Bananas
Por
Maximiliano
Curcio
Sinopsis: Allen da vida a un torpe y tímido probador de
productos llamado Fielding Mellish. Cuando éste es abandonado por
su novia, la sensual y atractiva Nancy, decide cogerse unas
vacaciones y se dirige a la pequeña república de San Marcos. Pero
lo único que consigue es verse envuelto en un sinfín de divertidísimos
líos burocráticos en el pequeño país que tienen como telón de
fondo la guerrilla subversiva. Pero todo se complica aún más
cuando los rebeldes guerrilleros toman el poder y su líder se
vuelve completamente loco. Sus propios compañeros toman una drástica
decisión: cambiar al líder por Mellish, creyendo que él podrá
salvar el país.
*
* * * * / EXCELENTE
Luego
de su auspicioso debut como director-productor-guionista, Woody
Allen nos sorprende una vez mas con un film hilarante, una
comedia liviana en cuanto a profundidades, aunque punzante, picante
e irreverente, repleta de gags que se aleja del tono sombrío que
mas adelante adquiriría su filmografía. Con un marcado acento
bizarro, Allen construye la personalidad de un hombre que el mismo
interpreta (¿quien sino?) que se ve inmerso, victima de sus desvaríos
amorosos, en una situación de lo mas incrédula que deriva en
situaciones una mas surrealista que otra donde entre gags políticos
y la eterna dualidad humana que Allen plantea entre la comedia y el
drama, se desenvuelve.
El
personaje de Allen resulta el centro narrativo del relato, y existen
en este personaje características mas que interesantes que se
repetirían en otros personajes de otras películas del
director a lo largo de los años. Es un hombre perdedor que persigue
infructuosamente a una mujer que trata a toda costa de esquivarlo,
es un héroe improbable que resulta tal y no esta cómodo con esa
situación y hace lo que sea por evitar tal compromiso, pero se
convierte en un disidente y en un líder y comprende, el fin, que su
éxito es la mejor manera de tomarse revancha.
Mas
allá de lo liviana que puede resultar tal sátira política en un
claro paralelo al espíritu liberal y revolucionario del movimiento
de los años '60, hay cierta coherencia en cuanto al estilo anárquico
político que describe Allen, donde se podrá notar fácilmente
varios de sus sellos característicos a la hora de los diálogos.
Los mencionados diálogos, la puesta en escena, la inconfundible
banda sonora y la forma en que Allen se dirige así mismo
llevan hasta el extremo de lo absurdo los acontecimientos contados,
donde Allen reafirma lo mostrado un par de años antes con "Robo,
Huyo y lo Pescaron" en lo que seria el comienzo de una
interminable cadena de éxitos de comedia que alternaría con sus
muy personales visiones dramáticas.
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