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Cristo Hoy
1. Vivir como el Hijo
2. Memoria y Esperanza
3. Una nueva humanidad
4. El sabor cristiano
5. Contagiar el amor
6. La nueva justicia
7. Hijos a conciencia
8. No hay otra alternativa
9. Camino de perfección
10. Enigma de comunión
11. Mirar como Hijos de Dios

12. Una lucha cotidiana

 

 

 

 

 

 

 

XI. EL SERMÓN DE LA MONTAÑA

Lectura guiada de Mateo capítulos 5 al 7

Vivir como el Hijo – Vivir como Hijos.

 

Querido lector: la justicia de los hijos debe exceder a la antigua y llevarla a su perfección. Veamos hoy el segundo  ejemplo que pone Jesús

 

A) OBRAR LAS OBRAS DEL PADRE (3)

ELLAS SON MIS HIJAS Y HERMANAS TUYAS

“Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna.  Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna” (5, 27-30).

Los Hijos de Dios miran a la mujer como hija de Dios, hermana, con ojos puros, como Jesús.

Si no se tiene una mirada de hijo, no se es hijo. Y si no se tiene una mirada de hermano hacia las hijas del Padre, no se es hijo del Padre. Para serlo es necesario cultivar una mirada pura, fraterna. El varón está herido por el pecado original justamente allí. Además, el mundo instiga esa inclinación de la naturaleza del varón, herida por el pecado, estableciendo una cultura de la lujuria en la que muchas mujeres se avienen a condescender, o a fomentar y medrar, con la lujuria del varón. Para ser hijo del Padre es necesario, además de cultivar la virtud de la castidad individualmente, propiciar la formación de una cultura de la castidad: en la familia y en los ambientes católicos. Hay que crear ambientes de convivencia entre los varones y mujeres que quieran vivir como hijos e hijas del Padre, y entre los cuales la mirada pura sea posible.

Jesús habla de la mirada del varón. El sentido común permite deducir lo que recomienda a la hija mujer. Si el varón se inclina a mirar a la mujer, ella se sabe mirada por el varón. Si es hija del Padre y le importa que el Padre no sea ofendido, tratará de impedir, en cuanto esté de su parte, suscitar la mirada impura del varón. Por eso, a lo largo de los siglos, las hijas de Dios crearon una cultura del pudor que apuntaba a evitar las ofensas al Padre y  que algún hermano cayese en la gehenna.

Si el hijo de Dios varón tiene que arrancarse del corazón la mirada lujuriosa, la hija de Dios controla en su corazón el deseo de ser mirada y deseada y vigila sobre su porte y su conducta, porque no quiere dar motivo de ofensa a su Padre celestial.

 

Hasta la próxima

Horacio Bojorge S.J.