Bailarina
Hetero, polvazo. Se sintió tremendamente cautivado por la bella bailarina de
strep-tease y ella encantada con él disfrutaron de una noche inolvidable.
Desea algo para tomar? - preguntó la muchacha acercándose a su oído para lograr
que él le escuchara en medio de aquel ensordecedor ambiente causado por la
música.
Oh, si... un té helado por favor - responde él sonriendo.
Con gusto, regresó inmediatamente - y se alejó rápidamente para acercarse a otro
cliente y tomar la orden.
A pesar de no ser la primera vez que visitaba un club de strip-tease, no pudo
evitar su asombro al notar la cantidad de despampanantes muchachas que se
paseaban por el local, mostrando generosamente sus atributos, algunos naturales,
pero la mayoría, adquiridos bajo las manos de un cirujano plástico.
Recordó como hacía unos 10 minutos había ingresado al local, puramente guiado
por la curiosidad. Tras pagar por la entrada, fue adentrándose a través de un
largo pasillo exóticamente iluminado, pero que dejaba ver enormes posters con
escenas lesbicas adornando la pared.
Hablando de sutileza - pensó el divertido.
Llegó al final del pasillo y se encontró con un par de escaleras, una hacia
arriba indicando el baño de caballeros con luces de neón y algunos otros
ambientes, y otra más amplia que descendía terminando frente a un gran espejo, a
la izquierda del cual parecía haber un pequeño escenario. El club constaba de
tres niveles, virtualmente a oscuras donde preponderaban luces rojas y negras
que hacían resplandecer en la oscuridad cualquier ropaje blanco de manera muy
llamativa.
Él decidió no tomar ninguna de las escaleras sino que se dirigió a la izquierda
donde notó un gran numero de sillas y por donde parecía que el show principal se
llevaba a cabo.
Desde donde estaba pudo contar aproximadamente a una docena de esculturales
muchachas, contoneándose suavemente al andar frente a los potenciales clientes.
Alguna sirena rodeaba con sus brazos al varón a quien le habían echado el ojo y
sugestivamente le hablaba al oído. Estos cruzaban algunas palabras que no podían
ser oídas y asentían siendo llevados de la mano por la muchacha hacia otro
lugar, mientras que otros, con una sonrisa forzada negaban con la cabeza, con el
consecuentemente alejamiento de la fémina. Claramente podía notarse que algunas
tomaban la negativa sin importancia, lanzando una estratégica ultima sonrisa,
mientras se alejaban ondulando las caderas de forma hipnotizante, dejando la
puerta abierta; mientras que otras, no tan experimentadas, no podían evitar
fruncir el ceño ante el rechazo. Duro trabajo, a pesar de las sonrisas, sin duda
alguna...
Tras la rápida inspección visual del ambiente, Sebastián, como llamaremos a
nuestro personaje decidió sentarse en una silla cercana a un largo tablero
angosto que se hallaba a cierta distancia del escenario donde la mayor atracción
sucedía.
Se sentó, cruzando los brazos sobre su pecho y se dedico a observar mientras
esperaba por su bebida.
Aquí la tiene - elevando la voz para tratar de ser oída en medio de la música a
todo volumen.
Gracias! - contesto él, extendiéndole un dólar, por la atención.
Gracias a usted! - sonrió ella.
Bonita muchacha... - pensó él mientras que ella se alejaba a seguir atendiendo a
más clientes.
En medio del enorme ambiente, bañado con luces multicolores de rayos láser se
podía distinguir a una muchacha que recién había ascendido al escenario.
Recibamos con un aplauso a la deliciosa Zeilaaaa!!! - vociferaba el discjockey
Escultural, de aproximadamente 1.70, esbelta pero con rotundas curvas, caminar
sinuoso, bien calculado, para despertar la imaginación de los visitantes que se
encontraban sentados prácticamente a sus pies, alrededor del escenario
semicircular. Realmente de una belleza natural poco común, empezó a ondular su
cuerpo suavemente al ritmo de Retorno a la Inocencia, por Enigma.
Ella lucia una larga cabellera casi hasta la cintura, cabello negro, lacio,
brilloso, que contrastaba llamativamente con su piel clara. Sus ojos verdes
miraban lánguidamente hacia el vacío, bailando para sí misma, como si no hubiera
nadie mas allí...
En tanto, sin saber como, Sebastián se vio sentándose sólo del otro lado del
escenario, más cerca a ella...
Los hombres sentados allí, seguían sus movimientos roboticamente mientras ella
hacia sensuales giros, elevando sus torneada piernas con la gracia de una
patinadora sobre hielo. Sus movimientos, cuidadosamente estudiados, eran
marcados por breves pausas, en las que su espalda arqueándose lánguidamente,
marcaba aun más la curvatura de sus firmes, redondos glúteos, dándoles así a los
excitados varones, la fugaz ilusión de poseer ese cuerpo de ensueño. Su curvacea
figura continuaba girando, alrededor de un tubo plantado en el escenario,
haciendo que su cabellera cubriera parcialmente su rostro y corriera por encima
de sus opulentos senos, apenas sostenidos por el brassiere de encaje negro. Sus
caderas ondulantes actuaban como imanes que tenían irremisiblemente atrapados
los ojos varoniles. Súbitamente, quedó de pie frente uno de ellos que la
observaba con la boca abierta y lentamente fue poniéndose en cuclillas frente a
él, mientras que con la mano derecha se sostiene por encima de la cabeza del
brillante tubo dorado detrás de ella. En tanto, detrás de ella, otro individuo,
hipnotizado también, observaba como el cuerpo de ella descendiendo, le ofrece la
visión de sus apetitosas nalgas casi abrazando el frío metal que se desliza
entre ellas. El coro de voces desciende acompañando su movimiento.
Y queda así, frente a ellos, sentada sobre sus talones calzados en negros
zapatos altísimos de plataforma, con esos hermosos e invitantes muslos
separados, mostrando la entrepierna, primorosamente cuidada, de piel tersa,
minuciosamente rasurada. La diminuta braga semitransparente revela una pequeña
mata de vello oscuro que invita a fantasear. Sus mano izquierda,
estratégicamente se desliza desde la rodilla, arrastrando suavemente las largas
uñas de rojo intenso sobre su piel seguido de las miradas de ellos, acariciando
ese terso muslo, acercándose más hacia el pubis, que cubre maliciosamente por un
instante, torturando a sus espectadores. Usando sus finos dedos extendidos,
frota la vulva suavemente a través de la tela, mientras muerde su labio
inferior, cerrando los ojos y girando la cabeza hacia un lado, como un gesto de
inocente pudor. Su otra mano, baja hasta la otra pierna y recorre la parte
externa de su muslo para llegar a esa apetitosa nalga, que acaricia y aprieta en
forma invitante. Sigue descendiendo y aparece cubriendo su raja que es ocupada
por ese envidiado filamento de un hilo dental.
Así, con una mano delante y otras detrás, la de arriba se adentra desde su plano
abdomen por detrás del triangulo de tela acariciando su sexo suavemente en
círculos, mientras que la otra le hace el encuentro desde abajo. Ambas manos se
prestan a una traviesa pero suave exploración que culmina en la apertura de los
labios menores con los dedos de una mano, mientras que el dedo medio de la mano
que ocupa su raja se entierra lentamente en su vagina, todo esto observado
sedientamente por los varones a través de la telilla de sus bragas.
Uhhhhhhmmmmm- gime ella suavemente, con los ojos cerrados. La música alcanza un
clímax en el que las voces masculinas y femeninas se unen...
Súbitamente se pone de pie al cambio de la música y se aleja hacia la pared de
espejos, moviendo las caderas en forma enloquecedoramente lenta.
Dando la espalda a todos, pega su rostro el espejo y quiebra la cintura
proyectando ese hermoso culo hacia el público aullante. Hace suaves círculos con
el trasero y voltea. Pegando los tersos glúteos contra el frío espejo, proyecta
sus pechos hacia adelante y desciende un tirante del brassiere, luego otro,
acompañándose, de suaves movimientos de su cintura. Lleva las manos hacia atrás
y la prenda salta hacia adelante, quedando sostenida sólo por las copas por el
firme volumen de sus senos. Camina hacia el centro, desesperando a los
espectadores que rogaban que la prenda cayera al suelo. Ella sabe lo que hace y
mientras mece suavemente las caderas al andar, sus dedos sutilmente empezaron a
bajar la pieza inferior alrededor de sus caderas. Así, cuando llegó al centro
del escenario nuevamente, la diminuta prenda se mantenía obstinadamente a la
mitad de sus firmes y apetecibles muslos.
Se detiene, gira ondulando las caderas. El limitado movimiento de sus piernas
debido a la braga hacen que intencionalmente resalte su hermoso trasero e
inesperadamente termina arrodillada en el piso, frente a un embelesado
Sebastián. Extiende sus manos hacia él, como queriendo atraerlo hacia ella, y
acaricia el rostro expectante, dibujando la firme pero tensa quijada...
lentamente se echa hacia atrás sentándose lentamente, proyectando los pechos
redondos hacia arriba. Junta los brazos, presionando los pechos entre ellos, lo
que libera la prenda dejando las aureolas oscuras completamente a la vista. Se
ofrece nuevamente hacia adelante, colocando una pierna a cada lado de él. El
brassiere desciende por el terso abdomen de ella, y termina en su regazo, ella
lo toma por la nuca y el hombro y se acerca a él, bañando su oído con cálido
aliento. Se despega, lo mira nuevamente y acerca el rostro masculino a su pecho
cálido, restregándolo suavemente entre sus generosos senos. Se echa hacia atrás
nuevamente y cruzando una pierna por encima de la cabeza del espectador, queda a
gatas dejando su espectacular trasero a tan sólo centímetros de su rostro. Baja
su torso desnudo lentamente hasta tocar el iluminado piso con sus pezones
primero, sus suculentos pechos, que se aplastan debajo de ella y finalmente su
bello rostro, y así, presentando formidablemente esa hermosa raja, lentamente
termina de hacer descender la minúscula braga con sus manos por sus muslos
tersos, descubriendo la tan ansiada vulva rosada. El observador, fascinado, no
puede reprimir el contener por unos segundos su respiración al observar tan
bella visión. Esas nalgas perfectas, redondas, ligeramente bronceadas, se
encontraban en una enloquecedora raja que dada la generosidad de los glúteos,
lucia misteriosamente profunda, insinuando muy sutilmente la apertura anal. Los
delicados labios se empiezan a insinuar por debajo. Él siente la boca seca, y
desea saciarse con los jugos que gustosamente arrancaría de esa flor que está
frente a el.
Ella sabiendo bien el efecto que causa en los hombres, lleva una mano hacia
atrás y desliza el dedo medio en forma descendente por esa raja. La otra mano
acompaña pronto en la sensual labor y en lentísima maniobra separa sus divinos
glúteos para presentarle a el la visión entera. El anillo de carne, arrugadito,
apretado, rosado e invitante, la vulva delicada, pequeña de labios menudos,
tirantes por su pequeñez, la matita de vello que se pierde entre las piernas. El
clítoris, tímidamente insinuándose por debajo del capullo de piel.
Manteniendo el trasero en el aire, sus manos terminan de retirar la braga de sus
piernas y sin mirar arroja la pieza hacia la pared de espejos, con precisión,
revelando las muchísimas veces que había hecho lo mismo. Así, completamente
desnuda, se eleva apoyándose sobre sus manos y rodillas y se dirige gateando al
otro extremo donde más clientes, con ojos suplicantes la esperaban. Su gatear
felino, torturante, deja al tipo paralizado, mientras deposita mas billetes
sobre el escenario. En esta oportunidad él fue el afortunado, el escogido...
Desde su posición miraba como ella se insinuaba a los otros individuos, meneando
su cuerpo tentadoramente al ritmo suave de la música. Finalmente, la música va
extinguiéndose y ella se levanta lentamente y gira, dando una ultima visión
coreografiada de su exuberante cuerpo. Así, desnuda se acerca a cada cliente y
se hinca ante él sin cubrirse, para recoger los billetes dejados por ellos y
agradecer con una suave sonrisa. Algunos le devuelven la sonrisa, casi todos
solo miran su vulva expuesta, pero solo uno, Sebastián, le alcanza unos billetes
mirándola a los ojos.
Eres cautivante - le dice, sin mirar mas que sus ojos.
Gracias... de verdad - dice ella agradecida por mirarla en ese instante como
algo más que un trozo de carne.
Gracias a ti - responde él, rozándole levemente la mano, al darle el dinero. -
fue realmente bello verte bailar así...
De veras? - pregunta ella con una sonrisa
De veras... - mientras se oían los aullidos de los otros clientes, mostrándose
evidentemente atraídos a la bella bailarina.
Gracias nuevamente -dice ella mientras se incorpora para seguir recogiendo el
dinero ganado.
La ve alejándose, y recogiendo los demás billetes del suelo, sonriendo a los
otros y dirigiéndose hacia el fondo a recoger sus breves ropas, ella voltea y le
dedica una sonrisa antes de bajar del escenario.
El se levanta de la silla y se dirige a lugar que ocupaba antes, no tan cerca al
escenario. De lejos la observa de pie al lado de la estación del discjockey,
poniéndose de nuevo las prendas.
Una vez lista, la ve aproximarse a los ruidosos hombres que aullaban de
admiración, mientras le enviaba a Sebastián fugaces miradas.
La rutina de verlas ofreciéndose para lograr un baile privado con un cliente
nunca le había parecido tan duro ni penoso como ahora. Obviamente los pedidos de
los escandalosos muchachos no iban de acuerdo a lo que ella acostumbraba, o tal
vez ellos le pedían que bajara el precio ridículamente.
Ella emprendió el camino hacia él, sonriendo...
Hola!-mientras sentía una mano acariciando su hombro - Soy Jenny, como te
llamas?
Él volteó a contestar el saludo y observó luego como Zeila, tan pronto lo vio,
siendo abordado por otra, giro sobre sus talones y se dirigió a otro cliente
sentado por allí.
Se... Sebastián - contestó él, sonriendo forzadamente, tratando de no mostrar
que su atención estaba totalmente fija en la muchacha de cabello negro...
Mucho gusto de conocerte, Sebastián - coquetamente, luego se acerca a su oído -
dime, te gustaría divertirte un rato conmigo?
El seguía observando a Zeila hablando con el otro hombre. Lo ve ponerse de pie y
ella lo toma de la mano, saliendo del ambiente, mientras Sebastián los seguía
con la mirada.
La verdad es que recién llegué, - contesta él, ocultando cierta molestia - tal
vez más tarde, OK?
Más tarde entonces... - sonríe la intrusa involuntaria - que la pases bien, eh?
Gracias - constesta el mientras ve a la pareja descendiendo las escaleras.
El continuó observando el espectáculo. Tenía que reconocer que la belleza de
muchachas aquí superaba lo que había visto en otros clubes. Se veían, educadas,
pulcras, y casi todas podían ser confundidas con modelos profesionales.
Durante los minutos siguientes, mientras trataba de calmar su sed con la bebida
helada, fue abordado repetidas veces por un sinnúmero de muchachas a quienes
rechazó amablemente. Pero como todo no puede ser color de rosa, en un momento él
tuvo que pasar un mal rato también...
Quieres que te de un baile privado? - preguntó una despampanante rubia
sentándose de improviso sobre sus piernas. El pudo claramente notar la falta de
experiencia de la recién llegada.
Muchas gracias... pero no. Tal vez mas tarde... - contestó el gracilmente.
Que pasa? Acaso eres gay? - respondió ella en tono insolente.
Sebastián, lejos de sentirse insultado por la chiquilla, calmadamente sonrió y
le hizo un gesto de que se acercara para hablarle.
No... no es así - hablando calmadamente.
Entonces? No te gustan las mujeres acaso?
Si... me gustan y muchísimo, pero lamentablemente tu no eres mi tipo.- dijo
mirándola a los ojos
Idiota!!! - contestó ella poniéndose de pie y dando la media vuelta,
visiblemente fastidiada.
Para servirte, chiquilla - contestó el conteniendo una carcajada.
Siguió deleitándose la vista con las espectaculares mujeres que desfilaban a su
alrededor. Luego de observar a varias muchachas danzando sobre el escenario,
pudo distinguir a una morena espectacular ejecutando una acrobática rutina en
uno de los tubos situados en el centro del escenario. El publico rompió en
aplausos cuando suspendida cabeza abajo, sujeta tan solo con sus piernas del
metal, se quitó el brassiere agitando los senos
Hola! Escucho por encima del hombro, lo que le hizo retirar la vista del
escenario...
Era ella, había regresado seguramente después de haber dejado a su cliente
babeando de excitación.
Hola, como estás? - preguntó el gentilmente, mientras se sentaba en la silla de
al lado para invitarla a que se sentara. Ella lo hizo, y haciendo un leve mohín
de satisfacción...
Ohhh, que tibia está esta silla - mientras cruzaba la piernas y los brazos.
Me imagine que te gustaría - contesto el juguetonamente.
Ella sonrió celebrando su ágil respuesta, sin caer en la vulgaridad o grosería
tratando de impresionarla.
Por eso regresé. - dijo ella - aunque también imaginé que estarías... "ocupado".
No, la verdad es que estuve sentado aquí desde tu número.
No..de verdad?
Pero pensé...
No, no me interesaba ir con esa muchacha. - contesto el mirándola a los ojos -
me agrada mas conocer a la persona que tengo delante mío, y después...tal vez..
Entiendo -aseveró ella. Algo intrigada por el hecho de que él tan sólo mantenía
sus ojos en el rostro de ella, sin dejarse llevar por la opulencia atrayente de
sus curvas.
Normalmente ella estaba habituada a sentir como los hombres que visitaban el
club simplemente lamían toda su piel con los ojos, y alguna que otra vez, alguno
se habría atrevido a manosear sus glúteos sin permiso. Gajes del oficio, que
endurecen el espíritu de estas féminas.
Cómo te llamas? - pregunta ella sonriendo francamente. No una sonrisa de
compromiso, sino que realmente estaba empezando a disfrutar de esta
conversación..
Esteban... - estudiando las hermosas facciones de ella - y tú? -Levantando las
cejas.
Me llamo Zei...Melissa - tartamudeó - Que estúpida!! - pensó, - Por que le di mi
nombre? - dijo ella con resignación, extendiéndole la mano, casi formalizando la
presentación.
Mucho gusto, Melissa - recibiendo la mano de ella, que cogió gentil pero
firmemente. - Preferirías que te siga llamando Zeila?
N-no...Melissa está bien, al menos cuando no hay otros cerca.
Con gusto - contestó él dándole seguridad.
No has estado antes por aquí, no es así?
No, es la primera vez que vengo... y me alegro de haberlo hecho...
Ella entendió y pese a estar habituada a charlar con muchos varones no pudo
evitar sonrojarse levemente ante la franqueza y seguridad de Sebastián. había
algo en él que la intrigaba...su seguridad,...su cortesía,...su educación...no
sabía, pero por algún motivo la hacia sentir que en ese momento ella no era la
bailarina exótica del club tratando de conseguir otro cliente.
Los minutos sucedieron rápidamente, y sin darse cuenta ambos ya sabían algo de
la vida del otro. El era un ingeniero electrónico, que hacia un año se había
mudado a California y trabajaba en Silicon Valley, meca tecnológica de los
Estados Unidos. Tenia 30 años de edad, gustaba de esquiar, deportes de
aventuras, y viajar a lugares exóticos. Ella, tenía 26, divorciada a los 20, sin
hijos. había empezado a estudiar una carrera de Administración de empresas, pero
debido a una bancarrota en la familia, tuvo que abandonarla y entró a trabajar
en el club como mesera para ayudarse con los gastos. Eventualmente al ver que
los gastos crecían y que las bailarinas del club recibían sendas propinas por
bailar privadamente, se animó a probar el escenario durante una audición y fue
escogida. Al inicio, según ella le contó, no tenia la menor idea de como moverse
en el escenario, hasta que a alguna colega se le ocurrió que saliera con un
minúsculo antifaz a bailar. El truco resultó, con lo que logró en poco tiempo
dejar al público boquiabierto con su natural sensualidad.
Desde entonces había ido ahorrando dinero para reanudar su carrera pero no era
suficiente, además, aparentemente, la motivación por un mejor futuro había
desaparecido.
No sabia por que, pero esta era la primera vez que ella no tenia que ser el paño
de lagrimas de otro. Todo lo contrario. El seguía con suma atención cada
minúsculo detalle de su conversación, como el club les quitaba prácticamente la
mitad de lo que ganaban tan arduamente, como restringían los días de trabajo,
etc. Pero aún así el no podía dejar de admirar la tenacidad de ella para seguir
trabajando y seguir tratando a los clientes con tanta cortesía...
Ufffff! - dijo ella en un largo suspiro - ya te deben estar doliendo los oídos
de tanto escucharme, no?
El sonrió - No te preocupes, me encanta oírte hablar.
Oh! Es la primera vez que alguien me oye a mi en este lugar...
Una mano se poso sobre el hombro de ella, haciéndola elevar la mirada en forma
refleja...
Zeila...te toca ir al escenario, por lo menos... - le dice uno de los
supervisores que revoloteaban por el club vigilando a las muchachas.
Sebastián pudo percibir claramente la mirada inquisitoria del hombre. Aunque no
mediaron más palabras, nítidamente entendió el reproche por sentarse a charlar
sin hacer dinero para el club.
Empezaba ella a levantarse.
Sebastián la toma de la mano y poniéndose de pie...
No me ibas a dar un baile privado...Zeila?
Ella lo miró a los ojos, sorprendida. En ningún momento le había insinuado que
bailara con ella. Sin realmente estar pensando, solo asintió con la cabeza, por
lo que el supervisor se empezó a alejar de ellos.
Gracias...-le susurró ella, mientras se dejaba guiar de su fuerte brazo.
No te preocupes - dijo el - por que no me llevas a tu lugar favorito, eh?
Inmediatamente le vino a la mente la imagen de esos pequeños cuartitos donde los
clientes apenas pueden disfrutar del contacto con el cuerpo de las bailarinas,
en consecuencia mayor protección para ellas. Usualmente la tarifa más baja
significaba usar esos minúsculos cubículos.
No...prefiero llevarte a donde se te va a agradar mas a ti...
Y cambiando de dirección, lo hizo dirigirse escaleras abajo. Al llegar al final
de la escalera observaron un pequeño escenario donde una muchacha se
contorsionaba bajo las luces. Lo llevó hasta el final del ambiente donde se
vislumbraba otra entrada donde se podían observar unos pequeños cuartos con
camas, aislados del pasillo por cortinas.
Caramba! No conocía esta área - exclamo él
Muy pocas lo usan - le explico ella - usualmente solo ricachones los usan...
Pero...
Shhhh...ven - atrayéndolo a uno de ellos.
El la siguió dócilmente.
Arriba, usualmente cobro 40 dólares, 60 por desnudarme totalmente y 80 por
permitir que me toquen. - Le empieza a decir ella - Aquí en estos ambientes, el
precio aumenta en 40 dólares.
El la mira algo confuso...
Pero tu has sido un caballero conmigo - le dice ella de pie apoyada contra el
marco de la pequeño umbral, mientras el la observa sentado en el lecho cubierto
de terciopelo rojo. - Solo tendrás que pagarme el mínimo por canción que toquen,
para cubrir lo que el club requiere, OK?
El la ve hermosamente apoyada con sus manos en la espalda. La posición de daba
una bella curvatura a su columna que acentuaba sus hermosas curvas. Cómo podía
alguien no ser caballeroso con tan hermosa criatura?
Esta bien - dice él.
La canción empezaba y ella apoya una rodilla en la cama. Empuja suavemente su
pecho, haciéndolo reclinarse..
Recuéstate,...ponte cómodo.
Como una rutina de seguridad, las bailarinas estaban habituadas a recibir el
dinero por adelantado antes de iniciar cualquier baile. Sin embargo, por primera
vez, a ella no le preocupó eso. Ya hablarían después. Cuánto después? No lo
sabia, solo después...
El se recostó, acomodando una pequeña almohada bajo la nuca y se dedicó ahora a
deleitarse con esa visión que era ella.
La vio cubrirlo con su cuerpo sin depositar su peso sobre él, pero sí lo
suficiente como para acercase y rozar su mejilla con la suya. Le da suavemente
un beso en la mejilla y se retira. El la sigue con la mirada...
Melissa de pone de rodillas a horcajadas sobre las piernas de él y lleva las
manos a la espalda, procediendo a desabrochar el brassiere. La prenda se
mantiene suspendida de esos hermosos globos. Se inclina suavemente y le susurra:
Me lo sacas, ....Sebastián? - sonriéndole dulcemente.
El devuelve la sonrisa, y levanta las manos, que ella toma y deposita sobre sus
hermosos pechos y le hace retirar la prenda. Los bellos senos pendulan levemente
ante su rostro visiblemente emocionado. El hace el ademán de bajar las manos
nuevamente, pero ella las toma y lo hace acariciar suavemente sus pechos.
Estas segura? -pregunto él
Si, lo estoy. - susurra ella
Eres tan hermosa, Melissa...
El mágico toque de él estaba surtiendo un extraño efecto en ella. Usualmente
habituada al tosco magreo de individuos que sentían pleno derecho a manosearlas
descaradamente, esta vez se sintió cautivada por la suavidad de sus manos, ella
se sentía tratada como delicado cristal.
Anda, no tengas miedo - sonríe ella - no me voy a romper...
Es que no quiero hacerte sentir incómoda... - responde él, no con timidez, sino
mas bien por consideración a ella.
Está bien...realmente - dice ella desabotonando su camisa - ...estoy disfrutando
de como me tocas...
El sonríe y deja deslizar sus manos sobre el cuerpo de ella. Primero sus dedos
se dirigen a su rostro terso, calmado. Marca luego el delgado cuello que se
estremece levemente a su roce.
Los hombros de ella son dibujados suavemente por los dedos de el que parecen
flotar. Ella cierra los ojos y exhala un suspiro de agrado. La tersa piel ella
luce aún más bella bajo la tenue luz que los envuelve.
A la vez el puede percibir lentamente como las caderas de ella se han empezado a
mecer lentamente mientras han alcanzado su pubis. El teme por un instante que
ella se retire al sentir la creciente erección bajo su pantalón. Pero ella, lo
mira, sonríe y asiente con aprobación.
Las manos de él se deslizan por los costados del lindo torso, como contando las
costillas que apenas se ven, dibujando los lados de sus senos generosos, que en
estos momentos se han vuelto mas sensibles. Sus dedos, delicadamente se deslizan
tocando el vientre de ella, hasta llegar al elástico de la braga negra. Sus
índices, se mueven hacia los lados, siguiendo los filamentos. Ella se echa
plenamente sobre él mientras mantiene el suave movimiento circular sobre el
palpitante bulto masculino.
Sebastián cierra los ojos por un instante para disfrutar del firme pero a la vez
terso tacto del trasero de Melissa. Ella suspira y suavemente mueve sus pechos
sobre el pecho de Sebastián, ahora descubierto .
Normalmente, ella no permitiría que este tipo de contacto con un cliente la
excite. Al fin y al cabo, esto era simplemente un trabajo. Pero en esta
oportunidad se estaba dejando llevar y se permitió disfrutar del hábil tacto de
Sebastián. Podía claramente percibir su curvilíneo cuerpo estremecido sobre él,
y la forma como sus pezones respondían a las caricias poniéndose mas turgentes a
cada segundo.
El movimiento ondulante de las caderas de ella sobre él, a la vez de brindarles
agradables sensaciones a Sebastián, también le empezaba a producir un delicioso
cosquilleo en la vulva.
Tal vez sea prudente detenerme... - pensó ella.
Pero sintió el suave masaje de sus glúteos con una mano, mientras que la otra
recorría su espina, sin prisa alguna.
Dios! Realmente estoy disfrutando de esto - siguió ella pensando - ...talvez yo
le debería pagar a el por lo bien que lo hace ...
Sebastián, a estas alturas se sentía emborrachado con el suave olor de la piel
femenina, besando el cuello terso, con lentitud, mordiendo suavemente...
El había tenido a muchas bailarinas con él antes, pero nunca una como ella, que
se conectaba tan bien con él, disfrutando, dejándose llevar.
Tomándola por los costados, elevó el torso de ella sobre su rostro y dejo que
uno de los endurecidos pezones se deslizara dentro de su boca. Su lengua, empezó
a hacer pequeños círculos, bordeándolo...luego el otro...
Que dulce! Me quiere hacer disfrutar - inconscientemente comparándolo con
aquellas bestias que simplemente parecían querer arrancarle los pezones con la
boca, o estrujar su cuerpo como si fuera una muñeca de trapo. Pero no esta vez,
no...no con él. Esto era diferente...
Mmmmmm...- dejó escapar ella.
Sus hermosas caderas estrecharon aun mas el contacto contra el pene encerrado.
Ya no le importaba mucho a ella limitar el contacto, la fricción, como solía
hacerlo siempre. Ella también deseaba disfrutar.
E-espera...- dijo ella casi gimiendo, al sentir los dedos de el deslizándose
entre sus generosas nalgas, pero cuidando de no tocar el sexo de ella que a
estas alturas se hallaba muy húmedo.
??? - él la miraba intrigado mientras ella se separaba de él, pensando que
habría hecho algo que le habría disgustado.
Ella se arrodilló en el lecho a la izquierda de él, giró dándole la espalda y
lentamente se echó boca abajo, sin quitarle la mirada a él.
Desde donde estaba él, podía observarla, con la cabeza en dirección a sus pies.
Por unos segundos ella pareció quedarse quieta, como pensando, mientras lo
miraba a los ojos. Luego sonrió y elevando ese redondo trasero, dándole un
espectacular visión, procedió a deslizar la pequeña braga a lo largo de sus
apetitosos muslos bronceados.
Sebastián sentía como el pulso le golpeaba fuertemente las sienes, sabiendo que
ella no necesitaba hacer eso, desnudarse totalmente. Había algo más. Esto no era
simplemente un baile por el cual se pagaba dinero. Era más que eso...
Viendo como la pequeña prenda había quedado a la altura de las rodillas de ella,
que se había quedado quieta, mirándolo, él procedió a deslizarla por sus
tobillos, sorteando por los altos zapatos negros. La mirada de él brillaba, y
acariciando sus pies, se atrevió a liberar sus pequeños pies del calzado. Los
ojos de ella, mostraban calma ante la inesperada maniobra, especialmente cuando
sus fuertes manos procedieron a masajear sabiamente los pies desnudos de ella.
Melissa cerró los ojos...
Ohhh - suspiró ella, sensible a todo lo que él hacía - realmente sabes usar esas
manos...
El sonrió, confiado, pero la sonrisa se borró momentáneamente del rostro de él,
al ver que ella pasaba una pierna sobre su cabeza, quedando montaba sobre su
cuerpo, dándole una alucinante visión de su delicada vulva mojada y esos glúteos
que invitaban a acariciarlos, morderlos. Sebastián sintió su mástil, atrapado
entre los generosos pechos de Melissa, que sobre la tela empezó a cubrirlo
lentamente de besos. Ella, deteniéndose, puso sus labios entreabiertos sobre el
bulto furiosamente atrapado bajo el pantalón y sopló, haciendo que una cálida
oleada de aire caliente se filtrara a través de la tela, bañando el pene que
pugnaba por salir de su encierro.
Uhmmmmmmm! -estremecido.
Melissa, sonriendo satisfecha por la reacción, dejó llevar las manos
acariciando, la parte interior de los muslos de él, sintiendo el calor de su
piel bajo el pantalón.
Esto era un constante intercambio de estímulos, como pequeños regalos que
mutuamente se daban, procurándose el limitado placer que se podrían brindar en
un lugar como ese.
Si no estuviéramos aquí...- Se encontró pensando ella
Que sería si ella y yo.... - cruzó por la mente de él.
Ambos, por alguna extraña razón detuvieron sus caricias, por tan solo un mero
instante, sintiendo claramente los movimientos de la respiración del otro. Solo
un instante, que fue interrumpido en el momento en que él movió su mano derecha
atrapando el glúteo al lado opuesto, rozando con el antebrazo los labios
vaginales de ella, que se sobresalto visiblemente.
Ohh! - no hubo intención de alejarse de parte de ella.
El continuó masajeando el glúteo, haciendo que la piel de su brazo siguiera
frotando la sensible vulva. Ella arqueó la espalda, cerrando los ojos...
Hace tanto ....- pensaba, mientras sentía ese jugueteo de él.
Ella le había advertido que no podría meter ninguna parte suya dentro de ella,
pero esto, esto no era jugar limpio. O lo era? Al fin y al cabo no estaba más
que rozando "casualmente" sus zonas íntimas, como cuando ella se sentó sobre su
paquete.
Decidió no detenerlo, presintiendo que no intentaría meter sus dedos en ella.
dejándose llevar por el goce que el rítmico roce le procuraba.
Mmmmm - tratando de acallar un gemido.
Ante las sensaciones descendió nuevamente la cabeza sobre el pubis de él. Se
quedó viendo al coloso masculino hinchando notablemente el pantalón y poniendo
la cabeza de lado, le dio un suave mordisco al grueso tronco que se insinuaba
descaradamente.
Ohhhhhhhh! - casi bramó él sorprendido.
Las caderas de ella ahora se movían suavemente, buscando el roce de su
congestionado clítoris con la piel de él. Las sensaciones quemantes en el
vientre de ella crecían a cada segundo.
Oh, Dios! Hace tanto tiempo... - se oyó ella misma diciéndose muy quedamente.
El rítmico movimiento de ambos continuó, bañando el antebrazo de él con los
fluidos de ella. Era imposible para ella detener lo inminente, y tampoco hubiera
querido aún si hubiese podido. Ese roce, la forma en que también estrujaba
hábilmente sus nalgas estremecidas. La otra mano, alocándola al juguetear con su
pecho, atrapando ese pezón entre los dedos traviesos.
MMmmmmmmhhmmmmm.....- tratando de silenciar el largo gemido, enterrando su
rostro en la entrepierna de él - Diossssssss
Se agarró con fuerza a los muslos de él, tratando de disimular el orgasmo, pero
sintiendo los músculos varoniles, tensándose bajo sus manos, el calor, el olor
de su sexo inhiesto, no hicieron mas que precipitar un segundo orgasmo
seguidamente....
Ohhhhhhhh! -exhalando ella profundamente.
Estás bien, Melissa? - preguntó el adivinando lo que acababa de ocurrir. Los
espasmos en la vulva de ella no habían pasado desapercibidos para él. El sonrió,
satisfecho del goce de ella.
S-si, estoy bien - tratando de disimular - no es nada...no te preocupes...
Sebastián esbozó una sonrisa. El sabia perfectamente que las bailarinas no
debían procurar orgasmos a sus clientes, o viceversa. Pero aquí no estaba
ocurriendo algo parecido a lo usual para ambos.
Ella se levantó y apoyándose en sus manos, se recostó de espaldas sobre él,
tratando de no manchar el pantalón de él con sus fluidos delatadores. Su espalda
desnuda sintió en contacto del fuerte pecho de él, los glúteos desnudos se
posaron sobre el pubis masculino, atrapando el cilindro encerrado entre sus
firmes cachetes.
Melissa buscó sus manos y las posó sobre sus agitados senos. Comenzando un suave
movimiento de vaivén que empezó a producir intensas sensaciones en el sexo
masculino.
Ella sentía claramente el intenso endurecimiento de su tronco, y por un momento
deseo tenerlo dentro.
Tan solo si...- pensó ella, para luego tratar de desechar la idea - no, no, este
es mi trabajo.
Mmmmm - gemía Sebastián al sentir como su durísimo pene era fuertemente
estimulado por la intensa fricción de los glúteos de ella.
Ohhhh, ohhhh - Dejo escapar él, al sentir las sensaciones acumulándose bajo el
danzante culo.
El rostro de ella se encontraba al lado del suyo, mejilla con mejilla,
meciéndose suavemente. El creciente ritmo de la respiración de Sebastián causaba
en ella un efecto intoxicante, quería más, quería darle lo que el le había dado
momentos antes.
La mano derecha de Sebastián, abandonó el seno de ella para tomar la mano
femenina y guiarla hacia abajo. Ella se dejó llevar. Melissa sintió la abundante
humedad de su vulva, como innegable muestra del goce. Los dedos de él empezaron
a imprimir un movimiento rítmico a los dedos de ella, indicándole que frotara su
vulva, su clítoris. A estas alturas cualquier titubeo estaba fuera de lugar y
ella se vio a si misma masturbándose sobre su cuerpo.
Sigue así, dulce Melissa. - le susurró el al oído.
Nunca la habían llamado por su nombre en este lugar, y menos aún nadie le había
hecho sentir el placer que estaba sintiendo. Sus dedos se movían con los de él.
Ella deseo íntimamente que los dedos de Sebastián se enterraran en la caliente
cueva.
Las sensaciones para ambos estaban llevándolos a una inevitable erupción de
placer. El rostro de ella, con la boca entreabierta, al lado del rostro de él,
los labios tan cerca, deseando tocarse, pero sin hacerlo. Las fuertes
respiraciones mezcladas. No había nada más, no estaban aquí, en el club, sino en
algún otro lugar remoto, desierto, paradisíaco.
Ohhhh! Ah..ah...ah...ah...ah - casi al unísono.
Hazlo conmigo, Melissa! - gimió él.
Mmmmmmmmmmmm,Ohhhhhhhhh - dejo escapar ella, no pudiendo contener el orgasmo
Ahhhhh, Diossssss - le acompañó el, sintiendo sobre su cuerpo los espasmos que
recorrían el cuerpo de ella.
Y en un formidable instante ambos cuerpos, buscaron un contacto mas intenso
entre ellos. El la apretó contra sí, casi hercúleamente, casi cortando su
respiración...
S-siiiii... - dejo escapar ella con satisfacción, al sentir los labios de el
presionándose contra la mejilla de ella en un beso que transmitía mucho más,
percibiendo las intensas contracciones orgasmicas recorriendo las caderas de
Sebastián.
Ambos quedaron inmóviles, tratando de recuperar el aliento. No hubo palabras,
solo miradas. Los rostros tan cerca, tratando de adivinar lo que el otro
pensaba. El se ladeó levemente, haciéndola echarse a su lado, rodeándola con sus
fuertes brazos.
La última canción, ya terminó...- dijo ella
Lo sé...
Y simplemente la estrechó más hacia el. Ella se acurrucó en sus brazos,
sintiéndose protegida por un instante. No le importaba haberle dado mucho más de
lo que el le iba a pagar, y aun si no le hubiera pagado, no hubiera importado.
El la había hecho sentir mujer, aun en este lugar, donde las mujeres no son más
que objetos, mercadería que es comprada, usada y luego desechada.
Quedaron echados por varios minutos, algunas otras canciones tocaron mientras
ellos yacían allí. el le acariciaba el rostro dulcemente, como si fuera un
tesoro.
Me tengo que ir, Melissa - dijo el apesadumbrado - tengo que viajar a la costa
este, mañana temprano.
Entiendo - respondió ella, mientras lo veía arreglarse la ropa. Al fin y al
cabo, esto había sido solo un momento de placer, un baile, el un cliente y nada
más. Se reprochó a si misma por dejarse llevar por ideas tontas...
El la miraba cautivado, a lo que ella no podía sino sentirse algo ruborizada.
Me preguntaba...- dijo el, algo indeciso de continuar la pregunta.
Si? dime... - le animó ella.
Bueno, voy a regresar en unos 3 meses, aproximadamente - continuó el - y me
gustaría mucho verte...invitarte a cenar o algo así, si es que tu quieres...
Es que no se supone que nosotras...-empezó a responder ella.
Si...se que no pueden salir con clientes - contestó el - política del club...
Si...no podemos.
Bueno - continuó él. - Yo no quiero seguir siendo cliente tuyo...
Ella abrió los ojos, mirándolo confusa.
El tomó las manos de ella que aún sostenían las prendas de ella y poniendo unos
billetes doblados entre ellas, le dio un beso en la mejilla...
Quisiera conocer mejor a Melissa , no a Zeila...
Y dando la media vuelta, se marcho dejándola totalmente confundida. Luego de
unos segundos, sacudió la cabeza tratando de ubicarse en el ambiente nuevamente
y miro con detenimiento lo que el había puesto en sus manos. 800 dólares! casi
el doble de lo que le hubieran pagado por 4 canciones. Pero algo mas llamó su
atención, entre los billetes había dejado una tarjeta, con su número de
teléfono...
Salió de prisa del cuartito, vistiéndose como pudo mientras caminaba. Los
zapatos colgaban de su mano, mientras ella trastabillaba, tratando de ponerse la
braga.
Llegó al piso superior y escudriñó el ambiente tratando de localizarlo. No
estaba, se había marchado...
Hetero, polvazo. Su primera cita después de su encuentro en el club.
Ring...ring...- sonó el teléfono de la oficina.
Hola! Habla Sebastián...con quien tengo el gusto? - contesta el animadamente.
Sebastián...soy yo - una voz queda del otro lado de la línea - Melissa...
Melissa?..pensé que no llamarías.
Estuve pensando y creo que a mi también me gustaría conocerte mejor....
Después de algunas semanas, ambos habían tenido la oportunidad de conocerse aún
más. El no regresó al club, pero a veces la esperaba afuera para llevarla al
modesto apartamentito que ella pagaba a medias con una compañera. Los
departamentos en San Francisco eran carísimos, consumiendo una importante parte
de los ingresos de ella. Ella continuaba trabajando en el club, pero él, lejos
de hacerle cualquier reproche, le apoyaba, escuchando los problemas por los que
pasaba.
Gradualmente el ambiente de trabajo se le iba haciendo menos tolerable con el
paso de los días. Y sin embargo su acercamiento a Sebastián iba yendo
fantásticamente...
Durante una de sus salidas, el la llevo a cenar a un restaurante muy caro, donde
comieron divinamente. Luego mirándola fijamente, se puso de pie a su lado y
extendió una mano hacia ella...
Melissa, me haces el honor de bailar conmigo?
Claro...- sintiéndose halagada por su formalidad.
Y se dirigieron al la pequeña pista de baile, donde otras parejas se movían
acompasadamente. Ella había venido vestida con un vestido negro, ceñido al
cuerpo, que terminaba apenas sobre las rodillas, calzaba uno delicados zapatos
de taco aguja que hacían que sus piernas se vieran imponentes. La parte superior
del vestido no tenia tiras que lo sostuvieran ya que el generoso busto de ella
se encargaba de esa labor. Es estrecha cinturita estaba marcada por una delgada
cadenita plateada que caía gracilmente por uno de sus firmes muslos. El cuello,
largo, adornado con una gargantilla de perlas. Pendientes pequeños de perlas
adornaban los pequeños lóbulos de las orejas. El cabello recogido en un elegante
moño que no hacia más que acrecentar aún más su sensualidad, pero en forma
sumamente elegante. Con clase, estilo...
Divina...- comentó el luciéndola orgulloso entre sus brazos.
Ella sonrió - tu te ves irresistible, acariciando sus fuertes hombros. El, más
alto que ella, a pesar de los tacones altos. Se miraron en silencio y los labios
se buscaron lentamente. Se encontraron y quedaron así, tocándose, rozándose,
olvidándose de cuanto los rodeaba.
El suavemente posó su mano en la delicada nuca de ella, estrechándola más hacia
él. Melissa respondió al beso estrechando sus brazos alrededor de la cintura de
él.
Siguieron bailando, meciéndose suavemente, sin prisa.
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Brmmmmmmm - El carro de el cruzaba atravesaba el imponente puente con dirección
al este de la bahía.
El la había invitado a conocer su casa, en Orinda, un área muy exclusiva.
Atravesaron un túnel a gran velocidad para salir de la carretera y adentrarse
por un sinuoso camino que mostraba densa vegetación y enormes casas que se
podían distinguir en la oscuridad.
Ella estaba enroscada de su brazo, acariciando suavemente el muslo que se
tensaba por instantes controlando los pedales del automóvil deportivo.
Luego de pasar una hilera de impresionantes casas, él redujo la velocidad ante
una entrada empedrada, que rodeaba a una bonita fuente de agua iluminada que
mostraba la manera en que el agua descendía caprichosamente por las formas
geométricas de una escultura de metal. Melissa, no pudo sino alabar el buen
gusto de quien había diseñado aquel detalle.
El vehículo se detuvo ante una pequeña pero ancha escalinata que llevaba a una
puerta doble de madera de roble tallada en forma exquisita. Era la primera vez
que ella visitaba el área y no podía disimular su admiración por lo que
observaba.
Sebastián hallaba entretenida la forma cándida y curiosa en que ella miraba
todo. Pero, ella no decía nada, como tratando de ser sobria en su opinión.
Verdaderamente una joya - pensó él para si mismo.
No es usual ver esculturas de titanio como la de la entrada... - comentó ella en
tono casual.
Veo que eres muy buena observadora, y además te gusta el arte - sentenció el
aprobando.
La verdad que si, aprecio el arte...aunque no tenga dinero para comprar nada
así... - franqueándose con él.
Verdaderamente una joya de persona...y de mujer... - pensó, estudiándola con
detenimiento.
Te apetecería tomar una copa de vino? - preguntó
Claro que si, pero escógelo tú - mientras admiraba los sensuales bosquejos de
Serpieri y Manara que colgaban de las paredes.- mi cultura en vinos deja mucho
que desear...
No te preocupes...me imagino que preferirás algo dulce, no es así?
Sería perfecto...- sonriendo ante los estilizados desnudos.
El retornó a los pocos minutos con un par de copas en una mano y una botella de
vino con un sacacorchos en el otro.
Sirvió el líquido rojizo en las copas sin derramar una gota y con la mano
derecha le extendió la copa.
No sabía que te agradaba tanto el arte erótico - comentó ella. - son originales?
Cuales? - preguntó él, apartando la mirada de su hermosa espalda para observar
hacia la pared.
Esos... de Serpieri y Manara. - Apuntando delicadamente con la mano izquierda.
Vaya! Pensé que sólo yo había oído acerca de ellos. Los traje de Europa hace un
tiempo.
Son hermosos... -comentó ella - creo que particularmente Serpieri captura
fielmente las formas sensuales del cuerpo de una mujer...no crees?
Totalmente de acuerdo...- asombrado por la similitud de gustos.
Tienes una casa muy bonita. Puedo ver que el negocio de componentes de
computadora paga bien.
El sonríe, y la invita a sentarse en el mullido sofá de cuero.
Bueno, he tenido mucha suerte, no me puedo quejar.- asintió él
Mmmmm, escogiste muy bien el vino...me encanta...
Me alegra haber acertado.- sonriendo
Cuándo me lo vas a enseñar? - le pregunta ella, lanzando una bravísima mirada a
la entrepierna levemente abultada de él.
Enseñártelo? - algo asombrado.
Me refiero a tu palacio...- jugando con él.
Jaja...por un momento pensé - mirándola
Que? - luego se tomar un sorbo de vino, como quien no prestaba tanta atención.
El juego entre ellos había comenzado. La atmósfera sexual entre ambos crecía a
cada momento aunque ellos no usaban palabras que dieran pista de ello.
Sígueme - le indico con un gesto de la cabeza - te daré un tour del lugar.
Ahora el iba a entrar en el juego también. Ambos se estaban deseando, casi desde
la primera vez, allá en el club. Pero ahora la situación era diferente. Eran un
hombre cortejando a una mujer inteligente, bella, desenvuelta. A los ojos de él
ella era un diamante invaluable montado en un anillo de lata, como describiría
la vida que ella penosamente llevaba. Pero aún así, un diamante que daba brillo
a todo lo que lo rodeaba. El no cesaba de admirar sus gestos, sus palabras, su
andar, su sutileza. No podía evitarlo...se estaba sintiendo atraído hacia
ella...
Melissa caminaba detrás de el, percibiendo cierto estremecimiento cada vez que
él posaba su mano en su hombro o rodeaba su cintura para explicarle la historia
de cada habitación del lugar, y de algún modo, aquellas explicaciones le
parecían naturales, como si ya las conociera, como si hubiera estado ahí antes.
Todo en él le parecía natural, balanceado. Y ella no podía sino dejarse llevar
por él, por su gentileza. La hacía sentir como a una reina, como nunca antes
nadie la había tratado.
A su mente vinieron pensamientos fugaces que por momentos la sacaban de la
realidad en que vivía. Le gustaba su cercanía, su trato, su clase, su hombría.
Pero a la vez, no podía evitar sentirse inadecuada a su lado. Al fin y al cabo,
el era un ingeniero, exitoso, perfecto partido para cualquier muchacha de
perfecta familia, y ella, la bailarina de un club de striptease, nada más.
Por un momento sintió rabia de ser lo que era, deseando ser algo más. Deseó ser
la muchacha que años antes inició ilusionada una carrera en la universidad. A
estas alturas hubiera sido probablemente una empresaria, como él, o por lo menos
no se hubiera estado ganando la vida siendo manoseada por tantos hombres. Quizás
entonces, él y ella hubieran tenido algo mas que una aventura...
Nuevamente la voz de él la secuestró de esos pensamientos en el preciso momento
en que le mostraba un hermoso y amplio baño. El ambiente tenía una forma
circular, con ventanales que miraban hacia el amplio jardín diseñado al estilo
japonés. Aparte de un doble lavabo de mármol y una ducha rodeada de paredes de
cristal, en el centro, ocupando lugar principal se encontraba una enorme tina
circular de hidro-masaje. Ella sonrió ante el detalle.
No te provoca? - dice el adivinando sus pensamientos.
La verdad que si... - contesta ella traviesa
Abriendo la puerta contigua pasaron al siguiente ambiente.
Este es mi dormitorio - dijo él
Ella abrió los ojos admirando el amplio ambiente. Hacia la pared que ostentaba
un enorme panel de bronce repujado con diseños del artista uruguayo Vilaró,
había una cama king size de caoba, con edredón grueso en matices de azul oscuro,
sabanas más claras que hacían juego y unas mullidas almohadas que invitaban a
recostarse. Hacia una esquina, opuesta a la cama, un enorme televisor con
estereo debajo. Frente al lecho una hermosa chimenea de piedra que crepitaba
dando una agradable tibieza a la habitación.
Era esto lo que querías ver? - pregunto el mientras acariciaba la nuca de ella
que se había sentado en la cama.
Si... quería saber donde dormías.- recordando que muchas noches se acostó
deseando tenerlo a su lado.
Y...que opinas? - mientras se sentaba al lado de ella.
Me gusta...mucho. - recorriendo los detalles con la mirada, como si tratara de
memorizarlos
Tal pareciera que pensaba que era un sueño del que despertaría en cualquier
momento. Si en realidad no era nada más que un sueño, quería que quedara para
siempre en su memoria. Aquellos días en que fue tratada como una dama...una
mujer.
En que estás pensando, Melissa? - preguntó Sebastián algo perturbado por el
súbito aspecto sombrío que cubrió el lindo rostro de ella.
N-nada, todo está bien - continuaba - ...solo que todos estos días han sido
hermosos para mi...
El la miraba, tratando de explicarse lo que estaba sucediéndole.
Has tenido atenciones conmigo que nunca nadie me ha brindado...jamás. Me has
tratado como la persona que soy por dentro, no la bailarina que conociste allá
en el club, y te lo agradezco.
No tienes nada que agradecer, linda - respondió él - es lo mínimo que mereces...
Nunca me pediste nada, tan solo conocerme, y te debo decir que cada nueva cosa
que conocía de ti me ha hecho aprender a admirarte más como persona, como
hombre. Creo que debes notar fácilmente lo atraída que me siento hacia ti. Me
siento agradecida de haberte conocido, aun en circunstancias tan extrañas...
Yo siento lo mismo, Melissa créeme...
Ella poniéndose de pie, le brinda una dulce sonrisa. Gira suavemente y
dirigiéndose hasta el estereo, da una rápida ojeada a los discos compactos y
encuentra una reciente copia de Enigma, que contiene el tema que ella suele
bailar en el club. Sonríe por el detalle, y coloca el disco dentro del
reproductor de discos. La melodía empieza con una voz masculina cantando en un
misterioso pero cautivante lenguaje nativo.
Sebastián se había quedado observando detenidamente su andar, sus gráciles
movimientos escogiendo la música, los delicados dedos presionando algunos
botones y la ve retornar frente a el ondulando suavemente su cuerpo mientras
esboza una cautivante sonrisa. Sus movimientos exuberantes paralizan la
respiración de el por un instante...
Melissa, no tienes que...
No tengo que...pero quiero hacerlo...-respondió ella en un susurro a su oído.
Y la ve moverse ante el, acariciando su cuerpo sobre la tela. Inclinándose,
deslizando los dedos sobre las piernas torneadas, provocativamente. Se detiene
delante de el dándole la espalda arqueada, cabeza hacia atrás, deshaciendo el
moño y dejando caer el cabello azabache sobre su espalda.
Bájame el cierre...lentamente - le indica ella.
Las manos de el ascienden por los costados de ella, haciéndola estremecerse y
llegan al cierre. Hábilmente libera el broche y empieza a deslizar el cierre,
revelando la hermosa espalda que se mueve sinuosamente bajo la tela negra. Las
manos de él terminan de bajar el cierre llegando apenas donde empiezan los
rotundos glúteos de ella.
Ella gira y pegándose a el mientas continuaba ondulando su cuerpo al ritmo de la
canción, posa las manos de él sobre sus caderas y guiando el movimiento, empieza
a deslizar el vestido hacia abajo...
Los generosos pechos de ella saltan al ser liberados de su encierro e invitan al
roce del rostro de él, que no se hace esperar. Ella se estremece mientras que
los labios de el salen al encuentro de los pezones prestos para la batalla
amorosa. Los labios, los dientes, sus cejas, sus mejillas, todo su rostro se
frotan deliciosamente sobre el pecho de ella. Melissa se muerde el labio
inferior y cierra los ojos, tratando de aislar y reconocer cada una de las
sensaciones que esta percibiendo, tratando de grabarlas en su mente...
Por un instante ella pierde el contacto de la boca de el sobre su piel, y abre
los ojos para descubrirlo de pie ante ella, buscando sus labios, que ella sin
pensarlo dos veces le ofrece abiertamente. Primero, un roce, luego un suave beso
a cada lado de la boca, recorriendo los labios de ella. Sin prisa.
Ella admira tanto eso de él. Su control, su deseo de dar antes que recibir y eso
la apasiona. Dejando de lado el número que estaba lista a brindarle, arroja sus
brazos alrededor de su fuerte cuello y se brinda a la cálida unión de los
labios, de esas lenguas que se ansían, se necesitan.
Los cuerpos se enredan, ella semidesnuda, el vestido, pero no por mucho tiempo.
Las manos de ella, sueltan los botones de la camisa solo lo suficiente para
permitir que esta salga por encima de la cabeza de él. Los labios se buscan
nuevamente en forma desesperada, alocada, profunda. El siente las manos de ella
recorriendo su tenso vientre, circundándolo, acariciándolo. Pero el la deja
hacer. Las manos femeninas brevemente batallan con el cinturón y lo liberan,
dejando el cierre como único obstáculo...
Las manos de Sebastián se mueven sinuosamente sobre la piel descubierta de ella
deleitándose con cada curva, cada tibio pliegue y rincón de piel tersa,
envidiablemente cuidada. Encuentran los bordes del vestido aún suspendido de las
rotundas caderas de Melissa y haciendo un breve movimiento con los pulgares,
hace que la prenda caiga al suelo dejando tan solo la pequeña braga negra
adornando esas caderas que de por si no necesitan ayuda para verse preciosas.
El siente como ella ha hecho caer su pantalón al suelo, quedando ambos en las
mismas condiciones.
Ella por primera vez puede verlo casi desnudo y reconoce la suerte que tiene por
tener a un hombre así frente a ella en este momento. El cuerpo de Sebastián, se
veía atlético, fuerte, aunque no pesadamente musculoso, sino esbelto, ágil, con
una armoniosa y atractiva definición muscular. Por un instante Melissa pensó que
el bien podía haber tenido éxito como bailarín exótico. No puede evitar una
sonrisa.
Por que sonríes, algo está mal? - Pregunta algo perplejo.
No, al contrario...- responde ella pasando las manos sobre el fuerte pecho y
marcados abdominales de él.- pensaba que te podías haber ganado la vida como
colega mío.
Jajaja, imagínate - mientras sentía las manos de ella recorriendo sus amplios
hombros.- Pero lo que mas me importa es que te guste a ti...
Por su puesto que me gustas...- para luego susurrar - tal vez...demasiado.
El la atrae y la pega a su cuerpo. Busca nuevamente sus labios y los encuentra.
No hay remedio, cada vez que eso sucedía, Melissa perdía la noción del tiempo y
el espacio. Sentía perderse en sus brazos, olvidarse de lo que era, de su
realidad...la dura realidad, y se abandonó a él....
Ohhh, Sebastián...haces...haces que ....
Las bocas se buscan una y otra vez, solo para ser interrumpidos por gemidos
cálidos y suaves de ambos. Los cuerpos, hermosamente enredados caen sobre la
cama, dándose a caricias que pierden, enloquecen...
Mmmmmm, Sebastián...me haces sentir tan bien...
Adoro que te sientas así conmigo, corazón....
Corazón? Sin querer, la palabra empezó a retumbar en la cabeza de ella y los
brazos, los besos de el parecieron procurarle mas calidez...mas emoción. Ella se
apretó a él, dispuesta a vivir intensamente la breve ilusión. Lo que sucediera
después no le importaba.
así se dejo acariciar, adorar. Cerrando los ojos sintió las manos de él
suavemente recorriendo su cuerpo joven, lleno de vida. Cada roce, cada leve
caricia, la estaba haciendo vibrar, haciendo desearlo, tenerlo dentro de ella.
Pero no quiso interrumpirlo sino dejarse llevar por las sabias maniobras de este
hombre que le había devuelto la esperanza, aunque sea por tan solo un tiempo.
La boca de Sebastián empezó a recorrer los pechos temblorosos, el vientre plano,
acariciante, aproximándose casi hasta la pequeña mata de vello que coronaba su
pubis. De ahí, salto a los empeines ya desprovistos de calzado, acariciándolos,
mordiéndolos, haciendo que los delicados pies se arquearan de estremecimiento.
Los dientes mordiendo ligeramente encontraron su camino a los tobillos tersos,
vibrantes, jugaron suavemente con las hermosas formas de sus pantorrillas. La
lengua provocadora se dedico a explorar la parte posterior de las rodillas,
mordisqueando suavemente los tendones que la delimitaban. Cada roce de los
dientes de él hacían que la espalda de ella se arqueara en un fuerte pero
enloquecedor estremecimiento. Melissa sentía como su vulva congestionada se
mojaba mas y mas debido a esta deliciosa tortura.
así..así...tortúrame más! - pensaba ella - que nunca se acabe esto...nunca!
Suavemente, las manos de Sebastián empezaron el descenso de la minúscula prenda,
labor que ella apoyaba moviendo su cuerpo como una gata en celo. La braga se
encontró en suelo a los pocos segundos.
Los fuertes gemidos de ella no hacían mas que animar a Sebastián a que esmerara
en acariciarla mejor, y en un momento en que ella elevo las caderas en respuesta
un suave mordisco en la cara interna de muslo derecho, el puso su mano debajo
cuando su cuerpo descendía...
Ohhhhh...- dejo escapar ella al sentir el cálido contacto de su mano en la
nalga, - mmmmm
El estrujo amorosamente la carne de ella que no cesaba de moverse. La otra mano
de él se había adueñado del área de los muslos cercana a las vulva entreabierta
y palpitante, hambrienta por él.
Las manos de ella mantenidas en el aire, no pudieron evitar cerrarse
fuertemente, como buscando asidero en el aire cuando los labios de Sebastián se
posaron finalmente sobre la ansiosa gruta.
Ohhhhhhhhhhh, Sebastián.......- gimió ella.
Los labios empezaron a juguetear atrapando los pequeños labios vaginales de
ella, recorriéndolos con la lengua enloquecedora. El estremecimiento del cuerpo
de Melissa era incontenible, parecía que iba a perder la conciencia en cualquier
momento por las fuertes pausas de su respiración.
Ahhhh............ahhhh..........ahhhhhhh
No podía decir nada, sino dejar escapar espaciados suspiros, pesadamente, con
dificultad.
La lengua de el estaba castigando ferozmente el pequeño clítoris. La avalancha
era inminente...
Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh - mientras apretaba la cabeza de él sobre su vulva
que se debatía entre fuertes espacios orgasmicos.
El podía sentir el enérgico abrazo que sus músculos vaginales ejercían sobre la
lengua que se había adentrado en la aterciopelada cueva de ella para degustar
los dulces fluidos que emanaban incontroladamente..
Para Melissa, el orgasmo fue apoteósico, agotador, pero se sintió mejor aún
después, al sentir los fuertes brazos de Sebastián rodeándola tiernamente. fue
realmente dulce sentir los besos de el cubriendo su rostro, mientras sentía que
el ritmo de su respiración se normalizaba poco a poco. Era hermoso sentirse así,
protegida, adorada. La calmada respiración de él la invitaba a relajarse,
reposando la cabeza sobre su fuerte pero acogedor pecho...
Ella abrió los ojos para encontrarse con la mirada de él que la observaba
detenidamente. Su cabeza reposaba sobre el brazo de él. Melissa se irguió
levemente, un poco desorientada, dándose cuenta recién de que se había quedado
dormida.
M-me dormí...creo - apoyando la cabeza nuevamente en su brazo.
Sólo por unos minutos - susurró él - te veías tan hermosa que no quise
despertarte.
Recién ella notó que el la había cubierto con el edredón mientras dormía. Era
fabuloso sentirse mimada de esa manera. Podría ser demasiado fácil acostumbrarse
a ser tratada así.
Ella rodeó su cintura y se acercó más a él. Sus labios buscaron los de él que la
recibieron cálidamente. Sus besos se sentían tan bien, tan familiares, como
siempre se hubieran estado besando. Tal parecía que conocía sus labios de
memoria.
Sebastián, cerró los ojos al sentir el calor de los suaves labios sobre él. Su
mente se vio poblada de imágenes en las que veía el rostro de ella, durmiendo
plácidamente, las manos de ella engarfadas en las de él cuando explotaba en ese
orgasmo, los ojos de ella sentada a su lado en ese restaurante, la forma en que
ella celebraba cuando el ganó ese muñeco de peluche para ella en esa feria. Tal
parecía que tuvieran juntos años en lugar de meses. Lo curioso era que al
recordar como la conoció se percató que lo primero que vino a su mente fueron
sus ojos profundos, su rostro calmado, su sonrisa cautivante antes que su
desnudez.
Sus pensamientos fueron agradablemente interrumpidos al sentir el peso del
cuerpo de ella sobre él, meciéndose suavemente, sintiendo su cuello siendo
llenado de besos cálidos, profundos, emotivos. Ella gemía suavemente, mientras
recorría sus brazos, su pecho. Las piernas de Melissa rodeaban sus costados y lo
apretaban rítmicamente, como queriendo retenerlo atraparlo. Sus caderas, hacían
círculos invitantes que se acercaban y jugueteaban con el macizo bulto que se
esbozaba bajo el bóxer de seda. Una mano de ella lo hizo sobresaltarse al
posarse inesperadamente sobre su sexo, acariciando suavemente sus testículos que
reaccionaron buscando acercarse al cuerpo. Melissa, se estaba deleitando al
explorar la prominente verga que se escondía bajo la tela.
Buscando su lengua con la suya, saboreo el cálido sabor de la saliva de
Sebastián, ligeramente mezclada con vino y sus fluidos vaginales. Esta
combinación probaba ser más embriagante que nada que hubiera probado antes y no
pudo evitar deslizar súbitamente una mano bajo la única prenda que él vestía en
busca del formidable ariete que prometía prontas delicias para ella.
Sin desprender el intimo beso, su mano se dedicó a recorrer longitudinalmente la
piel del imponente mástil. Sintió satisfacción y a la vez temor cuando trató de
rodearlo sin éxito con sus dedos. Aún así, su cuerpo joven le pedía cobijarlo
dentro suyo...
Mmmmmmm - exclamó Sebastián visiblemente extasiado por las apasionadas caricias
de ella.
Ella se irguió levemente, y le sonrió satisfecha, apretó firme pero
cuidadosamente la turgencia del cilindro y llevando la otra mano hacia atrás,
deslizó el borde del bóxer hacia abajo, liberando el temido pero ansiado tesoro.
La erección que Sebastián lucía era realmente impresionante. Estando de pie, su
pene hubiera buscado una orientación que apuntaba levemente hacia, pero echado
así, la naturaleza hacía que se pegara sobre su tenso abdomen.
Melissa notó esto con agrado y montó sobre el cilindro caliente, esparciendo sus
abundantes fluidos a lo largo del mismo. Sebastián se mordió los labios al
sentir los cálidos labios mayores rozándole...
Dado que ella era la que controlaba los movimientos, le era fácil lograr una
optima fricción sobre el clítoris, que hacia que la sensación de calor creciera
en sus entrañas. Podía moverse libremente a lo largo de la maciza verga,
sintiendo constantemente el cosquilleo de los testículos en su ano al retroceder
y el frote del frenillo del pene contra su clítoris al avanzar. Una sonrisa se
dibujo en sus labios cuando recordó como gustaba de sentarse a horcajadas sobre
la viga de gimnasia, allá en las épocas de colegio, durante sus disimulados
pininos masturbatorios. Sus ojos buscaron el rostro de Sebastián y lo vio con
los ojos cerrados, las manos de él acariciando sus senos, mientras que los
pulgares jugueteaban con sus inflamados pezones.
Ohhhhhhh - suspiró ella
Ohhh, Melissa - dejó escapar él - nunca me había sentido así...
Ella se echo sobre él, buscando besarlo, lo que hizo que en ese preciso momento
la hinchada cabeza se encajara entre los labios profusamente lubricados. Ella no
trató de retirarse, sino que busco sus labios de él con ansia y los encontró,
igualmente desesperados por sentir los de ella. Las lenguas se acariciaron, con
cariño, con ternura y ella retrocedió buscando encajar más del querido tronco
dentro de ella. El respondiendo al silencioso deseo de su compañera, contrajo
brevemente los músculos de la base del pene haciéndolo elevarse y facilitar el
ángulo. Solo eso bastó, el resto del suave pero dulce movimiento transcurrió en
total silencio, pues ambos habían contenido la respiración, mirándose fijamente
a los ojos. El movimiento de ella pareció nunca terminar. Era como si quisiera
eternizar cada placentero milímetro de masculinidad que recibía dentro de ella.
El grosor de él era inaudito y la estrechez de ella atenazadora. Pero ambos se
deseaban, se necesitaban y nada iba a impedir que la unión tan buscada se
completara.
No te apresures...- exclamó él - no quiero que te hagas daño...
Lo que me va a causar verdadero dolor - susurró ella, rozando sus labios - es no
tenerte dentro de mí...
Oh, Melissa...mi dulce Melissa.
Las palabras de él, la forma, la calidez con que las decía tenían el efecto de
una droga en ella, una adicción de la que no quería escapar. Y girando las
caderas en pequeños círculos finalmente encajó la totalidad de la atesorada
verga dentro suyo. La aparentemente imposible unión se completaba. Se sentía tan
bien para ambos, como si así hubiera tenido que suceder años atrás.
Ella comenzó una sensual danza sobre él, mientras que las fuertes manos se
hallaban posadas sobre las ondulantes caderas. El movimiento inicial era
circular, frotando el clítoris contra el pubis masculino; el glande, escribiendo
dulces frases en las entrañas de ella. Los labios de él besaban o mejor dicho
adoraban los entregados pechos de ella de una manera tal que parecía como si
esas caricias se multiplicaran y esparcieran sobre toda su piel. El
estremecimiento que él causaba por dentro y por fuera de su cuerpo de hembra no
cesaba. Las sensaciones eran apabullantes...
Sebastián por más que trataba no podía controlar el incontenible placer que el
estrecho abrazo de la húmeda intimidad de ella aplicaba sobre su palpitante
sexo, más aún, el calor de ese cuerpo delicado, su respiración entrecortada por
esos dulces gemidos de ella hacían imposible que el se pudiera concentrar para
tratar de retrasar la erupción que sucedería de un momento a otro...
Ohhhhh,....ohhhhh,......ohhhhhh,.....q-que ricoooooo - gime Melissa, a la vez
que emprende un largo movimiento de bombeo, recorriendo rítmicamente la longitud
de la columna de carne.
Ufffffff, - exhala largamente él tratando de no dejarse arrastrar por las
oleadas de placer, cada vez más poderosas.
Los movimientos acompasados, perfectamente sincronizados de ambos cuerpos,
perlados en sudor, enrojecidos de excitación, hacían recordar una danza de
pasión, no sexo puro, pues los dos se estaban entregando sin reservas, con único
deseo de dar en lugar de recibir...aunque fuera solo por esta noche...
El cuerpo de ella, perfecto, se movía cada vez con mas intensidad, haciendo que
las redondas nalgas impactaran contra él, enterrándose más hondamente el querido
mástil. Las piernas de él se tensaban en espasmos, con los músculos marcándose
por el esfuerzo de querer llegar mas dentro de ella, mientras las manos se
engarfiaban en las caderas femeninas. Las manos de ella se clavaban en el pecho
de él con fiereza, pero no había dolor sino delirante placer, deseo de fundirse
juntos...
Los testículos de el saltaban ante las fuertes arremetidas, el cuerpo de ella se
recostaba ahora sobre él, teniendo los rostros juntos, sintiendo el uno el
aliento del otro bañándole el rostro. Los gemidos acelerados, descontrolados....
Y la represa que contenía los caudales de infinito placer finalmente se rompió,
bañándolos a ambos al mismo tiempo.....
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, Meeeeeliiiiiissaaaaaaaaaaaaaaaaa - rugió
descontrolado, perdiéndose en el cuerpo de ella - mi amorrrrrr...
Ohhhhh! Diossssssssss, Sebastiaaaaaann......- dejo escapar en un grito, para
luego confesarse a ella misma silenciosamente...- te amo tanto........
Los ojos de ella dejaron escapar lagrimas, mientras gemidos de innegable placer
salían de su garganta. Gemidos que se perdieron dentro de la boca que buscó, que
necesitaba sentir en ese instante...y la encontró...
Los cuerpos atenazados, engarfiados uno al otro dejaron escapar sonoros jadeos.
Ninguno de los dos trató de separarse, sino que se veían buscando nuevas,
mejores maneras de unirse...
Y quedaron así, pegados el uno al otro...mientras los minutos pasaban...
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Ambos se encontraban echados aún en la cama, él recostado sobre las almohadas y
ella apoyando su espalda húmeda contra su pecho masculino, mirando callados la
forma en que la leña ardía en la chimenea. El crepitar era cubierto por la
música del disco que tocaba por enésima vez.
Ninguno de los dos había pronunciado palabra desde aquel momento tan hermoso y
placentero para ambos...
Melissa? - rompiendo el silencio.
Si? -
Como te sientes? -
Bien...increíble - tratando de reunir sus ideas, para retornar nuevamente a su
"realidad" - nunca me había sentido así.
Rápidamente hizo un inventario mental de las cosas que había traído, de sus
prendas, su calzado, etc, como tratando de no pensar mucho en que lo bello se
tenía que terminar en algún momento.
Sebastián de algún modo presintió lo que pasaba por la mente de ella en esos
momentos. Los pocos meses que habían pasado juntos le permitían reconocer cuando
algo la apesadumbraba. Giró hacia la mesa de noche detrás de él, tomó algo del
cajón y girando, hizo un gesto para que ella recibiera lo que en tenía escondido
en la mano.
Que es?
Abre la mano - ordenó el suavemente.
Al momento de extender la palma, vio como un objeto metálico de aspecto familiar
caía sobre ella.
Que significa esto?
Son las llaves de la casa. - respondió él
Por qué?
Porque te amo - sentenció el, mirándola a los ojos.
Cómo? No...no es posible - sacudiendo la cabeza, negándose lo que acababa de
escuchar - m-mi trabajo...
Me importa un comino. Yo me fijé en ti por lo que vales como mujer, como
persona...
La primera vez que bailaste para mi me di cuenta perfectamente que lo que
hiciste fue mucho mas que lo que acostumbrabas. Y todo el tiempo que estuvimos
saliendo juntos no me pediste absolutamente nada, ni un ápice. Lo único que
querías era disfrutar de mi compañía...
Es que...
Mira, esta casa es amplia, está pagada y puedes hacer lo que quieras. De mi
parte no vas a encontrar la menor exigencia, tal como ha sido hasta ahora. Y
menos aún voy a tratar de imponerte mis sentimientos...
Ella se encontraba enmudecida, bajando la mirada...
Que me contestas? - esto ultimo lo pregunto sin convencimiento, no pudiendo
evitar pensar que se podía haber hecho ilusiones vanamente. Pese a todo, era
necesario para él decir lo que sentía por ella, aunque ella no le correspondiera
de igual manera. Sus ojos buscaban los de ella.
Luego de un largo silencio entre ambos...
Quiero pedirte 2 favores... - dijo ella, mientras miraba hacia la pared - como
amigo...
Como amigo?... Esas palabras retumbaron en su cerebro en forma casi dolorosa.
Recordó entonces que mientras se amaban apasionadamente, las palabras
comprometedoras, surgieron de sus labios...nunca de los de ella. Se sintió como
un chiquillo inquieto, esperando la negativa de la primera enamorada potencial,
carcomido por la incertidumbre.
Cuáles? - no pudiendo evitar cierta inquietud en su voz, al percibir como ella
desviaba la conversación.
Podrías llevarme algún día de estos a la universidad de Berkeley?- mientras una
rápida sucesión de imágenes de su vida, su trabajo, su familia, la relación con
él, si así se le podía llamar, se agolpaban en su mente.
Te llevaré cuando quieras - asintió él con resignación.
Gracias...de veras... - sonrió ella.
Y el otro favor? - preguntó él en voz baja.
Quiero dormir aquí...contigo...
Los ojos de Sebastián no podían ocultar el tamaño asombro, su rostro parecía una
mascara con expresión indefinida. Ese instante pareció quedar suspendido en el
aire, solo podía sentir la voz ligeramente temblorosa de Melissa...
mientras me quieras a tu lado...- continuó
El salió del estado catatónico en que estaba sumido durante lo que parecieron
largos minutos, se acerco a ella, la tomó del mentón con infinita ternura y giro
su rostro hacia él, encontrándose con los grandes ojos de ella, humedecidos...
Sebastián...no lo quise pero...- sintiendo primero que las palabras casi se
quedaban en su garganta - me enamoré de ti...
Quise decírtelo cuando hacíamos el amor...pero...
Shhhhh- poniendo sus dedos sobre los tiernos labios de ella.
Ella sintió como los brazos fuertes la rodeaban meciéndose suavemente a su lado.
Se sentía bien así, de esa manera. No lo cambiaría por nada en el mundo.
Transcurrieron varios minutos así, abrazados, acurrucados en el lecho donde
hacía momentos antes se entregaron el uno al otro.
Respecto al club...-empezó a decir ella.
No te preocupes - la interrumpió él - yo te llevaré y te recogeré hasta que
puedas disponer de un automóvil...
Eso no será necesario - respondió ella, decidida.
El noto un cierto tono de independencia en ella, que admiró.
De ahora en adelante... - mientras acomodaba su cuerpo desnudo sobre él,
moviéndose en forma insinuante, para susurrar quedamente en su oído - bailaré
solo para ti...
Fin
Shogun
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