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Nekrodamus Por Guido Barsi
Argumento: Ha llovido y la tierra húmeda del cementerio cede bajo los pies de Gor, el hombrecito deforme. Muñones, carne agusanada y maxilares congelados en un grito eterno son enterrados nuevamente por el contrahecho. Un perro aúlla su hambre de siglos. Una plañidera llora a dos monedas por lagrima. Y en medio de eso, el cuerpo de un príncipe es acompañado por una corte adulona hacia su cripta. Todo le hace pensar a Gor en un inquilino mas, en un cuerpo que deberá limpiar de polvo cotidianamente... y de pronto, un viento helado que atraviesa la cripta quitando el aliento. Y el príncipe que se incorpora y dice ser un demonio... llamado Nekrodamus. Llama a la puerta, caminante, pide permiso para entrar a un mundo infernal, plagado de metáforas y espanto, pero antes ten en cuenta algo... nadie te asegura el regreso. Cuando Oesterheld emigra a la Editorial Record uno de sus primeros guiones es “Nekrodamus” que crea junto a Horacio Lalia que ya venia demostrando su potencial para crear la atmósfera perfecta para una historia de terror. No basto mucho tiempo para que dos talentos se uniesen y saliera un personaje que estaría presente casi todo el tiempo que salió la revista Skorpio (con cambios en el guionista: primero Guillermo Saccomanno, Carlos Trillo, Ray Collins y por ultimo Walter Slavich). La historia es lo que licua bastante en este tomo de Nekrodamus, que junta las primeras 20 historias de este personaje (guionadas por Oesterheld en su mayoría, con gran aporte de Saccomanno en un buen par y las ultimas por Trillo), el problema es el cambio de guionista que modifica bastante la manera de narrar que se presenta y que luego cambia: al principio (y como en muchas historias de Oesterheld) el narrador es un compañero del protagonista, un testigo-protagonista de ellas, en este caso es Gor un pequeño monstruito que cuida un cementerio donde revivir Nekrodamus y que hace de Gor su compañero. En los sucesivos guiones el narrador cambia de ser un tercero a ser Gor, lo que hace decae la historia en niveles técnicos. Pero esto no es lo único malo de la historia en general, también lo es el cambio que sufre el personaje de ser un demonio con ganas de ser bueno a pesar de su naturaleza pasa a ser un errante ayudando a la gente y hasta a ayudar a sus amigos (grave error ya que Nekrodamus toma el cuerpo de otro conde, haciéndose pasar por él). Por el otro lado, si solo tomamos a la historia en si y olvidamos todo esto, podemos leer algo interesante con guiones interesantes en las primeras historias para luego desembocar en mas de lo mismo que entretiene pero que solo tiene un dibujo terrorífico y un argumento aventurero. Los
dibujos de Horacio Lalia ya son otra cosa, también hay cambios entre los
capítulos que conforman el libro. En el principio tenemos una combinación
más general de los claroscuros donde el ambiente es bastante espeso y los
personajes se confunden en él para crear una historieta oscura, casi
claustrofobica donde casi vemos a los personajes (gracias al juego de
luces). Al ir avanzando el dibujo se va aclarando un poco, se van
“blanqueando” un poco mas y los personajes van tomando forma clara,
mas de dibujo común (por decirlo así) para apreciarlos mejor y no están
tan fundidos en el fondo. Esto le permite un trabajo mas limpio a la hora
de ilustrar los viajes de Nekrodamus y Gor a la hora de hacer el bien
alrededor del mundo, de una ambientación algo mas real ya que no siempre
se vive en las penumbras. Por eso Lalia termina por ser lo mejor de este
libro. “Nekrodamus”
tiene un buen principio y luego altas y bajas (mas que altas), acompañado
por un dibujo que mantiene un nivel perfecto a la hora de ilustrar las
aventuras de Nekrodamus y Gor con un toque perfecto de terror que la
historia no les da. Puntaje: 06/10.
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