El Cuervo

Arriba Rip van Winkle

 

 

   Había un hombre viudo que tenía un hijo, y cuando el viudo se casó, la mujer empezó a aborrecerle al hijo. De tal manera que no tuvo otra alternativa que optó por botar a su hijo a una barranca que daba al mar. El niño al caer empezó a nadar hasta llegar a una roca muy alta. Se subió a ella y aquí estaba cuando ve que cerca de él va pasando un barco, le hace señas y el buque se detiene, lo recoge y siguieron navegando.

    Días más tarde el vapor pasó a recoger agua a una isla al pie de un barranco cubierto de árboles.

    El niño salió en un bote y quedó en tierra. Cuando empezó a caminar por la isla no encontró habitante alguno, salvo miles de cuervos a su alrededor, que luego se hicieron amigos y lo llevaron donde vivían. Aquí vivió muchos años con ellos; le enseñaron a hablar su idioma, e incluso a pescar y a volar. Un día, cuando los cuervos salieron en busca de alimentos, vio pasar un barco; se subió a una roca, le hizo señas, el barco arribó hacia él y lo llevó a su tierra donde vivía su padre.

    En esta ciudad había un Rey que se encontraba en un serio problema, pues diariamente llegaban dos cuervos a pedirle justicia y el Rey no podía dictaminar sentencia debido a lo intrincado del problema. Cuando el Rey supo que había llegado un joven que hablaba el idioma de los pájaros, lo mandó llamar para que hiciera de juez y le presentó el caso:

-Si lo resuelves, te regalo mi palacio y te casas con mi hija. El problema es éste: El cuervo hembra puso los huevos y luego los dejó desamparados. Entonces vino el cuervo macho y los empolló. Ahora la cuerva quiere hacerse dueña de los hijos. El macho alega que él los empolló; por lo tanto son suyos.

    El joven luego de escuchar el relato, hizo llamar a ambos cuervos y los obligó a que fuesen a buscar a sus hijos. Cuando los hubieron traído les dijo:

-Ahora ustedes vuelen adelante y los cuervitos atrás; al que sigan, ése es el dueño.

    Los cuervitos siguieron al padre, porque él los había empollado y criado. El Rey quedó maravillado de la solución del juicio. Cumplió su palabra, le regaló su palacio y le dio su hija para que se casase.

    En la noche de boda mandó a buscar a su padre. Todos los cuervos de la isla asistieron vestidos de negro. Antes los cuervos eran blancos. Desde entonces todos visten de noche y siempre andan de fiesta.

 

IR A LA PÁGINA PRINCIPAL.

Cuentos Folklóricos de Chiloé

Antonio Cárdenas Tabíes

1976