ðHwww.oocities.org/ar/mitosgriegos/diosesmenores.htmwww.oocities.org/ar/mitosgriegos/diosesmenores.htm.delayedxœ]ÕJÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÈP¤…)UOKtext/html?2÷)Uÿÿÿÿb‰.HWed, 02 Jan 2002 20:42:21 GMTo Mozilla/4.5 (compatible; HTTrack 3.0x; Windows 98)en, *›]ÕJ)U dioses menores

Además de los dioses Olímpicos existieron dioses de menor importancia, pero vitales en el desarrollo de la Mitología Griega. Existen también otras fuerzas que suelen manifestarse conjuntamente. Veamos algúnos.

Divinidades de la Belleza y la Armonía

Hay tres grupos de divinidades que representan la belleza y la armonía, todas ellas hijas de Zeus.
Las Horas nacieron de la unión de Zeus y Temis(la equidad), y recibieron nombres relacionados con la vida en sociedad: Eunomía(Legalidad), Dike(Justicia) e Irene o Eirene(Paz). Eran todas ellas diosas del equilibrio y la armonía vitales, creadoras del bienestar, al tiempo que impulsoras de la convivencia. Pero de todas ellas Dike, es la única que tiene un interés mitológico. A veces son llamadas también Talo, Carpo y Auxo. Presidían el orden de su naturaleza y de las estaciones; representaban, por lo tanto las tradiciones más habituales. Más tarde, cuando los griegos dividieron el día en doce Horas, incrementaron el número de horas. Quizás todavía no tienes claro, divinidades de qué son, o cuales eran sus atribuciones, lo que pasa es que no figuran en las leyendas mitológicas griegas como protagonistas, a pesar de que se las nombra en muchas ocasiones; las nociones sobre ellas han evolucionado o cambiado en el transcurso de la antiguedad. Pero hay algo que sí puedo asegurarte y es que estas tres hermanas guardaban las puertas del cielo.
Fueron representadas como tres muchachas jóvenes y felices, que bailaban en compañía de las Musas y las Gracias. Llevaban los productos agrícolas de las diferentes estaciones: flores, espigas, vides y frutas.
El culto a las Horas nació en la Edad de Plata, donde comenzó a diferenciarse las distintas estaciones del año. Con el tiempo perdieron un poco su significado meteorológico y pasaron a representar las diferentes etapas del hombre sobre la tierra: infancia, juventud y madurez, que corresponden con las estaciones de primavera, verano y otoño.
Como diosas fecundantes hacen prosperar el trabajo del hombre y están presentes sólo en momentos alegres, nunca participan de los momentos tristes del hombre.
Las Cárites, formaban una tríada también, que según Hesíodo personificaban a su vez el encanto y la belleza. Presidían los beneficios y la gratitud. Su parentezco no esta del todo claro, hay diferentes teorías según las tradiciones y los libros antiguos. Por un lado se cree que eran hijas de Zeus y de Afrodita, ya que a menudo, los griegos asociaban el culto de la diosa al de las Cárites. A veces también consideradas como hijas de Lete, que a su vez era la hija de Eris(La Discordia). Pero por último se encuentra la teoría más creíble y apoyada por los estudiosos, que presenta a las tres diosas como hijas de Zeus y de Eurínome, la oceánide más bella.
Las Cárites se llamaban Áglae o Aglaya(La Resplandeciente), Eufrósine(la de Alma Bella) y Talía(La Floreciente). Personificaban también la floración de la Naturaleza y su principal función consistía en repartir encanto, belleza y simpatía, según nos indican sus propios nombres. Ellas concentran sobre la Tierra los rayos del Sol, reconfortan el corazón de los humanos, embelleciendo sus vidas con múltiples alegrías, y presiden las buenas relaciones sociales.
Las Cárites vivían el en Olimpo y tenían una gran amistad con las Musas, pues compartían el gusto por la poesía.
Relacionadas con el arte por su belleza y armonía, han sido representadas como tres jóvenes de gran belleza, que aparecen desnudas, y de las que una de ellas mira en dirección opuesta a sus compañeras.(clikea aquí para ver una foto).
Un grupo de estatuas en Elis, puede dar una idea de sus atributos: una lleva en su mano un dado de juego, otra una hermosa rosa y la última una ramita de mirto.

Las Musas

Forman el grupo más nutrido e importante de las divinidades colectivas, y estaba formando por nueve Musas, hijas de Zeus y Mnemosine(La Memoria).
Aunque en un principio fueron consideradas tres ninfas que presidían las diferentes formas de la poesía, pronto ascendieron en la imaginación del pueblo griego, a la categoría de hijas de Zeus, y sus funciones fueron independizándolas hasta formar el conocido grupo de las nueve. Constituían en coro del dios de la lira Apolo, que en esta ocasión recibían el nombre de Musageta.
Las musas tenían múltiples moradas y generalmente dependían de los lugares de culto o leyenda. Aunque las nueve habitaban el el Olimpo distrayendo a los dioses, con sus cantos y danzas, tenían también en la Tierra lugares predilectos como el monte Piero, en recuerdo a las nueve hijas que tuvo Piero, el rey de Macedonia, las cuales quisieron rivalizar con ellas, y que como castigo por su osadía, fueron transformadas en urracas por Apolo. Del mismo modo los poetas iban a buscar inspiración al Monte Helic´pn y a las fuentes sagradas de Aganipe y de Hipocrene, donde, según narraba la leyenda, moraban ocasionalmente estas divinidades.
No es de extrañar que su madre fuera Mnemosine, la Memoria y diosa del recuerdo, facultad estrechamente relacionada con la inspiración artística que procede tanto del presente como del pasado y, en alguna medida, del futuro también.
Se las suele representar como mujeres jóvenes y de incomparable belleza, con el rostro feliz y sonriente, grave o meditativo, según las funciones de cada una, y directamente implicadas en las creaciones artísticas que a su vez se derivan del concepto de "lo bello". Y como el arte presenta manifestaciones diversas, con el tiempo cada actividad artística quedó representada bajo el patrimonio de una musa.
El patrocinio de las distintas artes viene extraído del significado del nombre de cada una de ellas.
COREA
1-Calíope, "la bella voz". Musa de la poesía Épica y Heróica, era representada con una corono de laurel(símbolo de los triunfos a lo largo de la historia).
2-Érato, "la adorable". Musa de la poesía Lírica y Erótica, era representada con una lira.
3-Talía, "la festiva". Musa de la Comedia y la poesía Pastoril, sostenía un báculo y máscara de pastor, y llevaba una corona de flores salvajes.
4-Melpómene, "la celebrada en cantos". Musa de la Tragedia, llevaba una corona de oro, empuñando una daga y un cetro.
5-Clío, "la que da fama". Musa de la Historia, recordaba todas las acciones grandiosas y heróicas, con los nombres de sus autores. Se la solía representar con una corona de laurel, un libro y una pluma, que indicaba su disposición a anotar todo aquello que sucediera a los hombres mortales o a los dioses inmortales.
6-Urania, "la celeste". Musa de la astronompia y la Filosofía, sostenía instrumentos matemáticos, mostrando su amor por las ciencias exactas.
SONIDO
7-Polimnia, "la de variados himnos". Musa de la Retórica y de los Himnos, sostenía un cetro para mostrar que la elocuencia gobernada con un dominio sin oposición.
8-Euterpe, "la encantadora". Musa de la Música, llamada también "Señora de la Canción", era representada con una flauta y guirnaldas de flores fragantes y frescas.
MOVIMIENTO
9-Terpsícore, "la amante del baile". Musa de la Danza, era representada con sus ligeros pies ejecutando un compás aéreo.

Las Ninfas

Los griegos agruparon con este nombre, muy en general, a todas las divinidades femeninas de la naturaleza que poblaban los mares, los ríos, los campos, los bosques, las montañas, las rocas, los árboles, las grutas, etc...
Eran representadas como hermosísimas jóvenes mujeres, de largos cabellos, cuerpos prefectos, generalmente semidesnudas o completamente desnudas. Eran una especie de hadas de la antiguedad y se las consideraba a todas ellas como hijas de Zeus y el Cielo. De esta forma su nacimiento se producía de una forma tan poética: el dios fecundaba el cielo y éste hacía caer a la Tierra pequeñas gotas de agua, la lluvia, formando fuentes, ríos, mares y dandolas a la vez la vida. Por este motivo en la antiguedad, se atribuía a las ninfas una fuerza natural que presidía la reproducción y fecundidad de la naturaleza, y que ejercían mezclándose con la humedad del aire, del agua y de los bosques.
Las ninfas no eran inmortales, pero podían vivir miles de años conservando su juventud, desprocupadas, hilando y cantando sobre los árboles en las fuentes. El período de vida de estas diosas estaba , en ocaciones, atado al objeto a su cargo, por ejemplo, cuando un árbol moría, lo hacía también la ninfa que lo cuidaba.
Los efectos bienhechores de las ninfas no sólo se reducían a la naturaleza; los seres humanos también se beneficiaban de su tierna solicitud. Los novios que se bañaban en las aguas de ciertas fuentes con el fin de obtener la purificación indispensable para favorecer la fecundidad eran protegidos por ellas. Pero además de este carácter regenerador, particularmente apreciado por los antiguos, se añadían dos atributos más: el deseo de llevar a cabo grandes azañas y el gusto de las ninfas por la profecía; eran capaces de inspirar a los hombres que probaban las aguas sagradas de sus fuentes, pensamientos nobles. Asimismo, también les revelaban a los hombres el resultado final de una enfermedad, ya fuera favorable o nefasto...
Las ninfas intervienen en innumerables leyendas en las que se muestran, no sólo enamoradas de dioses, sino también de mortales. De la unión de las ninfas con estos nacieron héroes, los semidioses y los antepasados de las primeras razas humanas.
La mitología griega clasifica a las ninfas de acuerdo al lugar en donde habitaban:
*Las Nereidas: son las ninfas de los mares, eran las cincuenta hijas de Nereo y Doris. En cierto modo se consideraban como las ninfas del Mediterráneo.
Habitaban en el fondo del mar, en un palacio luminoso, donde, bailando y danzando, conseguían divertir y distraer a su padre Nereo, antiquísimo dios marino, anterior incluso al famoso Poseidón, y el cual era hijo de Ponto y Gea.
Cada una personificaba una forma, un aspecto particular de la superficie de las aguas, donde a menudo aparecen como magníficas criaturas, mitad mujer mitad peces, y se mezclaban en las olas y las algas, cabalgando sobre caballos marinos al lado de los tritones.
Hay muy pocas leyendas atribuídas enteramente a estas, sin embargo, algunas de estas ninfas se hicieron famosas. Se destacó Anfitrite, esposa de Poseidón; Oritia, Galatea, e incluso Tetis, esposa del mortal Peleo y madre devota de Aquiles.
*Las Náyades: son las ninfas de las aguas, fuentes, ríos y riachuelos. Las tradiciones no se ponen de acuerdo sobre su origen. Según Homero, se trataría de la unión de Zeus con el Cielo, aunque otros mitógrafos atribuyen la paternidad a Océano.
Las náyades son mujeres jóvenes y hermosas, de cuerpos de blancura luminosa, y eran objeto del constante deseo tanto de dioses como de mortales. No obstante, sabían defenderse de los acosos de sus seguidores y podían, incluso, hacerlos enloquecer.
En algunas ocaciones, paralizaban a los que se bañaban sin permiso en aguas prohibidas o sagradas. Sin embargo, sabían también mostrarse generosas con quienes les imploraban la curación de sus enfermedades y que se bañaban en algunas fuentes o ríos, de propiedades curativas.
*Las Dríadas o Dríades: son las ninfas de la vegetación, de los bosques de roble, y cuyo nombre proviene de la palabra griega "drus", que significa precisamente "roble". Los bosques donde solían habitar estas ninfas eran bosques sagrados en la región griega, y protegían su morada de vándalos sacrílegos que iban a cortalos.
Eran ninfas vigorosas y frescas como el árbol que guardaban, del cual tomaron su talla y, por mimetismo, la forma de un tronco y sus raíces. Pero también tenían la posibilidad de abandoanr el bosque y casarse. Eurídice, la más famosa de todas se casó con Orfeo.
*Las Hamadrías: eran las ninfas de los bosques. También llamadas Hamadríadas o hamadríades y que, al igual que sus hermanas las dríades, escogieron como morada los bellos bosques, viviendo bajo la corteza de un árbol que ellas mismas elegían. Sin embargo, estas ninfas perdían su libertad de esta manera, y la muerte del árbol marcaba al mismo tiempo el fin de su propia existencia. Por esta razón los leñadores se apiadaban de sus súplicas apasionadas cuando cortaban un árbol y no imitaron a Erisictón, quien no se dejó conmover por sus ruegos, siendo castigado por su acto sacrílego y además por su dureza de corazón.
*Las Alseides: eran las ninfas de las florestas, y de las cuales apenas si existen referencias.
*Las Oréadas: son las ninfas de las montañas, habitaban en escarpadas pendientes desde las que divisaban sus dominios. Las oréadas no poseían el encanto y el carácter dulce y lánguido de sus hermanas de los valles o de los bosques. Eran amantes del riesgos y de los ejercicios violentos. Perseguían, en companía de Artemisa, la diosa cazadora, la presa hasta los lugares más peligrosos, al borde de los precipicios, despreciando todo tipo de peligro o cansancio.
*Las Napeas: ocupaban pequeños valles que mantenían verdes y fructíferos gracias a sus atenciones y cuidados, tarea en la cual eran ayudadas por las Dríades. Estas ninfas, de gran belleza, recorrían cantando las pendientes de las colinas, los valles umbroso, las florestas fértiles, y favorecían la eclosión de los capullos y de las hierbas.
*Las Melíades: estas ninfas sólo vivían en los fresnos. Son éstas las que nacieron de la sangre que brotó cuando Cronos mutiló a su padre Urano. A fin de conmemorar este mito, los griegos les asignaron por morada los fresnos, con los que en aquella época se fabricaban unas armas mortíferas que provocaban grandes efusiones de sangre.
Las ninfas Melíades eran las encargadas de la protección de los niños abandonados, utilizando para tal fin el ramaje de los fresnos, cuya bóveda les servía de refugio natural contra la intemperie. Aunque otras tradiciones atribuían a las Melíades, probablemente por la misma razón, el poder de proteger a los rebaños.

Las Hespérides

Las Hespérides, eran las guardianas de las famosas manzanas de oro y habitaban en los confindes occidentales de la Tierra, más allá de las columnas de Hércules(estrecho de Gibraltar), donde el hombre no se atrevía a ir.
Eran las tres hijas del titán Atlas, y eran todas ellas jóvenes bellísimas, que vivían despreocupadas mientras vigilaban los jardines encantados donde maduraban estos maravillosos frutos. Se llamaban Egle, Eritica y Hesperaretusa, y eran asistidas en su tarea vigilante por Ladón, el dragón de cien cabezas hijo de Ceto y hermano de las Górgonas y de las Greas. Según otra teoría, las Hespérides eran hijas de Ceto y Forcis y, por tanto, hermanas del dragón. Pero porqué custodiaban este árbol con tanta rudeza?, bueno, resulta que este fue el obsequio que ofreció Gea, la Madre Tierra, a Hera con motivo de su matrimonio con su hijop Zeus, y que ésta entregó al cuidado de las Hespérides en el jardín que la diosa poseía en el monte de Atlas(otros sitúan al jardín en las Islas Canarias).
En cierta ocasión, Busiris, rey de Egipto, que fue un verdadero tirano, llegó a enviar una expedición para apoderarse de las Hespérides, famosas por su belleza sin igual. Pero Heracles, que se encontró con los mensajeros del rey, los aniquiló a todos.
Sin embargo uno de los doce trabajos de Heracles consistió en robar las manzanas de oro, hecho que consiguió engañando al padre de las Hespérides, Atlas. Heracles consagró las manzanas a las diosa Atenea y después las devolvió.

Hebe

Hebe es hija de Zeus y de Hera, y hermana de Ares y Hefestos, mucho más conocidos que ella, pues su actuación mítica se reduce a su matrimonio con el héroe Heracles.
Hebe significa juventud, y se supone que su poder divino residía en que podía otorgar el don de la juventud eterna y la inmortalidad. Esto lo hacía sirviendo néctar, la bebidaa de los dioses. Por ello cuenta la mitología que era la copera del Olimpo. Hebe era también, la encargada de las faenas domésticas del Olimpo, por lo que las leyendas míticas referentes a ella son prácticamente nulas.

Una versión cuenta que un día que estaba escanciando néctar se resbaló y lo vertió todo. Entonces Zeus, furioso, bajó a la tierra convertido en águila y raptó a Ganimedes, hijo del rey Tros, y joven de increíble belleza, del cual se había enamorado, y sustituyó a Hebe convirtiéndose en el nuevo copero del Olimpo. Algunos dicen que cuando Heracles subió al Olimpo convertido en inmortal, Hera le concedió la mano de Hebe, como gesto de reconciliación. De esta unión nacieron dos hijos: Alexiares y Aniceto.

Ilitía

Ilitía es la hija de Zeus y Hera menos conocida. Le fue otorgada la tarea de presidir los partos. Está muy ligada a su madre, y era considerada como la diosa de la maternidad. Se supone que Hera la mandaba a auxiliar a las parturientas, de modo que ninguna mujer podía parir si no estaba ella presente.
En la Ilíada, se nombra a varias Ilitías que personifican las diferentes fases de los alumbramientos. Se representaba a Ilitías bajo los razgos de una joven que tenía una mano levantada y una antorcha encendida en la otra, símbolo de la vida que nace de la luz.
Su papel más importante en la mitología se refiere al parto de Leto(madre de Apolo y Artemisa), a la que Hera había negado toda ayuda. Al final Ilitía se apiada de ella y la ayuda a parir.

Eris

Eris, la Discordia, es la hija de Nyx, la Noche; pero también es considerada como la hermana gemela de Ares, dios de la guerra. Cuentan que fue concebida por Hera cuando ésta tocó una determinada flor. Eris solía acompañar a su hermano Ares al campo de batalla, suscitando el odio entre los combatientes
Sobre Eris no se sabe mucho más, exceptuando el papel fundamental que desempeñó en los orígenes de la guerra de Troya:
Sucedió que en la boda de Tetis y Peleo, todos fueron invitados excepto Eris, que, rencorosa y como venganza, arrojó sobre la mesa donde se encontraban Hera, Afrodita y Atenea una manzana de oro con una enigmática inscripción que rezaba de este modo: "Para la más bella". Zeus se abstuvo de intervenir como juez alegando que las participantes eran su esposa y sus dos hijas, y por esto nombró al mortal Paris(príncipe hijo de Príamo) como tal. El troyano no fue sobornado por las diosas, que intentaban seducirlo con magníficos regalos. Hera le ofreció poder: la soberanía de Asia; Atenea, el poderío de la guerra y la alta gloria y sabiduría, y Afrodita, el amor de la mortal que él eligiese. Paris pensó en Helena la mujer más bella de toda Grecia.
El frívolo Paris prefirió el amor de Helena al poder o la gloria y entregó la manzan de oro a Afrodita, diosa del amor, y desde entonces, de la belleza. Desde entonces, también, Hera y Atenea guardaron un odio atroz al príncipe troyano y a todos los suyos, y meditaron su venganza.
Había un pequeño problema con la elección de Paris, Helena, era la esposa de Menelao, rey importante de una regíon de Grecia, y hermano de Agamenón, el famoso y muy poderoso rey de Micenas. La expedición a Troya en busca de Helena comenzó y luego de diez años de increíble matanza llegó a su fin. He aquí el poder de la Eris, la Discordia.

Las Erinias

Las tres Erinias se llamaban Alceto, Tisífone y Megera. Hesíodo dice que nacieron de la sangre de Urano mutilado, que fecundó la Tierra. Esquilo, por otra parte, atribuía su paternidad al Aqueronte, que se había unido a la Noche. Lo cierto es que son más viejas que el propio Zeus y que vivían en el Erebo. Tenían el cabellera de serpientes y cuerpo alado. Su tarea consistía en escuchar quejas que le traían los mortales sobre la insolencia de los jóvenes hacia los ancianos, de los hijos hacia los padres. de los anfitrinoes hacia los invitados, y en castigar tales crímenes acosándolos inexorablemente. Eran divinidades infernales vengativas. Recorrían el mundo con un látigo en una mano y una antorcha en la otra, para administrar el castigo de los dioses y atormentar a los mortales culpables.
Es muy poco aconsejable nombrarlas en una conversación, por eso suelen llamarse con un eufemismo superticioso de las Euménides, que significa " las bondadosas".
La más importante y conocida de las Erinias es la hermana menor Megera, " el Odio", que tenía principalmente dos funciones: suscitar entre los humanos la cólera, la envidia, la ira, los celos, conduciéndolos a enfrentamientos sangrientos, violaciones, crímenes, etc., y en los Infiernos se dedicaba, junto con sus hermanas, a atormentar a los criminales, a los que ella misma había impulsado a cometer crímenes.


Imagen de las Erinias acosando a un mortal culpable del crímen de una jóven.

Las Gorgonas

Eran tres hermanas: Esteno, Euríale y Medusa. Las tres eran hijas de Forcis, hijo de Ponto y Gea, y su hermana Ceto. Residían cerca del reino de las Sombras, en algún lugar desconocido a todos. Su aspecto era aterrador y terrible: la cabeza, que era enorme, estaba rodeada de cabellos erizados en forma de serpientes, los dientes eran tan largos como los colmillos de un jabalí, de sus ojos brotaban sangre, y sus alas de oro les permitían desplazarse por los cielos. El poder de su mirada era tal que convertían en piedras a todo el que osara a mirarlas. Dicen que guardaban el camino que conducía al jardín de las Hespérides.
Sólo Medusa, la más célebre de todas, era mortal e inspiraba un terror especial entre los humanos. Existen varios mitos que intentan explicar los maleficios de esta criatura. Una leyenda cuenta, que en realidad Medusa era una bellísima jóven demasiado orgullosa de su hermosa y abundante cabellera. Fue entonces cuando Poseidón se enamoró de ella y yacieron juntos. Pero cometieron un gran error, porque lo hicieron el un templo sagrado de Atenea. La diosa castigó la presunción y soberbia de Medusa, convirtiendo sus largos cabellos en asquerosas serpientes e imponiéndole una apariencia en extremos horrorosa y repugnante.

Asimismo, el tema de su muerte tiene varias versiones. Antes de morir tuvo dos hijos con Poseidón: Pegaso y Crisaor. Aunque la versión por excelencia de su muerte, es la narrada en el mito del héroe Perseo, que la mató cortándole la cabeza, y de la sangre que brotó nació el magnífico caballo alado Pegaso y Criasor.

Las Greas

Eran las tres hermanas de las Gorgonas, cuyo nombre significa "ancianas". Eran: Pefredo, Enió y Dino. Las tres eran unas ancianas decrépitas que compartían un solo ojo y un solo diente entre las tres; de tal modo que mientras una los usaba las otras dos dormían. Su misión era la de guardar el camino que conducía a la casa de sus hermanas.

Diosas Del Destino

Tal vez ninguna otra idea ocupe un lugar tan importante en la religión, en la tragedia y en la mitología griega, tanto para los hombres como para los dioses, como la compleja noción de destino.
Para los griegos el destino, estaba representado por las Moiras, Tique y Némesis.
Las Moiras: Son las dueñas del destino humano. Al principio era una sola divinidad, pero adquirió tal importancia que se subdividió en tres personas, las hermanas Cloto, Láquesis y Átropo, la más pequeña en estatura pero la más terrible.
La aparición de estas tres deidades en el culto griego es tan antigua como el principio de la religión y de los mitos. Se supone que fueron engendradas por Erebo y Nyx(la Noche), o Zeus y Temis, suegún otras versiones. Las Moiras habitaban en un palacio cercano al Olimpo, donde velaban por el desarrolo de la vida de todos los hombres. Zeus sopesaba las vidas de los hombres e informaba a las Moiras de sus decisiones, aunque ellas podían cambiar de idea y salvar a quien les placiera. Cloto hilaba, y su rueca, que giraba, simbolizaba el curso de la exsistencia; Láquesis media el hilo con su vara, simbolizando la suerte reservada a cada individuo; mientras que Átropo cortaba, sin piedad, el hilo de la vida.
A lo largo de los siglos los griegos suavizaron esta idea de destino cruel y adoraron, además, a otra divinidad:
Tique:
personificaba el azar, bueno o malo, justo o injusto. A fin de conseguir protección, todas las ciudades construían un templo en su honor y alzaban una estatua de esta divinidad. Por lo general, se le representaba como una mujer imponente rodeada de diversos atributos(cuerno de la abundancia, rueda o timón) que giran hacia destinos inciertos, ya sean fastos o nefastos.
Tique era hija de Zeus, a quien él otorgó el poder de decidir cuál sería la fortuna de los hombres. Tique es totalmente irresponsable e injusta en sus adjudicaciones: a unos les concede el cuerno de la abundancia y a otros les priva de cuanto poseen. Corre de aquí para allá haciendo malabares con una pélota para demostrar la incertidumbre del azar.
Pero si alguna vez, algún hombre que haya sido bendecido por Tique con el cuerno de la abundancia, y éste no sacrifica parde de ella a los dioses, ni alivia la pobreza de sus conciudadanos, entonces aparece:
Némesis: representaba a la Venganza. Era una deidad primitiva del Ática y fue venerada en Grecia poco a poco. Sus venganzas no erna ciegas como las decisiones de Tique; velaba simplemente sobre los orgullosos mortales para que no intentaran igualarse a los dioses, protegiendo, de este modo, el orden cósmico; castigaba a los que habían recibido demasiados dones y se enorgullecían, y aconsejaba a Tique moderación, y a los hombres discreción. Némesis también era representada en ocasiones con una rama de manzano en una mano y una rueda en la otra, y llevaba puesta una corona con ciervos, y el látigo colgando de su cinturón. Otras veces se la representaba llevándose el dedo índice a la boca.

Temis

Temis era "La Equidad", titánide hija de Urano y de Gea, engendró con Zeus a Las Horas, a Las Moiras, a las ninfas de Eridano e, incluso, algunos afirman, a las Hespérides. Homero narra que esta diosa era la personificación del orden establecido y de las leyes que rigen la justicia. Era respetada por todos los dioses que reinaban en el Olimpo, y asistía con regularidad a las deliberaciones de dioses y de hombres preservando siempre la equidad de las decisiones que en ella se tomaban.
En ocasiones fue definida como la divinidad que poseía el don de la profecía y, se supone que sustituyó a Gea en su oráculo de Delfos antes de que Apolo la suplantara. Se la representaba con una balanza y una espada en las manos, símbolos ambos de justicia. Pero, eso sí, sus ojos, que aparecían vendados, siguen siendo el símbolo de la imparcialidad de las sentencias que emitía.

Los Centauros

Los Centauros nacieron de la unión de Ixión y Néfel, la nube creada por Zeus bajo la apariencia de Hera. Tenían la cabeza y el torso humano, mientras que la parte inferior era la de un caballo.

Se alimentaban de carne cruda y vivían como animales salvajes en los bosques de Tesalia. Sus costumbres eran brutales y se volvían incluso más peligrosos bajo la influencia del vino. Entonces se excitaban sus impulsos y sus actos eran impredecibles. Las mujeres, sobre todo, les temían, pues muchas fueron víctimas de su apetito sexual. Pero no todos los centauros son iguales; los hay con largas barbas e imberbes; ancianos sabios y potros alegres y saltarines, aunque casi todos ellos poseían robustos músculos, brazos y lomos dispuestos para el rapto de ninfas. Sólo dos de ellos se diferencian de los otros por su bondad y sabiduría: Folo y Quirón.
Quirón: es el sabio educador de héroes. Sabía tocar la lira, era un experto cazador, un hábil curandero y, además, un excelente pedagogo. Se encuentran, entre sus más famosos pupílos: Aquiles, hijo de Peleo y Tetis; Jasón, el argonauta; Asclepio, hijo de Apolo e increíble médico. Quirón fue herido accidentalmente por una de las flechas envenenadas de Heracles, y se ofreció a morir en lugar de Prometeo, que pudo huir así del terrible y eterno castigo.

En una ocasión a Piritoo, rey de los lapitas y compañero de armas de los centauros, se le ocurrió la nefasta idea de invitarlos a su boda. En el banquete los centauros se emborracharon y pretendieron violar a la recién casada, Hipodamia; siguió una gran pelea general entre centauros y lapitas, que acabó con la huida de los centauros.
Todos estos mitos sobre hombres con la parte de caballo provienen, sin duda alguna, del hecho de que los tesalios, hábiles en el arte de la equitación, se asemejaban, a los ojos de los griegos, a estos híbridos, pues llegaban a confundir jinete y montura.

Asclepio

Fue héroe y dios de la medicina. Hijo de Apolo y de Corónide o de Arsinoe, según otras versiones. Asclepio como todos los principales de la época fue criado y educado junto al Centauro Quirón. El sabio Quirón le enseñó el arte de la medicina, ejercicio en el cual Asclepio mostró grandes dotes. El mito cuenta que Atenea regaló a Asclepio un saco con un contenido misterioso. Este saco, contenía la sangre que se derramó de la parte derecha del cuerpo de Medusa, al ser decapitada por el héroe Perseo; y resultó ser beneficiosa que con ésta Asclepio logró resucitar a los muertos. Por tal éxito, Zeus temió que de este modo estuviera violando las mismas leyes de la naturaleza y fulminó al médico con un rayo. Apolo, para vengar la muerte de su hijo, mató a los Cíclopes que forjaron el rayo, por lo que se ganó una estadía en la Tierra como castigo por talvenganza. Antes de morir Asclepio esposó a Epíone, con quien tuvo dos hijos, Podalirio y Macaón, ambos también médicos, y cinco hijas: Aceso, Yaso (la curación), Panacea, Egle e Higia (la salud). Tras su muerte Asclepio se convirtió en la constelación de Ofidio y en el dios de la medicina. Los descendientes de Asclepio continuaron las técnicas terapéuticas aprendidas de él y tomaron el nombre de Asclepíadas. De entre los médicos estos, el más afamado es Hipócrates.

Hécate

Hécate era hija de Perses y de Asteria, por lo que perteneca a la primera generación de los dioses. Así cuando los hijos de Cronos reinaron bajo la soberanía suprema de Zeus, la diosa siguió conservando sus anteriores privilegios y prerrogativas.
En tiempos antiguos fue considerada como una deidad bienhechora, dispensora de riquezas, materiales y espirituales, y de victorias tanto a los inmortales y dioses como a los mortales, quienes no sólo la respetaban sino que le temían.
De este modo, Hécate fue poco a poco adquiriéndo un carácter temible y maléfico. Se la suponía la mensajera de demonios y de fantasmas, y se decía que iba seguida por su perro, fiel acompañante, y por una jauría vociferante. Finalmente se convirtió para los griegos en la gran diosa de la magia, que se situaba en los cruces de los caminos y allí se dedicaba a las artes mágicas y a la adivinación. Por ello su estatua se levantaba en los cruces y allí se le ofrecían sacrificios que se depositaban a sus pies, intentando obtener sus favors mediante encantamientos.

Era representada como una divinidad de tres cabezas y en ocasiones se la relaciona con Selene, Artemisa y Perséfone. Fue Hécate quien ayudó a Deméter en la búsqueda de su hija, convirtiéndose en la companía favorita de ésta, cuando habitaba en el mundo subterráneo. Más tarde, Medea se convertiría en la sacerdotisa de Hécate, considerada también como la diosa de las brujas.

Los Dioses Astrales

Para los antiguos griegos, una vez establecido Zeus como soberano absoluto del Olimpo y dios de los Cielos, restaba establecer un órden, representado por unos dioses atmosféricos, cuyos mitos explicaban muchas cosas, como por ejemplo, porqué salía el sol cada día o el frío viento del Norte. Aunque los poderes atmosféricos y los atributos de los astros figuran entre las potestades correspondientes al dios de los dioses, Zeus no es el padre de los "dioses astrales".
Las divinidades más importantes que personifican los astros principales son los hijos de los titanes Tea e Hiperión: Helios(el Sol), Selen(la Luna) y Eos(la Aurora), que pertenecen a la primera generación de dioses.
Helios era la representación divina del Sol, del calor y de la luz solar. La idea que evocaba el Sol como dispensador de la luz y del calor, indispensables para la vida, como centro del mundo, contrario totalemte a la oscuridad, las tinieblas y a la muerte; adquirió, a fines de la antiguedad, una importancia considerable, hasta el punto de que el dios Sol se convirtió bajo diferentes denominaciones como Mitra, Sol Sanctissimus, Sol Invitus o Heliogábalo, en el dios esencial, o incluso único del paganismo próximo a su fin. Sin embargo Helios no figuró entre los grandes dioses griegos y sólo consiguió unpuesto muy modesto en el panteón griego, siendo asimilado muy pronto a Apolo.
Ante todo Helios era el servidor de Zeus y todos los días montaba sobre su carro para guiarlo a través de los cielos. Iba ataviado con su casco de oro y con una capa que el viento agitaba sin cesar. Los cuatro caballos de su carro de fuego en el que llevaba la luz y el calor de un extremo a otro de la Tierra, y con ellos la germinación de la vida, eran unos magníficos corceles luminosos y cuyas bridas, al igual que el carro, eran del oro más puro.
Helios se unió primero a Perseis, con quien engendró varios hijos que más tarde tendrían un papel importante en las leyendad, entre ellos Eetes, que figura en la leyenda junto a los argonautas, y Pasífae, que fue la esposa de Minos, rey de Creta. Además con tuvo a la ninfa Rodo, hija de Poseidón y de la ninfa Halia, siete hijos entre los que se destaca Actis, que fundó en Egipto la ciudad de Heliópolis y fue el primero en enseñar astrología a los egipcios, inspirado por su padre Helios. Precisamente fue en Rodas donde construyó el Coloso, con una altura de setenta codos, en honor al dios del Sol, Helio, y aunque desaparecida después de un terremoto, forma parte de las siete maravillas del mundo antiguo.
Con la oceánide Clímene, tuvo siete hijas, las Helíades, y un hijo, Faetón, que es el protagonista de una leyenda con la que los griegos pusieron de manifiesto el peligro de las catástrofes atmosféricas(pronto en la sección Mito Del Mes).
Helios poseía una belleza resplandeciente y su frente estaba ceñida por una corona de rayos de oro. La leyenda cuenta cómo lo despertaba el canto del gallo y lo anunciaba Eos, su hermana(el Alba), y cómo conducía su carro dorado desde su palacio en el Lejano Oriente, cerca de Cólquide, a su otro palacio, tan magnífico como el primero, en el Lejano Occiidente; donde sus cuatro maravillosos caballos pastaban en las Islas de los Bienaventurados. Regresaba a su hogar por la corriente del Océano, que fluye alrededor del mundo, embarcando su carro y su tiro en un trasnbordador dorado.
Era el único dios que con una sola mirada podía admirar la Tierra en toda su extensión e informar al Olimpo de lo que en ella ocurría. Así aparece en numerosas leyendas advirtiendo ya fuera a Hefestos que Afrodita le engañaba con Ares, o indicando a Deméter que el autor del rapto de su hija no era otro sino Hades.
Pero a veces no es tan buen observador y, como en una ocasión, no se dio cuenta de que los compañeros de Ulises le estaban robando su ganado.
Selene es la personificación de la Luna que, en el cielo griego, brilla con gran intensidad.

La diosa de la Luna dormía mientras su hermano Helios cruzaba el cielo con su carro dorado y, cuando éste terminaba, era ella quien tomaba las riendas de sus negros corceles y marchaba en su carro de plata para realizar el mismo cometido que él, bajo la protección de las estrellas y el negro manto de la noche.
La diosa de la Luna fue la diosa más deseada después de Afrodita. Por ello, sus amores fueron muy numerosos; son conocidos, sobre todo, los que tuvo con Zeus y, más tarde, con Pan, que la sedujo escondiéndose bajo blancos vellones.Sin Embargo, su pasión más famosa fue, sin duda alguna, la que experimentó por el bello pastor Endimión, el que fuera rey de los etiolos y con el que tuvo cincuenta hijas.
En cierta ocasión Endimión solicitó a los dioses que le otorgaran la inmortalidad, a cambio de quedar dormido profundamente para toda la eternidad. Zeus le concedió su anhelado deseo y envió a Endimión a un sueño profundo y eterno que le permitió, hasta el fin de los tiempos, permanecer eternamente bello y joven. Desde entonces, Selene visitaba todas las noches a su amante inmóvil, que reposaba en una fría caverna, y lo acariciaba con sus rayos de plata, uniéndose a él sin despertarlo ni perturbar su tranquilidad y su inmovilidad.
cuentan que Selene era tan bella y su cutis tan blanco y luminoso, que cuando recorría los cielos montada en su carro plateado, hacía palidecer a la más bella de las estrellas. También cuantan las leyendas, que no son muy numerosas, que en cada uno de los eclipses un dragón se preparaba para devorarla. Sin embargo, unas magas de Tesalia estaban encargadas de asustar al monstruo, a fin de impedirle llevar a cabo su funesta acción.
Además, siempre está relacionada con sus actividades amorosas, ya que todas las noches sale en busca de sus amantes, a quieneas entretiene entre besos y caricias hasta el amanecer. Esta atribución mítica ha sido recogida pro poetas, y enamorados, así como la expresión aplicada a los incontantes, a los que se suele calificarse de "lunáticos".
Eos, la hermana menor de Helios y Selene, es la presonificación divina de la Aurora en la mitología griega. Cuando la noche finalizaba, es decir, cuando Selene regresaba a su magnífico palacio a descansar, Eos se alzaba de su lecho en el Este, subía a su carro de luz y se dirigía al Olimpo, donde aninciaba la llegada de su hermano Helios. Cuando éste aparecía, le acompañaba en sus viajes hasta informar de su llegada, sanos y salvos, a las orillas occidentales del Océano.
Tuvo diversos esposos y amantes, y un gran número de hijos, Pero su esposo, digamos "oficial", fue Astreo, el Viento del Crepúsculo, que era descendiente de los Titanes, y con el que engendró a la Estrella de la Mañana, los vientos y los demás astros.
En cierta ocasión Eos fue sorprendida por Afrodita en el lecho de Ares; esta ultima, sintiéndose despechada, la maldijo imponiéndole un deseo constante por jóvenes mortales. Desde ese mismo instante, Eos empezó a seducir secreta y vergonzosamente a distintos mortales, como por ejemplo a Orión, un bello cazador de Hiria, e hijo de Poseidón y de Euríale; raptó a Ganimedes y a Titono, hijos de Tros. Pero Zeus se fijó en la belleza del jóven Ganímedes y se lo quitó. Entonces ella le suplicó que le concediera la inmortalidad a Titono, y él, en compensación, accedió a su petición. Pero Eos no se dio cuenta de un pequeño, pero decisivo detalle: olvidó pedirle que además de la inmortalidad le diese eterna juventud. Y así, el bello jóven fue envejeciendo día tras día, y su voz se volvió estridente y su cuerpo arrugado y seco, y cuando Eos se hubo cansado de cuidarle, se convirtió en una triste cigarra.
La leyenda popular caracteriza a Eos como la diosa que al amanecer rapta hombres, de los que se enamora irremediablemente, gracias a la maldición de Afrodita. De éste modo intentan explicar los antiguos el repentino abandono que los amantes suelen experimentar con las primeras luces del alba.
La Estrella de la Mañana, hija de Eos y Astreo, recibió el nombre de Fósforo, o Lucífero para los romanos. Esta estrella matutina se convierte, por la tarde, en estrella vespertina y, entonces, recibe el nombre de Hespero. Una leyenda cuenta que un día Hespero desapareció del mundo de los mortales y se creyó que había sido transformado en el primer astro que brilla cuando car el crepúsculo: la estrella vespertina. En ambos casos se la indentifica con la Estrella de Venus, o el mismo planeta Venus.
El señor de todos los vientos y de las tormentas se llamaba Eolo, hijo de Poseidón.

Su poder era más bien modesto, ya que Zeus se lo había delegado, ordenando que todos los vientos estuvieran sometidos a Eolo, quien fue entoncee el encargado de controlarlos según las diferentes misiones encomendadas por el dios. Zeus le ordenaba, de este modo, cuándo debía liberar los vientos que se encontraban bien encerrados en el interior de profundas cavernas situadas en unas islas flotantes, llamadas las islas Eolías, o bien en odres.
Por tanto, no es de extrañar que los navegantes lo invocaran con súplicas y le ofrecieran sacrificios cuando necesitaban vientos favorables para sus travesías.
Si alguna vez Eolo desobedecía y liberaba a los tumultuosos elementos a su antojo, o sin el expreso deseo de Zeus, éste podía desencadenar desastres, tempestades y naufragios. Los vientos malignos destruían todo lo que encontraban a su paso y sembraban calamidades.
Los atenienses adoraban ocho vientos e hicieron construír un templo octogonal donde figuraba, en cada uno de los ángulos, la imágen de uno de ellos, que correspondía al punto de horizonte desde el que soplaba habitualmente.
Los vientos eran, entre las manifestaciones de la naturaleza, menos dioses que potencias divinizadas, pero aún así, eran objeto de una gran adoración por parte del hombre griego.
Esto se explica fácilmente en un país donde la naturaleza y, sobre todo, la agricultura, dependientes ambas, en cierto modo del tiempo que les aportaban los vientos, ocupaban un papel importante y preponderante en la economía.
A parte de los vientos malignos, existían principalmente cuatro vientos benignos: el Noto, viento del Sur, que era un viento cálido y húmedo; el Euro, viento del Sudoeste; Céfiro, viento del Este, y Bóreas, el áspero viento del Norte. No se conoce mucho acerca de ellos, pues en la mitología clásica sólo se encuentran referencias de los dos últimos.
Céfiro era la personificación divina del viento del este, que aportaba frescor y lluvias bienhechoras, por lo que su influencia era muy apreciada y se consideraba enormemente beneficiosa para la agricultura. Por esto fue representado como un jóven alado que podía desplazarse suavemente por el cielo anunciando la primavera húmeda, ya que no es más que una suave brisa que trae consigo el perfume de las flores. Céfiro tuvo una esposa, la ninfa Cloris y juntos engendraron a Carpo, la fruta. Cuenta la leyenda que Céfiro otorgó a su esposa poderes sobre la flora primaveral, convirtiéndose en la diosa de la vegetación primaveral. Cloris, de belleza excepcional, acompañaba siempre a su esposo y señor.
Pero como la gran mayoría de los dioses, Céfiro demostró su mal carácter. Así un día, su cólera mató al bello Jacinto, sólo porque Céfiro sintió celos al verlo junto a Apolo.
Bóreas poseía, según cuentan, un carácter agrio e irritable como el frío, penetrante y áspero, que dejaba a su paso por las tierras griegas. Por ello fue representado como un viejo barbudo, alado y vestido unicamente con una túnica corta. Se supone que soplaba desde Tracia, donde residía en una caverna situada en el monte Hemo.
Según la leyenda, un día rapto a Oritía, hija del rey de Atenas Erecteo, envuelto en un manto de oscuras nubes y polvo. La forzó a casarse con él, y de esta unión nacieron numerosos hijos, entre los que se destacan Zetes y Calais, que desarrollaron alas cuando pasaron la edad pueril, y sus hijas Quione y Cleopatra. Con el tiempo Oritía se convirtió en la brisa fresca que en verano suaviza el fuego del cielo.
Cauro, el viento del Noroeste, conducía las nubes de nieve ante él.

Los Dioses De La Muerte

Nyx, diosa de la Noche, engendró por sí misma a Tánato(la Muerte) y a Hipno(el Sueño). Hijas de la Noche son también las Moiras, némesis y Eris.
Los hermanos Tánto e Hipno actuaban de forma parecida sobre los hombres, aunque con efectos completamente diferentes: cuando Tánto vencía en la lucha que ambos sostenían, su víctima era trasladada al reino de Hades.
Ambos hermanos son representados como hermosos jóvenes que portan símbolos mistéricos, el platillo y la antorcha.
Hipno, como presonificación del sueño, era una versión suavizada de Tánato, o Thanatos, dios de la Muerte.
Decía Hesíodo que este genio alado "revoloteaba tranquilamente lleno de dulzura para los mortales". Hipno dormía a los hombres con un simple toque de su varita mágica o con el revoloteo de sus alas. También podía ejercer su poder sobre los dioses; por ejemplo, según lo relata Homéro, una vez durmió a Zeus, transformado en ave nocturna. Tuvo varios hijos de los cuales sobresale Morfeo, el dios de los sueños. En ocasiones es representado en los sarcófagos bajo el aspecto de un jóven dormido, con el brazo apoyado sobre una lámpara caída. Sus atributos son el cuerno y la adormidera.
Su hermano Tánto habitaba en los Infiernos, donde su madre, Nyx, lo trajo al mundo. No se conoce ningún mito en particular, pero se puede afirmar que Tánato, más que la muerte en sí, es su mensajero.
Las Ceres son también hijas de la Noche. Eran unos genios de la muerte y su aspecto no podía ser más desagradable y monstruoso: su cuerpo estaba recubierto de un manto de sangre, y poseían largos dientes afilados y unas poderosas alas negras. Se abatían sobre los moribundos que habían caído durante la batalla para chuparles hasta la última gota de sangre. En la Ilíada de Homero, las Ceres se diferencian de las Moiras personificando los diferentes destinos que el hombre o el héroe tiene que escoger para siempre. Mucho más tarde, las Ceres aparecen como genios malos aconsejaban al hombre acciones nefastas.
En este mismo grupo aparecen las Sirenas, que eran monstruos femeinos con patas y cuerpo de ave, y su cabeza de mujer, que moraban en las costas y atraían con sonidos melodiosos a los navegantes para devorarlos. Los autores griegos y latinos no se ponen de acuerdo sobre los orígenes de estas divinidades marinas. Se supone que vivían en el oeste de Sicilia, y eran hijas de Aqueloo y Terpsícore, Melpómene o Forcis. Sólo dos héroes pudieron resistir a su encanto fatal: Orfeo y Ulises. Sin embargo, un adivino había vaticinado que en el momento en que alguien consiguiera sustraerse al hechizo de su canto, las sirenas morirían; despechadas gracias a Orfeo y Ulises, se arrojaron al mar, donde se convirtieron en rocas. Con el tiempo los hombres imaginaron a las sirenas como seres bellísimos y totalmente inofensivos, con la cabeza y el torso de mujer y cola de pez. Personalmente prefiero la seguna versión...
Las Harpías, son hijas de Taumante y de la oceánide Electra. Se llamaban Aelo, Ocípete y Celeno, y, según Hesíodo, eran mujeres aladas poseedoras de una bella cabellera. Poco a poco, la leyenda les fue confiriendo apariencia de monstruos terroríficos: se les representaba con la forma de buitres de cuerpo huesudo, cara arrugada con pico y unas garras curvadas en las patas, y vivían rodeadas de un hedor infecto. Su apariencia era una manifestación de la sequía, el hambre y las epidemias; su apetito nunca estaba satisfecho, raptaban niños y eran, además, las encargadas de conducir a los difuntos al reino de Hades. Los dioses no las querían destruír, porque se servían de su maldad para atormentar a los mortales, como fue el caso del ciego Fineo, al que quitaban o ensuciaban sus alimentos.
Las Harpías fueron expulsadas por los hijos de Bóreas, Zetes y Calais; se instalaron entonces en las islas Estrofíades. Sin embargo, su papel infernal prosiguió y los latinos las asimilaron la mayor parte del tiempo a las Furias, las guardianas del sombrío Tártaro.
Aunque no es considerado una deidad, debemos hablar en este apartado de Cerbero, nacido de la unión de dos monstruos, Tifón y Equidna, y que fuera el fiel guardián de la entrada a los Infiernos. Era un perro de tres cabezas con serpientes en el cuello y una mordedura tan venenosa como la de la víbora. Se situaba ante un antro a orillas del río Estigia y permitía penetrar en los Infiernos a las sombras de los muertos, pero no les permitía volver a salir. Los temerarios mortales que intentaban siquiera acercarse eran despedazados cruelmente. Sin embargo, algunos consiguieron engañarle bien con pasteles, como Psique o Deífobe, o con música como Orfeo. Por último Heracles le derrotó en la lucha tan sólo con sus manos, lo que supuso una humillación para el terrible perro.

Éstige y sus hijos

Éstige gue una ninfa de la primera generación, hija de Océano y Tetis, y que habitaba en Arcadia, en una gruta situada al borde de una fuente. Se casó con Palanta, con el que engendró cuatro hijos.
Cuando se entabló la guerra de Zeus contra Cronos y los Titanes, Éstige decidió apoyar y luchar al lado de Zeus, y acudió con todos sus hijos al Olimpo, para ponerlos al servicio de los dioses celestes y de su justa causa. Zeus concedió a sus valerosos guerreros y ayudantes el derecho a permancere siempre a su lado y a ayudarle en futuras empresas. Asimismo, como recompensa a su inestimable ayuda, Zeus dotó a Éstige del privilegio de ser invocada por los dioses cuando éstos pronunciaban juramento, lo que proporcionaba a éste, condirmado de esta manera, un valor absoluto y sagrado.
De esta forma, cuando un dios se disponía a prestar juramento, Iris iba a llenar una copa con agua del Éstige, sobre la cual el dios extendía su mano para pronunciar dicho juramneto. El incumplimiento de una promesa realizada de esta forma, implicaba un severo castigo que podía ser la privación de los poderes divinos y sumirse en un profundo sueño durante un período larguísimo; o, en otras ocasiones, la deidad en cuetión podía ser condenada a no poder tomar ni néctar ni ambrosía, la bebida y el alimento divinos y, además, era explpusado del círculo de los dioses durante nueve años.
Con el tiempo Éstige se convirtió en el río principal de los Infiernos, en el mundo subterráneo. Sus aguas, fangosas y heladas, fluían en medio de las tinieblas, y sus meandros bordeaban el reino de Hades. Su nacimiento se halla en un lugar escarpado y aislado, y sus aguas, negras y corrosivas, que fluían hundiéndose en las entrañas de la tierra, confirman fácilmente las leyendas que hacen de él un río infernal, maldito y pernicioso.
Sus cuatro hijos fueron: Zelo, "La Gloria" para unos y "El Encarnizamiento" para otros; Bía "La Violencia"; Crato, o Cratos, "La Fuerza" o "La Potencia", y Niké, "La Victoria", que fue también uno de los apodos de Atenea. En la Acrópolis de Atenas se alzaba un famoso templo en su honor. Siempre fue asociada a la diosa Atenea, que entonces recibía el nombre de Atenea Niké. Por lo general, Niké era representada como una mujer alada, que llevaba la palma y la corona, y que guiaba a los héroes y a los dioses en el transcurso de sus hazañas.

Gea y sus hijos

Gea es la Madre Tierra, elemento de la tríada primordial, según la Teogonía de Hesíodo. Gea surgió de la nada, según algunos autores, y de la unión de Eter, Hemera y Eros, según otros.
Gea simboliza la Tierra en vías de formación, la venganza y la violencia de los instintos naturales, y la suavidad y el amor maternal de una tierra primaria y primitiva; es, además, el origen fecundo de todas las cosas y la protectora de todo ser viviente. Por todo ello fue adorada como divinidad fertilizadora y protectora, debido también a sus numerosos hijos y de la multiplicación de los seres humanos. Porque Gea es ante todo Madre, Gran Madre, tanto de dioses como de hombres, ya que ella es el inicio y el principio de la vida. Aunque su importancia al principio fue enorme, y sus intervenciones en distintas leyendas fueron muy numerosas, fue sustituída por otras deidades como Deméter o Cibeles. Pero nadie le quito a Gea su lugar de Gran Madre, y de fuerza natural de la Tierra.
Además de los hijos que tuvo con Urano, es decir, los Titanes, Hecatonquiros y Cíclopes, engendró junto a su hijo Ponto, "La Ola", una serie de divinidades marinas, entre ellas Nereo, Taumante, Ceto y Forcis.
Nereo fue un antiquísimo dios marino que reinó mucho antes que Poseidón y que, al contrario de éste, se caracterizaba por ser un dios justo, sabio y pacífico. Esposó a la oceánide Doris, con la que engendró a las cincuenta Nereidas.
Venía representado como un anciano cuyos cabellos y barba eran tan blancos como la espuma del mar. Su imperio se extendía principalmente sobre las olas del Mar Egeo, en cuyo fondo se encontraba la gruta, resplandeciente de luz, en la que vivía. Sin embargo, en muchas ocasionbes abandonaba su morada para manifestarse a los mortales y predecirles su futuro.
Taumante, al igual que otras divinidades primordiales, no posee leyenda propia. Se le conoce, además de por pertenecer a la rama primordial de los dioses marinos, por haber engendrado con Electra, hija de Océano, a las monstruosas Harpías y a Iris, la muy amada mensajera del Olimpo.
Ceto y Forcis se unieron y juntos engendraron a un gran número de monstruos que aparecen en las leyendas griegas: Escila, las Gorgonas, Equidna y las Hespérides, y según otros autores: las Gorgonas, las Greas, el dragón Ladón y las Hespérides.
Según algunos mitógrafos, Equidna fue la hija de Gea y Ponto, y era un temible monstruo medio serpiente, medio mujer. Las leyendas dicen que, tras yacer con Tifón, dio a luz a una serie de criaturas fabulosas que desarrollan un papel primordial en la mitología griega: Quimera, el perro Gerión, Ortro, Cerbero, la Esfinge, la Hidra de Lerna, los dragones de Cólquide, Medusa, el león de Nerea y el águila que devoraba las entrañas de Prometeo.
Su propia fecundidad la convirtió en un ser dañino y malvado, que devoraba a inocentes viajeros. Argos, el gigante de los cien ojos, le dio muerte aprovechando que ésta dormía.
Gea se unió también a otras divinidades, entre ellas al Tártaro, con quien tuvo al terrible Tifón, el mayor monstruo que jamás haya existido. La leyenda cuenta que fue engendrado para vengar el encarcelamiento de los titanes por Zeus, vencedor de la guerra titánica. Su cuerpo estaba cubierto de escamas y tenía cien lenguas que vomitaban fuego y rocas encendidas. Cuentan que los dioses huyeron aterrorizados a Egipto al contemplar con horror su cabeza de asno, de aspecto brutal, las serpientes enroscadas que tenía en vez de brazos y su enorme altura. Sólo Atenea y Zeus se atrevieron a hacer frente al monstruo, al que vencieron, finalmente, después de numerosas y sangrientas pelea.
En esta lucha podemos observar la imágen simbólica de un cataclismo volcánico que asoló las Cícladas, dejando al hombre griego un recuerdo aterrador. El derrotado Tifón simbolizó, además, la última fuerza anárquica dirigida contra la ley, el orden del Olimpo. Antes de ser arrojado a los Infiernos, yació con Equidna.

Los Descendientes De Poseidón

De su unión con la nereida Anfitrite, su esposa, hija de Nereo y Doris, tuvo un solo hijo: Tritón.
Este dios, que no es de orígen griego, fue venerado por marineros y pescadores. Tenía diversas apariencias, pero normalmente se le representaba con el torso de un hombre y acabado en dos colas de pez. Podía ser benébolo y temible a la vez. Desde la concha, donde moraba en el fondo del mar, podía soplar hasta formar terribles tempestades. Era venerado, principalmente, como el dios que calma las aguas embravecidas y como intermediario entre ellos y Poseidón.
De las uniones ilícitas de Poseidón con diosas, ninfas, mortales e, incluso, con monstruos como Medusa, nacieron, sobre todo, criaturas funestas y nefastas, como los Cércopes, los Aloades, Criasor o el cíclope Polifemo. Otra teoría afirma que los Cércopes, gnomos maliciosos y malhechores, fueron hijos de Tía.
Los Aloades, fueron los dos hijos que Poseidón tuvo con Ifimedea, y se llamaban Efialtes y Oto. Ambos eran terriblemente altos y tenían fuerza descomunal. Se enamoraron ambos de Hera y Afrodita y decidieron raptarlas. Para acceder a la morada de los dioses dispusieron el monte Pelión por encima del monte Osa. Sin embargo, no pudieron llevar a cabo su proyecto, pues murieron cuando los alcanzaron las flechas envenenadas de Apolo, que estaba furioso por la presunción de ambos. Una vez en los Infiernos, recibieron un castigo ejemplar: fueron atados a una columna con serpientes y alrededor de ellos volaba y ululaba lúgubremente una lechuza.
Anteo era el hijo que Poseidón tuvo con Gea. Era un gigante monstruoso que habitaba en el desierto de Libia y se alimentaba de leones. Cuenta la leyenda que prometió a su padre construír un templo hecho de cráneos humanos. Para llevar a cabo su horrible tarea se dedicó a atacar indistintamente a todos los viajeros que se cruzaban en su camino, a los que matab sin piedad.
Los Telquinos pasaron por ser descendientes de Poseidón. Sin embargo, otra teoría afirma que fueron los encargados de educar precisamente al dios de los mares. Eran unos genios que poseían, generalmente, un carácter maligno y tenían una forma entre humana y marina, pues estaban provistos de una cola de pez, y en algunas ocasiones podían adoptar la forma de una serpiente. Estos genios habitaban en la isla de Rodas, que fue objeto de su maldad. Los griegos les atribuyeron la mayoría de las calamidades que sufrió esta isla: lluvia, nieve o granizo. Incluso llegaron a ser acusados de haber vertido azúfre en las aguas de Estigia en un intento fallido de hacer perecer a hombres y animales y volver estériles las tierras de cultivo. Sus maldades terminaron por provocar la ira de Zeus, que los arrojó al mar convirtiéndolos en enormes rocas.
Polifemo, "el muy famoso", era el gigantesco hijo de Poseidón y de la ninfa Toosa, que habitaba en una amplia cueva cerca del monte Etna y pastoreaba un rebaño de gruesas ovejas y lanudos corderos. Polifemo era un monstruo gigantesco, que sólo tenía un ojo en medio de la frente. Pertenecía a la raza de los Cíclopes(Kyklos signifia "círculo" y Ops "miráda"). Cuenta una leyenda que Polifemo se enamoró de Galatea, la nereida hija de Doris y Nereo. Pero la fealdad de Polifemo era tan repulsiva que su sola presencia bastaba para asustar a la bella nereida. Además ella amaba profundamente a Acis, un joven pastor. Ante este amor desgraciado, el monstruo se vengó dando muerte a los dos jóvenes amantes. Sin embargo, el cíclope Polifemo es más conocido por su intervención en la leyenda del héroe Odiseo.

Los Dioscuros

Leda, hija del rey Testio de Etolia, se casó con Tíndaro, que vino a vivir a la corte de su padre cuando perdió el reino de Esparta. Pero a la vez que ella amaba a su esposo, Zeus la poseyó, engañándola bajo la forma de cisne. De esta doble relación, con su esposo y con Zeus, nacieron cuatro hijos, que según algunos salieron de un enorme huevo: Cástor y Cliptemnestra, los hijos legítimos de Tíndaro, Pólux y Helena, los hijos ilegítimos de Zeus.
En la mitología se designa con el nombre de "Dioscuros" a los dos hermanos varones, Cástor y Pólux, ya que su amor fraternal no tenía límites, y sus respectivas existencias inseparables, pues nunca se separaron, quedan reflejadas no sólo por sus leyendas, sino también por las obras de arte que les representan cogidos de la mano y, a menudo, con los perfiles de ambos superpuestos en una medalla.
Nacieron en Esparta y simbolizaron la rivalidad secular entre Laconia y el Ática encabezando una expedición victoriosa contra Atenas, con el fin de liberar a su amada hermana Helena, convirtiéndose en el orgullo de Esparta.
Cástor era famoso como soldado y domador de caballos, y Pólux como el mejor boxeador de sus tiempos. Participaron también en la cacería del jabalí de Calidón, acompañaron a los argonautas en su periplo, en el que pusieron a disposición de Jasón sus habilidades innatas.
Hacían todo juntos, incluso se enamoraron de Febe e Hilaira, hijas del rey Leucipo, que estaban prometidas a los también hermanos Idas y Linceo, que encolerizados persiguieron a los raptores, entablándose una dura pelea. Pólux resultó sólo herido pues era inmortal, Cástor murió. Pólux no tenía consuelo y se negó a aceptar su inmortalidad a no ser que Cástor pudiera compartirla con él. La generosidad y el amor de Pólux por Cástor conmovió a Zeus, que se apiadó de su sufrimiento y le concedió el favor de compartir con Cástor, uno de cada dos días, su inmortalidad en el aire superior.
De esta forma, ni siquiera la muerte pudo separar a estos dos hermanos que tuvieran tanta suerte en la batalla y tan mala en los asuntos amorosos.
El culto a los Dioscuros se extendió desde Esparta a toda Grecia.

Los Oráculos

La dificultad del hombre en comprender la divinidad, es tan antigua como el mundo. La fuerza de los dioses imponía miedo pero también daba esperanza. Esta concepción les hizo buscar un contacto con el mundo de la divinidad, quisieron entablar una comunicación para conocer los deseos de los dioses y regular su comportamiento y sus obras de acuerdo a éstos. Dicha comunicación se aseguró desde épocas arcaicas a través del oráculo y los ritos de adivinación. Así los individuos y ciudades enteras se sometieron a los designios de los dioses, ya que esto les permitía pedir ayuda en las desgracias, asistencia en las grandes decisiones y aún soluciones a los graves problemas. El augurio u opinión autorizada, que transparentaba el oráculo -al que recurrían los creyentes- era el deseo del dios, que delimitaba la suerte y la conducta del hombre en aquellos tiempos. El más importante oráculo en la Antigua Grecia fue el oráculo de Zeus, en Dodone y el oráculo de Apolo, en Delfos. En el primero, en Dodone, los sacerdotes, interpretaban los designios de los dioses del susurro de las hojas del sagrado árbol de bellota y de las extrañas voces de las palomas que se pasaban en el árbol sacro. En Delfos había una grieta profunda en la tierra, y quien se le acercaba era poseído por la inspiración, junto estaban también la sagrada fuente de Castalia, considerada como profética, y el laurel sacro. La Pitia, la sacerdotisa del templo, que se sentaba en el trípode sagrado, cerca de la grieta sagrada, masticaba hojas de laurel, bebía agua de la fuente y entraba en éxtasis. y entonces, de su boca brotaba el augurio que era el deseo y la respuesta del dios, a la pregunta de los creyentes. Monarcas, emisarios reales y hombres comunes, llegaban cada día con ofrendas al dios, y con animales para los ritos de sacrificio. El augurio, a maenudo no era fácilmente inteligible y había que interpretarlo; entonces se recurría a la ayuda de sacerdotes y adivinos. Los más celebres adivinos de la antigüedad fueron Teresias y Calcante. La fuerza de los oráculos se encuentra en casi todos los mitos. Muchos de estos determinaban la vida y acciones de los héroes y el desenlace de importantes acontecimientos.
Los Adivinos:
Teresias, el adivino ciego era uno de los más reputados. Lo encontramos en el mito de Edipo y en general en el Ciclo de Tebas. Su ceguera es explicada con el siguiente mito: una vez, cuando era joven, mientras caminaba por un monte encontró dos serpientes que se estaban apareando. Teresías las molestó (las separó o bien las hirió, según otra versión), y luego de ésto fue castigado y convertido en mujer. Siete años más tarde presenció otra vez el apareamiento de serpientes y volvió a hacer lo mismo; luego adoptó otra vez su sexo inicial. Un día, Zeus y Hera discutían sobre quién de ellos dos disfrutaba más del acto sexual; decidieron pues consultárselo a Teresias, ya que él había experimentado ambas situaciones. Teresias contestó que si el placer del amor se graduaba en una escala de diez grados, entonces la mujer llegaba al noveno, mientras que el hombre no llegaba más que al primero. Hera se ofendió porque Teresías había revelado los secretos de su sexo, y como castigo le cegó. Mas Zeus, compasivamente, le regaló el don de la adivinación y la longevidad.
Calcas o Calcante: Era otro adivino muy hábil en interpretar el vuelo de los pájaros; es más, conocía perfectamente el pasado, el presente y el futuro. Apolo le había regalado el don de la adivinación. Calcante era el adivino que acompañó a los Aqueos en la Guerra de Troya.