No Mires
para Abajo
Por
Maximiliano
Curcio
Sinopsis:
Eloy es un adolescente de 19 años que trabaja junto a sus padres. Su
trabajo consiste en repartir ángeles, lápidas y figuras ornamentales
en las sepulturas que atiende el negocio familiar en el cementerio
de la ciudad. Al morir su padre, Eloy ve acelerar el tiempo que lo
llevará a la adultez en un mundo hostil y ajeno. En el camino conoce
a Elvira, que mediante el aprendizaje de ciertas prácticas sexuales
le permitirá acceder a zonas desconocidas de su espíritu y de la
realidad.
* / MALA
Eliseo
Subiela es uno de los realizadores más particulares y pintorescos
del escenario nacional cinematográfico. Encasillado en su posición
lírico mística con la que aborda a sus films desde “Hombre
Mirando al Sudeste”, Subiela ha sido desde ese entonces a esta
parte por igual condición tanto objeto de culto por parte de sus
seguidores como de crítica por parte del periodismo entendido,
léase, la crítica cinematográfica. Es sabido que el universo
subielano arrastra un número considerable de espectadores, pero
también debe reconocerse que no es un universo fácil de descifrar o
comprender. No hay para esto ni términos medios, ni grises que se
distingan. Subiela no se maneja con medias tintas y su visión
poética-religiosa del mundo está marcada inconfundiblemente a lo
largo de sus films. Objeto de odio o admiración en igual medida, sus
excesos cinematográficos a la hora de plasmar su inefable visión de
mundo encuentran en “El Lado Oscuro del Corazón” la
quintaesencia subeliana.
Este
combo social, político, humano y espiritual que aborda Subiela lo
vimos plasmado en la reciente “El Resultado del Amor” y aquí
una vez más presente. “No Mires Para Abajo” peca de
didáctica, de poco sutil, de torpe. Sin demasiado sentido más que el
didactismo mal entendido, acumula ideas sobre personajes a los que
intenta hacer parecer pintorescos y resultan inclasificables, sobre
situaciones desde las que pretenden observar un costado del sexo
como estilo de vida (el tantra) y termina pareciendo un documental
mal actuado de canal de cable mal musicalizado por la banda sonora
de Pedro Aznar. Sus personajes pretenden hacer una exposición sobre
las virtudes y disfrutes de esta técnica sexual.
A lo
largo de su trayectoria Subiela ha mostrado la tendencia y la virtud
de ser (a pesar de sus tics) un buen narrador, y sobre todo de ser
un gran descubridor de actrices como lo fue recientemente con Sofia
Gala. Nadie va a descubrir a estas alturas a Antonela Costa, una de
las intérpretes más destacas del escenario independiente. Pero
cuesta entender como por el solo hecho de ponerse a las órdenes de
un director “importante” se haya prestado a semejante despropósito.
Es sabido
que, aun en tiempos de democracia, el ambiente cinematográfico
tristemente conserva su lado pacato y censurador. Esta crítica no
persigue tales fines. De hecho quien escribe valora el
comportamiento estoico de Subiela y el no claudicar al exponer sin
prejuicio alguno su mirada sobre el mundo. Sin embargo esta
desinhibición de Subiela para abordar un tema sexual lejos esta de
resultar atractiva. No es cine soft core ni siquiera, no es ese lado
el que intenta explorar ni explotar, no resultara tampoco
provocativo. Lo que incomoda no son los desnudos ni los orgasmos
contados, lo que molesta es querer generar un film mediante este
compendio de técnicas orientales practicadas por la profe sex y su
inesperado alumno y querer vendernos esta cultura subielana sin
ningún sustento dramático, sin sostén narrativo alguno que genere el
más mínimo interés. Habrá eros y tanatos, amor y muerte, muertos que
caminan, una lección del kamasutra. Subiela es así, véalo o déjelo.
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