EN LA PERSONAL

  Raquel Cerda
Sigrid Huenchuñir
 
 
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
     no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
 
Pero si pese a todo
No puedes evitarlo
Y congelas el júbilo
Y quieres con desganas
Y te salvas ahora
Y te llenas de calma
Y reservas del mundo
Sólo un rincón tranquilo
Y dejas caer los párpados
Pesados como juicios
Y te secas sin labios
Y te duermes sin sueño
Y te piensas sin sangre
Y te juzgas sin tiempo
Y te quedas inmóvil
Al borde del camino
Y te salvas entonces
No te quedes conmigo
 

(Mario Benedetti)

 

¿Por qué empezar con este poema? Quizás porque alude a la metáfora de lo que nos ha pasado en estas semanas, tan lejos y tan cerca que estamos... de la Escuela.

En estas dos semanas donde el sin sentido institucional, nos ha dolido y necesitamos poner en sentido aquello que nos duele. Tantos años que pasamos ahí, tantas historias. En esta escuela hemos adquirido no sólo un sentido teórico, sino un sentido personal, y un sentido político... ahora nos acercamos nuevamente.

 

Muchas preguntas nos han cruzado en estos días, preguntas que han tenido un sin fin de respuestas, siempre yendo y viniendo... las contradicciones, casi al borde de la locura... de pronto.

  Nos asalta la pregunta de por qué escribimos, nos surge la idea que más allá de la partida de  Horacio, hay una violencia en el acto de destitución del director, violencia que nos recuerda que los tiempos no cambian tanto como pensamos. En estos días el entrar a la Escuela, nos ha recordado los tiempos de dictadura, cuando uno no  podía expresar libremente los desacuerdos con el Estado, de lo contrario podíamos ser delatados, acusados, sufrir amenazas personales, de despido, etc.

          Pensamos que la decisión de la Junta directiva transgrede de hecho, el espíritu democrático que se ha gestado la escuela (nos sin dificultades, claro) en tanto, se desconoce la potestad de dicho consejo, sobre las materias que le competen, entonces... ¿No será mejor que la junta directiva, respetando la autonomía del consejo, anule su decisión y se busquen caminos en conjunto para resolver la disyuntiva que se nos presenta?... En este sentido nuestra propuesta es que el director, Horacio Foladori, debe permanecer en su cargo, y esto va más allá de su persona, lo importante es que se generen los mecanismos democráticos de cambio en los cargos académicos.

  Entre las múltiples preguntas que surgieron en estos días, hay una de trascendental importancia y tiene que ver con qué tipo de psicología queremos. Hemos pensado bastante tiempo al respecto, y podemos decir con certeza que lo que queremos es una psicología que nos permita pensar  críticamente el quehacer y el contexto en el cual se desarrolla nuestra práctica; una psicología que cuestione el sistema en el que vivimos, una psicología que nos permita pensar sobre los seres humanos, una psicología que nos permita dar cuenta de lo que nos pasa, y no sólo una psicología fenomenológica de procesos cognitivos, o una psicología funcionalista, como por ejemplo, la pseudopsicología de Fernando Flores.

Pensamos que una psicología funcionalista es precisamente lo que atenta contra el saber específico de nuestra disciplina, ya que basta con estudiar un par de técnicas efectistas para ser un experto en “desarrollo personal”, sin reconocer las particularidades y la historia de cada sujeto, negando las propias contradicciones presentes en cualquier vínculo humano ¿Cuántos sociólogos, asistentes sociales, ingenieros, modelos, terapeutas ocupacionales, enfermeras, profesores, etc., desempeñan hoy en día una función terapéutica? ¿Qué es lo que nos hace particulares en nuestra profesión? ¿Cuál es la mirada específica de la psicología respecto a la subjetividad y respecto a una realidad sociopolítica?

Creemos que lo que aprendimos en la escuela tiene que ver con esto, con la posibilidad de cuestionarnos y cuestionarse, pensar, reflexionar y criticar lo que hacemos. Para nosotras la Universidad Bolivariana es una especie de oasis dentro de lo que son las escuelas de  psicología, resultando además de algún modo, un referente del sueño bolivariano, el sueño del che, - no el de las poleras, el de la revolución-, sueño que se ha tejido en disputas, asambleas, en procesos largos y dolorosos, aveces poco comprensibles, pero siempre desde un lugar que nos validó como alumnos y personas.

  Quizás muchos se preguntarán, por qué estamos acá escribiendo, participando en asambleas, pegando carteles... y esto tiene que ver precisamente con la formación que recibimos, que siempre nos hizo presente la importancia de hacerse cargo de uno mismo, de su historia y de sus deseos, y la Bolivariana ha sido parte de nuestra historia, y es nuestro deseo, seguir construyendo universidad, desde dónde sea, en la conversación cotidiana, en la lectura, en las discusiones académicas, en las ayudantías, en la clínica, en suma, en lo social.

  En este construir Universidad, el lugar de los estudiantes, como partícipes y “clientes” de un proceso universitario (para ajustarnos a los términos que se han utilizado por parte de la universidad), es relevante, en tanto su voz, deseos, rebeldías, son los que van movilizando la historia de la Universidad, sabemos que en momentos de conflictos como este,  nos enfrentamos con nuestro censurador (¿Milico?) interno, los miedos surgen ¿Qué nos puede pasar?...

Para nosotras fue bueno participar en las asambleas, ver, discutir, escuchar y sentir que hay movimiento y dialéctica; no olvidemos que las asambleas se realizaron a mediados de enero,  fecha que nos podría hacer pensar que todos están en otra, pero muchos  de los estudiantes estaban ahí, con sus deseos y su pasión, construyendo la historia.

Terminamos ASÍ, como empezamos, hablando de la importancia de estar, de hacer y sentir en estos momentos, como bellamente dice Benedetti.

Hacemos un llamado a no permitir que el autoritarismo se instituya como un mecanismo legítimo de funcionamiento de nuestra querida Escuela.

                                                                     

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