-Esto… ¡¡Esto es
indescriptible!! ¡¡La explosión ha envuelto tanto a Pupitar como a
Sneasel!!
-¡Sería impensable que soporten semejante cosa!
No existía nada para los ojos de Shin tanto como los de Touji, fuera del
humeante campo de batalla. Ambos sabían bien que el resultado del
encuentro se decidiría ahora.
-El humo empieza a disiparse y nos permite ver que ocurrió con los
pokemon…
-Se pueden ver dos figuras… si, efectivamente son ellos y… ¡¿Qué?! ¡¡Ambos
están de pie!!
Ahí estaban Kosuke y Oni, frente a frente, la mirada de uno se clavaba
como espinas en la del otro, sus espíritus ardían como nunca, pero sus
cuerpos estaban destrozados; Su estado era tan lamentable que las cámaras
ni siquiera querían enfocarlos.
-¡Los pokemon se rehúsan a rendirse!
-Pero no podrán seguir peleando, en 30 segundos se declarará empate
técnico si no hay un ganador establecido.
Los segundos corrían rápido, demasiado rápido para lo que Touji y Shin
hubieran querido, no querían un empate, y mucho menos un empate técnico,
querían ganar.
-¡¡Oni, ataca!!
-¡¡Kosuke, no te rindas!!
Las bestias tensaron los músculos, como si estuvieran a punto de saltar
una sobre otra, y así se quedaron, inmóviles, apenas y podían oír el
conteo que llevaban los espectadores.
-¡¡Veinticinco!!
Querían seguir peleando, más que cualquier otra cosa, pero ya no podían, y
lo sabían muy bien. Había sido una gran batalla, ambos estaban conformes
con ella, y la recordarían siempre. La hostilidad desapareció de sus
miradas.
-¡¡Veintinueve!!
Oni bajó los brazos, dio un último suspiro, y cayó.
Los ojos de Shin se abrieron de par en par.
-¡¡El tiempo se terminó, Sneasel ha caído!!
Todos guardaron silencio sepulcral, esperando el resultado oficial del
combate.
-¡¡Es un empate técnico!!
-Se decidirá quien pasa a la final mediante un duelo de muerte súbita, que
se realizará dentro de tres días.
Las reacciones que generó esto fueron de las más variadas: festejos de
parte de los seguidores de Shin, y un inmenso repertorio de insultos y
abucheos del lado de los de Touji.
-¡¿Empate?! –gritó Harry histérico –¡¡¡Hijos de puta!!! ¡¿No ven que
Sneasel esta en el suelo?!
El griterío de protesta era tal que tuvieron que interrumpir la
transmisión por TV.
-¡¡¡Jueces de mierda, me cago en sus madres!!!
-¡¡¡Es una injusticia!!!
Pero Touji no escuchaba, estaba inmóvil, con la mirada inexpresiva.
-“¿Empate? Después de todo el esfuerzo y la sangre derramada ¿empatamos?”
No pudo evitar caer de rodillas al suelo, y arrancar con furia un puñado
de hierba.
-Touji… -murmuró Rika.
Los insultos de toda calaña hacia los responsables de la decisión no
cesaban.
Shin estaba muy silencioso, no se había movido desde que escuchó el
veredicto de los jueces.
Entonces empezó a caminar con calma, se dirigía hacia el réferi, al ver
esto, los abucheos se detuvieron.
No pudieron escuchar las palabras que cruzaron, pero la expresión de Shin
se veía aún menos amigable que de costumbre.
Todos lo siguieron con la mirada cuando se alejó de ahí y empezó a subir
por las gradas, sos ojos gélidos impedían que alguien se atreviera a
acercársele o hablarle. El profesor Oak le gritaba desde abajo, en vano.
Touji se puso de pie y observó con perplejidad como se dirigía con las
manos en los bolsillos hacia la cabina que estaba al lado de la de los
pobres locutores.
La gente que estaba sentada cerca pudo oír algún: “¡Hey, no podes entrar
acá!” acallado por un golpe. Shin entró a la cabina de los jueces.
Hubo un completo silencio, al cabo de dos minutos, el entrenador salió,
como si nada hubiera pasado, y regresó a su lugar.
Un murmullo generalizado creció entre el público, hasta que finalmente la
voz de uno de los locutores se hizo oír:
-¡Ehem! La organización pide disculpas al público y a ambos competidores
por este malentendido, el resultado del encuentro ha sido re establecido.
-Se llegó a la conclusión de que Sneasel cayó antes de finalizar el
conteo, y eso significa…
-Que el ganador de este combate y quien pasa a la final del torneo de la
Convención Plateada es… ¡¡¡¡Touji Watsuki!!!!
Los gritos, los festejos, el escándalo ensordecedor, todo fue ignorado.
Touji y Shin caminaron hacia el centro del campo.
El entrenador de ciudad Viridian tomó a su Sneasel en brazos, y las
palabras que salieron de su boca no parecieron ser suyas:
-Oni, nunca dejarás de enorgullecerme.
Touji se encontraba ahora reanimando a Kosuke, quien había caído durante
todo lo anterior.
-Gracias… muchas gracias –le dijo al abrir éste los ojos. Los entrenadores
guardaron a sus pokemon y se pararon frente a frente, mirándose fijamente.
Y en aquel momento, ocurrió algo que nadie, ni en un millón de años,
hubiera esperado:
Touji y Shin estrecharon manos, un apretón fuerte y seguro, lleno de honor
y respeto.
Las palabras no fueron necesarias; cada uno sabía lo que el otro sentía.
Dieron media vuelta, y se alejaron, con miles de personas clamando sus
nombres a gritos.
-¡¡Salud!!
Seis copas chocaron entre ellas con un alegre tintineo.
-¡Sabía que lo lograrías! –festejó el Profesor Elm tras dar un largo sorbo
a su copa de champagne.
-¡Esa fue la mejor batalla que he visto en mi vida! No puedo creer que
semejante vago inútil haya podido pelear así… -comentó Harry.
Touji, Rika, Harry, Reiko, Hikari y el profesor Elm estaban celebrando la
victoria del primero en el restaurante del hotel.
-La verdad a mi también me sorprendió, nunca lo creí capaz… -soltó Hikari.
-Gracias por la confianza chicos, gracias –replicó Touji fastidiado.
El profesor Elm dio a Touji toda clase de felicitaciones, y este se sintió
muy avergonzado al ser señalado por absolutamente todo el mundo en el
restaurante. La fama no le molestaba, pero en algunos casos podía tornarse
muy embarazosa.
Pero había dos personas en la mesa que no festejaban.
Touji se fue a sentar al lado de Rika, con una copa en la mano;
-¿Qué pasa? Te noté muy callada hoy… -le dijo en tono preocupado a la
chica, quien en ese momento carecía de su siempre presente sonrisa.
-No es nada, no te preocupes.
-¿Segura?
-Claro, todo esta bien –y sonrió.
Touji soltó un suspiro de alivio, y siguió comiendo.
Del otro lado de la mesa, Reiko estaba muy pensativa; se alegraba de que
Touji haya ganado el combate, nadie lo merecía mas que el, pero había otra
cosa en su cabeza que no le permitía estar del todo feliz…
Pasaron tal vez dos horas, la mayoría de los clientes se había retirado a
descansar, pero en la mesa de Touji y compañía había más y más botellas
vacías.
Los pokemon de Touji ya habían sido completamente restaurados por las
eficientes enfermeras, y descansaban en el centro pokemon.
El entrenador había bebido en demasía, y se estaba asando ahí dentro.
-Voy a dar una vuelta –dijo a los demás mientras se ponía de pie con
esfuerzo y se dirigía con paso vacilante hacia la puerta.
El profesor Elm se alegró de que no hubiera nadie para verlo, esa no era
la imagen que quería que su prometedor alumno mostrara.
El fresco aire nocturno le sentó bastante bien, levantó la mirada hacia
las estrellas, y comenzó a caminar sin rumbo fijo.
No había un alma en las calles, “todo se puede ver con mas claridad así”
pensó.
Y sin proponérselo, terminó llegando a la sagrada fuente del Meganium,
Typhlosion y Feraligatr. Se asomó para ver su reflejo en las calmas aguas,
y al no encontrarlo, sumergió su cabeza en ella, sin importarle los
Magikarps que salieron nadando espantados. Se sacudió el cabello y se
sentó en el borde, con el agua resbalando por su cara. Aquel era un lugar
muy tranquilo para estar solo y pensar…
-Hermosa noche ¿No? –dijo volviendo a ver el firmamento.
-Lo último que quiero es tu compasión, así que desaparece –dijo la fría
voz de Shin. El muchacho estaba sentado en lo alto de la cabeza del
Meganium, como una figura alimentada por las sombras de la noche.
-Dale Chino, no seas antisocial y bajá.
Silencio.
-Bueno, ya que estamos tan conversadores –dijo Touji, irónico –te voy a
confesar algo.
-Lo siento, hay otra persona –repuso Shin con sorna.
Touji se cayó al agua.
-¡¡Idiota!! –gritó cuando salió, empapado.
Ambos se quedaron en silencio, y después soltaron una carcajada, el
primero se reía de lo borracho que estaba, el segundo de su propia broma.
-Sabes, hoy, cuando saliste de la cabina de los jueces, y declararon mi
victoria, te tuve… envidia –declaró Touji, no sin cierta vergüenza.
Shin se mostró perplejo:
-¿Y por que sería? Perdí.
-No boludo… lo digo por lo que hiciste, querías ganar tanto como yo, y
teniendo la posibilidad de derrotarme en muerte súbita, fuiste a reclamar
el resultado… yo no me habría atrevido a hacer tal cosa…
-No pareces entender que es lo que me motiva.
-¿Qué?
-Yo no peleo por un estúpido trofeo, ni por el titulo de campeón, esas
trivialidades me tienen sin cuidado. Yo peleo…
-Para ser mas fuerte –finalizó Touji.
Hubo una pausa, una ráfaga de viento frío sopló con fuerza, barriendo
algunas hojas secas del suelo.
-Ella te lo contó ¿cierto? –soltó Shin con amargura.
-Si hablas de Rika…
-Ya veo.
-Pero no te enojes con ella, realmente estaba muy preocupada por vos, y le
insistí mucho para que me lo dijera.
-Eso no cambia nada.
-¡Si cambia! –gritó Touji –Yo… yo también perdí un ser querido… a mi
madre, y ahora a mi hermano...
Nuevamente silencio.
-Lo que quiero decir es… no dejes que tu pasado te consuma, a pesar de
todas las cosas terribles que nos pasen, dejarnos tragar por el deseo de
venganza no va a hacer que los muertos regresen…
-Esa noche que llegué a mi casa… ¿sabes lo que encontré cuando entré?
–dijo inexpresivamente, y continuó sin esperar respuesta –Una mano.
-¿Una… mano?
-Si, una mano, la mano de mi madre, retorcida y desesperada, a mis pies,
sobre un charco de sangre.
Touji ahogó una exclamación de horror.
-Pero eso no fue nada… -continuó Shin, sin denotar ningún sentimiento –Mi
padre, mi hermana mayor, mi hermana menor, y mi abuelo, estaban… clavados
en la pared… había sangre regada por todas partes, en el techo, en las
paredes, en el suelo…
-Chino…
-¿Y me pedís que deje a un lado mi deseo de venganza? ¿Cómo deshacerme de
lo único que me mantiene con vida? ¿Acaso no harías lo mismo que yo si
supieras quien asesinó a tu madre?
Touji no pudo replicar, realmente no podía, el tenía razón.
Shin se bajó de la estatua de un salto, y sacó la pokebola de su Pidgeot.
-¿Ya te vas?
-Ya no tengo nada que hacer acá.
-Solo… no hagas locuras, si algo te llega a pasar, se de algunas personas
que van a lamentarlo.
-No sos la persona indicada para enseñarme como vivir.
-Espera un poco… alguien querrá hablar con vos antes de que te vayas…
-Tsk…
-Suerte –dijo Touji, antes de levantarse de la fuente y alejarse.
-¡No la necesito! –le gritó Shin antes de verlo desaparecer.
Las calles seguían igualmente oscuras y silenciosas. Touji sonrió al
cruzarse con una chica en el camino.
Pidgeot rasgó el suelo con sus garras, su mirada tranquila contrastaba con
unas ganas enormes de levantar vuelo.
Shin le ató sus fardos en la espalda y le dio unas palmadas en el pico. Se
acomodó para subirse a el, pero…
-¡¡¡Espera!!! –Reiko se detuvo frente a el.
Shin se volvió, sorprendido.
-No… no lo hagas –dijo la chica, recuperando el aire, se notaba que había
corrido un buen rato.
-No molestes.
-¡No te hagas el desentendido! Te conozco, se muy bien lo que planeas
hacer, es un suicidio ¡no vayas!
-Se muy bien lo que hago, no interfieras.
-No ¡no sabes! ¡Dejándote matar por ellos no vas a solucionar nada!
-¡No entendés! ¡No hay forma de que ustedes entiendan! ¡Fuera del camino!
–gritó Shin casi escupiendo las palabras.
-¡Vos no entendés! No te das cuenta que… si murieras… ¡¡¡Sos un idiota!!!
–Reiko dio media vuelta, con una mezcla de ira y dolor, pero Shin la
agarró del brazo, y la atrajo hacia si mismo. Tan cerca estaban, que los
ojos pardos de una se reflejaban en los ambarinos del otro.
-No voy a morir… -le dijo en voz baja, casi un susurro apacible, muy
diferente a su gélido tono habitual.
-Pero… -empezó a decir Reiko, enrojecida.
Y en ese momento, el se inclinó hacia ella, y la besó.
El tiempo dejó de correr, el viento se detuvo, aquello no parecía real.
Cuando el beso terminó, Shin simplemente subió de un salto a su Pidgeot.
-Nos volveremos a ver –dijo antes de despegar con majestuosidad, y
perderse en el sereno cielo nocturno.
Reiko fue incapaz de pronunciar palabra hasta verlo desaparecer, estaba
todavía demasiado sorprendida.
-Sos un idiota… -Dijo finalmente. Sonrió, y emprendió el regreso al hotel.
Transcurrieron los días, y un temor rondaba constantemente la
cabeza de Touji. En aquel momento, lo mas probable era que Rika estuviese
combatiendo arduamente (o tal vez no) en la semifinal, había decidido de
antemano no ir a verla, el pensar que lo mas seguro era que iba a competir
con ella en la final le ponía la carne de gallina. “Rika va a ganar,
siempre gana” pensaba, no quería tenerla de oponente, de ninguna manera.
Miles de ideas se le habían pasado por la mente; fingir enfermedad,
retirarse, o simplemente escapar, pero después se avergonzaba enormemente
de haber llegado a pensar en soluciones tan patéticas.
Shin se había ido a quien sabe donde, Reiko y Hikari estaban viendo la
batalla de Rika, Harry fue el único que accedió a quedarse con el “Solo
porque me das pena” arguyó.
Decidió que estar pensando en eso no lo iba a ayudar en nada, así que
fueron a dar una vuelta por la calle principal.
-Y che… ¿Que vas a hacer si ganas? –le preguntó el chico mientras
caminaban, mirando algún que otro aparador. Los entrenadores que aún
quedaban eran pocos, pero seguía estando plagado de turistas, aunque la
gran mayoría estaba viendo el titánico encuentro de semifinal.
Touji no respondió, estaba mirando a un chico de pelo castaño con un
insecto rojo en su hombro, que a su vez miraba en todas las direcciones,
como buscando a alguien.
-¡Tim! –lo llamó Touji. El muchacho se volvió, y una enorme sonrisa se
dibujó en su cara.
-¡Touji! ¡Harry! ¡Por fin los encuentro! –gritó mientras se acercaba a la
carrera, llevándose de largo a una rechoncha mujer. Touji y Harry ahogaron
una carcajada al verlo inclinarse repetidamente, pidiendo disculpas.
-No puedo creerlo ¡Estas en la final! –exclamó emocionado, sin darse
cuenta que su helado de chocolate se estaba derritiendo. El clima estaba
bastante pesado, así que una parada en una heladería no fue rechazada por
nadie.
El pokemon en su hombro era diferente al pequeño Ledyba, era un poco mas
grande, y mucho mas esbelto y elegante, un Ledian.
-Aún recuerdo el día que nos conocimos… ¡Nunca imaginé que un tipo tan
torpe que no sabía lo que era un cambio pokemon llegaría a estas
instancias!
-¡¿A que viniste?! –dijo Touji, molesto, mientras Harry soltaba una
risita.
-Bueno, el otro día, cuando paré en un hotel de camino para acá, estaba
viendo por televisión tu batalla contra Shin-Tao ¡fue increíble! y cuando
declararon el empate, la transmisión fue interrumpida. Me pareció muy
raro, así que pensé que era mejor averiguar que había pasado, ni bien
llegue me enteré que habías ganado vos, y aunque desde hace tres días que
te busco, no podía encontrarte. Dije que nos veríamos acá ¿Te acordas?
-Me acuerdo, me acuerdo…
-Voy a apoyarte en la final ¡Vas a necesitar toda la ayuda que se pueda
conseguir!
-Gracias… -respondió Touji mientras se contenía para no golpearlo.
Apoyó la cabeza en las manos, con un suspiro.
-¿Qué pasa? –preguntó Harry -¿Ya te cagaste?
-¡No es eso! Es que… pensé que mi viejo iba a venir… -dijo tímidamente, le
avergonzaba admitir que quería ver a su padre.
Harry le dio una dolorosa palmada en la espalda.
-Vamos, vas a ver que tu papa va a venir ¿Se perdería la oportunidad de
cagarte a pedo personalmente?
-No creo que venga…
Una voz ruda y firme les llamó la atención:
-¡¿Esa es la confianza que tenés en tu padre?!
Touji se cayó hacia atrás, con todo y silla, y vio los pies de su padre.
-¡Deja de perder el tiempo y levantate!
-¡Papá! –el muchacho se quedó unos instantes en esa extraña posición,
hasta que se dio cuenta que todos en la heladería lo estaban viendo y se
puso de pie de un salto.
-Vi-viniste…
-Por supuesto que si, llegaste a la final, tal y como yo predije.
-Pero si siempre dijo que era un inútil… -murmuró Harry a Tim.
Touji sonrió, todos estaban ahí para desearle suerte, para apoyarlo, se
sintió reconfortado y a la vez avergonzado, avergonzado de haber pensado
en la posibilidad de renunciar y defraudarlos.
Se quedaron charlando (o mejor dicho, Touji se quedó escuchando los gritos
de su padre) durante alrededor de una hora mas, hasta que el padre de
Touji fue a buscar hotel, y Tim se fue a “atender unos asuntos” Por lo que
Harry y Touji continuaron su caminata, ya conocían casi todo el lugar como
la palma de su mano, pero aún así no tenían nada mejor que hacer, ya
estaba atardeciendo.
-Bueno, voy a volver, Rika ya debe haber terminado de pelear, y quiero
saber como le fue –dijo Harry -¿venís?
-No –respondió, un edificio de techo semicircular a lo lejos le había
llamado la atención –mas tarde te alcanzo.
Harry se encogió de hombros, y se marchó.
Touji se dirigió hacia aquel lugar, intrigado, la fachada del edificio
parecía algo mas antigua que la de la mayoría del complejo. Un sendero de
mármol bordeado por estatuas que representaban diversos pokemon conducía a
la plataforma (bastante elevada) donde estaba emplazada la construcción.
Al llegar a las enormes puertas del edificio, Touji pasó la mano por una
espectacular pokebola tallada sobre ella.
-“Debe estar cerrada” –pensó de inmediato, pero instintivamente empujó
hacia adentro con fuerza, y para su sorpresa, las puertas cedieron.
Touji entró, algo dudoso, aquello era muy extraño, si ese lugar estaba
permitido para el público ¿Por qué nunca lo había visto en los folletos?
¿Y porque no había un alma mas que el ahí?
Se sintió intranquilo, la luz del lugar era muy pobre, así que buscó a
tientas alguna llave o interruptor, sin éxito.
A pesar de que la visibilidad era mala, podía distinguir el brillo de
varias vitrinas de cristal, se acercó a una de ellas, cuando las luces se
encendieron repentinamente.
Touji miró a su alrededor, nervioso, pero la curiosidad fue mas fuerte, y
se puso a ver las fotografías detrás de los cristales.
-Ese debe ser… ese tipo que salió campeón siete años consecutivos… Ash
Ketchum… -dijo Touji mientras veía la foto de un chico de tal vez 17 años,
de cabello y ojos oscuros, y una gorra roja y negra, se veía sumamente
feliz. Un Pikachu estaba sentado sobre sus hombros. Detrás de el se podían
ver otros pokemon; un Charizard de intensa mirada, un Blastoise, y un
Venusaur. Todos parecían sumamente poderosos.
Touji recorrió la sala lentamente, hasta llegar a ver otra foto; era
grupal, pero pudo reconocer en el centro al mismo chico de la gorra, con
unos cuantos años menos.
-Sabía que tarde o temprano vendrías a este lugar –dijo la voz de un
joven.
Touji se volvió, sorprendido, para ver a un tipo con un largo sobretodo
marrón, y la mirada oculta bajo un sombrero.
-Uff, esta cosa ya me estaba dando mucho calor –dijo el extraño mientras
se bajaba las solapas y se quitaba el sombrero.
-¡¡Us-usted es!!
-Si, así es… yo soy…
-¡¡Es ese tipo raro que me atacó con su Blastoise en mi primer día de
viaje!!
El extraño tropezó.
-¡¿Aún no me reconoces?! ¡Idiota, yo soy Ash Ketchum!
Touji tardó un poco en reaccionar:
-Un momento… si es verdad eso ¿Dónde esta tu Pikachu?
Tras estas palabras, el amarillo pokemon salió desde atrás de las piernas
de su dueño. Era un tanto mas pequeño que Denkeshi cuando era un Pikachu,
pero en su mirada se podía ver que no era un pokemon normal.
-Ok… me la creo, vos sos Ash, la leyenda viviente… -dijo Touji mientras
hacía rodar sus pupilas.
Ash soltó una carcajada, su voz era joven y alegre.
-¿Por qué es tan difícil de creer?
-Para empezar… no creo que alguien tan importante se vista… así –le espetó
Touji señalando con desprecio el particular atuendo de su interlocutor.
-Veras, me encanta venir a los torneos de la Convención Plateada, me traen
bellos recuerdos, pero no me gusta ser reconocido.
-¿Y porque no participas?
-He participado mucho ya… y tuve muchas satisfacciones en el estadio
Plateado, pero estoy de descanso de grandes competencias por algunos años
–y sonrió.
A Touji le pareció un tipo muy sencillo a pesar de su inmensa fama,
siempre había imaginado que sería alguien completamente diferente.
-Esta bien, pero entonces ¿Qué sabes de mi? ¿Por qué apareces acá así como
así?
-En realidad, estaba esperando el momento apropiado para hablar con vos, y
este Salón de la Fama es un buen lugar ¿no crees?
-Si, pero…
-¿Cómo esta Kosuke?
Touji se quedó helado:
-¡¿Qué sabes de mi hermano?!
Ash se rascó la cabeza.
-¿Tu hermano? Lo siento, creo que me malentendiste, yo me refería a tu
pokemon.
-Ah… pues, esta bien, ¿Por qué?
-Me alegra, me alegra mucho… ese Kosuke… es un pokemon muy especial ¿lo
sabías? –dijo mientras su Pikachu trepaba por su brazo hasta ubicarse en
su hombro.
-Ya son varias las personas que me dicen eso, pero…
-Soy un buen amigo del profesor Oak y el profesor Elm –dijo, cambiando
abruptamente de tema, cosa que empezaba a confundir a Touji.
-¿Y que con eso?
-Me gusta capturar pokemon raros para ayudarlos en sus investigaciones
–hizo una pausa, miró la foto grupal que estaba viendo Touji unos
segundos, y continuó –además suelen pedirme que consiga pokemon
principiantes para entrenadores que se inician.
Touji empezó a entender hacía donde iba la conversación.
-Entonces ¿vos atrapaste a…?
-Estuve entrenando durante mucho tiempo solo, en lo más profundo del Mt.
Silver, lugar donde solo unos pocos privilegiados pueden entrar. Ahí
encontré muchísimos pokemon interesantes, muy poderosos. Cierto día hallé
una particular roca encogida, pero al acercarme, noté que no era una roca,
sino un Larvitar.
Touji escuchaba con suma atención.
-El Mt. Silver es el único lugar del mundo donde se pueden capturar estos
pokemon, y aún a pesar de que llevaba ahí varios meces, solo había podido
ver unos pocos. Ese Larvitar era muy pequeño, sin duda acababa de nacer,
pero no se veía asustado, por el contrario, en cuanto me vio trató de
atacarme, pero lo capturé sin problemas. Como hago cada vez que atrapo un
pokemon interesante, lo llevé para que lo examinaran, y como el Profesor
Elm justamente estaba en la zona, se lo encargué a el.
-¿Podrías avanzar un poco?
-Seguí con mis asuntos normalmente, cuando recibí una llamada urgente del
Profesor; había estado estudiando al Larvitar y…
-¿Y que?
-Touji, el Larvitar que recibiste para empezar tu viaje pokemon, no es
normal.
-¿Cómo que no?
-No, verás, tu pokemon es… genéticamente perfecto.
-¿Qué significa eso? –preguntó el chico, confundido.
-Significa que sus genes están al máximo de lo que su especie puede
desarrollar.
-No… no entiendo…
-Te lo haré mas simple, si analizáramos todos los Pupitar de exactamente
el mismo nivel que el tuyo, ninguno sería capaz de superarlo, por que
Kosuke es genéticamente perfecto.
-Entonces…
-Pero aún no ha dado el paso más grande para alcanzar su máximo potencial…
-¿De que estas hablando?
-Bueno Touji –Ash dio media vuelta, se acomodó el sombrero y subió las
solapas de su sobretodo hasta las orejas –estaré viendo el combate final,
te deseo mucha suerte.
-¡Espera!
-Y Touji… me alegra que un pokemon tan especial haya caído en tus manos,
no lo desperdicies –y tras esas palabras, se retiró.
El entrenador se quedó muy confuso, tratando de digerir la información que
había recibido. Se quedó unos segundos en silencio, hasta que miró su
reloj y se percató de lo tarde que era. Se dirigió a la puerta, pero algo
le llamó poderosamente la atención; una fotografía en la pared. Touji se
acercó, había tres personas, abrazadas de los hombros; la del centro era
muy parecida a él, aunque algo mayor, tenía un pañuelo amarrado alrededor
de su frente, y a sus pies descansaba un enorme y espectacular trofeo.
“Hermano…”
Las otras dos personas eran una chica y un chico, de más o menos la misma
edad, a Touji se le hicieron extrañamente familiares. Los tres tenían las
caras manchadas de barro y una expresión de alegría incomparable.
Touji estuvo contemplando la foto durante tal vez cinco minutos, sin poder
quitarle la vista de encima, ese era su hermano, como era antes, antes de
convertirse en…
-Mierda, es tardísimo, todos me van a cagar a puteadas –el muchacho corrió
hacia la puerta, obligándose a no detenerse a volver a ver la imagen.
-¡¡Llegas tarde!! –le gritó su padre en el oído, el Profesor Elm también
estaba ahí.
-Touji, vení conmigo por favor, vamos a revisar la condición general de
todos tus pokemon.
-Esta bien –dijo mientras lo seguía al pequeño laboratorio destinado para
los investigadores más importantes.
Cuando llegaron a la puerta, se toparon con el Profesor Oak, seguido de
Rika. Los profesores cruzaron miradas de rivalidad, mientras que Touji
sintió que algo no estaba bien al ver la seria mirada que Rika le dedicó.
Una vez estuvieron dentro, Elm analizó exhaustivamente el estado de los
seis monstruos de Touji. Este se sorprendió bastante al descubrir lo
fuertes que se habían vuelto en tan poco tiempo. Kosuke estaba a nivel 74,
Denkeshi al 71, Moro al 72, Gueroh-Kun al 71, Dandy al 73, y Volco al 73.
Pero Touji tenía grabada en la mente la forma en que Rika lo miró cuando
se cruzaron, y no había dejado de pensar en eso en todo momento.
Al salir del laboratorio, comió y se dirigió al estadio.
Tenía el presentimiento de que la encontraría ahí, y no se había
equivocado.
Se sentó en las gradas, al lado de la chica. Tal vez pasaron dos minutos
sin que ninguno emitiera sonido alguno.
-Pasaste a la final ¿No?
-Si.
-Y… ¿fue difícil?
-Un poco…
Touji miró sus pies, incomodo.
-Nunca me dijiste… por que te volviste entrenadora… -dijo finalmente.
-Eso no es importante…
-Me gustaría saberlo, si es que no te molesta contarme, claro.
-Bueno… para empezar, los pokemon siempre me han gustado –dijo mientras
pasaba la mano por la espalda de Charly –Gary me enseñó todo de ellos,
allá, en ciudad Viridian. Cuando su Umbreon tuvo un hijo, el me lo regaló.
-Ya veo…
-Tenía muchos otros
alumnos como yo, y generalmente nos hacía competir entre nosotros, pero…
yo siempre perdía, y Charly terminaba muy dañado… porque a mi no me
gustaba pelear y lastimar a otros pokemon… todos se burlaban de nosotros…
A Touji le resultó muy difícil imaginarse a Rika perdiendo.
No importaba cuanto nos esforzáramos, siempre nos derrotaban. Así que un
día, decidí que ya no quería perder, no quería perder nunca más. Y entrené
duro, entrené muy duro, tanto que pasé noches enteras sin dormir. Habíamos
mejorado, pero no era suficiente, para mi no lo era.
Así que le pedí a Gary que me enseñara su estilo de combate. El se negó,
dijo que yo era demasiado gentil como para dominarlo.
Pero le insistí, le prometí que si me lo enseñaba lo dominaría a cualquier
costo, y finalmente accedió. Fue muy, muy difícil, y me tomó mucho tiempo,
pero después de casi un año de durísimo entrenamiento, lo conseguí. Ya no
había nada que nos asustara, me sentía invencible.
Pero claro, no lo era, y salí de viaje para perfeccionar mi técnica,
primero por Kanto, y ahora…
-Ya veo…
-Es por eso que muchos dicen que tengo el mismo estilo de combate
contundente y agresivo que tiene Gary.
-Lo he visto por mi mismo…
-Touji, te quiero mucho –Lo miró con sus enormes ojos azules, Touji se
sonrojó –Pero… no quiero que te limites o te controles en nuestro combate,
por que yo no lo haré –le dijo con un tono de voz que no solía emplear
nunca con el, se puso de pie, y se marchó.
Y Touji se quedó solo, llevó las manos a su cabeza, que empezaba a
dolerle, y se preguntó que diablos iba a hacer.
Continuará… |