Para
la organización de estas misiones, que también fueron conocidas como
'reino jesuítico', se partió de la idea de que se trataba de una
conquista espiritual, realizada al margen de los intereses de la
encomienda, y por lo tanto en conflicto con la sociedad colonial. En 1639
se publicó la obra del padre Antonio Ruiz de Montoya, Conquista
Espiritual, en la que se resumían todos los planteamientos teóricos.
En 1609 se estableció la primera en San Ignacio Guasú, Paraguay, y le
siguieron otras cuarenta fundaciones situadas en torno a los ríos Paraná,
Uruguay y Tape que, a mediados del siglo XVIII contaban con cerca de
150.000 habitantes.La población guaraní, seminómada, tuvo que variar su
forma de vida y reunirse, bajo la dirección de los religiosos, en pueblos
de indios dispuestos en torno a una plaza en la que se celebraban todos
los acontecimientos públicos. En ellos las viviendas colectivas sólo
servían para almacenar los enseres, ya que la vida transcurría al aire
libre. Estos pueblos contaban con iglesia, colegio, talleres de diferentes
oficios artesanales, hospitales, cementerios y casa para viudas y estaban
rodeados por tierras dedicadas al cultivo intensivo, especialmente de la
yerba mate, que era uno de los elementos fundamentales del comercio, libre
de impuestos, con la sociedad colonial. La economía se organizaba a
partir del trabajo y la participación comunitaria de los bienes y el
intercambio se establecía a través de la reciprocidad entre sus miembros
y los diferentes pueblos. El guaraní fue la lengua empleada para la enseñanza
y la práctica de la doctrina cristiana.
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