Dirección: Fritz Lang.

Guión: Egon Jacobson (articulo)- Thea von Harbou y Fritz Lang (guión).

País: Alemania.
Año: 1931.

Genero: Thriller.
Duración: 117 min.

Titulo Original: M.
Elenco: Peter Lorre (Hans Beckert), Ellen Widmann (Frau Beckmann), Inge Landgut (Elsie Beckmann), Otto Wernicke (Inspector Karl Lohmann), Theodor Loos (Inspector Groeber), Gustaf Gründgens (Schränker), Friedrich Gnaß (Franz)-

Producción: Seymour Nebenzal.





 

M, el Vampiro

Por Maximiliano Curcio

 

     Sinopsis: Un asesino de niñas tiene atemorizada a toda la ciudad. Mientras la policía sigue su frenética y desesperada búsqueda, deteniendo a cualquier persona mínimamente sospechosa, los líderes del hampa, encendidos por las redadas contra ellos, deciden encontrar al asesino ellos mismos.

    

 

* * * * * / EXCELENTE

 

Una de las obras cumbres de Fritz Lang dentro de su carrera europea y pieza clave de la cinematografía alemana sonora, el creador de “Metrópolis” y “Los Nibelungos”  se inspira en un personaje real para suponer (insinuar mas bien) un fiel reflejo de la sociedad alemana de aquel tiempo; una sociedad infectada en su fibra mas intima y cuya superficie comienza a mostrar lo peor de si misma. Con un gran control sobre de lo visual mediante planos largos, con encuadres expresionistas.  El genio de Lang estructuró el relato del film a manera de no solo retratar el perfil de un psicópata, sino sus efectos directos sobre el accionar de una sociedad (en este caso situado sobre la ciudad de Dusseldorff), generando pánico y desasosiego. Adentrándose en como se siente el asesino y el porque de sus acciones, sin merecerle esto la empata del publico.

La primera parte de la trama se encarga de mostrarnos al asesino y sus consecuencias en la sociedad. En la segunda parte el espectador asiste a la competencia desatada entre las fuerzas policiales -criticadas por su falta de resultados y/o criterios- y los bajos mundos criminales -hostigados por la policía en su búsqueda del asesino- para llegar al mismo fin pero con diferentes métodos. Y en la tercera, dramáticamente más representativa, escenifica una suerte de  caza al hombre donde no hay parámetros que justifiquen  el obrar para poner fin al acecho del asesino. Épica desde su estructuración y vanguardista ideológicamente, puede verse o interpretarse también como una ácida critica del autor hacia el incipiente nazismo. El cine social que aplica Lang, no cae en maniqueísmos absolutos y sabe como provocar al espectador, sin dar un punto de vista único y dando alternativamente dos lecturas paralelas.

Para este recurso narrativo (ignoto para la época) Lang se vale del sorprendente uso del montaje paralelo, movimientos de cámara que serian marca registrada del genero, juegos de elipsis, la composiciones claustrofobias (brillante fotografía de por medio) y un uso del sonido para hacer de un simple silbido la clave del film.

Sentando las bases de los hoy populares films sobre asesinos seriales (o los mitos de los mismos) transmite con acierto el miedo colectivo, la inseguridad social y una inteligente reflexión acerca de la culpabilidad de los actos y sus efectos a nivel sociedad, cuyas costumbres moldean la ética a la que estas corresponden, con el ya mencionado y marcado trasfondo político de por medio. Un film que va desde la investigación pura, pasando por los procedimientos de la misma hasta llegar a la pura impotencia de la ley ante la condicionante falta de resultados. Lang, con sobrado manejo de un potente y depurado virtuosismo visual, se sumerge y nos interioriza en la enfermiza personalidad del criminal siendo clave en el pico dramático el desenlace inevitable que acrecienta su paranoia y le vuelve más interesante a ojos del espectador, a quien atrapa con un final intenso y dramático culminante a la altura de lo mostrado.

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