FONDO
Encuentro una divina
semejanza
reflejada en la imagen de
este hombre
que se sienta en su fondo y
que descansa
llamando a cada cosa por su
nombre.
La paz de estar en casa lo
rodea
con un ritual menudo de
costumbres.
Bajo el parral del fondo se
le orean
pensamientos, begonias y
legumbres.
Matea en la tardecita,
solitario.
Mira su Gan-Edén y se
recrea.
Repasa, como cuentas de un
rosario,
del rabo del cachorro hasta
el canario.
Y “amén-amén” el grillo le
corea.