Scarface
Por
Maximiliano
Curcio
Sinopsis: Tony Camonte, un pistolero de origen italiano,
ignorante y sin escrúpulos, es el lugarteniente de Johnny Lovo, el
hampón más poderoso del South End de Chicago. Ambicioso y cruel,
Camonte, que por una cicatriz que le cruza el rostro recibe el
apelativo de Cara cortada, elimina poco a poco a los rivales de Lovo
hasta que, con la ayuda de su amigo Gino Rinaldo, le arrebata
también el poder y se convierte en el amo de la ciudad. Tras un mes
de vacaciones en Florida descubre que su hermana Cesca, por la que
siente un amor confuso y arrebatado, es la amante de Gino...
* * * * * / EXCELENTE
La película (o su móvil) quiere aleccionar sobre el
tema a los ciudadanos de la época. Lo deja claro desde el principio
y en el desarrollo se puede cierta ideología acerca de cómo se tiene
que comportar la población frente al terror que provoca la amenaza
del mundo del hampa. Situada en Chicago, la ciudad del crimen y la
corrupción, escenario de masacres colectivas. Film que seria
heredero de la incursión de Frtiz Lang en el cine negro y que
sentaría las bases dramáticas (trágicas y macabras) para un
subgénero –el policial noir- eje del sistema de estudios que domino
los géneros en Hollywood en los ’40 y ’50 y que el propio Howard
Hawks volvería a explorar con éxito en la brillante “El Sueño
Eterno”. Innovando técnicas y sentando el terreno estético
(elipsis, planos secuencia, fueras de campo) en el que se situarían
las posteriores “Buenos Muchachos”, “El Padrino” o la
misma “El Precio del Poder”, remake de la citada “Scarface”.
Vale citar también, otra joya del genero en su época de oro, como “El
Enemigo Publico”, con otro gran protagónico de Muni.
Aunque filmado a principios de 1930, su estreno se
vio retrasado dos años debido a fuertes discrepancias con la
industria debido a una supuesta complacencia y carácter polémico que
tanto Howard Hawks como su controvertido productor y emblemático
Howard Hughes encararon el delicado perfil del mundo gangsteril, no
olvidemos que estamos en plena Ley Seca y sin todavía el Codigo Hays
de por medio, pero bien, con un dedo apuntalando a la política del
momento y otro intentado despertar al espectador para comprometerlo
con tal violenta escena, no tiene sustento tal acusación. Desde su
vertiginoso ascenso, hasta su declive y perdición. Deleznable en su
ambición inescrupulosa de poder, una suerte de Macbeth
contemporánea. Así de Intensa y oscura, es brillante e impactante la
interpretación de Paul Muni, en uno de sus tantos protagónicos
sobresalientes para una carrera cinematográfica como pocas.
Aunque Al Pacino, el próximo interprete del mafioso
Tony (no Camonte, sino Montana) llegue a opacar al mismísimo Muni,
cuando hablamos nada menos que de uno de los mejores cinco
interpretes de todos los tiempos. Volviendo a la interpretación de
Muni, infalible y sin remordimientos, solo el peligrar la vida de su
ser querido lo hace perder la sangre fría y entra en juego su talón
de aquiles, la debilidad ante la cual se arrebata, cede terreno y es
derrotado, en una escena plagada de maestría en su planificación y
dramatismo en su concepción, con esa fotografía en blanco y negro
tan expresionista que caracteriza al film por completo y esa música
de jazz que tan bien suena incluso hasta el plano final que hace
mención a un cartel cuya frase sintetiza el propósito de Camonte. En
eso de que el fin justifica los medios según algunos (y con todos
los riesgos que conlleva), alguna vez tuvo el mundo en sus manos.
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