TUS OBRAS LITERARIAS "EL HOMBRE DE LA FLOR AMARILLA"
 de AIFOSDENAJU

EL HOMBRE DE LA FLOR AMARILLA

Cuando estaba en tercer año, teníamos un profesor de filosofía muy particular. Solía vestirse formalmente. Lo teníamos Lunes y Jueves en el último módulo. Llegaba, repartía su gran pila de libros, explicaba un par de cosas, recogía sus libros formando nuevamente una gran pila, se colocaba una flor amarilla en el bolsillo del saco y se iba.

Jamás dijo buenos días, pero nunca se olvidó de decir Adiós. Era morocho, sus sacos solían ser de colores claros. Él, era para nosotros todo una incógnita, no lo odiábamos, tampoco lo apreciábamos, tan solo lo respetamos. Se corría el rumor de que era Fiolo, pero no creo, si así fuese, no tendría la necesidad de trabajar de Profesor. Otros decían que era viudo, pero a mi particularmente me tenía sin cuidado. Yo lo observaba, siempre lo observaba, y creo que el lo notaba, pero nunca se puso incómodo ni nada por el estilo. Lo que a mí más me intrigaba era porque entraba con saco, y salía con saco y su particular flor amarilla.

Un día, decidí seguirlo. Él salió caminando solo, despacio y cauteloso, sin prisa. Yo lo seguía. Él no lo notaba. Tomamos un micro con destino incierto para mí, pero no para él, bajamos en el centro, él sin darse cuenta aún que yo lo seguía. Estaba oscureciendo, él seguía caminando. Dobló en una calle oscura, terminó siendo un callejón. Lo seguí. Entró en una casa chica, al final de la larga oscura calle sin salida. Yo, golpee tras de él.

Abrió la puerta y dijo:

-Te estaba esperando

Yo pasé en silencio.

Era una casa muy chica de paredes amarillas, sillones azules, una imitación de Piccasso en la pared, y miles de libros por todos lados.

Prendió un cigarrillo, supongo que era negro porque tenía un olor muy fuerte, Prendió la música, sonaba fuerte pero me relajaba. Se fue al interior de la ciudad de la casa, creo que a la cocina porque volvió con dos tazas de café. Siempre en silencio, transcurrió gran parte de la noche cada uno en su mundo. Me paré, para volver a casa. Él tomó mi mano y me dió un papel.

Salí de la casa, corrí bajo el cielo oscuro perdiendo la paz que había encontrado en aquel lugar 5 minutos antes. Entré en mi casa, subí las escaleras, me tiré en la cama y abrí el papel

Pienso luego existo

Dormí toda la mañana, almorcé y me fui al colegio. Nos retiramos más temprano porque el Profesor de Filosofía había faltado, el jueves pasó lo mismo. El Lunes teníamos un Profesor nuevo.

 

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