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Cristo Hoy
1. Vivir como el Hijo
2. Memoria y Esperanza
3. Una nueva humanidad
4. El sabor cristiano
5. Contagiar el amor
6. La nueva justicia
7. Hijos a conciencia
8. No hay otra alternativa
9. Camino de perfección
10. Enigma de comunión
11. Mirar como Hijos de Dios

12. Una lucha cotidiana

 

 

 

 

 

 

 

XII. EL SERMÓN DE LA MONTAÑA 

Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7

Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos.

 

Querido lector: Jesús enseña que es necesario mortificar las pasiones para llegar a ser hijos agradables al Padre..

 

A) OBRAR LAS OBRAS DEL PADRE (4)

MORTIFICAR LOS INSTINTOS

“Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna” (5, 29-30).

Después de prohibir el adulterio interior deseando a una mujer, Jesús advierte acerca del riesgo de caer en la gehenna, como poco antes lo había advertido al que maldijese a su hermano.

Se trata de expresiones figuradas para aconsejarnos la mortificación de los impulsos instintivos de la carne, herida por el pecado, que deben ser dominados y sometidos a la razón iluminada por la fe. El hombre animal no puede ser hijo del Padre; no puede entrar en el reino de los hijos; está lejos de la condición filial.

La gehenna es el valle de Gejinom que estaba fuera de Jerusalén, basural maloliente donde siempre ardían hogueras y se levantaban humos; un lugar impuro, cercano también al cementerio. Por eso pasó a simbolizar el Infierno; valle de fuego, de muerte, de impureza y de exclusión de la Jerusalén celeste, de la comunión con los santos y con Dios en la vida eterna.

Jesús volverá a hablar del ojo para referirse a la mirada codiciosa: “La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!” (6, 22-23). Se trata pues de la mirada de la concupiscencia lujuriosa o codiciosa que hay que mortificar. Esta mortificación de las obras y deseos de la carne, opuestos a los del Espíritu santo (ver Gálatas 5, 16-17), es causa de la dificultad que tienen muchos para andar por la senda estrecha y entrar por la puerta angosta (7, 13-14).

 

Hasta la próxima

Horacio Bojorge S.J.