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Western: Historia de un Genero Americano Clásico El
western es un género americano clásico que se centra en contar historias
situadas en el Oeste Norteamericano del siglo XIX con todas las
connotaciones humanas, sociales y políticas de la época. Como género,
su esplendor se ha mantenido a lo largo de la Edad de Oro del cine, pero
su prominencia como tal ha decaído desde fines de la década del ’70,
si bien ha logrado en la década del ’90 un reconocido, pero fugaz
resurgir. Es el genero que probablemente mejor defina a la industria
cinematográfica de Estados Unidos y con nostalgia se adentra en los años
de expansión de la civilización por sobre las fronteras de los nativos
en la conquista del territorio virgen. Las películas de westerns se
desarrollan en los estados del Oste norteamericano durante el periodo que
abarca desde el comienzo de la Guerra Civil en 1860 hasta el final de las
llamadas Guerras Indias en 1890, sin embargo este periodo cronológico
presenta sus alternativas. Algunos westerns incorporan la Guerra Civil, un
conflicto escencialmente ligado al este del Río Mississippi, he incluso
han cruzado la frontera norteamericana, frecuentemente en México. El
denominador común popular de las películas del oeste es un personaje
central de características nómades o errantes similar a los caballeros
de los antiguos cuentos y poesías europeas enfrentando villanos,
rescatando mujeres en peligro y transgrediendo las normas de las
estructuras de la sociedad sin traicionar su honor, bajo la figura de un
vaquero o un pistolero cuya caracterización incluye una vestimenta típica,
su revolver y su fiel compañero el caballo, figura que llega a adquirir
dimensiones importantes para la historia narrada. El western toma
estos elementos y los usa para contar cuentos morales ambientadas en el
escenario del oeste, muchas veces un paisaje desértico, salvaje y
desolador con sus ranchos y fuertes en medio de la nada y otras tantas
veces en la típica descripción del pueblo del oeste: el almacén local,
las vías del tren en cuyos vagones albergara persecuciones, un banco que
será atracado, la cantina de bebidas, juegos de azar, música autóctona
y prostitutas, frecuente escenario de peleas y tiroteos entre los fuera de
la ley y finalmente la celda del alguacil que albergara a los malhechores. Como
genero el western es polifacético y contiene varios subgéneros con films
que se ambientan en las Guerras Indias, la Guerra Civil y las Guerras
Mexicanas. De todas maneras, es usual que el western retrate la conquista
de la civilización por sobre la barbarie y la subordinación de la
naturaleza o lo nativo o la confiscación de territorios sobre derechos a
los habitantes originales de los mismos. El western escenifica una
sociedad organizada en base a códigos de honor, ya sea en familia o en
soledad, mas que al apego de la ley en si, en las películas estas temáticas
están contrapuestas y el avance de la civilización es inevitable. Los
primeros westerns eran filmados en estudios, al igual que otras películas
de Hollywood, pero cuando la filmación en exteriores se hizo mas común,
los productores utilizaron locaciones aisladas en el Oeste en lugares como
California, Utah, Arizona, Nevada, Texas, Kansas y Colorado haciendo del
paisaje no solo un factor mas vivido y evidenciable, sino al punto de
convertirse en un factor fundamental del film. Como arquetípicos
personajes vaqueros y pistoleros juegan un rol fundamental en las películas
de westerns. En sus frecuentes batallas contra los nativos americano,
estos últimos son retratados como villanos y deshonestos, si bien el
western revisionista les otorga un lugar alejado de dicho estereotipo y
les da un tratamiento mas comprensivo de su accionar. El
genero western encuentra sus raíz iniciática en el film “Asalto y
Robo al Tren” que Edwin Porter rodara en 1903, época del cine mudo,
haciendo populares a estrellas interpretativas como Broncho Billy Anderson
y Williams S. Hart. Cineastas como David Wark Griffith con “La
Masacre” (1909) y Thomas H. Ince con una gran cantidad de cortos
dieron vida al genero. Durante la etapa del cine mudo John Ford plasmaría
en “El Caballo de Hierro” (1924), un estilo entre romántico y
épico que sentaría la estética que caracterizaría al western clásico
que popularizaría con su obra cumbre “La Diligencia” (1939)
luego de muchos años de filmar westerns de clase B, “La Diligencia”
fue un punto de inflexión donde personajes y situaciones cobraban mas
peso y encontraban su densitud moral. Ese mismo año Cecil B. De Mille
filmaría de forma espectacular la construcción de una ferroviaria en
“Union Pacific”. Los cimientos del género estaban poco a poco
consolidándose y la época de esplendor no tardaría en llegar.
En
su desarrollo en Hollywood, es un género con una rica historia que se
extiende en formato y contenido a otros géneros como la comedia, la
parodia y el musical. En su época de oro, el genero esta marcado y
delineado por la obra de dos directores: John Ford y sus innumerables
colaboraciones con el protagonismo del clásico interprete masculino que
lo convirtió en leyenda: John Wayne. y Howard Hawks con su trilogía “Río
Rojo” (1948), “Río Bravo” (1959) y “El Dorado”
(1966). En los años '40 otro western de características románticas y épicas
cobraría rumbo de clásico: “Y Murieron con las Botas Puestas”
(1941) de Raoul Walsh. John Ford retornaría a su preciado Monumental
Valley con “Pasión de los Fuertes” (1946) para filmar una
oscura versión de la batalla en OK Corral con el mítico personaje de
Wyatt Earp en la piel de Henry Fonda, un western crepuscular que va de lo
melancólico a lo trágico. Dos ejemplos paradigmáticos ilustran el
western de aquellos años: En 1946 “Duelo al Sol” una
superproducción del todopoderoso productor David O. Selznick y dirigida
por King Vidor y en 1956 “Más Corazón que Odio” mostraba a
John Wayne como el típico héroe de estas películas que acapararía la
atención en el conflicto armado, el arquetipo de protagonismo masculino
que encarnaba Wayne atraía a la audiencia y otra faceta del mismo
entregaría en su enésima colaboración con Ford para la magnifica “El
Hombre Tranquilo” (1952) en un tándem que genero devoción entre
los fervientes seguidores del genero he hizo de la década del ’50 el
mayor esplendor del western en toda su historia. Algunos
westerns posteriores a la Segunda Guerra Mundial comenzaron a cuestionarse
los ideales y el estilo del western tradicional. Se descubren nuevos
elementos como: un tono mas oscuro generalizado, un sentido mas cabal del
antihéroe, papeles mas preponderantes para roles femeninos, un retrato
mas sincero de los nativos americanos, una visión critica sobre los
grandes negociados, el gobierno americano, la milicia y su política de
acción. Comienza a cuestionarse el accionar de las figuras masculinas,
hay un incremento en el uso de la violencia y se incluye si bien de forma
no tradicional el factor sexual, se añade el humor negro. Es decir, hay
un cambio radical que favorece al realismo, por sobre el romanticismo de
otras épocas, como lo es el clásico de culto de Nicholas Ray “Johnny
Guitar” (1953) y su despliegue casi operístico. Durante
las décadas del ’60 y ’70, el genero arribo a Italia con el formato
de Spaghetti Westerns o Italo-Westerns. Muchos de estas películas eran de
bajo presupuesto y rodadas en locaciones que en sus paisajes remitían a
las utilizadas en Norteamérica. Los Spaghetti Westerns se caracterizaban
por la presencia de mas acción y violencia que los típicos westerns
hollywoodenses. De este subgénero, sobresale la obra de Sergio
Leone, films de un tono parodico, en las antípodas de lo concebido por
aquellos años de oro en Hollywood, como por ejemplo “Solo Ante el
Peligro” (1952) de Fred Zinnemann y protagonizada por Gary Cooper,
otro referente del genero, que también trabajara a las ordenes de Robert
Aldrich en “Veracruz” (1954, junto a Burt Lancaster) Anthony
Mann, exitoso director de películas del oeste, como lo demostró junto a
James Stewart (un interprete clásico de este tipo de papeles) en “Winchester
‘73” (1950), pero estos últimos ejemplos encumbrados dentro del
denominado western tradicional. Charles Bronson, Lee van Cleef y Clint
Eastwood se convirtieron en estrellas del género del Spaghetti Westerns,
compartiendo la fama y repartiéndose los papeles con otras figuras
rutilantes de la época como Jason Robards, James Coburn y Henry Fonda. El
Spaghetti Western obtiene dicha denominación al porvenir de Italia y
encontrar allí su nido ideológico y financiero. Caracterizado en sus
origines por el bajo presupuesto, una violencia mas marcada, una puesta en
escena minimalista que desmitifico ciertos estándares del western clásico
ya establecidos como convenciones. El mas conocido y al mismo tiempo
paradigmático arquetipo de este subgénero sea la trilogía dirigida por
Sergio Leone: “Por un Puñado de Dólares” (1964), “La
Muerte Tenia un Precio” (1965) y “El Bueno, el Malo y el Feo”
(1966). Quizás este ultimo film el pináculo de la trilogía,
protagonizadas por Clint Eastwood y con los acordes musicales compuestos
por Ennio Morricone, un sinónimo del género fruto de futuros homenajes.
Leone acrecentaría su mito como realizador de westerns con la impecable
“Erase una Vez en el Oeste” (1968). El
término revisionista se usa para describir films que cambian la concepción
tradicional del género en base al uso de nuevos elementos narrativos, estéticos
y la incorporación de nuevos puntos de vista estilísticos e ideológicos.
Entrados los años ’60, muchos realizadores comenzaron a cuestionarse el
cambiar la manera tradicional de hacer westerns, en principio
incrementando de forma positiva el rol de los nativos americanos hasta el
momento tratados de salvajes. La audiencia también comenzó a
cuestionarse el arquetipo héroe versus villano y el paradigma moral de
usar la violencia para probar o justificar el accionar de sus personajes.
Al mismo tiempo, las mujeres comenzaron a recibir roles mas
preponderantes. Y quizás una perfecta combinación de revisionismo y
entretenimiento resulto el clásico de George Roy Hill “Dos Hombres y
un Destino” (1969) con dos figuritas masculinas de moda por
entonces: Paul Newman y Robert Redford. Si
vaqueros y malhechores son iconos de los héroes y antihéroes americanos
en un genero tan modelo de dicha sociedad y sus bases como el western, el
hecho de trasladarlos a otros genero puede parecer como un proceso natural
a lo largo de los años. Esta especie de transición entre el genero
pionero que sentó las bases de un lenguaje cinematográfico y por otro
lado de la aceptación de nuevas ideas para aplicarlo a otros contextos
hace plausible el hecho de que parezca compatible con historias de ficción
que toma parte en otros ambientes y donde un régimen sin ley lucha por la
supervivencia social. Poco a poco y a medida que el genero se fue
popularizando, algunos especialistas argumentaban que el western no
necesariamente tenia que desarrollarse en el Oeste Americano, sino que en
sus códigos podían encontrarse abordaje de temas en común y características
formales del western, tales los casos de ”Los Siete Samuráis”
de Akira Kurosawa (en cuya concepción se inspiró “Los Siete Magníficos”,
un clásico western tradicional), “Hud” de Martin Ritt o “Los
Inadaptados” (1961) de John Huston quien ya había dado muestras de
su aptitud para el género en su etapa de oro para la brillante “Lo
que no se Perdona” (1960). En
la década del ’60 la corriente crítica comenzó a considerar desde
otra perspectiva al cine y esta evolución, intelectual si se quiere,
emergía como una visión del cine como una forma de arte emergente. En
ese entonces, la teoría sobre los films intentó buscar el significado
mas profundo de las películas bajo su estructura semántica y
considerando el ambiente de donde surgía el western se lo catalogaba con
una moral simplista lo que convirtió al genero en una serie de
convenciones y códigos que se relacionaban con su audiencia de forma metódica
y cuyos personajes y situaciones se atenían a los lugares comunes y la
repetición, visión que precipito el ocaso del genero hasta amenazaron su
desaparición. Cineastas emergentes vieron la veta en el género como una
oportunidad para expandir su crítica sobre la sociedad americana y sus
valores, como lo ejemplifica “Pequeño Gran Hombre” (1971) de
Arthur Penn o para desmitificar ciertos cánones del genero como la
notable “La Pandilla Salvaje” de Sam Peckinpah. Otros films,
como los dirigidos por Clint Eastwood siguieron la línea como es el caso
de “El Fugitivo Josey Wales” (1976) que daba relevancia al
reparto femenino y trataba a los nativos de una manera más comprensiva y
posteriormente una revisión más nostálgica como lo fue “El Jinete
Pálido” (1985). Si
bien más tarde, la obra maestra de Eastwood “Los Imperdonables”
(1992) utilizo un tono dramático para criticar el típico uso de la
violencia del western con el objeto de promover falsos ideales de hombría
que por su condición se abusaban de las mujeres y de las minorías étnicas.
El mismo John Wayne, icono protagonista del masculino héroe del
western se animo a la dirección con el clásico de tonos épicos “El
Álamo”. Por ese entonces, una figura ajena al genero demostraría
en su opera prima sus dotes de buen director y su acertado manejo de los
tiempos del genero: un acercamiento a los dobleces, ambigüedades,
revanchas y venganzas lo fue “El Rostro Impenetrable”, de
Marlon Brando. Incluso John Ford formaría parte de esta corriente
revisionista reuniendo a John Wayne y James Stewart ya en las postrimerías
de su carrera, junto a Lee Marvin para un clásico imprescindible del
genero como lo fue “Un Tiro en la Noche”, la última gran obra
de Ford. Al
esplendor del género le siguió indefectiblemente su decadencia. En los años
’60 Estados Unidos vivió años turbulentos en cuanto a los social y lo
político y la maquinaria de los grandes estudios se resintió, dando paso
a una etapa de profundos cambios. Y el género vivió sus años de
ostracismo y tardo en recuperarse. Luego de un declive marcado en los años
'80 de cuya evidencia el ejemplo más paradigmático sea el estrepitoso
fracaso de “Las Puertas del Cielo” de Michael Cimino (1980),
hubo una corriente que volvió a poner de moda al género en base a
nociones mas realistas y crudas y menos glamorosas o románticas, así,
fueron ejemplos “Cabalgata Infernal” de Walter Hill, “Silverado”
de Lawrence Kasdan. Hay cierto tipo de films tiene un desarrollo contemporáneo
en el tiempo, sin embargo utiliza temáticas del Antiguo Oeste en cuanto a
situaciones y personajes y sus motivaciones o derivaciones, a la vez que
toman parte en el Lejano Oeste, muestran la progresión como civilización
a finales del siglo XX, como por ejemplo “Estrella Solitaria”
(1996) de John Sayles o “Un Mundo Perfecto” (1993) de Clint
Eastwood o incluso la bizarra concepción del género de Robert Rodriguez
para su “El Mariachi” (1993). Mas
adelante en el tiempo, esta concepción seria tomada de forma paródica o
puramente livianas para brindar films que autojustificaban estos códigos
como “Maverick” (1994) de Richard Donner o “Rápida y
Mortal” (1995) de Sam Raimi. La opera primera de Kevin Costner “Danza
con Lobos” (1990) resucito los mitos y las convenciones originales
del género, pero preservo las polaridades extremas que catalogaban a los
personajes como buenos o malos. “Los Imperdonables” (1992) de
Clint Eastwood, siguió con éxito este renacer en base a personajes que
no dejan la vida de forma heroica, sino que sufren y padecen y donde
personajes conflictuados se redimen tomando venganza. En ciertas
ocasiones el género western se ha visto combinado con elementos de otros
géneros, si bien ha mantenido elementos de la puesta en escena y
descripción de personajes reconocibles a las historias del oeste. “Wild
Wild West” (1999) represento una mezcla de western, aventura y ficción,
mientras que el acercamiento de Robert Altman a “Buffalo Bill”
en 1975 resulto bastante excéntrico. Por su parte, Jim Jarmusch acerco su
visión de autor a un western rodado en blanco y negro y con las tan
particulares estéticas visuales y narrativas que hicieron de “Dead
Man” (1995) un exponente metafórico y místico. Incluso
el papel del héroe como un ser estoico e individualista apegado a su
propio código de honor que se convirtió en una marca clásica del
héroe del western, puede ser reconocido en personajes interpretados por
protagónicos del genero noir o incluso superhéroes del cine fantástico,
con la salvedad de desenvolverse en un contexto urbano. Otra vuelta
de tuerca al género resulto una concepción futura, casi apocalíptica
del mismo donde una sociedad lucha por reconstruirse en medio de una catástrofe
como valen de ejemplo “El Mensajero” (1994) de Kevin Costner y
“Mad Max” (1979) protagonizada por Mel Gibson. Ciertas
convenciones del género fueron tomadas y transferidas a obras de ciencia
ficción, como la estructura narrativa que de forma tan original impuso
“Solo Ante el Peligro” fue adaptada por Peter Hyams en “Atmósfera
Cero” (1981). Aun más emblemático es el caso de George Lucas y su
obra maestra “La Guerra de las Galaxias” (1977), film que uso
diversos elementos del western, entre ellos la puesta en escena de una
cantina o la vestimenta del personaje de Han Solo, con el objeto de
revitalizar cierta mitología cinematográfica que durante largo tiempo se
le atribuyo al genero. Figuras
como Kevin Costner y Clint Eastwood tanto en sus labores actorales como de
dirección, han ayudado a revitalizar un genero que parecía perdido y se
han convertido en protagónicos iconos y referentes de la nueva corriente
del genero, rescatando valores olvidados y ofreciendo un matiz contemporáneo
valioso y palpable. El genero jamás recupero sus mejores días y quizás
su esplendor ya no vuelva, pero si estrellas como las mencionadas se
mantienen activas, seguirán contribuyendo a que el genero siga vigente y
seguramente servirán de inspiración para que futuras generaciones sigan
produciendo y aportando en un genero que lleva la clásica marca de la
historia norteamericana y que, mas allá de sus altos y bajos a lo
largo de los años, quizás sea esa cualidad la que en Hollywood lo
convierta en inmortal. |
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