La maravilla de ser
padres Acá estamos ambos
aprendiendo a enseñar lo que apenas intuimos y viendo
como el tiempo transcurre a nuestro través y nos
convierte en filósofos. Son los hijos
como espejos vivos de nuestros aciertos y yerros;
portadores de esperanzas y también de frustraciones
heredadas, pero siempre independientes del lastre
obligado de una época, pues ellos sí pueden recrear los
escenarios de sus existencias por sobre los viejos y
perimidos que nosotros habitamos. Cuando el
marco es diferente pueden variarse los paisajes y
viceversa, intentando el equilibrio delicado y vital que
generación tras generación ambicionamos lograr unos y
luego otros. La búsqueda es parte
del crecimiento y en ese afán se encuentran y también
chocan las generaciones, pugnando por abrir
definitivamente las puertas del Conocimiento y de la
Verdad. Los padres, a veces
víctimas y otras victimarios, aunque siempre padres, nos
esforzamos deseosos de aumentar nuestras virtudes y
aciertos para no defraudar las expectativas de nuestros
herederos que siempre esperan más de nosotros de lo que
en realidad estamos en condiciones naturales de
proveerles. No son cuestiones
materiales las que enfrentan a padres e hijos, sino
espirituales, morales, éticas y hasta formales, pues los
tiempos cambian y arrastran con tradiciones y hábitos
hasta ayer muy comunes en nuestras vidas... y no es
fácil desprenderse de la historia que nos amamantó.
Pero no
es nuevo este andar de a ratos tumultuoso, pues así
se ha escrito y escribe la Historia de la Evolución
humana. Y a veces en llanura y otras saltando abismos
hallamos, ambas partes, padres e hijos, espacios de
encuentro y mutua consideración, y es cuando nos
nutrimos de lo visto y lo por ver, y crecemos en pasado y
forjamos a la vez futuro, viejos y jóvenes, sabios e
inexpertos, mesurados y nerviosos, aplacados y
explosivos, contemplativos e irrefrenables... bebiendo
Vida y estrechando vínculos de Amor y Comprensión.
Siempre
nos necesitamos y jamás nos mezquinamos, porque el
intercambio de apoyo es tan indispensable como la caricia
que calma el llanto del bebé. Unos más rozagantes y
otros más maduros conformamos la trama más hermosa y
trascendente que nos ha sido y es permitido tejer a
través de siglos y milenios. ¡Es
maravilloso ser padres...!
José
Eduardo (Modus)
08/02/2001
(19:36)
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