El Rincón de los Relatos

Aura y sus ganas de sexo.

Hetero, polvazo. Después de un año sin catar nada nuestro protagonista recibe una llamada de una mujer con la que gozó al máximo.


Esta fantasía que os voy a contar, sucede en la mañana de un Sábado, en que yo voy a visitar a la amiga de mi vecina (una mujer maravillosa), en la que en una ocasión me hará sentir en la gloria.

Bueno, no se si os acordáis de Aura (leer el relato "LA VECINA Y SU AMIGA" en la sección de orgías en relatos de MARQUEZE), es aquella amiga de mi vecina que en su día tuve una relación con ellas y me dijo que otro día lo volveríamos a repetir. De eso ya hace un año, y eso que me dijo hasta dentro de una semana.

Fue un día entre semana cuando sonó el teléfono y que me encuentro, era su voz, me dijo para quedar el Sábado por la mañana para charlar y tomar algo. Supuestamente, yo le acepte la invitación sin ningún problema, al revés, sólo de escuchar su voz ya se me levantó. Finalmente llegó el Sábado, lo cual, me vestí con ropa ligera, ya que hacía mucha calor, cogí el coche y me fui para ahí. Al llegar llame a la puerta y ahí estaba ella, esa mujer de 35 años, alta, morena, de pechos abundantes y un culo digno de ver. Llevaba un albornoz con un bikini debajo, de esos tipo tanga, ya que acababa de salir de la piscina.

Me ofreció a pasar disimulando la vista, ya que había visto mi erección, pero se hizo la despistada y se dirigió hacía la terraza donde nos sentamos y tomamos unos refrescos. Se puso a mi lado y nos pusimos a charlar, pronto surgió el tema sexual. Me pregunto que como andaba de relaciones de sexo, yo le conteste que desde hace un año, cuando hicimos el amor, desde entonces nada de nada y que me daba mucha vergüenza contarlo.

Ella me echó una sonrisa muy picarona y disimuladamente paso su mano sobre mi picha y me dijo:

- Mmm. Veo que esta caliente, me pregunto cuál es el motivo.

- No te enfades, pero solo de verte ya me excitado y no lo puedo evitar, lo siento.

- Tranquilo, me halagas que un jovencito como tu, se caliente con mi cuerpo. ¿Sabes? Voy hacer tus deseos realidad, la verdad es que yo también llevo mucho tiempo sin follar.

Y así sucedió, me invitó a pasar a su habitación, nos desnudamos los dos y nos sentamos al borde de la cama. Nos empezamos a acariciar, manos por aquí, manos por allá, ella me dio unos de los morreos mejores de mi vida. Yo le empecé a sobar sus pechos, a besarlos con ansiedad, mientras ella con una de sus manos me iba masturbando suavemente. Yo, ya no podía aguantar más y me iba a correr, ella me apretó fuerte el glande y bajó su boca, se puso la picha lo mas a dentro y empezó a mamar. A la cuarta o quinta mamada ya me estaba corriendo dentro de su boca.

Luego cogí y la tumbé encime la cama, toda para mi solo, se me ocurrió una idea fabulosa para hacer-la disfrutar más y le pregunte.

- ¿Tienes mermelada?

- Si, en la nevera hay un pote de melocotón, ¿para qué la quieres?

- Un momento, no te muevas que te voy a untar como una tostada.

La fui a buscar y así lo hice. Le puse mermelada en los dos pechos, siguiendo por la barriga pasando por el ombligo y finalmente llegando en su sabrosa concha. Empecé por los pechos, dando pequeños mordisquitos en los pezones, seguí bajando la lengua hasta llegar al ombligo, hundí la lengua quitándole toda la mermelada y seguí hacía abajo hasta llegar a su concha. Ahí empieza el juego se verdad, primero fui dando pequeños besos comiéndome la mermelada y después hundí la lengua en su interior y moviendo circularmente. En eso que note un par de orgasmos al máximo, mientras que ella gemía de placer, fue cuando cambió la posición y me empezó a mamar la picha hasta que la tuve bien tiesa, entonces la puse de espaldas a mi y la penetré por detrás, mientras con las manos le iba pellizcando los pezones y ella me apretaba el culo para que se la metiera toda. Tras unos minutos de mete-saca, cambiamos la posición, yo boca arriba y ella se sentó encimo, colocando su concha justo encima de mi picha. Empezó a cabalgar con euforia, mientras yo le iba acariciando su concha, en lo que ella puso sus pechos encima de mi boca para que yo se los sobara. Tras unos gemidos avisando que me corría, se inclinó hacía atrás hasta tocar su espalda encima la cama y con unos movimientos bruscos eyaculé dentro de su concha tanto como la primera vez.

Quedamos los dos tendidos en la cama, llenos de sudor, en lo que yo le dije que me iba a duchar, pero ello me dijo que no, que los dos desnudos en la piscina que aún había rato y ganas para follar, que ahí no sudaríamos tanto. Y así lo hicimos, empezamos a follar pero en la piscina, tanto como pudimos.

Me dijo que hacía mucho tiempo que no fallaba con tantas ganas y que siempre que quisiera y pudiéramos lo podríamos repetir. Esas palabras a mi me hicieron feliz, pero ya tuve que marchar, por ese día ya había sido bastante, le di dos besos y me fui.

Al llegar a casa, me pase toda la tarde tumbado en la cama pensando en esa experiencia, que me hizo tan feliz.

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