CAPITULO XXIV
EL «ARIANIZADOR»
Durante los últimos años he frecuentado Holanda bastante y he estado en íntimo contacto con el Centro de Documentación holandés de Amsterdam con motivo de la búsqueda del SS que apresó a Ana Frank y de las investigaciones a propósito de Erich Rajakowitsch. El alto triunvirato que rigió los Países Bajos durante la ocupación alemana estuvo compuesto de tres destacados nazis austríacos: Arthur Seyss-Inquart, Reichskommissar de Hitler; Hans Fischboeck, Generalkommissar de Finanzas y Comercio; y el Gruppenführer de la SS Walter Reuter, Generalkommissar de Seguridad pública. Esos tres hombres formaban el núcleo del llamado Donau-Club «Club Danubio» cuyos miembros eran prominentes nazis de Holanda. Después de la guerra, muchos criminales de guerra nazis prestaron declaración en diversos juicios en Holanda, atestiguando que los miembros del «Club Danubio» tomaban todas las decisiones importantes en la ocupación alemana, que sus componentes se reunían todos los viernes y discutían asuntos de vida o muerte, mejor dicho, de muerte. Uno de los jefes, Seyss-Inquart, fue ejecutado en Nuremberg y Reuter en Holanda.
¿Y Fischboeck? Mis amigos de Holanda creían que habría muerto pero yo me negaba a creerlo porque no tenía ninguna prueba de ello. Empecé a estudiar los dossiers Fischboeck: la primera ficha era de fecha de febrero de 1938, de cuando Hitler envió sus primeras «demandas» al Canciller de Austria Schuschnigg y entre ellas había la petición de que Hans Fischboeck fuera nombrado ministro de Comercio del nuevo gobierno austríaco pro-nazi. (Según los informes, Fischboeck se había alistado en el Partido ilegal nazi en Austria en 1937 obteniendo el carnet número 6.133.529.) Pero Schuschnigg denegó las demandas y pocas semanas después, Hitler invadió Austria. Entonces Seyss-Inquart formó gabinete y en él Hans Fischboeck fue nombrado Ministro de Economía y Comercio. Durante la subsiguiente persecución de judíos austríacos, Fischboeck demostró su talento para el robo en gran escala y el saqueo al por mayor pues fue él quién trazó el detallado plan de «arianización» de toda propiedad judía en Austria, como lo prueban los documentos que se leyeron en Nuremberg el 29 de noviembre de 1945 en presencia de Goering.
Durante el interrogatorio de Goering, el fiscal leyó el documento número 1816-PS y la prueba número USA-261 que demostraban la eficacia con que la administración de Seyss-Inquart había despojado a los judíos austríacos de sus bienes. La política a seguir se debatió en una reunión que tuvo lugar el 12 de noviembre de 1938 en Berlín, bajo la presidencia de Goering, en el Ministerio del Aire del Reich, a la que asistieron, según posterior testimonio de Goering, Heydrich, jefe de la policía secreta nazi, Frick, ministro del Interior; Goebels; Funk, ministro de Economía; el Conde Schwerin von Krosigk, ministro de Finanzas; y «Fischboeck, de Austria».
Después que el diplomático alemán Ernst von Rath fuera asesinado en París por el estudiante judío Hershel Gruenspan el 7 de noviembre de 1938, Fischboeck aconsejó a Goering que impusiera a todos los judíos de Austria y Alemania una multa colectiva de mil millones de marcos como represalia. Según los documentos de Nuremberg, Fischboeck había propuesto el siguiente plan detallado para despojar a los judíos de sus pertenencias:
«Excelencia: En este asunto «el problema judío» tenemos ya un plan completo para Austria pues en Viena hay 12.000 artesanos judíos y 5.000 judíos con tiendas al por menor. Antes de tomar el poder, habíamos trazado un plan a seguir para los comerciantes con un alcance de 17.000 almacenes, de los cuales unos 10.000 deberían cerrar definitivamente y 2000 permanecerían abiertos; 4.000 de las 5.000 tiendas podrían ser cerradas y 1.000 permanecerían abiertas, es decir, arianizadas. Según este plan, entre 3.000 y 3.500 de la totalidad de los 17.000 almacenes permanecerían abiertos, el resto clausurados. Ello ha sido decidido tras investigación en cada ramo en particular y de acuerdo con las necesidades locales y puede ser hecho público en cuanto se proceda a un acuerdo con las autoridades competentes y tan pronto recibamos la ley que solicitamos el pasado septiembre que nos facultará para retirar las licencias de los artesanos, completamente independiente del "problema judío"».
La contestación de Goering fue:
«Haré que ese decreto se promulgue hoy.»
Y luego, alegremente, comentaba:
«Tengo que hacer constar que la propuesta es magnífica. De este modo todo el asunto quedará liquidado en Viena, una de las capitales judías, digamos que por Navidad o a final de año.»
El ministro de Economía alemán Funk dijo:
«Aquí podemos hacer otro tanto.*
—En otras palabras —dijo en Nuremberg el fiscal—, la solución de Seyss-Inquart fue tan apreciada que pasó a considerarse, en el resto del Reich, modélica.
Pero en realidad, la solución de Seyss-Inquart, era la solución de Hans Fischboeck.
Posteriormente, entre los perseguidores de judíos en Holanda, Fischboeck fue uno de los peores. El 8 de abril de 1942, visitó un campo dé trabajos forzados donde había dos mil judíos, y luego escribía en un informe a Seyss-Inquart: «Los judíos están tan bien alojados y alimentados que ni nosotros mismos nos lo explicamos», pasando a continuación a proponer cambios radicales. Fischboeck estuvo presente en la llamada «Reunión Judía» el 16 de octubre de 1942 con Seyss-Inquart y otros, en que se discutió la deportación de los judíos holandeses. Tengo correspondencia de 1941 entre Seyss-Inquart, Reuter y Fischboeck en la que los tres prominentes miembros del «Club Danubio» mencionaban por primera vez «Aussiedlung» (reinstalación) de los judíos en lugar de «Auswanderung» (emigración). En el ínterin, Fischboeck llevó a cabo un saqueo completo de la economía holandesa: «liquidó» 13.000 empresas judías, «arianizó» 2.000 almacenes judíos e hizo la transferencia de varios miles de millones de florines holandeses a Alemania.
La deportación de los judíos holandeses fue llevada a cabo con total ausencia de sentimientos humanos. Tengo una carta escrita por un judío holandés llamado G. A. Van der Hall y dirigida al general Chrístiansen jefe del ejército alemán en los Países Bajos, en la que Van der Hall expone que perdió ambas piernas en acción en mayo de 1940 y pide que le eximan de ser deportado como judío. Fue a pesar de ello deportado y murió en un campo de concentración, y cuando posteriormente fue hallada su carta, había escrita en ella la siguiente nota: «Un judío sigue siendo judío, con o sin piernas».
Fischboeck es uno de los componentes de aquel pequeño grupo dentro de la jerarquía nazi, familiarizado completamente con los designos y la maquinaria de la «Solución final del problema judío», que colaboró en el desarrollo de la «Solución final». Un hombre listo, lleno de recursos, cruel. Después de que los aliados hubieron liberado gran parte de Holanda, Fischboeck con su plana mayor se trasladó a la parte más al norte del país y siguió allí «liquidando» propiedad judía y transfiriendo fondos a Alemania.
Terminada la guerra, el nombre «Fischboeck» figuró en las listas de personas reclamadas por la justicia, tanto en Austria como en Holanda, pero no pudo ser hallado. Por aquel entonces, en Austria, nazis del calibre de Fischboeck eran condenados a cadena perpetua por mucho menos de lo que él había hecho, pero fue juzgado in absentia por alta traición y todos sus fondos en Austria confiscados, cuando aquel juicio, en Holanda hubiera tenido como resultado pena de muerte. Pero no pudo ser hallado en ninguno de los dos países; en Austria pasó a figurar en la lista de «desaparecidos» y en Holanda se dio por supuesto que habría muerto.
No hubo rastro de él hasta que una anciana judía vino a verme a mi oficina un día de septiembre de 1965, desesperada, pues durante la Segunda Guerra Mundial, cuando ella y su esposo estaban a punto de ser deportados, un amigo no judío se presentó y les prometió ocuparse de su negocio «hasta que volvieran».
—Ahora es el director general de la firma aquí en Viena —me dijo la anciana—. He ido a verle pero lo niega todo, no quiere recordar que se hiciera cargo de nuestra firma. Me dijo que no le molestara y me echó.
La antigua canción. Los viejos habían cometido el «error» de sobrevivir, de regresar y pedir su propiedad. Le pregunté si lo habían formalizado por escrito.
—No nos atrevimos a proponerlo —me contestó—. Confiábamos en él.
—¿Podría usted probarlo? —le pregunté.— ¿Tiene algún testigo?
—Sí, mi marido puede darle los nombres de varias personas que estuvieron al corriente de la transferencia de la firma, el doctor Hans Fischboeck es uno de ellos, pues tuvo mucho que ver con la «arianización» de la propiedad judía.
—Fischboeck no podrá hacer nada —le dije—. Ha muerto.
La mujer se me quedó mirando:
—No había muerto hace cuatro semanas. Conozco a una mujer austríaca que me dijo que había hablado recientemente con Fischboeck y me afirmó que era ahora un Industrie-Berater (Consejero industrial) en una gran ciudad alemana.
—¿Podría conseguir que le diera la dirección?
La anciana movió la cabeza:
—A mí no me la dará. Sigue manteniendo su simpatía por los nazis.
Después que la mujer se hubo marchado, me quedé un buen rato pensando: un criminal más que había sobrevivido y prosperado mientras todo el mundo le suponía muerto. Inicié la investigación. Poco después de la guerra, concluí, Fischboeck había pasado a Italia y de allí a Sudamérica con ayuda de la ODESSA, estableciéndose en la Argentina. En 1957, después que el Parlamento austríaco hubo revocado su ley sobre criminales de guerra, el nombre «Hans Fischboeck» desapareció de la lista austríaca de ellos, y Fischboeck creyó el momento oportuno de regresar a Europa.
Según dijo la anciana, él era ahora Consejero Industrial en Alemania lo que significaba que probablemente viviría en una gran ciudad industrial alemana. Cursé varias cartas y pedí a diversos amigos de Alemania que comprobaran si Hans Fischboeck constaba en el listín local. Las respuestas fueron negativas... Entonces me dediqué a estudiar el Kompass alemán, una especie de «Quién es quién», del mundo del comercio, industria y finanzas alemán. Allí encontré el nombre de Juan Fischboeck, ciudadano argentino, Consejero financiero. Domicilio: Alfredstrasse 140, Essen.
Sí, era Fischboeck, criminal de guerra y ahora miembro respetado de la comunidad de Essen, viviendo en una casa a menos de una hora de coche de la frontera holandesa. Descubrimos que tenía pasaporte argentino número 4507366, expedido en Buenos Aires el 25 de septiembre de 1957. Informamos a las autoridades judiciales holandesas y el Centro de Documentación holandés y la policía holandesa recopilaron un grueso dossier de pruebas de criminalidad que fue entregado al Ministerio de Justicia de La Haya. El embajador holandés en Bonn notificó oficialmente el hecho a las autoridades alemanas y el fiscal de Munich que investiga los crímenes de guerra alemanes cometidos en los Países Bajos fue asimismo informado.
Sucedió, sin embargo, que aquellos crímenes de los que las autoridades holandesas podían hallar pruebas directas y contundentes, caían dentro del Estatuto de Limitación alemán. Hasta ahora no se ha pedido a los alemanes que concedan la extradición de Fischboeck a Holanda donde sus crímenes no entran en tal Estatuto.
Su permiso de permanencia en Alemania expiró el 6 de abril de 1966 y la policía fronteriza austríaca ha sido informada que no puede regresar a su país natal. Las autoridades holandesas intentan conseguir pruebas, mediante testigos y documentación, de que Fischboeck fue cómplice de asesinato, lo que no cae dentro del Estatuto alemán de Limitación. Todavía puede que le llegue el día al doctor Hans Fischboeck, «arianizador» maestro.