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Biografias: Sergei Eisenstein Sergei
Eisenstein, uno de los realizadores cinematográficos más influyentes de
su época y más grandes de todos los tiempos. Director de cine y de
teatro soviético, fue uno de los grandes teóricos del cine, entre sus
escritos teóricos más conocidos figuran “Teoría y Técnica Cinematográfica”,
“La Forma en el Cine”, “Reflexiones de un Cineasta”, ”El Sentido
del Cine”, “Cinematismo” y “La Realización Cinematográfica”.
En sus escritos sobre esta materia expresó su visión estética del
mundo. Sus ideas poco convencionales del arte dramático incluían ya el
uso de imágenes fuertemente contrastadas capaces de suscitar intensas
reacciones emocionales entre los espectadores. Analizaré desde sus
mencionados manifiestos, su visión y escuela del montaje, sus recursos
cinematográficos y como influyo en el contexto político que lo
circundaba. Me centrare en tres de sus largometrajes mudos: “La
Huelga” (1924) su primer acercamiento fílmico de carácter
socio-político y donde comenzaba a imponer sus visiones tan particulares
sobre el montaje, “El Acorazado Potemkin” (1925), su obra
maestra, considerada uno de los máximos logros del cine mudo, fue el
resultado de un encargo del gobierno soviético para conmemorar los
primeros intentos revolucionarios de 1905 y “Octubre” (1927)
donde a manera de aniversario narra los sucesos de la revolución del
’17 con el sello registrado de su impronta de autor con el montaje como
vehículo de expresión máxima Sus ensayos
literarios cinematográficos y sus dotes como orador hizo que ejerciera
una gran influencia sobre la teoría cinematográfica en la época. Elaboró
manifiestos, como una toma de posición de los cineastas frente al cine
como el que suscribió junto a colegas rusos sobre el sonido en el cine:
el celebre “Contrapunto Orquestal”. Son también conocidos sus
manifiestos teóricos a través de los cuales Eisenstein elaboraba
discursos sobre conceptos puntuales del cine tanto en su forma artística
como en su fenómeno cultural, proyectando sus ideas y traduciendo sus
conocimientos muchas veces alejándose de este marco teórico y yendo mas
al lado crítico como discurso evaluativo o interpretativo del cine o al
lado analítico como estudio del funcionamiento interno de un film y su
modo de operación en la cultura, siendo igual de efectivo en ambas
facetas, lo que lo mostraba como un intelecto superior, capaz de abarcar
diversas posturas y constituirse en un cineasta de magnitud. El análisis
de film como metodología se hace fuerte a mediados de los ’50 gracias a
un modelo por el cual el film podía ser minuciosamente examinado tanto en
sus procedimientos técnicos y estilísticos como en su estructura
narrativa, sumado a un análisis semiológico proveniente del discurso
literario y las aproximaciones provenientes de las ciencias sociales lo
que hacia un complejo estudio de distintas disciplinas abocadas al
entendimiento profundo de un film. En esto Eisenstein fue un precursor
ilustre, con casi 3 décadas de anticipación, tanto analista como teórico,
brindó enorme dedicación a explorar con obsesión e intelecto la
maquinaria oculta de sus obras elaborando formas rigurosas para hacer
frente a una película para su estudio y a la vez transmitibles para la
misma enseñanza del cine visto como un lenguaje propio, lo que lo
convierte en una expresión artística por demás especial y singular.
Existen dos
momentos bastante representativos de la interrumpida evolución teórica
de Eisenstein. El primero está bien representado por los artículos “Lo
Inesperado” y “El Principio Cinematográfico y el Ideograma”. En el
primero de ellos, Eisenstein va a exponer, a partir de una representación
de teatro kabuki (y esta recurrencia a otros contextos culturales va a ser
constante en su trabajo), una idea central para entender el segundo. Hasta
este momento, Eisenstein había sostenido que la toma era la unidad menor
del cine, y que cada una de ellas debía funcionar como una atracción de
circo, impartiendo una impresión psicológica precisa al espectador. Esto
es lo que él llamó “montaje de atracciones”. Eisenstein, en otro de
sus manifiestos teóricos, “Palabra e Imagen” considerando al montaje
tan indispensable como cualquier otro elemento cinematográfico. En este
nuevo momento, el montaje aparece subordinado, al igual que los demás
elementos, a un elemento mayor, el principio unificador, el tema. El tema
es, mas allá del argumento fundamental, prácticamente el “alma” de
la película. De ese tema el director tiene una imagen, experimenta el
tema a través de una imagen, más mental que visual. La imagen, en
Eisenstein, es un significado y al espectador se la transmite mediante
representaciones. Es entonces cuando el montaje recobra importancia:
logrando, mediante la síntesis de las representaciones, llegar a la
imagen del tema. Como
vanguardista, de orientación moderna y parte de la camada que integro
junto a sus colegas Kulechov, Vertov, Pudovkin y Dovzenko, aprendió de su
contemporáneo y admirado Griffith y elaboro teorías sobre el montaje tan
diversas, que fueron evolucionando en su visión de las mismas a la par de
su filmografía, lo que complejiza el análisis de su obra, dada su
permanente transformación: desde el montaje vertical es decir elementos
simultáneos donde el montaje cinematográfico se encuentra con su par
fotográfico pasando por ahondar en el montaje rítmico establecido por
Abel Gance en “La Rueda”. Impulsado por Pudovkin y gracias a
las experiencias de laboratorio de su maestro Kulechov, convirtió al
montaje en un punto central tanto de su práctica como de su teoría
cinematográfica. Lo veía en las más diversas formas: desde los haiku
japoneses como en fragmentos de Dickens o Balzac. Tomando el montaje de
atracciones de la escena teatral, derivo en una gama variada llamada
montaje intelectual que a pura colisión de planos discontinuos generaría
las ideas en el espectador. Concebido como una oportunidad para
conflicto, este montaje ilustraba ideas en una colisión que va mas
allá de lo representado en cada plano, comprometiendo al espectador
activamente con la obra, impactándolo y haciéndolo reflexionar. Es
fundamental su aportación teórica, como su hipótesis sobre “El
montaje de atracciones" donde postula el empleo en el cine de técnicas
provenientes del circo y del music-hall. Entre sus
aportes a la cinematografía y sus marcas de autoría clásicas Eisenstein
repudiará el montaje clásico, tal como lo concibe Griffith, y derivará
sus teorías sobre el montaje del estudio de los ideogramas japoneses, en
los que dos nociones yuxtapuestas conforman una tercera. El montaje
es para él: “Una idea que surge de la colisión de dos piezas,
independientes la una de la otra”. Este método le permitirá partir de
elementos físicos representables para visualizar conceptos e ideas de
complicada representación. Para él, el movimiento está
determinado por la acción y por el montaje y el protagonista en sus obras
es la masa, el pueblo. La
posición, la inclinación y la óptica utilizada hacen del encuadre un
dato revelador de alguien instalado detrás de cada punto de vista, que
decide desde mostrar lo que tiene en pantalla, esta dimensión de la
imagen en el cine, cobra vital importancia y a lo largo de su filmografía
es apreciable la relación obsesiva que Eisenstein mantuvo con este
recurso cinematográfico. Era particular también el uso que hacia de los
intertítulos, tan vitales en el cine mudo, a los cuales daba
preponderancia como elementos separadores del flujo de imágenes.
Evolucionó la concepción de la puesta en escena y la duración de
los planos, en la época del cine mudo, elementos que sufrirían una
radical transformación con la llegada del sonido. Eisenstein viajó
a Europa en 1930 para investigar sobre el sonido, campo que en la Unión
Soviética tardaron bastante en desarrollar. Un directivo de la Paramount
viajó hasta París, y convenció a Eisenstein a firmar un contrato para
rodar en Hollywood, donde llegaría a cobrar hasta 900 dólares a la
semana. Fue recibido en Nueva York como un genio, pero pronto se dedicaría
a dar conferencias en las Universidades de Columbia y Harvard. Poco antes
de marcharse para Hollywood, se estrenó en un cine de Arte y Ensayo de
Nueva York su película “La Línea General” para dejar ver al
mundo sus ideas sobre la colectivización y el comunismo. Al entrar en los
Estados Unidos, tuvo que jurar respeto a la Constitución estadounidense.
Cuando le presentaron a las diversas estrellas de Hollywood, se mostró
distante, excepto cuando conoció a Charles Chaplin. Sus guiones fueron en
principio rechazados y se lo creyó como el mensajero del infierno en
Hollywood y entre ideas y vueltas múltiples, Eisenstein rompió su
contrato con la Paramount. Entre 1930 y 1932 Eisenstein visitó México,
donde intentó producir una nueva película titulada “¡Qué viva México!”.
Llegó a rodar 60.000 metros de película, pero la producción se paró
debido a que Upton Sinclair, el novelista estadounidense, dejó de
patrocinar la película. Con el fracaso del proyecto, Eisenstein emprendió
su regreso a la Unión Soviética. La visita de
Eisenstein al norte lo convirtió en sospechoso para Stalin, y esta
sospecha jamás sería erradicada por completo de la mente de la élite
estalinista. Las siguientes dos películas de Eisenstein serían
censuradas por cuestiones políticas, y se asignó un supervisor oficial
para vigilar a Eisenstein durante el rodaje de “Alexander Nevsky”,
película muy popular entre los soviéticos, por la que se le concedería
la Orden de Lenin. Su película “Iván, el Terrible”, en la que
presentaba a Iván IV de Rusia como un héroe nacional, ganó la aprobación
de Stalin junto con un Premio Stalin, pero su secuela, “Iván el
Terrible, Segunda Parte” no fue aprobada por el gobierno y la
tercera quedó inconclusa. El trabajo existente de la película fue
confiscado y destruido en su mayor parte, sobreviviendo solamente una
pequeña parte del trabajo original. Influido por terror del régimen de
su país reconoce errores propios a la hora de realizar la cuestionada
obra y se retracta públicamente. En 1947 se desempeña dando clases en el
Instituto Cinematográfico del Estado. En 1948, Eisenstein sufrió una
terrible hemorragia a causa de un infarto y murió a los 50 años de edad.
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