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XII. EL SERMÓN DE LA MONTAÑA Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7 Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos. Querido lector: Jesús enseña que es necesario mortificar las pasiones para llegar a ser hijos agradables al Padre.. A) OBRAR LAS OBRAS DEL PADRE (4) MORTIFICAR LOS INSTINTOS “Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna” (5, 29-30). Después de prohibir el adulterio interior deseando a una mujer, Jesús advierte acerca del riesgo de caer en la gehenna, como poco antes lo había advertido al que maldijese a su hermano. Se trata de expresiones figuradas para aconsejarnos la mortificación de los impulsos instintivos de la carne, herida por el pecado, que deben ser dominados y sometidos a la razón iluminada por la fe. El hombre animal no puede ser hijo del Padre; no puede entrar en el reino de los hijos; está lejos de la condición filial. La gehenna es el valle de Gejinom que estaba fuera de Jerusalén, basural maloliente donde siempre ardían hogueras y se levantaban humos; un lugar impuro, cercano también al cementerio. Por eso pasó a simbolizar el Infierno; valle de fuego, de muerte, de impureza y de exclusión de la Jerusalén celeste, de la comunión con los santos y con Dios en la vida eterna. Jesús volverá a hablar del ojo para referirse a la mirada codiciosa: “La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!” (6, 22-23). Se trata pues de la mirada de la concupiscencia lujuriosa o codiciosa que hay que mortificar. Esta mortificación de las obras y deseos de la carne, opuestos a los del Espíritu santo (ver Gálatas 5, 16-17), es causa de la dificultad que tienen muchos para andar por la senda estrecha y entrar por la puerta angosta (7, 13-14). Hasta la próxima Horacio Bojorge S.J.
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