(Publicado en: Narrar identidades y memorias sociales. Esctructura, procesos y contextos de la narrativa folklórica.pp.: 251-57. Santa Rosa (La Pampa), Subsecretaría de Cultura de la Provincia de La Pampa, 2001).

 

SIGNIFICACION DEL DISCURSO DEL PAYADOR EN UN CONTEXTO RELIGIOSO CATOLICO. EL CASO DE LA MISA CRIOLLA DE TACUAREMBO (URUGUAY).

Ercilia Moreno Chá

(Instituto Nac. de Antropología)

 

La larga trayectoria del payador rioplatense, cuyo discurso ha estado teñido de implicancias patrióticas, ideológicas, políticas, sociales, pedagógicas o meramente pasatistas, y se ha desarrollado en muye diversos contextos rurales y urbanos. ha encontrado un nuevo escenario dentro de un contexto religioso que le es ajeno y novedoso. Pero desde comienzos del la década de 1970 ha encontrado en la República Oriental del Uruguay un nuevo escenario dentro de un contexto religioso que le era ajeno, y esta conquista de un ámbito diferente conllevó para el payador un nuevo rol, un nuevo carácter de su discurso y algunas innovaciones de contenido en su poética que serán tratadas a continuación.

En efecto, el payador de ambos países del Plata se ha ido insertando gradualmente en el desarrollo del ritual de la Misa Católica que se oficia en algunas fiestas camperas uruguayas; de todas ellas hay una que tiene especial relevancia y es a ella que nos referiremos. Se denomina "Fiesta de la Patria Gaucha", y tiene lugar anualmente desde 1987 en Tacuarembó, ciudad cabecera del departamento homónimo, en la región centro norte de dicho país vecino.

Tal como su nombre lo sugiere, esta fiesta única, está dedicada a reforzar y afianzar las tradiciones de la gauchas de la población rural de este país, convocando también a una nutrida concurrencia que proviene de Argentina, Brasil y Paraguay. En suma, se trata de una multitudinaria celebración de un modo de vida y la reafirmación de sus valores., en la que toman especial protagonismo las numerosas asociaciones tradicionalistas que acuden.

Con una participación de unas 40.000 personas, el evento se desarrolla a lo largo de cinco dìas, de miércoles a domingo, en fecha variable entre febrero y marzo de cada año, en las afueras de la ciudad en un parque ubicado en derredor de una laguna. Los diversos ámbitos sobre los que se desarrolla la actividad son los siguientes :

el predio en el que las diferentes sociedades tradicionalistas que acuden arman sus edificaciones que recrean viviendas, almacenes, corrales de animales, etc.

el ruedo de jineteada, en el que tienen lugar las actividades de competencia ecuestre durante todo el día

una feria artesanal

un predio en el que el público se instala en carpas para pernoctar

dos escenarios en los que los músicos uruguayos y argentinos contratados dan recitales nocturnos

los locales de expendio de comida y bebida

Cada uno de estos escenarios posee su público característico, siendo los dos primeros- el lugar de emplazamiento de las sociedades criollas o tradicionalistas y el ruedo donde se llevan a cabo las tareas de destreza campera-, el entorno donde el público rural se mueve con preferencia.

Estas sociedades - también llamadas aparcerías, por extensión del vocablo aparcero, que significa amigo o compañero-, se trasladan desde sus lugares de procedencia con su vestimenta típica, animales, mobiliario, carruajes y enseres domésticos, y se instalan en ramadas, tolderías o ranchos que allí construyen para la ocasión. Ellas convocan en torno al fogón de sus instalaciones a numeroso público que se entretiene en charla amena, en preguntas ilustrativas sobre tal o cual herramienta antigua, o bien escuchando música o cuentos, a la usanza tradicional.

Presenciamos esta fiesta en el año 1999, y concurrieron entonces 36 aparcerías, de las cuales 14 compitieron durante la fiesta sobre dos ejes: el rigor histórico de sus edificaciones (que debía responder al medio rural uruguayo de mediados del siglo pasado) y la destreza de sus jinetes en el ruedo.

El domingo, último día de esta fiesta, siempre se ha celebrado lo que se denomina Misa Criolla dándosele en Uruguay esta acepción de "criolla" a cualquier misa que cuente con presencia de instrumentos y/o ritmos tradicionales, y también- de un modo más específico- a la que se celebre con el acompañamiento de la obra homónima del compositor argentino Ariel Ramírez. Pero la misa celebrada durante este evento tiene como particularidad el protagonismo que cobran las sociedades tradicionalistas durante el momento del ofertorio, también llamado "de las ofrendas", una sección intermedia del oficio religioso.

En 1999 fueron catorce las aparcerías que hicieron su ofrenda, todas - salvo la última- con una temática inherente al mundo rural criollo al que pertenecen y representan. Ellas consistieron en un facón, un mechero, una manea, un sobeo, un mate y una pava, un conjunto de lazo, rienda y boleadoras, una cuna, una carda, una bandera, un vaso de asta y un par de espuelas, un par de botas de potro, un bolso que se usa en el recado, y un poncho. La última ofrenda consistió en pan y vino, en analogía con la que se efectúa durante la propia Misa.

Las aparcerías van siendo llamadas de a una por quien hace las veces de maestro de ceremonias. y una pequeña delegación de dos o tres de sus miembros ataviados con trajes típicos, se acerca al altar – una enorme tarima techada instalada al aire libre- donde el oficiante- el obispo de la Diócesis Tacuarembó-Rivera- muestra la correspondiente ofrenda a la feligresía con sus brazos en alto, para luego devolverla a la delegación..

Cada una de estas ofrendas fue acompañada de una décima improvisada por alguno de los cinco payadores invitados a participar, los que iban siendo seleccionados al momento por el conductor ya mencionado, que permanece en el altar junto al micrófono. Ese discurso poético, enmarca así el acto de la ofrenda misma, jerarquizándolo y relacionando al objeto mismo de la ofrenda con dos mundos, el del gaucho y el sagrado o religioso. En algunos casos se establece una sola de estas relaciones, y en otros el payador logra establecer las dos.

Como ejemplo de una décima que se relaciona con el mundo gaucho daremos dos. La primera , improvisada con la ofrenda de una carda con lana.

¿Dónde estás esquilador

que en el tiempo de la esquila

se te nublan las pupilas

y te resbala el sudor?.

Una ofrenda con amor

yo sé que vale y alcanza

hay que luchar con confianza

junto a la gente paisana

para encontrar en la lana

el calor de la esperanza.

 

(Marta Suint)

 

Como ejemplo de una décima que se orienta hacia el mundo de lo sagrado tenemos la siguiente, que se improvisó con la ofrenda de un sobeo (cuerda hecha con lonjas de cuero crudo)

:

Mi inspiración ya celebra

esa ofrenda que han traído

es fuerza que no se quiebra

se amalgama cada hebra

Por eso lo nombraré:

aquí hoy el pueblo se vé

junto a Dios, junto a la Cruz

como tres tientos de luz

para un sobeo de Fe.

(José Curbelo)

La última décima improvisada, corresponde siempre a la ofrenda del pan y el vino - en analogía a lo que el celebrante de la Misa ofrece dentro de este ritual- y se dice en la modalidad denominada "a media letra", en la que la estrofa es enunciada por pares de versos alternados por cada participante.

 

- Como en la Ultima Cena,

Señor, estamos contigo.

- El techo nos dá su abrigo

nos besa el agua serena.

- Miramos la tierra buena

que nos abre mil caminos.

- Y en la emoción de este trino

todos lo comprenderán:

- De tu carne tomo el pan

de tu sangre, bebo el vino.

(Gabino Sosa- Juan Carlos López)

Tenemos aquí al payador, sacado de su contexto habitual contemporáneo- jineteadas, teatros, bares, encuentros académicos, guitarreadas, etc.- y ubicado en un nuevo escenario, en medio de un ritual religioso católico que responde a sus propias normas. Su presencia en esta misa de Tacuarembó es uno de los elementos que confluyen para hacerla más "gaucha", pero no es el único, ya que a su presencia fuertemente ligada a la de las aparcerías, aparecen también otros elementos , como son- por ejemplo- algunas partes el guión que el conductor va leyendo durante el oficio que está en lenguaje gauchesco, o el Evangelio según San Juan que se leyó ese día, escrito en sextinas y octavas de igual tenor, y fuera dado a leer a dos payadores.

Esta imbricación de elementos gauchos dentro del oficio religioso se potencia....

En medio de este escenario que no le es tradicional, el payador rioplatense ha mantenido su cualidad más específica, cual es la de improvisar en poesía. En lo formal, su discurso mantiene la estrofa en décimas espinelas y ha retenido el uso del lenguaje campero que le es tradicional, como así también los referentes simbólicos de su propio mundo (Moreno Chá 1997). Ejemplificaremos esto último con la siguiente décima, improvisada cuando entrara una sociedad tradicionalista con la bandera del departamento de Cerro Largo de donde provenían, y en el que naciera Carlos Molina, insigne payador oriental ya desaparecido.

La trajeron sin apuro

con infinito cariño

la transportaron tres niños,

son las manos del futuro.

Como el símbolo más puro

hoy bandera aquí estás tú,

tan criolla como el ombú

tierra agachada, genuina,

que es la tierra de Molina

y de Juana de Ibarbourou.

(José Curbelo)

Otro ejemplo de presencia de referentes simbólico, lo tenemos en la evocación de los hechos o los héroes de la patria, tan frecuente en el mundo del payador rioplatense. La siguiente décima se improvisó cuando se ofrendó una maleta, nombre que se le dá en el Uruguay a un bolso pequeño que se lleva atado al apero de montar.

¡Ay!...quién pudiera lograr

llevar en una maleta

los sueños de los poetas

que nunca tienen lugar,

los tiempos del verbo "amar",

todas las voces amigas,

y que la Patria consiga

mantener los ideales

de los criollos orientales

y José Gervasio Artigas.

(Marta Suint)

Tanto el contenido como el mensaje del payador rioplatense de hoy , están fuertemente pautados por el contexto individual del momento y por el situación (Bauman, 1983). Es por ello que su discurso puede ir adquiriendo difernete carácter: descriptivo, narrativo, picaresco, didáctico, contestario, jactancioso, etc. Pero hay un rasgo que se mantiene constante más allá de cualquier contexto, y es el de la evocación .Así se manifiesta también en esta circunstancia, en que la ofrenda consistió en un mate y una pava, comúnmente denominada "caldera" en el país vecino.

Veo una imagen campera

mientras se aleja una tropa

el eco de un "¡opa-opa!".

veo un fogón y una caldera,

calurosa compañera

del descanso del paisano

y es símbolo soberano

y de tremendos quilates

cuando se hermana en el mate

la confesión de dos manos.

 

(Mariela Acevedo)

Pero contrastando con la permanencia de estos rasgos de contenido que venimos señalando, aparece en festa ocasión un carácter absolutamente nuevo en su mensaje, y es el de la plegaria , la súplica para conseguir algo determinado. Este rasgo se percibe claramente en la siguiente décima, que acompañó la ofrenda de un facón, cuchillo de uso habitual en la población rural cuya actividad se relaciona con la tierra o el ganado., y que a veces suele también usarse para otros fines que no son laborales.

 

Un facón, el compañero

de los hombres campesinos

que pelean su destino

desde que brilla el lucero.

El facón, un compañero

de este paisano y aquel,

haz Señor que el gaucho fiel

siempre a su .lado lo vea,

nó como arma de pelea,

para trabajar con él.

 

(Gabino Sosa)

Es justamente cuando el discurso del payador adquiere carácter de plegaria, donde más claramente se manifiesta la calidad de mediador en que es colocado /ha adquirido dentro del ritual católico.

Los payadores se encuentran al costado del altar y cada uno de ellos se adelanta hasta el micrófono en el momento en que es invitado a improvisar, para luego volver a unirse a los demás payadores, que permanecerán de pie durante el oficio, junto al altar. Es durante el lapso de su intervención que toma la representación de la aparcería que le es asignada en el mismo momento en que ella es convocada para hacer su ofrenda.

Es entonces que el payador deja de ser un artista de espectáculo para adquirir este nuevo rol donde su poesía inspirada , ahora sacralizada, interpreta el sentido de cada ofrenda y la resignifica, llegando en algunos casos a darle un sentido preciso de petición que adquiere el carácter de plegaria colectiva (Mauss, 1970). Este carácter de mediador entre las aparcerías y el mundo sagrado surge de la competencia y la autoridad que ellas, la Iglesia Católica y el resto de la audiencia reconocen en el mensaje del payador, que ha retenido forma, léxico y sintaxis propios par interceder, sin adoptar los de la oración católica.

En esta incursión en el terreno de lo sagrado, el payador no se desprende del discurso que le es habitual en sus actuaciones. Tal como hemos visto precedentemente, desarrolla su mensaje en la estrofa poética que ha preferido durante todo el siglo XX - la décima espinela- haciendo uso de vocablos de uso rural, busca las evocaciones que pertenecen a su propio mundo y también hace gala de recursos poéticos que le son habituales como las metáforas y las alegorías, dando muestra de su rasgo más específico: el de poeta improvisador.

Es claro que durante esta Misa, bien podría requerirse el concurso de recitadores con texto escrito, que cumplieran la misma misión que el payador respecto de cada ofrenda, pero es su facultad de improvisar la que lo califica para esta tarea y también su gran valor simbólico como arquetipo del gaucho cantor. Sin embargo, en esta ocasión, su doble discurso construido tradicionalmente sobre la poesía y el canto, se vé privado del elemento musical, tal como sucede en otras intervenciones suyas en actos patrióticos, ceremonias fúnebres, etc. en que se considera inapropiado su canto, pero nó su poesía improvisada.

En este caso, el acompañamiento musical que se le efectúa a la intervención de cada payador es el de un tipo de milonga que es el característico acompañamiento del recitado criollo, ejecutada por un miembro del conjunto musical que acompaña la totalidad de la ceremonia. En suma, el tratamiento que se le dá es el de un recitador, pero su intervención es requerida por su carácter de payador, y por la construcción simbólica que la literatura gauchesca de nuestra región elaboró sobre su figura a través de personajes como Martín Fierro o Santos Vega.

A su vez, desde el punto de vista poético, su quehacer en este ritual es análogo al que viven los payadores durante un espectáculo, cuando piden al público que sugiera los temas para mostrar su oficio improvisando al momento.

Otra analogía con la práctica habitual del payador, se nos presenta en la última de las ofrendas, que es siempre improvisada del mismo modo que en la actualidad se cierra una payada de contrapunto: cantando cada payador dos lineas de versos en forma alterna.

Su actividad se inserta en una ceremonia ritual donde su intervención es un episodio dentro de un evento mayor y el payador se encuentra frente a una audiencia accidental que presencia su actuación como parte de otro evento que es el verdadero elemento convocante (Finnegan, 1992).

Su audiencia ha dejado de ser aquí un público más o menos homogéneo , para pasar a ser un grupo conformado por una feligresía heterogénea, el rupo oficiante de la Misa con sus acólitos, y los músicos que aompañaron toda la Misa, haciendo oir -justamente- la "Misa Criolla" del compositor argentino Ariel Ramírez.

Tenemos aquí al payador sacado de su contexto habitual contemporáneo -jineteadas, bares, teatros, encuentros académicos, guitarreadas, etc- y ubicado en un nuevo escenario en carácter de mediador, inmerso en un ritual religioso católico que responde a normas propias. Su incorporación en esta Misa de Tacuarembó es uno de los elementos que confluyen para hacerla más "gaucha", pero no es el único, ya que a ella se suma la presencia de las aparcerías y también otros elementos, como son - por ejemplo- algunas partes del guión que el conductor va leyendo durante el oficio que está en lenguaje gauchesco, o el trozo de Evangelio según San Juan que se leyó ese día, escrito en sextinas y octavas de igual tenor, y fuera dado a leer a dos payadores.

Esta imbricación de elementos significantes dentro del oficio religioso se potencia junto al clima de tradicionalismo que imopera durante los cinco días de fiesta y consideramos que la figura del payador, con toda la carga simbólica que surge de su presencia y su mensaje, refuerza la presencia de lo gaucho en la misa de reivindicación identitaria que es la Fiesta de la Patria Gaucha.

 

BIBLIOGRAFIA

 

- Baumann, Richard. "The study of folklore in context". En: Handbook of American Folklore, ed. Richard Dorson, pp. 362-67. Bloomington, Indiana University Press, 1983.

- Finnegan, Ruth. Oral Traditions and the Verbal Art. A Guide to Research Practices. Londres, Routledge, 1992.

- Mauss, Marcel. "La oración". En: Obras I. Lo sagrado y lo profano: pp. 93-142. Barcelona, Barral Editores, 1970.

- Moreno Chá, Ercilia. "Acerca de las normas y recursos de la payada urbana rioplatense contemporánea". En: Actas de las IV Jornadas de Estudio de la Narrativa Folkclórica : pp. 251-57. Santa Rosa (La Pampa), Subsecretaría de Cultura de la Provincia de La Pampa, 2001.

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