El Rincón de los Relatos

La Tercera Edad

Por: Emilio A. Cosío R. Vivir para ver. Acabo de cumplir ochenta años y mis amistades, en lugar de comentar que estoy entrando en la edad de los viejos cagalitrosos, me dicen que estoy entrando en la Tercera Edad. ..Que de viejo nada. Pero, ¿puede alguien explicarme que es eso? Toda la vida yo viví bajo la impresión de que cuando uno tiene mas o menos 60 años ya esta comenzando a convertirse en un viejo baboso y comienzan a aparecer un verdadero muestrario de enfermedades, como: artrítis, diabétes, osteoporosis, cáncer de la próstata, un melanoma en la nariz, y eso para empezar. Porque si se le ocurre a uno ir a un médico sadista, que los hay, entonces si es verdad que sales de ahí para la funeraria para comprarte un lote en el cementerio y hacer los arreglos para tu entierro. Luego vas para tu casa a quemar cartas y a devolver fotos de famila. Y a rezar mas de lo acostumbrado. Sin embargo, el exámen médico de ahora aunque es mucho mas complicado, no es nada comparable a lo impresionante que era el de hace años. Aunque lo peor que podía pasarte era el examen rectal. Cuando veias al médico poniéndose un guante ya sabías que no era para jugar a la pelota. Te sentias violado y humillado. Igualito que las gallinas cuando las "tentabamos" para saber si tenían huevos. Hoy en día ya no tientan a las gallinas. Pero los médicos siguen tentando a sus pacientes. A pesar de que no se supone que vayan a poner ningún huevo. Y lo hacen con menos consideración que a las gallinas. Que siempre se procuraba que las tentase una mujer o un niño. Por las manos pequeñas. Pero eso no preocupa a los médicos. Muy desagradable. Por lo menos para la mayoría. Ahora, lo que si no tiene justificación es que de contra te ordenen un MRI, un sonograma, una colonoscopia, -con un galón de purgante- un encefalograma, un electrocardiograma, un Scan, y todo lo demás que se les ocurra. Hasta donde aguante el medicare, Y nada de eso hace falta. Porque el dedo es un instrumento natural con el que el médico averigua mas de ti, que con todos esos inventos juntos. Además te encaraman en una pesa. Lo que no sé es si también eso lo paga el medicare. Una vez fui al médico por un problema digestivo y entre otras cosas terminé operándome un dedo de martillo en el pie izquierdo. Ahora tengo el dedo meñique mas grande que el operado. Cuando llegan los resultados de todas las pruebas, el médico te dice que tienes sobre peso y que tienes que rebajar. Por lo demás, estas perfectamente. También te prescribe ejercicios. Y terapia. En una terapia a la que asistí me llamaron por mi nombre cuando me llegó el turno y una señora con la que estaba conversando me dijo: ¡Ah! ¿Pero usted es viejo aquí? "Yo soy viejo en cualquier lugar, señora," le contesté. Todavía no habían inventado lo de la tercera edad. El médico siempre me advierte que no me caiga. El no me lo dice, pero el sabe que si me caigo me desbarato. No importa lo joven que ahora sea con la tercera edad. En el salón de espera de la consulta te relacionas con un surtido de carcamanes igual que tu, a los que les han dicho también que están en la tercera edad. Lo mas bonito es que algunos se lo creen aunque les duela desde la rabadilla hasta la lengua. Allí están representados todos los males que padece la especie humana. Y lo mejor del caso es que no hay uno que no esté desesperado por contar su historia médica. Y tu te animas también a contar la importancia de tu padecimiento. Y los demás lo que quieren es que termines para ellos contar el suyo. O sea, que acabes de callarte. Pero no acabas porque te sientes bien manteniendo a todos en suspenso con tus achaques. Una vez fui con mi señora a una consulta médica y había un paciente en el salon de espera que controló a todos los demás contando sus enfermedades y cada vez que parecía que iba a terminar, empezaba con otro cuento de largo metraje. Llegó un momento en que cada vez que comenzaba con uno nuevo, la gente estallaba en carcajadas. Probablemente el infeliz aquel era un hipocondríaco. Que creia a pie juntilla que padecía todos aquellos males. Aunque es verdad que los males nunca vienen solos. Pero decía además que había padecido de muermo.Y eso sólo sólo le da a los caballos. Los vanes les han resuelto a los médicos el problema de la recolección de viejos. Que vienen y se van en vanes. O mejor dicho los traen y se los llevan. Porque a veces no saben si van o vienen. Me contaron de uno que llegó con una caravana y se re-enganchó en otra que salía, creyendo que ya lo habían consultado. Este si es verdad que estaba boloña. Y la única pista que quedó de él fué la firma en el libro. Y todos averigüando donde se había metido.Pero eso no suele tener importancia porque con toda seguridad se había consultado ya en la cola del mercado cubano. Adonde siempre hay quien consulte y quien recete. Mientras esperan a que la muchacha de la caja contadora termine de intercambiar chismes con la empleada de al lado. Por cierto, hay que reconocer que los galenos han organizado el transporte de viejos mas eficientemente que la Ciudad su recogida de basura. Que ultimamente ha mejorado notablemente. Y me pregunto que medico estará ahora a cargo. Sería bastante dificil encontrarse un viejo que no haya probado lo de rejuvenecerse con cualquier procedimiento que le recomiende el primer extraño con quien se tropiece. Ahora con el invento de la tercera edad ya el viejo no tiene que preocuparse. Aunque siempre es conveniente hacerse uno mismo alguna prueba que demuestre que efectivamente esta hecho un jovencito. He pensado en darle tres vueltas a la manzana corriendo. Pero me preocupa que dé una sola vuelta. Y sea de "carnera". Porque hace poco me bajé del carro y emprendí la marcha con un pasito tan chevere como el que tenía John Wayne, bamboleándome, y el resultado fue que me sembré de cabeza en el asfalto. Y ahora casi no recuerdo ni cuando nací. Veremos a ver si me acuerdo cuando se me deshinche el chichón que me hice en la cabeza. Otra cosa que puedo hacer para estar seguro de que edad tengo ahora con la tercera edad es contar las velitas que me pongan en el cumpleaños. Yo descubrí que ya era un vejete la primera vez que me pusieron una sola vela en el "cake". Y eso no era una vela. Parecía un cartucho de dinamita. Y es que eran tantos los años que ya no cabían las velas en el pastel. Pero si la tercera edad es de veras otra edad yo quiero contarlas para que no me hagan cuentos y saber de verdad cuantos años se tienen a la tercera edad. Y si la edad no cambia, entonces creo que alguien nos está tomando el pelo. Yo me di cuenta que había llegado a viejo la primera vez que me cobraron mas barata la entrada al cine. Fue traumatizante. Otra vez se ofreció una muchacha a ayudarme con los paquetes. Y no sé cómo lo averiguaron pero poco a poco empezaron a llegar por correos toda clase de anuncios con cosas para ancianos. Incluyendo Viagra. De ese me alegré bastante, no crean. Pero no así alguien cuyo nombre me callo por discreción. Y que resultó estar mas interesada en la novela. Y lo peor es que empata una con otra. Y se me pasa el efecto. También descubrí que no hay que confundir el cariño de las jovencitas. Porque lo que ellas ven en nosotros es a su abuelo. Y yo noto que a pesar de la tercera edad ellas siguen viendo lo mismo. También he notado que gente que antes eran de lo mas finos, ahora me gritan. Ni que estuviese yo sordo. Pero empatando cabos, creo que algo no anda bien con eso de la tercera edad. Y lo mejor es que aclaremos el asunto porque con la tercera edad perdemos muchas de las ventajas de ser viejitos cagalitrosos. Pues se supone que no se manifiesten los síntomas de vejez de estos. Como mojar la cama, no querer bañarse, no lavarse la dentadura postiza y dar un berrinche por cualquier malacrianza que desenpolvemos de cuando éramos viejos de verdad y no viejos procesados. Y si uno rejuvenece de verdad habrá que ponerse a trabajar de nuevo. Yo por si acaso, he estado pensando en una idea para ganarme la vida en caso necesario. Como yo me paso la vida en los consultorios médicos he estado meditando en el potencial que representan para las funerarias. Basta con dejar las tarjetas en las ventanillas de los consultorios. La verdad es que no me explico como esta idea no se le ha ocurrido a nadie antes. Hay que inventar algo porque el cuadro no se presenta nada halagador para los de la tercera edad. Y eso no es nada, va llegar el día en que nos pasen a la segunda edad y entonces si es verdad que apaga y vamonos. Resumiendo, yo concluyo que nadie sabe explicar concretamente que es la tercera edad. Y cuando los miro antes y después me parece que estan igualitos. Aunque yo diría que los de la tercera edad tienen mucho menos pelo que antes. Pero aunque sea porque les han tomado el pelo, se ven felices. Sus facciones reflejan optimismo. Me recuerdan las del Bobo de la Yuca. Y las del esclavo que sonreía mientras dormía, Que alguien dijo:" déjalo que duerma, que a lo mejor sueña que es libre."
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