su validez.
Tal vez advirtiendo el error cometido, pero tenaz en su empeño teológico, Descartes enunció que partiendo del principio de "pienso, luego existo" demostraba su propia existencia, y por carácter transitivo también homologaba la existencia de Dios. Y a pesar de las evidentes fallas, la teoría fue aceptada sin mayores problemas.
El triángulo rectángulo de Pitágoras aparece bajo el nombre de trinitas por primera vez en el siglo II, enunciado por el teólogo latino Tertuliano. En el siglo IV la doctrina quedó formulada por completo; utilizando la terminología todavía usual entre los teólogos cristianos, afirmando la igualdad de las personas y de la Divinidad entre sí.
San Agustín, al que todos los trenes lo dejaban bien, comparaba al Dios uno y trino con estructuras análogas de la mente humana y sugería que el Espíritu Santo puede ser asimilado como el amor mutuo que media entre el Padre y el Hijo, aunque este segundo aspecto parece difícil de reconciliar con la creencia de que el Espíritu Santo es un integrante de la Trinidad, igual y distinto a la vez. Pero dejémoslo ahí, pues no es problema nuestro y prosigamos con lo que nos ocupa.
También recordemos que Pitágoras aparte de su dedicación filosófica-matemática, no se privaba de proclamar desvaríos místicos; Fomentó en sus seguidores la idea de la inmortalidad y la trasmigración del alma, lo cual no estaba mal, pero en lugar de dejarlo ahí, avanzó en el tema y terminó afirmando que en una vida anterior él había sido Euphorbus, un héroe homérico durante la guerra de Troya, y al que le fue permitido traer a su vida terrenal la memoria de todas sus existencias previas. Esto fue como verter nafta al fuego.
Fin de la primera parte