Busich Escobar, Ismael 
              Buenos Aires, la gran provincia: 1880-1930 
               
              D. JOSÉ LUIS CANTILO 
              CAPITULO XXV 
              1922-1926 
              
                  
                
                  Sumario. -Candidaturas. -La personalidad del señor Cantilo. -Resultados 
                    del comicio. -Asunción del mando. Amplio programa de gobierno. -Los 
                    ministros. -Una administración complicada. -Finanzas públicas. 
                    -La deuda consolidada. -Empréstito de 45 millones. -Cuestiones sociales 
                    y del trabajo. -Obras Públicas. -Obras sanitarias y aguas corrientes. 
                    -Ampliación del Ferrocarril Provincial. -Autonomía municipal. 
                    -Fomento de la educación primaria. -El Museo Colonial de Luján 
                    y el Archivo Histórico de La Plata. -El Banco de la Provincia extiende 
                    el radio de su acción.-Jiras del gobernador de la provincia.-Amenazas 
                    de intervención federal.- Trabajos del “antipersonalismo” 
                    .-Declaración del Presidente de la República. -Réplica 
                    del gobernador Cantilo. - Un compás de espera. -Atmósfera de 
                    incertidumbre. - Expiración del período. -Elogio de los ministros.  
                   
                    Promediaba el año de gobierno del señor Monteverde cuando el 
                    partido Radical se avocó la proclamación del candidato que debía 
                    reemplazarlo en el mando. La convención partidaria hallábase 
                    bajo la influencia de una preocupación que no era suficiente a desvanecerla 
                    la certeza absoluta del triunfo en los comicios. Se quería que el partido 
                    no volviera a sufrir desgarramientos como el producido a raíz de la 
                    elección del señor Crotto, y se recelaba igualmente de llevar 
                    a la primera magistratura a un ciudadano que, aunque militante en las filas 
                    de la Unión Cívica Radical, pudiera luego olvidar que había 
                    ascendido al gobierno merced a los robustos brazos del partido y se alejara 
                    de sus postulados y doctrinas. Bajo el dictado de tales preocupaciones que 
                    tenían su origen en la absorbente modalidad política del Presidente 
                    de la República, el partido Radical, cuyo triunfo en los comicios nadie 
                    podía disputarle con éxito en esos momentos, designó 
                    candidato a uno de los ciudadanos de mayor prestigio dentro de sus filas, 
                    el señor José Luis Cantilo, quien, no hacía mucho, había 
                    evidenciado sus condiciones de hombre de gobierno ejerciendo por espacio de 
                    un año la intervención nacional en la provincia, según 
                    se ha visto, en capítulos anteriores. La Unión Cívica 
                    Radical concurrió, pues, a las urnas sosteniendo el nombre del señor 
                    Cantilo para gobernador y el del Dr. Pedro Solanet para vice. Iban como oponentes, 
                    por el partido Conservador, los doctores Rodolfo Moreno y Ángel Sánchez 
                    Elía, y por el partido Socialista, el doctor Juan B .Justo y don José 
                    M. Lemos.  
                  La elección se verificó el 4 de diciembre de 1921 en toda la 
                    provincia, arrojando el escrutinio los siguientes resultados generales:  
                 
                
                  Partido Radical       121.424 
                    votos  
                    Conservador            98.614  
                    Socialista                  10.806  
                 
                
                  Ungido gobernador electo, el señor Cantilo recibió las insignias 
                    del poder de manos del señor Monteverde el 1° de mayo de 1922, 
                    prestando juramento ante la asamblea legislativa: en cuya ocasión el 
                    nuevo mandatario trazó los lineamientos de su futura acción 
                    de gobernante. Convencido, sin embargo, de que el gobierno no es, ni puede 
                    ser, en el estado actual de la civilización, fruto de la acción 
                    individual o personal del propio gobernante, sino obra de colaboración 
                    y solidaridad, reclamó desde el primer instante el apoyo de los otros 
                    poderes del Estado para desenvolver armónicamente sus funciones, especialmente 
                    de la Legislatura, con cuya cooperación esperaba realizar obra práctica 
                    y constructiva. Anunció a los legisladores que iba a someter a su aprobación 
                    proyectos de ley destinados a la consolidación de la deuda flotante, 
                    de la unificación de la deuda interna y otras medidas tendientes a 
                    normalizar las finanzas de la provincia. Declaró que tendría 
                    especial preocupación por las cuestiones sociales y que deseaba promover 
                    una legislación que reg1ilara con prudencia y equidad las relaciones 
                    jurídicas y económicas de capital y trabajo. Anunció 
                    que la publicidad de los actos del Poder Ejecutivo sería una norma 
                    invariable de su gobierno; que dedicaría preferente atención 
                    a todo aquello que se relacionara con el gobierno y régimen de 1as 
                    municipalidades; que proseguiría la política de trazar nuevos 
                    caminos que mejorasen la vialidad en toda la provincia; que impulsaría 
                    la edificación escolar y se preocuparía de la situación 
                    del magisterio; que fomentaría la ampliación de la influencia 
                    del ferrocarril Provincial a Meridiano V, y esbozó muchos otros propósitos 
                    que ponían en evidencia la profunda compenetración del nuevo 
                    mandatario con las más sentidas necesidades de la provincia.  
                 
                
                  “Tengo la determinación sincera -dijo en esa 
                    ocasión el señor Cantilo -, de consagrar todas mis facultades 
                    y energías al bien público, como si me animara la visión 
                    de que he llegado, al asumir la gobernación de Buenos Aires, a la plenitud 
                    de mis aspiraciones de ciudadano y de mis ideales de gobernante. El más 
                    allá no me preocupa, sino en cuanto pueda afectar a la provincia.”  
                 
                
                  Ya en ejercicio del poder, el señor Cantilo constituyó su ministerio 
                    en la siguiente forma:  
                 
                
                  Gobierno, doctor José O. Casás.  
                    Hacienda, señor Salvador M. Viale.  
                    Obras Públicas, doctor Antonio Rodríguez Jáuregui.  
                 
                
                  Y desde el primer día puede afirmarse que el gobernador Cantilo se 
                    entregó de lleno ala tarea de estimular en toda forma el progreso de 
                    la provincia, ejercitando una acción constante y eficaz. Con verdadera 
                    fe en el porvenir de Buenos Aires y con una profunda devoción por la 
                    grandeza del Estado cuyos destinos había sido llamado a regir, el señor 
                    Cantilo no se dio momento alguno de reposo, pudiendo declarar con verdad que 
                    el gobierno de esta gran provincia era cada día más intenso 
                    y complejo.  
                  En efecto: su población sobrepasaba ya los dos millones de habitantes, 
                    sus riquezas eran cada vez más cuantiosas, su administración, 
                    antes sencilla, habíase complicado a medida que las fuerzas todas de 
                    la provincia se expandían; los servicios públicos representaban 
                    una enorme organización burocrática, en una palabra, ya la provincia 
                    de Buenos Aires tenía todas las características propias de una 
                    gran nación.  
                  Todo favorecía, pues, la gestión del nuevo mandatario, menos 
                    las finanzas públicas, que se debatían en medio de grandes dificultades. 
                    Las causas de esta situación pueden encontrarse desde luego en el arrastre 
                    de los presupuestos; los déficit de determinadas reparticiones públicas, 
                    a los cuales debió hacer frente el Poder Ejecutivo; el abultamiento 
                    de recursos que no alcanzaron el nivel fijado; la pérdida de importantes 
                    pleitos y la consiguiente condena judicial y, por último, el pago a 
                    oro de deudas que hasta 1922 se habían abonado en condiciones ventajosas 
                    para la provincia por las diferencias de cambio, y que en adelante debieron 
                    atenderse con fuertes quebrantos. Además, con un mecanismo impositivo 
                    aumentado solamente en un valor equivalente al 20 %, el Poder Ejecutivo quiso 
                    -y lo logró en buena parte -solucionar el problema elemental de gobierno 
                    que se refería al aumento de los sueldos del personal de la Administración, 
                    incluso los del magisterio, y como complemento, se procedió con ahínco 
                    a la intensificación de obras de asistencia social, todo lo cual refluyó 
                    poderosamente en el estado de las finanzas. En su último mensaje a 
                    la Legislatura el gobernador Cantilo exponía así la situación 
                    financiera al hacerse cargo del gobierno:  
                 
                
                  “Vuestra Honorabilidad conoce la situación en 
                    que hallé las finanzas de la provincia al hacerme cargo del Poder Ejecutivo 
                    en 1922. El valor de la mora en la atención de los servicios de la 
                    deuda pública, el uso del crédito en el Banco, de la Provincia, 
                    la retención indebida de porcentajes de impuestos correspondientes 
                    a las Municipalidades y Patronatos de Menores, la acumulación de expedientes 
                    de pago por años anteriores y el déficit calculado para 1922, 
                    sobre el estudio de veinte años de las finanzas provinciales, en el 
                    que mi gobierno se empeñara para establecer claramente la verdadera 
                    situación de las mismas y orientar una política financiera eficaz 
                    para el porvenir, importaban otros tantos valladares que se oponían 
                    a una financiación normal para la administración de la provincia. 
                    El Poder Ejecutivo vióse, pues, constreñido a dedicar una atención 
                    intensa a este aspecto de su actividad, el más importante sin duda, 
                    entregándose al estudio analítico de la deuda sin consolidar, 
                    al de una distribución de los gastos más indispensables para 
                    el normal desenvolvimiento de la administración sujeta a la realidad 
                    de los recursos y a la depuración y perfeccionamiento de las leyes 
                    impositivas.” 
                 
                
                  Consecuencia de tales consideraciones fue la ley de noviembre de 1922 que 
                    autorizó al Poder Ejecutivo a contratar un empréstito por valor 
                    de pesos 35.000.000 oro o, en su defecto, de pesos 45.000.000, moneda nacional.  
                  Pero, el concurso de factores de diversa índole, impidió llevar 
                    a término en condiciones favorables para la provincia, la realización 
                    de dicho empréstito y recién en octubre de 1923 pudo negociar 
                    el gobierno, por intermedio del Banco de la Provincia, la operación 
                    en la parte que se refería a la consolidación de la deuda flotante. 
                    El Banco concedió en adelanto el 80 % de la emisión autorizada, 
                    o sea la suma de $ 36.000.000 moneda nacional, y el Poder Ejecutivo procedió 
                    a cancelar cinco obligaciones a corto plazo por valor de 20.000.000 contratadas 
                    con diversos Bancos para atender necesidades impostergables del Estado. Se 
                    reintegraron también a las cuentas de las Municipalidades y del Patronato 
                    de Menores las sumas que les correspondían por ley y de las que el 
                    poder Ejecutivo habíase visto obligado a disponer para otros objetos. 
                    Finalmente se pudieron pagar numerosos expedientes de créditos reconocidos, 
                    se regularizaron las cuentas pendientes con el Banco de la Provincia y se 
                    afianzó el Crédito del Estado juntamente con la confianza del 
                    pueblo en la marcha de la hacienda pública.  
                  Enumeremos ahora algunos puntos salientes de la obra gubernativa del señor 
                    Cantilo, desarrollada en consonancia con sus propósitos al asumir el 
                    mando y en medio de las preocupaciones políticas y financieras. Había 
                    prometido, según se ha visto, una especial dedicación alas cuestiones 
                    sociales y del trabajo, y en consecuencia organizó el Departamento 
                    Provincial del Trabajo separándolo de la Dirección de Estadística, 
                    pues entendía que dicha dependencia debía ser un organismo técnico, 
                    de política social, y que su obra debía inspirar en la unión 
                    de clases, contando con la confianza común de patrones y obreros. En 
                    1923 creó delegaciones regionales y bolsas de trabajo en las ciudades 
                    de mayor población trabajadora, como Avellaneda, Bahía Blanca, 
                    Zárate y Junín. Proyectó asimismo el gobernador Cantilo 
                    la creación del ministerio, de Trabajo, Comercio e Industria; la ley 
                    creando el Seguro Social en la provincia, sobre los riesgos de invalidez, 
                    enfermedad y fallecimiento; la ley declarando comprendidos en los beneficios 
                    de la ley nacional 9688 sobre accidentes del trabajo, a todos los empleados 
                    de la administración pública; la ley sobre procedimientos a 
                    seguir en los juicios por accidentes del trabajo y enfermedades profesionales; 
                    la ley creando una caja de rentas vitalicias bajo la dependencia del Departamento 
                    del Trabajo, etc.  
                  En materia de obras públicas fue apreciable la labor desplegada por 
                    el gobernador Cantilo. La construcción, de puentes y caminos, sobre 
                    todo, constituyó una verdadera obsesión en este gobernante. 
                    Compenetrado de la extraordinaria importancia de ese medio de comunicación 
                    en la inmensa llanura bonaerense, dedicó una gran parte de sus afanes 
                    a difundirlo hacia todos los rumbos. Introdujo así modificaciones fundamentales 
                    en los métodos de trabajo empleados en la reparación y construcción 
                    de caminos. Al antiguo sistema de pala y carretilla sustituyó los equipos 
                    mecánicos y la pala de buey, que ahorran tiempo y dinero. Simultáneamente 
                    estimulaba la producción de nuevos materiales de pavimentación, 
                    como el conglomerado calcáreo en las canteras de Magdalena, y adoquines, 
                    pedregullo y hormigón en la Sierra Chica. Con esos elementos la red 
                    caminera de la provincia se amplió considerablemente, abriéndose 
                    nuevos caminos y reparándose los antiguos. Una buena parte de estas 
                    rutas fueron pavimentadas y empetroladas, como las de acceso a la capital 
                    federal y las de las inmediaciones de las ciudades populosas .La construcción 
                    y reparación de puentes constituye otro aspecto saliente en esta faz 
                    de la labor del gobernador Cantilo. Entre las obras más importantes 
                    de esta índole, merece mencionarse la construcción del gran 
                    puente colgante sobre el río Quequén Grande, que une a las ciudades 
                    de Necochea y Quequén, cuya parte metálica sobrepasa las dos 
                    mil toneladas.  
                  Una de las iniciativas más importantes en materia de obras públicas 
                    durante este período, fue la construcción de obras sanitarias 
                    y dotación de aguas corrientes a las ciudades y pueblos de la provincia 
                    que carecían de tan primordial beneficio. El gobernador Cantilo obtuvo 
                    que la Legislatura sancionase la ley correspondiente, y fue ella aplicada 
                    por primera vez en la ciudad de Chivilcoy, demostrando prácticamente 
                    la bondad de la iniciativa.  
                  Entre otras obras públicas impulsadas por el gobernador Cantilo, debemos 
                    destacar la de la Catedral de La Plata, que se hallaba paralizada de tiempo 
                    atrás y a cuya conclusión aplicó una suma en títulos; 
                    la transformación de los jardines del Paseo del Bosque de La Plata; 
                    la rehabilitación del Canal de San Fernando, obra de positivo interés 
                    para el comercio de una populosa zona de la provincia; la construcción 
                    de la Cárcel de Menores, etc. El gobernador Cantilo proyectó 
                    los policlínicos y los hospitales regionales y los dejó en construcción 
                    al retirarse del gobierno; edificó el Mercado de Haciendas de Avellaneda, 
                    en la actual cabecera del Ferrocarril Provincial, rodeado de los grandes .frigoríficos, 
                    para favorecer a los ganaderos ya los consumidores de carne de nuestros centras 
                    populosos; inauguró el Mercado de Frutos del Tigre y puso en marcha 
                    las nuevas dragas adquiridas para impulsar el fomento del Delta.  
                  Habíase propuesto el gobernador Cantilo ampliar el Ferrocarril Provincial 
                    y, pese a la indiferencia con que fue acogido su propósito, la obra 
                    fue una realidad al terminar su período. El ferrocarril del Estado 
                    tendió sus nuevos rieles al norte y al sur, llevó la vida a 
                    regiones antes deficientemente pobladas y explotadas y transporta sin obstáculos 
                    los productos hasta los grandes puertos exportadores del país .  
                  La política del gobernador Cantilo con respecto a las Municipalidades, 
                    fue coincidente con los preceptos de la Constitución. Sólo en 
                    virtud de situaciones de notoria irregularidad intervino en las comunas, y 
                    eso durante el tiempo indispensable para la solución del conflicto. 
                    Al terminar su período el señor Cantilo estaban intervenidas 
                    doce Municipalidades, sobre un total de ciento diez. Esas intervenciones tenían 
                    por origen las dificultades surgidas para la designación de sus autoridades 
                    respectivas.  
                  Gran impulso cobró la educación popular en el gobierno del 
                    señor Cantilo. El número de educandos en los establecimientos 
                    didácticos, ya sean de orden provincial, nacional o privado, fue en 
                    el año 1926 de 345.054, distribuidos entre 2.524 escuelas. El gobernador 
                    consignaba con satisfacción patriótica en su último mensaje 
                    el hecho de que la provincia de Buenos Aires ocupaba el primer término 
                    de la República por el porcentaje de su alfabetismo, estando a la vez, 
                    colocada dentro de los primeros renglones de la estadística mundial. 
                    Entraba en sus planes de fomento de la educación primaria, el aumento 
                    de los sueldos del magisterio, y así lo llevó a la práctica 
                    en una proporción de un 20 %, lo que se hizo efectivo desde el año 
                    1923. Y como corolario de sus empeños invirtió la cantidad de 
                    $ 400.000 en la construcción de 10 edificios escolares nuevos, destinando 
                    una suma doble para la restauración de casas ocupadas por escuelas, 
                    de tiempo atrás.  
                  El Museo Colonial e Histórico de Luján, cuyas bases echara 
                    el señor Cantilo siendo interventor en el año 1918, fue inaugurado 
                    oficialmente por él mismo, en su carácter de gobernador titular, 
                    el 12 de octubre de 1923, terminado el proceso de instalación y dotación 
                    de elementos los más indispensables. Tuvo un gran acierto el gobernador 
                    al designar director de este establecimiento al señor Enrique Udaondo, 
                    que supo llevarlo en breve tiempo a la altura envidiable en que se encuentra. 
                    Otra fundación semejante fue el “Archivo Histórico de 
                    la Provincia”, creado por el gobernador Cantilo para centralizar los 
                    fondos documentales dispersos en varias reparticiones administrativas. A su 
                    frente fue puesta otra personalidad destacada en nuestro mundo intelectual: 
                    el doctor Ricardo Levene, quien, a semejanza del señor Udaondo, prestó 
                    su colaboración al gobierno desinteresadamente.  
                  Una institución que el gobernador Cantilo trató de robustecer 
                    y prestigiar durante su período, fue el Banco de la Provincia de Buenos 
                    Aires, cuya potencialidad y desenvolvimiento progresista es hoy motivo de 
                    orgullo para la provincia. Hemos dicho ya que, merced a la intervención 
                    del Banco, se pudo negociar la operación de crédito de 45.000.0000 
                    de pesos, ordenada por ley. Añadiremos ahora que también por 
                    iniciativa del gobernador Cantilo convertida en una ley de la Legislatura 
                    de fecha 14 de octubre de 1924, se encomendó al Banco la percepción 
                    de las rentas e impuestos fiscales, con evidente ventaja para las finanzas 
                    oficiales, pues la recaudación señaló un apreciable aumento. 
                    El Banco, a su vez, se benefició, pues lo puso en contacto con los 
                    propietarios y con todos los que dedican sus actividades a cualquier modo, 
                    de producción, ampliando así su clientela. Los contribuyentes 
                    obtuvieron por su parte la ventaja de poder hacer sus pagos con facilidad 
                    y ganancia de tiempo. El Poder Ejecutivo confió igualmente al Banco, 
                    por decreto de 5 de marzo de 1925, la delicada tarea de efectuar el servicio 
                    de la deuda pública, facultándolo para retener, a tal efecto, 
                    los fondos necesarios de las sumas recaudadas por cuenta de la provincia.  
                  El señor Cantilo hacía frecuentes jiras por el vasto territorio 
                    de la provincia. Vivía, puede decirse, en constante y activa vinculación 
                    con sus gobernados. A veces, con motivo de festejos determinados por la inauguración 
                    de importantes obras públicas; otras, para participar de faustas rememoraciones; 
                    no pocas, para apreciar personalmente los anhelos de los vecindarios y la 
                    practicabilidad de insistentes solicitudes. Visitó así la mayor 
                    parte de los partidos, las ciudades más importantes y los pueblos más 
                    progresistas, deteniéndose complacido a valorar el esfuerzo colectivo.  
                 
                
                  “Creí cumplir así mejor mi mandato -decía 
                    al respecto en su último mensaje -extendiendo el campo de observación 
                    y apreciando debidamente las ideas y propósitos de cuantos labran, 
                    en labor callada y fecunda, la riqueza, el progreso y el bienestar del Estado. 
                    Recorrí asiduamente sus distintas zonas y pude comprobar de manera 
                    indubitable, que mi gobierno encontró en todo momento el noble y generoso 
                    auspicio de la opinión pública, e interpretó fielmente 
                    sus aspiraciones. Si hubiera vivido otro género de vida; si en vez 
                    de trasladarme a los más apartados sitios y haber participado invariablemente 
                    de las expansiones populares, mezclándome a las muchedumbres regocijadas 
                    y ruidosas, hubiera limitado mi radio de acción, permaneciendo en el 
                    despacho oficial de la capital, para cumplir unilateralmente mis deberes, 
                    no tendría un concepto tan exacto, ni diría con tanta firmeza, 
                    que conté siempre con la inequívoca adhesión del pueblo 
                    de Buenos Aires”.  
                 
                
                  Mientras tanto, en las altas esferas del gobierno nacional imperaba una política 
                    que tenía su principal obstáculo en la provincia de Buenos Aires, 
                    convertida en el cuartel general del radicalismo personalista.  
                  Había una poderosa corriente de opinión que presionaba sobre 
                    el presidente de la República para que decretara la intervención 
                    a Buenos Aires.  
                  En esos comienzos del año 1925 ejercía el Ministerio del Interior 
                    el doctor Vicente C. Gallo, figura descollante de la actualidad argentina, 
                    representante genuino y cabeza visible de la tendencia radical contraria a 
                    la que obedecía a la voluntad omnímoda del doctor Hipólito 
                    Irigoyen.  
                  Creyó el doctor Gallo y con él muchos hombres de Estado y núcleos 
                    de opinión, que nada debilitaría tanto la absorbente preponderancia 
                    del doctor Irigoyen como la posesión de la provincia de Buenos Aires.  
                  Para atraer prosélitos a la causa de la intervención del gobierno 
                    nacional, el partido llamado “antipersonalista”, coincidiendo 
                    en ello con el Conservador, desarrolló una intensa campaña que 
                    tuvo la virtud de despertar justificada expectativa en las múltiples 
                    actividades que abarca la vida bonaerense.  
                  La situación política de la provincia fue mantenida así, 
                    diariamente, en el tapete de la actualidad nacional por los sostenedores de 
                    la intervención, quienes llevaron ante el gobierno federal una multitud 
                    de denuncias, requiriendo del Presidente de la República la sanción 
                    inmediata del decreto de intervención. El 24 de marzo de 1925 se realizó 
                    un acuerdo general de los ministros nacionales bajo la presidencia del doctor 
                    Alvear, suscribiéndose después de larga deliberación, 
                    en la que se puso en evidencia la discordancia de opiniones al respecto, la 
                    siguiente declaración, con la cual el Presidente de la República 
                    daba una satisfacción a sus amigos políticos, pero desvanecía 
                    para siempre las aspiraciones intervencionistas:  
                 
                
                  “El P. E. considera institucionalmente anormal la situación 
                    de Buenos Aires, y, en consecuencia, procedente la intervención federal; 
                    pero, por no mediar en el momento los motivos de urgencia que, según 
                    reiteradas declaraciones, y normas aplicadas en casos semejantes, pueden autorizar 
                    al Ejecutivo para intervenir una provincia en el receso parlamentario, estando, 
                    además, próxima la apertura del Congreso, y sin perjuicio de 
                    contemplar nuevamente el caso si tal situación se produjera, resuelve 
                    someter el asunto a la decisión del Congreso, enviando en su oportunidad, 
                    con los antecedentes y las informaciones que lo fundamentan, el correspondiente 
                    proyecto de ley.”  
                 
                
                  Al día siguiente, el gobernador Cantilo replicaba con toda valentía 
                    esta declaración, con las siguientes palabras que hizo públicas:  
                 
                
                  “El P.E. de la provincia de Buenos Aires ha sido sorprendido 
                    por la publicación de una nota oficial, aparecida en los diarios de 
                    ayer tarde y esta mañana, en la cual se afirma que ‘el Ejecutivo 
                    nacional considera institucionalmente anómala situación de Buenos 
                    Aires, y en consecuencia procedente la intervención federal.’  
                  
                    El grave cargo no se fundamenta, y por no referirse a determinados y concretos 
                      aspectos de orden institucional, el P. E. de la provincia se ve en la imposibilidad 
                      de refutarlos. Por otra parte, desde el 1° de mayo de 1922 hasta el 
                      presente, no ha recibido ni una sola comunicación, consulta o pedido 
                      de informes, del P. E. de la Nación, como ha sido de práctica 
                      corriente en la vida política de relación entre el gobierno 
                      central y los provinciales, respecto de anormalidades, denunciadas por la 
                      prensa, por los partidos políticos o por los particulares.  
                   
                  Ignora, oficialmente, en consecuencia, el origen y las causas 
                    determinantes de la referida publicación, que no tiene precedentes 
                    ni por su forma, ni por su fondo, en la historia constitucional del país.  
                  
                    En la única oportunidad en la cual se ha aludido a la posible intervención 
                      nacional a la provincia de Buenos Aires, ha sido en un documento emanado 
                      de la secretaría de la presidencia de la Nación, para desautorizar 
                      espontánea y categóricamente los rumores circulantes al respecto.  
                   
                  
                    El actual gobierno de Buenos Aires surgió, en una hora de definitiva 
                      y trascendental definición política, de la elección 
                      más libre y democrática que se haya verificado en la provincia.  
                   
                  
                    En resguardo de la autonomía del Estado y de los principios que 
                      informan el régimen federal argentino, cree necesario manifestar 
                      públicamente que aguarda los fundamentos de la afirmación 
                      producida, en la profunda convicción de que ha de patentizar, concluyentemente, 
                      que los poderes públicos de la provincia se desenvuelven dentro de 
                      sus órbitas constitucionales, en el ejercicio regular de sus instituciones. 
                      ”  
                   
                 
                
                  El Presidente de la República, que en un principio parecía 
                    dispuesto a contemporizar con los gestores de la intervención a la 
                    provincia, no envió al Congreso el anunciado proyecto y ello motivó 
                    la altiva renuncia del ministro del Interior, cuya presencia en el gabinete 
                    estaba estrechamente ligada a ese objetivo. Empero, la iniciativa fue planteada 
                    en el Senado Nacional por los miembros de ese cuerpo pertenecientes a la fracción 
                    denominada “antipersonalista”, debatiéndose con ardor el 
                    proyecto de intervención a Buenos Aires, que fue, finalmente, aprobado 
                    y pasado en revisión a la Cámara de Diputados en los últimos 
                    días del período de sesiones, permaneciendo allí estacionario.  
                  Esa era la atmósfera de indecisión y de amenaza que se cernía 
                    sobre la provincia de Buenos Aires cuando terminaba su período, el 
                    señor Cantilo, y no hay duda que ello influyó poderosamente 
                    en el ánimo del gobernante, toda vez que se veía obligado a 
                    desenvolverse dentro de la incertidumbre que esos hechos creaban.  
                  Llegó por fin el 1° de mayo de 1926 y el señor Cantilo, 
                    al entregar el gobierno a su sucesor, hizo ante la Legislatura una minuciosa 
                    reseña de su labor de cuatro años, teniendo palabras de gratitud 
                    para sus colaboradores, especialmente  
                 
                
                  “para los señores ministros del Poder Ejecutivo 
                    -dijo -, a quienes habéis tenido ocasión de tratar asiduamente 
                    y cuyas relevantes prendas de carácter, ilustración y hombría 
                    de bien, dieron relieve y eficacia a mi gestión de gobernante. Bastaría 
                    el hecho, singularmente auspicioso, de que me hayan acompañado durante 
                    todo el período constitucional, para establecer cuán estrecha, 
                    sincera y leal fue nuestra compenetración en el ejercicio del gobierno; 
                    cómo desde la primera hora, a pesar de vicisitudes y contrariedades 
                    inherentes a los respectivos cargos, colocamos por arriba de los tropiezos 
                    de la vida diaria, la visión clara de nuestros deberes y responsabilidades, 
                    el afán de realizar obra fecunda, la intención patriótica 
                    de impulsar el progreso y afianzar el bienestar de la provincia de Buenos 
                    Aires”.  
                 
                  
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