EN
LA PERSONAL
-
-
- No
te quedes inmóvil
- al
borde del camino
- no
congeles el júbilo
- no
quieras con desgana
- no
te salves ahora
- ni
nunca
-
no te salves
- no
te llenes de calma
- no
reserves del mundo
- sólo
un rincón tranquilo
- no
dejes caer los párpados
- pesados
como juicios
- no
te quedes sin labios
- no
te duermas sin sueño
- no
te pienses sin sangre
- no
te juzgues sin tiempo
-
- Pero
si pese a todo
- No
puedes evitarlo
- Y
congelas el júbilo
- Y
quieres con desganas
- Y
te salvas ahora
- Y
te llenas de calma
- Y
reservas del mundo
- Sólo
un rincón tranquilo
- Y
dejas caer los párpados
- Pesados
como juicios
- Y
te secas sin labios
- Y
te duermes sin sueño
- Y
te piensas sin sangre
- Y
te juzgas sin tiempo
- Y
te quedas inmóvil
- Al
borde del camino
- Y
te salvas entonces
- No
te quedes conmigo
-
(Mario
Benedetti)
¿Por
qué empezar con este poema? Quizás porque alude a la metáfora de lo que nos
ha pasado en estas semanas, tan lejos y tan cerca que estamos... de la Escuela.
En
estas dos semanas donde el sin sentido institucional, nos ha dolido y
necesitamos poner en sentido aquello que nos duele. Tantos años que pasamos ahí,
tantas historias. En esta escuela hemos adquirido no sólo un sentido teórico,
sino un sentido personal, y un sentido político... ahora nos acercamos
nuevamente.
Muchas
preguntas nos han cruzado en estos días, preguntas que han tenido un sin fin de
respuestas, siempre yendo y viniendo... las contradicciones, casi al borde de la
locura... de pronto.
Nos
asalta la pregunta de por qué escribimos, nos surge la idea que más allá de
la partida de Horacio, hay una
violencia en el acto de destitución del director, violencia que nos recuerda
que los tiempos no cambian tanto como pensamos. En estos días el entrar a la
Escuela, nos ha recordado los tiempos de dictadura, cuando uno no
podía expresar libremente los desacuerdos con el Estado, de lo contrario
podíamos ser delatados, acusados, sufrir amenazas personales, de despido, etc.
Pensamos que la decisión de la Junta directiva transgrede de hecho, el
espíritu democrático que se ha gestado la escuela (nos sin dificultades,
claro) en tanto, se desconoce la potestad de dicho consejo, sobre las materias
que le competen, entonces... ¿No será mejor que la junta directiva, respetando
la autonomía del consejo, anule su decisión y se busquen caminos en conjunto
para resolver la disyuntiva que se nos presenta?... En este sentido nuestra
propuesta es que el director, Horacio Foladori, debe permanecer en su cargo, y
esto va más allá de su persona, lo importante es que se generen los mecanismos
democráticos de cambio en los cargos académicos.
Entre
las múltiples preguntas que surgieron en estos días, hay una de trascendental
importancia y tiene que ver con qué tipo de psicología queremos. Hemos pensado
bastante tiempo al respecto, y podemos decir con certeza que lo que queremos es
una psicología que nos permita pensar críticamente
el quehacer y el contexto en el cual se desarrolla nuestra práctica; una
psicología que cuestione el sistema en el que vivimos, una psicología que nos
permita pensar sobre los seres humanos, una psicología que nos permita dar
cuenta de lo que nos pasa, y no sólo una psicología fenomenológica de
procesos cognitivos, o una psicología funcionalista, como por ejemplo, la
pseudopsicología de Fernando Flores.
Pensamos
que una psicología funcionalista es precisamente lo que atenta contra el saber
específico de nuestra disciplina, ya que basta con estudiar un par de técnicas
efectistas para ser un experto en “desarrollo personal”, sin reconocer las
particularidades y la historia de cada sujeto, negando las propias
contradicciones presentes en cualquier vínculo humano ¿Cuántos sociólogos,
asistentes sociales, ingenieros, modelos, terapeutas ocupacionales, enfermeras,
profesores, etc., desempeñan hoy en día una función terapéutica? ¿Qué es
lo que nos hace particulares en nuestra profesión? ¿Cuál es la mirada específica
de la psicología respecto a la subjetividad y respecto a una realidad sociopolítica?
Creemos
que lo que aprendimos en la escuela tiene que ver con esto, con la posibilidad
de cuestionarnos y cuestionarse, pensar, reflexionar y criticar lo que hacemos.
Para nosotras la Universidad Bolivariana es una especie de oasis dentro de lo
que son las escuelas de psicología,
resultando además de algún modo, un referente del sueño bolivariano, el sueño
del che, - no el de las poleras, el de la revolución-, sueño que se ha tejido
en disputas, asambleas, en procesos largos y dolorosos, aveces poco
comprensibles, pero siempre desde un lugar que nos validó como alumnos y
personas.
Quizás
muchos se preguntarán, por qué estamos acá escribiendo, participando en
asambleas, pegando carteles... y esto tiene que ver precisamente con la formación
que recibimos, que siempre nos hizo presente la importancia de hacerse cargo de
uno mismo, de su historia y de sus deseos, y la Bolivariana ha sido parte de
nuestra historia, y es nuestro deseo, seguir construyendo universidad, desde dónde
sea, en la conversación cotidiana, en la lectura, en las discusiones académicas,
en las ayudantías, en la clínica, en suma, en lo social.
En
este construir Universidad, el lugar de los estudiantes, como partícipes y
“clientes” de un proceso universitario (para ajustarnos a los términos que
se han utilizado por parte de la universidad), es relevante, en tanto su voz,
deseos, rebeldías, son los que van movilizando la historia de la Universidad,
sabemos que en momentos de conflictos como este, nos enfrentamos con nuestro censurador (¿Milico?) interno,
los miedos surgen ¿Qué nos puede pasar?...
Para
nosotras fue bueno participar en las asambleas, ver, discutir, escuchar y sentir
que hay movimiento y dialéctica; no olvidemos que las asambleas se realizaron a
mediados de enero, fecha que nos
podría hacer pensar que todos están en otra, pero muchos
de los estudiantes estaban ahí, con sus deseos y su pasión,
construyendo la historia.
Terminamos
ASÍ, como empezamos, hablando de la importancia de estar, de hacer y sentir en
estos momentos, como bellamente dice Benedetti.
Hacemos
un llamado a no permitir que el autoritarismo se instituya como un mecanismo legítimo
de funcionamiento de nuestra querida Escuela.
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