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A LOS 86 AÑOS, MURIO EN ESTADOS UNIDOS EL GRAN ANTHONNY QUINN Un actor que no supo de fronteras Era mexicano y vivía en Estados Unidos, pero fue querido
por igual en Europa y en América del Sur. Por Luciano Monteagudo Su padre era mitad mexicano y mitad irlandés; su madre, mitad mexicana y mitad india. Todas las biografías indican que había nacido en Chihuahua, México (el 21 de abril de 1915), pero en las 158 películas que filmó a lo largo de más de sesenta años de carrera, Anthony Rudolph Oxaca Quinn -fallecido ayer en la localidad de Providence, Rhode Island, Estados Unidos, a los 86 años– no reclamó ninguna nacionalidad... O todas juntas: el hermano del líder revolucionario mexicano Emiliano Zapata; un zingaro capaz de romper cadenas con su pecho y el corazón de una mujer simple conocida como Gelsomina; un pintor francés amigo de Van Gogh, llamado Gauguin; un griego amante de la danza y de las uvas apodado Zorba; un oscuro habitante del desierto, amigo y rival de Lawrence de Arabia. “Nunca me aceptaron en México como parte de su cultura y tampoco fui considerado norteamericano. Era la época de la guerra, en la que Van Johnson y los rubios eran los prototipos de héroes. Así que yo hacía de villano”, recordaba Quinn de sus primeras épocas, cuando interpretaba a indios de mirada sinuosa o a mexicanos traicioneros, en los largos comienzos de su carrera, que se extendieron durante toda la década del ‘40. Había llegado a los Estados Unidos siendo niño y sobrevivió buena parte de su juventud en los desiertos de frontera, hasta que hacia 1936 se arrimó a Hollywood, donde su porte imponente y su rostro que parecía tallado en madera llamó la atención. Al menos la de Katherine, la hija adoptiva de Cecil B. De Mille, con quien se casó a pesar de la resistencia del célebre director, que nunca hizo nada por empujar su carrera. Paradójicamente, el primer golpe de suerte de Quinn no fue en el cine sino en el teatro, cuando Elia Kazan le confió el papel de Stanley Kowalski de Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams, en reemplazo del protagonista original, Marlon Brando. Kazan supo ver en ese segundón desconocido la sensualidad casi animal que pedía el personaje y, con él, Quinn tuvo la oportunidad de demostrar que no sólo era capaz de poner cara de malo sino también de actuar. Corría el año 1952 y Kazan no tardó en reunir frente a una cámara a Brando –también su descubrimiento– con Quinn: el resultado fue ¡Viva Zapata!, que le valió su primer Oscar de la Academia de Hollywood como mejor actor secundario, por su papel de Eufemio Zapata, hermano del revolucionario. En sus memorias, Kazan da cuenta no sólo de la rivalidad de ambos actores –”jugaban a ver quién era más macho”– sino también de la inventiva de Quinn, a quien le atribuye una de las mejores escenas de la película, cuando su personaje convoca a cientos de campesinos a rescatar a Zapata con sólo golpear un par de piedras. “Era una forma de comunicarse que Tony había aprendido durante su niñez en México y que le dio una enorme fuerza dramática a la escena”, reconoció Kazan, para quien Quinn, a su vez, nunca tuvo demasiadas palabras de elogio. “Era una persona deshonesta”, le dijo en 1992 a Página/12. Desilusionado por la falta de oportunidades a pesar del Oscar, Quinn se mudó a Italia, donde los estudios Cinecittà –por entonces dedicados a los peplums– le ofrecieron papeles protagónicos en Ulises y Atila. Fue allí en Cinecittà, una tarde de 1953, que un joven director italiano, Federico Fellini, se animó a proponerle que protagonizara una película llamada La strada. “Yo no lo conocía y me parecía un poco loco”, recordaría años después Quinn, que se sintió conmovido por la forma en que Fellini peleó por él en contra de Burt Lancaster, que era el preferido del productor Carlo Ponti. Quinn nunca terminó de agradecerle a Fellini esa confianza: su Zampanó se convirtió en uno de los personajes más famosos y queridos de la historia del cine, y Quinn nunca volvió a conmover como lo hizo en la escena final de la película, cuando solo frente al mar llora el recuerdo de Gelsomina, bajo un cielo coronado de estrellas. De regreso a los Estados Unidos, ya finalmente convertido por La strada en un rostro célebre, Quinn tuvo la oportunidad de resarcirse en Hollywood con Sed de vivir (1956), una cumbre del director Vincente Minnelli, en lacual su interpretación de Paul Gauguin no sólo rivalizó con la del protagonista Kirk Douglas, como Van Gogh, sino que le valió su segundo Oscar como mejor actor secundario. Esa nueva consagración le dio a Quinn una suerte de carta blanca para sumarse a todo tipo de proyectos, a ambos lados del Atlántico, como si nunca se hubiera permitido rechazar una película. Del inmenso caudal de co-producciones en las que participó a partir de los años ‘60 –en las que hizo indistintamente del Papa, de Aristóteles Onassis o del Kublai Khan– han quedado en la memoria popular particularmente dos: su poderosa aparición en Lawrence de Arabia (1962), de David Lean, como un beduino de una estampa que hacía empequeñecer al mismísimo desierto; y como el vital campesino de Zorba el griego (1964), dispuesto a macerar las uvas con sus propios pies, al son de la pegadiza melodía de Mikis Theodorakis . Lo demás fue anecdotario: su machismo, sus muchas mujeres, sus trece hijos (el último concebido a los 80 años). Parece mejor recordarlo tal como lo dejó Fellini en el final de La strada, arrodillado sobre la arena, bañado en lágrimas, con la mirada implorante dirigida al cielo.
“Inventé mis reglas morales” - “Si tuviera que resumir mi carrera fílmica, diría que pasé la vida interpretando a salvajes nobles, con filosofía campesina... Casi un espejo de mi entorno. Pero también a héroes multiétnicos, con nobleza y dignidad.” - “No creo que mi arte conlleve un mensaje. hago lo que estéticamente me gusta. Como Picasso, pienso que el tiempo es el mejor escultor.” - “Pablo Picasso y León Tolstoi son los personajes históricos con los que más me identifico. Me parezco a Tolstoi, por la contradicción: era rico pero escribía para los pobres, vivía en una época que escondía el sexo, pero él tenía una gran energía sexual. En un mundo de conciencia, Tolstoi vivía con culpa. En cuanto a Picasso, el que me fascina es el de los ‘80 años, que se enamora perdidamente de una muchacha de 25, que lo separa de sus hijos. Como él, yo también inventé otras reglas morales, mis propias reglas morales. Es por el duende, por el alma, que me siento muy cerca de ellos.” - “El problema principal del cine moderno es que le faltan personajes y argumentos y le sobra acción. Las historias no se meten con los problemas del ser humano, ignoran su alma, evitan lidiar con su moralidad, su razón de vivir. La culpa es del público, de los argumentistas, de los productores y de los directores.” - “Creo haber cambiado mucho el cine en Norteamérica, porque nunca hice caracteres superficiales. Yo les di profundidad y dignidad, sobre todo cuando interpretaba a indios y a latinos. Si interpretaba a un indio, no dejaba que lo tratasen sin dignidad. Yo le decía al director: `Si el señor Gary Cooper se va a pelear conmigo y me tiene que ganar, lo acepto, pero que sea con dignidad’.” - “Tenía cuatro años, y estaba jugando en un barrial, con un barquito que había encontrado en vaciadero. De pronto vi una sombra. Volví la cabeza y me encontré un par de botas. Fui levantando la mirada: el hombre era un gigante. Me dijo ‘Hola’, y en ese momento supe que ése era mi papá.” - “Me casé con Katherine De Mille, tres semanas después de conocerla. Mi suegro Cecil B. nunca fue muy paternal conmigo: era un rígido reaccionario temeroso de que una noche cualquiera mi tribu fuese a bailar una danza guerrera alrededor de su casa. Supongo además, que nunca me perdonó el hecho de que nuestro primer hijo se ahogara en la piscina a la edad de dos años. Cuando llevábamos 27 años de casados con Katherine, después de haber criado cuatro chicos, me enamoré de Yolanda Addolori.” - “Amo a los boxeadores porque son poetas con algo que probar. El boxeo me enseñó que se puede salir de la pobreza y del hambre por voluntad propia.” u “Si les cuento la historia del viejo de 80 años que se acostó en su vida con 80 mujeres, ustedes creerán que yo sólo buscaba sexo. Se equivocarían: recuerdo perfectamente a cada una.” - “Supongo que Zorba, el griego es, entre mis películas, la que más influyó a la sociedad. Causó un gran efecto, porque es sobre un hombre que se atreve a vivir según sus propias reglas, sobre uno de los pocos hombres libres del mundo. Creo que mucha gente se sintió afectada e influida por ese hecho, creo que los ayudó a pensar.” Opinion Por Anthony Quinn Qué habría logrado si me hubiera mantenido leal al deseo del Espíritu? Una semilla, arrastrada por el viento, cae en la grieta de un monte seco. Contra lo esperado, crece. Ese es su karma, la decisión del Gran Espíritu. El Espíritu planta en terreno difíciles, desagradables o nirvánicos. Sin embargo, a diferencia de las plantas, el hombre tiene el don del movimiento. Es capaz de abandonar su medio en busca de otras tierras, desafiando los deseos del Espíritu. El hombre no es distinto. Yo nací en Chihuahua, México, bajo el fuego de la Revolución. El país era un caos. Mi madre me llevó a Norteamérica buscando campos más verdes. Encontramos un yermo pequeño. Ahí nos establecimos en nuestro nuevo hogar, la nueva tierra. Aprendimos a vivir de acuerdo con sus particulares valores de éxito y felicidad. Dos necesidades primordiales de la nueva cultura. A través del arduo trabajo y la perseverancia encontré sustitutos aceptables pero no satisfacción. Errante, atravesé el océano en busca de algo que alimentara el vacío. Encontré nuevos amigos, nuevas caras y una nueva esposa, otros hijos y las mismas angustias. ¿Estarían enojados los espíritus porque abandoné las heridas colinas de Chihuahua? Intenté ignorarlo. Había encontrado otros sustitutos espirituales. Eran menos exigentes. Pero la pregunta permaneció. Me lo cuestiono mientras camino a lo largo de un desierto, una playa hermosa, pero más a menudo, entre los cañones de piedra de Nueva York. El Espíritu está silencioso. Sólo permanece una visión nebulosa. Deseo sentirme pleno. Espíritu ¡habla! ¡Estoy listo para escuchar! * Este texto fue escrito por el actor para el folleto de una muestra de veinte de sus litografías, en la que bajo el título The great spirit intentaba contar su vida de descendiente de indios. El texto, inspirado en tradiciones orales y memorias de jefes y chamanes del siglo XIX, teje una compleja historia de creencias religiosas y comportamientos sociales. EN VIDRIERA Domingo 22 de julio de 2001 En La mira indiscreta, un filme de 1992 escrito y dirigido por Howard Franklin, Joe Pesci interpretaba a "El Gran Bernzini", un fotógrafo que se dedicaba a registrar los acontecimientos tenebrosos que noche a noche se forjaban en las calles de Nueva York. La película estaba ambientada en los años 40 y a Bernzini no le alcanzaba el tiempo para fotografiar todas las atrocidades que se cruzaban a su paso. Las fotos de cadáveres destrozados, mujeres violadas y criaturas asesinadas eran de formidable calidad, pero invariablemente aparecían en las páginas de diarios sensacionalistas y revistas amarillas. Ni las revistas ni los diarios "serios" aceptaban ese material. Ser admitido por esos medios era la gran ambición de Bernzini. Por fin, gracias a sus contactos en los bajos fondos, logra fotografiar el momento en que una banda de gángsters aniquila a otra banda rival. Las fotos que obtiene sirven además para desnudar las manio bras corruptas de un senador de la Nación. "El Gran Bernzini" se convierte de pronto en héroe nacional y pasa a ser disputado por los principales diarios del país. Virgil Strauss, el protagonista de New York Graphic, tiene muchos puntos en común con "El Gran Bernzini". Como él, es fotógrafo y se interesa en retratar las inmundicias que se registran cada noche en las calles neoyorquinas. Igual que Bernzini, Strauss es rechazado por los diarios serios y anda buscando la foto que le permita ingresar a esos medios. Por fin lo acaricia la fortuna, de un modo parecido a aquel con que había acariciado a Bernzini: Strauss se las arregla para participar en el robo de una iglesia y captar diferentes secuencias del asalto. Pero a diferencia de Bernzini, no logra la categoría de héroe. New York Graphic sucede durante la Navidad del año 2001. Pero los hechos y sus protagonistas nada tienen que ver con la paz y la armonía que identifican a esa fiesta. La nieve que inunda las calles de la Gran Manzana no cae al ritmo de villancicos, sino al de las ráfagas de balas y los estallidos de granadas. Los hechos violentos se repiten sin descanso y el paisaje está permanentemente teñido de sangre. Adam Lloyd Baker, el autor de New York Graphic, se crió en el seno de una familia religiosa: su padre es vicario. Incluso el propio Baker alguna vez estudió teología, aunque pronto dejó la carrera. Supo trabajar como sepulturero y como crupier en un casino de Atlantic City. Actualmente es operador de cine. No es norteamericano sino inglés, pero eso no le impide pintar las calles de Nueva York como un yanquee de pura raza. Todos los personajes de Baker —desde los ladrones de poca monta, minados por la droga y el alcohol, hasta las prostitutas dispuestas a todo— están en el límite, en las puertas mismas del infierno. Adam Lloyd Baker ofrece la trágica historia de cada uno de ellos y la propone a la manera de destellos fotográficos. Una mínima secuencia, un breve pantallazo, alcanza para mostrar el infame mundo en el que se mueven estas criaturas sin esperanza. Baker no muestra el Manhattan que pintó Hollywood, sino una ciudad infectada por ratas y cucarachas, que vive bajo la amenaza de Vishnu Jones, un terrorista que hace estallar bombas sin causa aparente. En esta sociedad fotografiada por Baker no tiene cabida el sueño americano. New York Graphic habla de una pesadilla. Pese a eso, Adam Lloyd Baker se las ingenia para estructurar, sin violencia, un relato cargado de violencia. Hace suya aquella verdad de que el mejor adjetivo es un sustantivo y a partir de esa certeza, cuenta una historia que atrapa desde el principio y resulta difícil abandonar. Una pesadilla magníficamente narrada, donde no son ajenos ni la ironía ni el humor.
MUCHAS PELICULAS RECIEN ESTRENADAS SE PUEDEN VER GRATIS EN LA RED Los piratas atacan Hollywood: "Pearl Harbor" ya está en Internet La poderosa industria del cine está preocupada: en apenas un mes, se bajaron de Internet más de un millón de "bootlegs" (copias clandestinas) de muchas de sus películas. Lo novedoso es que los piratas ya no copian "Casablanca" y "Gigante", sino filmes recién estrenados, como "Pearl Harbor", "Shrek" y "Tomb Raider". Por Dario Olivero Tiempo estimado de lectura 2'46'' Algunos de los últimos sucesos cinematográficos, todos símbolos de la grandeza de los estudios de Hollywood, están corriendo la misma suerte que corrió la música: son presa de la piratería. Según un informe de Media Force, una sociedad que lucha contra la violación de los derechos de autor, las recién estrenadas "Pearl Harbor", "Shrek" y "Tomb Raider" figuran entre las películas más pirateadas durante el mes de junio. Y no están solas: lo verdaderamente sorprendente es que la lista de los filmes pirateados incluye todos los éxitos más o menos recientes de la industria, entre ellos, "Snatch, cerdos y diamantes", "Traffic", "Matrix", "Hannibal", "Gladiador", "X-Men" y "60 segundos". Se calcula que sólo durante junio circularon cerca de un millón de copias piratas de estas y otras películas, una cifra que dobla el promedio del mes anterior. Los datos de Media Force y las cifras y títulos que aparecen en su informe bastaron para estremecer al ya susceptible Hollywood, que hace un año tiene su mira clavada en la piratería. No es para menos: Aaron Fessier, subdirector de Media Force, asegura que "la piratería online es la verdadera amenaza de la industria cinematográfica" y sostiene que "se está convirtiendo en un fenómeno de masas". En otras palabras, lo que Fessier dice es que existe una importante franja de espectadores que, aunque es difícil calcular su número y su impacto, no van al cine a ver el último estreno porque prefieren bajarlo de la red y verlo tranquilamente desde el sillón de su casa. Otro de los aspectos que alarma a los ejecutivos de la industria del cine es que el fenómeno ya no se limita a la reproducción de copias truchas de DVDs, sino que, incluso, aumenta si se trata de una película recién estrenada (y nunca lanzada en ese formato). ¿Cómo hacen los piratas para distribuir títulos de tan reciente estreno? Es un proceso sencillo: alguien graba la película en la sala con una videocámara digital (o hace una copia de la película), luego descompone los datos en paquetes, crea copias de archivos especialmente diseñados para despistar a los mecanismos "antihackers" y pone el filme a disposición del público en Internet. Los canales privilegiados son los sistemas "peer-to-peer" (conexiones entre computadoras, tipo Napster o Gnutella) o, también, los de mensajes instantáneos. Las sospechas de que los piratas están vinculados con gente que trabaja en la producción de cine siempre fueron muy fuertes, pero hasta que el fenómeno no adquirió las dimensiones que tiene hoy, los principales estudios hicieron la vista gorda. Ahora, Hollywood debe decidir. Tras haber sentado precedentes con la victoria legal de la Motion Picture Association of America (que logró que se reconociera que encriptar DVDs es un delito), no puede echarse atrás y debe mostrarse duro y unido ante esta nueva amenaza. ¿Qué pasará, entonces? Como quedó demostrado en otros casos recientes y célebres, existen dos estrategias para hacer frente a los piratas. La primera consiste en la represión a través de un continuo fortalecimiento de los sistemas informáticos, un método difícil de implementar, teniendo en cuenta la imposibilidad de detectar el recorrido de las copias piratas en Internet. La otra línea de defensa es lograr que los espectadores desconfíen cada vez más de las copias piratas. Y hay otra posibilidad: en más de una oportunidad, muchos estudios anunciaron su intención de distribuir sus películas en Internet, eliminando así los canales ilegales de distribución. Suena bien, pero no es fácil, ya que todavía tienen que determinar cómo llevar la idea a la práctica (con qué sistema, con qué tarifa y con qué instrumentos) para evitar terminar compitiendo con sí mismos. (c) La Repubblica, 2001 Traducción de Claudia Martínez © Copyright 1996-2001 Clarin.com. All rights reserved Directora: Ernestina Herrera de Noble Normas de confidencialidad / privacidad
"2001, ODISEA
DEL ESPACIO" "A.I." , la nueva película de Spielberg, renueva el debate sobre la inteligencia
artificial Para todos aquellos que se preguntan cuándo llegará el día
en que la inteligencia artificial conviva verdaderamente con nosotros,
es mejor que sepan que nos acompaña desde hace rato: ya es una disciplina
académica regular, forma parte de muchos productos de la vida cotidiana
y ayuda a las empresas a manejar sus gigantescas bases de datos. Por Barnaby
Feder. Breve historia de la inteligencia artificial Tiempo estimado de
lectura 4'47'' Cada dato que nos acerca un paso al día en que podamos
decir que las máquinas superan en inteligencia a los seres humanos abre
un nuevo debate. Para algunos, ese día, la humanidad habrá progresado;
para otros, se habrá desencadenado el desastre. "El concepto de inteligencia
artificial asusta a la gente", dice Jordan Pollack, un investigador de
la Universidad Brandeis, Estados Unidos, que formó parte del equipo que
el año pasado creó la primera máquina capaz de diseñar y fabricar otras
máquinas prácticamente sin ayuda humana. Pero Pollack sabe mejor que la
mayoría que, aunque es probable que el estreno de "A.I.", la nueva oda
futurista de Steven Spielberg, agite esos temores, la inteligencia artificial
ya está entre nosotros. Si bien son pocos los que ven una conexión entre
un cajero automático y las máquinas que Pollack tiene en su laboratorio,
lo cierto es que la gran variedad de productos que la contienen y el ritmo
de desarrollo de la inteligencia artificial ya están dando forma a nuestra
vida social y económica:"Un cajero automático no es muy inteligente, pero
deja a los cajeros humanos sin trabajo", dice Pollack. "Nadie hace un
cálculo del valor de mercado de los productos derivados de la inteligencia
artificial porque ya forman parte del paisaje", agrega Curt Hall, un analista
de software de Cutter Consortium, una firma de investigación de Arlington,
Massachusetts, EE.UU. Como suponen que la gente desconoce cuán integrada
está a nuestras vidas, los expertos en computación esperan que la fascinación
por la inteligencia artificial aumente con la excitación que rodea a "A.I.:
Artificial Intelligence", la película de ciencia ficción de Steven Spielberg
que se acaba de estrenar en los Estados Unidos. Algunos dicen que su impacto
será comparable a lo que sucedió en 1968, cuando "2001: Odisea del espacio"
convirtió a HAL en el símbolo mundial de las máquinas pensantes. Pero
lo cierto es que, hoy, los espectadores pueden precibir la inteligencia
artificial materializada en la vida real, en los numerosos programas universitarios
dedicados a la enseñanza de la disciplina y hasta en los productos de
muchas empresas que incluyen el concepto en sus productos. Sin embargo,
el mundo de la inteligencia artificial está tan fragmentado que algunos
expertos temen que la película genere ideas erróneas que podrían demorar
los desarrollos en curso. "Mi temor es que la película haga parecer demasiado
ligero al tema. Si eso sucede, la gente seria podría tener miedo de asociarse
con la tecnología", dice Ronald Yager, director del Instituto de Inteligencia
Mecánica de la Universidad de Iona, EE.UU.. De la misma manera, algunos
fabricantes de software inteligente temen que un estallido de interés
pueda producir una ola de planes comerciales inciertos y productos disfrazados
de inteligencia artificial. "Si hay circo, aparecen los payasos", dice
Konrad Feldman, director de operaciones en Estados Unidos de Searchspace,
una consultora que releva la actividad online. Otros tienen más esperanzas
y sugieren que "A.I." podría concientizar a los capitalistas de riesgo
sobre el potencial económico de proyectos de investigación en áreas controvertidas
como las dimensiones emocionales de la inteligencia mecánica. Hay investigadores
que sostienen que "A.I." podría servir de respaldo a los objetivos más
mundanos de la vida moderna, como emplear las capacidades emocionales
programadas para confeccionar sitios de Internet y fabricar productos
(autos, por ejemplo) más sensibles y atractivos. "La película podría estimular
el trabajo que estoy haciendo de una manera exponencial", comenta Cindy
Mason, una investigadora de la Universidad de California, dedicada al
desarrollo de técnicas de programación que permitan representar actitudes,
estados de ánimo, temperamento y otras emociones. Muchos investigadores
y empresarios que tienen en sus manos productos vinculados de alguna forma
a desarrollos de inteligencia artificial esperan que la película funcione
como un curso intensivo sobre el alcance de la tecnología. La robótica
hizo su debut comercial, y con estruendo, en los años 70 y 80. Por entonces
se invirtieron y se perdieron fortunas en tecnología, desarrollo de equipos
de, por ejemplo, visión mecánica y en "sistemas expertos", un tipo de
software que intentaba reducir la experiencia humana a un conjunto de
reglas que pudieran ser seguidas por máquinas. Los fabricantes de autos
experimentaron la frustración cuando descubrieron que esos "sistemas expertos"
que habían desarrollado para fabricar vehículos tenían que ser reparados
cada vez que cambiaban los modelos. En 1965, el economista y premio Nobel
Herbert Simon predijo que, para 1985, "las máquinas serán capaces de hacer
cualquier trabajo que haga el hombre". Sin embargo, en ese año, la industria
descendió a las profundidades de un período que pasó a la historia como
"el invierno de la inteligencia artificial", en el que varias empresas
del sector quebraron y casi todas las grandes corporaciones redujeron
sus programas. Pero todo cambió y hoy son muchas las areas que apuestan
a la inteligencia artificial. El número de firmas que, lideradas por la
industria de los videojuegos, ven en la inteligencia artificial un plus
que las ayuda a vender, crece día a día. Después de todo, sus clientes,
principalmente jóvenes, no tienen registro de las frustraciones de los
años 80. Richard Stottler, cuya compañía, Stottler & Henke Associates,
con sede en San Mateo, California, ayuda a las empresas a incorporar inteligencia
artificial a sus productos, dice que tres de sus clientes (una firma de
asesoramiento matrimonial, una compañía que revisa diseños de autopistas
y un servicio de asistencia para operadores de redes informáticas) piensan
introducir en los próximos meses alguna dosis de inteligencia artificial
en sus procesos de comercialización. Quienes vienen pujando desde hace
rato por expandir y comercializar la inteligencia mecánica sostienen que,
muchas veces, sus esfuerzos se vieron obstaculizados por la tendencia
de los expertos a subir el piso de lo que consideran verdadera inteligencia
artificial. Raymond Kurzweil, un investigador y empresario que empezó
a involucrarse con la inteligencia artificial en los años 60, cuando era
un adolescente, pone los puntos sobre las íes: "Puede sonar poco simpático,
pero una vez que una determinada técnica funciona probadamente, ya no
se la considera inteligencia artificial".
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