Libro XII

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    Cuando Gawan se sintió mejor, se levantó del lecho y recorrió el castillo maravilloso. En una galería vio una bella columna, resplandeciente y firme, que se elevaba a gran altura. Era uno de los objetos mágicos que Clinschor había traído desde Trabonit, el país de la reina Secundila  -se la había robado- ; en ella podían verse todos los países, todas las gentes, todo podía verse en la columna hasta seis millas a la redonda.
   

    Desde el atalaya vio en la columna a Orgeluse, que se acercaba al castillo junto a un caballero completamente armado. Ambos cabalgaban en busca de Gawan; así lo había dispuesto la duquesa.
   

    Aunque sus heridas no podían haber sanado en un día, Gawan salió a luchar. El barquero le ayudó a cruzar el río, le entregó una lanza y le aconsejó sobre su contendiente, que había ganado su fama sólo con las lanzas; sin ocupar las espadas; si no prefería rendirse. Por eso Gawan se mantuvo firme en la montura, y logró derribar primero a su oponente.
  

Gawan derrotó al guardia de corps.

    Pero, en vez de admirar al caballero por haber vencido a pesar de sus heridas, Orgeluse se burló de su victoria. Sin embargo Gawan aceptó dichoso cabalgar a su lado en dirección al Desfiladero Peligroso, en el bosque de Clinschor. Las cuatrocientas damas y las cuatro reinas del castillo se lamentaron de que se fuera de allí tan pronto, sin estar completamente repuesto, por buscar más gloria.
   

    "Cabalgaron a campo abierto hasta tan cerca de un desfiladero que pudieron ver el árbol de las coronas. Entonces dijo Orgeluse: ‘Señor, de este árbol cuida un hombre que me ha robado la felicidad. Si me traéis una rama de él, nunca un caballero habrá prestado antes tan gran servicio por amor’. Y siguió hablando la duquesa: ‘Yo me detendré aquí. Si queréis seguir, Dios os proteja. Pero no debéis dar largas al asunto. Tenéis que saltar valientemente con vuestro caballo sobre el Desfiladero Peligroso’ ". El río Sabins parecía imposible de atravesar, el héroe y su caballo estuvieron a punto de ser arrastrados por la corriente, pero ambos lograron pasar a la otra orilla, a la pradera. El árbol estaba muy bien protegido, su guardián era el rey Gramoflanz. Pero Gawan cogió la corona. " ‘Vuestro escudo indica que habéis luchado’, dijo el rey Gramoflanz. ‘Está tan destrozado que seguramente os las habéis visto con Lit Marveile. Habéis sufrido la aventura que me estaba destinada. Pero el inteligente Clinschor quería vivir en paz conmigo, y además estoy en guerra con aquella que con su belleza consiguió la victoria en el concurso del amor. Todavía está viva su cólera contra mí, pues maté a Cidegast, su noble marido, y a tres más. Entonces me llevé a Orgeluse y le ofrecí la corona y todo mi reino. Pero a pesar de los servicios que le ofrecí, su corazón me siguió guardando rencor. Un año estuve suplicándole, pero no pude conseguir su amor. Lo lamento ante vos de todo corazón. Sé bien que os ha ofrecido su amor, pues deseáis matarme. Si hubieses venido acompañado de otro, me habríais podido quitar la vida o habríais muerto los dos. Habríais recibido vuestro merecido. Mi corazón suspira por otro amor, y aquí podéis ayudarme, pues ahora os habéis convertido en el soberano de Terre Marveile’ ".
  

    El nuevo amor del rey era Itonje, hermana de Gawan, prisionera del Castillo de las Maravillas. Gawan prometió entregarle el anillo que Gramoflanz le enviaba como prenda de amor. De todas formas, ambos se enfrentarían en dieciocho días, pues el rey deseaba vengar la muerte de su padre; supuestamente acaecida a manos de Lot, padre de Gawan; y vengar también el hurto de la corona, o sea, la rama del árbol. El rey le pidió además, que trajera a las damas del castillo, en provecho de la gloria de ambos, para que presenciaran el duelo; y que invitara a su tío, el rey Arturo con todas sus mesnadas. Por su parte traerá a mil quinientas damas.
   

    De regreso al otro lado del Desfiladero Peligroso, Gawan le entregó a Orgeluse la corona del árbol que le había pedido. Entonces la duquesa pudo explicarle su comportamiento tan hiriente para con él, y con todos los que se habían ofrecido a servirla anteriormente; su deseo era averiguar si alguno era digno de su amor, era la prueba que debían pasar.
   

    Gawan tenía que reponerse de sus heridas antes de emprender otro duelo, así es que la duquesa lo acompañó de regreso al castillo, del cual ya era dueño y señor. "Gawan cabalgaba feliz y contento, pero ella no dejaba de llorar, hasta que él se lamentó con ella. El caballero le pidió que le dijera por qué lloraba y que, por Dios, dejara de hacerlo. Orgeluse contestó: ‘Señor, tengo que lamentarme por el que me mató al noble Cidegast. La tristeza se apoderó de mi corazón, en el que residía la felicidad cuando amaba a Cidegast. No estoy aún totalmente perdida. He intentado por todos los medios causar daño al rey Gramoflanz. Le he implicado en muchos violentos combates, tratando de hacerle perder la vida. ¿Me podéis ofrecer vuestra ayuda para vengarme y resarcirme de la pena que desgarra mi corazón?".

"¿Me podéis ofrecer vuestra ayuda para vengarme y resarcirme de la pena que desgarra mi corazón?..."


    "Para matar a Gramoflanz, acepté los servicios que me ofreció un rey, que era el ideal de la perfección. Se llama Anfortas. Por amor me regaló aquellas mercaderías de Trabonit que están junto a la puerta de vuestro castillo y que cuestan tanto dinero. Sin embargo, cuando el rey estaba a mi servicio, le sucedió una desgracia que destruyó totalmente mi felicidad. Cuando le quería conceder mi amor, sufrí nuevas penalidades. Estando a mi servicio, fue herido, y la herida de Anfortas me proporcionó igual dolor o más que el que había sufrido por Cidegast. Ahora decidme: ¿cómo puedo estar en mi sano juicio, desdichada de mí y símbolo del fiel amor, padeciendo semejante tormento?. A veces se me nubla la mente al ver tumbado y desvalido al hombre que elegí después de Cidegast, para que me hiciera feliz y para vengarme".
  

    "Señor, oíd cómo Clinschor consiguió las mercaderías de la puerta de vuestro castillo. Cuando el hermoso Anfortas, que me había enviado esos regalos, perdió el amor y la felicidad, temí el oprobio, pues Clinschor domina el arte de la nigromancia y somete con sus poderes mágicos a las mujeres y a los hombres. No deja sin dolor a nadie noble. Yo quería paz y entregué a Clinschor mis preciadas mercancías. A quien saliera victorioso y conquistara la gloria en la aventura del castillo, debía pedirle su amor. Si no lo aceptaba, volverían a ser mías al instante las mercancías. Todos los que allí estaban lo juraron. Ahora nos pertenecerán a los dos. Así pensaba hacer caer en la trampa a Gramoflanz, pero todavía no lo he conseguido. Si hubiera emprendido la aventura del castillo, habría muerto."

mercancías.

    "Clinschor es cortés e inteligente. Para su propia gloria, permitió a mis famosas mesnadas participar en combates caballerescos en su país, con muchos tajos de espadas y golpes de lanzas. Dos huestes especiales, una para la noche y otra para el día, están en camino todos los días y semanas del año persiguiendo al orgulloso Gramoflanz. Ya ha luchado con ellos muchas veces."
  

    "¿Qué es realmente lo que le protege?. He intentado por todos los medios acabar con él. A quienes eran demasiado ricos para mi soldada, pero sentían inclinación por mí, les permití servirme para conquistar mi amor, aunque no les prometí ninguna recompensa amorosa. Nadie me vio que no deseara servirme, excepto uno que llevaba la armadura roja. Cuando llegó cabalgando a Logroys, puso a los míos en apuros. Para mi desgracia, los dispersó y los dejó diseminados por el campo. Cinco de mis caballeros lo siguieron entre Logroys y el embarcadero, y los derrotó a todos en la pradera y entregó sus caballos al barquero. Cuando venció a los míos, cabalgué yo misma hacia el héroe y le ofrecí mi reino y mi mano. Pero dijo que su mujer era más hermosa y que la quería más. Sus palabras me dolieron. Le pregunté quién era. ‘La reina de Pelrapeire es la esplendorosa dama. Yo mismo me llamo Parzival y no deseo vuestro amor. Lo que me preocupa es el Grial, dijo el héroe disgustado. Entonces el preclaro caballero partió de allí’ ".
   

     "El caballero y la hermosa dama siguieron cabalgando hacia el castillo. Los caballeros habían oído entretanto que había llegado un caballero y que había salido victorioso de la aventura, había vencido al león y había derribado después al guardia de corps en un formidable duelo. Gawan cabalgó por la pradera hacia el embarcadero. Desde las almenas lo vieron y salieron corriendo del castillo con gran estrépito. Todos llevaban soberbios estandartes y venían al galope sobre fogosos caballos. Cuando los vio desde lejos, creyó que venían en son de lucha, por lo que le preguntó a la duquesa: ‘¿Viene esa gente a luchar con nosotros?’. Ella contestó: ‘Es el ejército de Clinschor, que os ha esperado con impaciencia. Vienen felices y contentos, y os quieren dar la bienvenida. No debéis menospreciarlo, pues lo hacen llevados por su alegría". Ya en el castillo, las damas se ocuparon nuevamente de sus heridas. Desde allí el héroe mandó con un fiel escudero el mensaje para Arturo, para que se dirigiera al lugar acordado para el duelo, con toda su corte.

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