La mayoría de la gente se preocupa más por su automóvil que por su salud, si nos guiamos por su conducta. En apariencia, su salud les interesa, pues no desean estar enfermos, pero ponen a su organismo en riesgos a los que no expondrían su automóvil.
Salvo que conozca de mecánica, cuando su auto no funciona nadie duda en llevarlo al mecánico, y si alguno se anima a meter sus manos más de una vez debe llevarlo al taller en peor estado del que estaba antes. Sin embargo, como un auto cuesta mucho dinero se lo suele llevar al taller antes de que siga deteriorándose.
De todas maneras, aun en el caso de que alguien fuese descuidado y su auto quedara inservible por falta de mantenimiento siempre tiene la opción de comprar otro. Y si no tuviese el dinero necesario tendría la posibilidad de ganarlo en una rifa, o ganar la lotería.
Lo concreto es que un automóvil es reemplazable, pero el cuerpo humano no. Aunque existen transplantes y prótesis que pueden dar solución a problemas de salud que antes no la tenían, no alcanzan a tener la funcionalidad de un órgano sano y en perfecto funcionamiento.
Pero esa misma persona que no intenta arreglar su auto por temor a dañar una propiedad valiosa, cuando se trata de su propio organismo no duda en tratar de curarse a sí mismo. No se siente capaz de determinar el desperfecto de un motor a explosión porque no es mecánico, pero no duda en hacer su propio diagnóstico y tratamiento, aunque no sea médico.
¿Sabe cómo funciona su organismo, qué órganos lo componen y qué función cumple cada uno? En las páginas siguientes podrá ver cómo adquirir más conocimientos sobre sí mismo.