Cuando decidí hacerme cargo de " EL DEDO EN LA LLAGA", pensé que sería una columna sobre educación, hablar del proceso enseñanza-aprendizaje de la manera tradicional; pero poco a poco llegué a la conclusión de que este espacio se iba a transformar en un espacio de reflexión sobre el proceso del crecimiento humano, del rescate de la razón por la que estamos aquí vivitos y coleando en este mundo.Espero fervientemente que coincidan conmigo y que me devuelvan al email: paseovip@yahoo.com.ar sus propias reflexiones; tirado el guante paso al tema de la columna de este número.

Navegar los mares de la vida, no es tarea fácil, hay que aprender a conocer los vientos, leer el cielo, hacerse socio de las olas para no zozobrar en las tempestades; y si el barco se hunde, reconocer cual es el " palito" del que podemos aferrarnos para llegar a la orilla. Una vez en la orilla elegir el sendero que nos lleve a un lugar seguro.

Ese es el viaje que todo ser humano realiza, con fogonazos de alegría, con pozos de tristezas, con remansos de paz, con escalas de amor...

La vida es un bien, un regalo, un don. Vivir es todo, lo bueno y lo malo, y para ayudarnos en el viaje tenemos que escuchar nuestro maestro interior, que se fue edificando desde que apareció el primer hombre y que nos vamos pasando de padres a hijos, que está allí, esperando que lo escuchemos. Lo podemos llamar intuición, sentido común,pálpito o corazonada, lo importante es saber que está, como un manual de primeros auxilios que cada uno trae incorporado.

Escuchémoslo, usémoslo, está en nuestro bagaje genético, es la hora de respetar nuestro potencial humano.

Cuando uno educa para la vida, sabe que " la lucha es cruel y es mucha pero lucha y se desangra con la fe que lo empecina"; aunque la letra del tango suene a catástrofe, rescato lo de la fe empecinada que nos alienta a pesar de los obstáculos. Educar para la vida es dar herramientas a nuestros hijos, es muchas veces decir NO, pero un NO que permite, que no cierra todas las puertas, dar opciones de vida, enseñar a elegir, permitir decidir, enseñar a escuchar desde el corazón.

Este es el desafío de la educación, dejar crecer con límites claros y prestando atención al maestro interior que siempre nos aporta la coherencia.

¡LOS ESPERO ! PATRICIA FARE

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