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"Dos amigos
fieles se enfrentaron, y su amistad no había tenido nunca agujeros ni mellas. Oíd ahora
cómo transcurrió el duelo: con brío y, sin embargo, de una forma que no podía
contentar a ninguno de los dos". Pero, la fuerza de Parzival era superior a la de
Gawan, el cual hubiera sufrido la derrota si los pajes de Arturo - que regresaban de
comunicar un mensaje de su rey, al rey Gramoflanz- no lo hubieran reconocido y hubieran
gritado asustados su nombre. "Quien antes le había desafiado a pelear rehusó
entonces hacerlo. Arrojó la espada lejos de sí y dijo llorando: ¡Ay! ¡Desdichado
e indigno de mí! Me abandonó mi suerte cuando mi deshonrada mano empezó este combate.
No podía haber hecho nada peor. Me considero culpable. Mi mala estrella ha vuelto a
mostrar su rostro y a arrebatarme la felicidad. Los antiguos presagios de mi destino se
han hecho patentes muchas veces y vuelven a manifestarse ahora. ¡He luchado aquí
realmente contra el noble Gawan! Así me he vencido a mí mismo y he conseguido mi
desgracia. Al comenzar el combate, perdí la felicidad ". "Cuando
Gawan vio y oyó los lamentos, dijo a su adversario: ¡Ay, señor ¿Quién sois? Me
decís unas palabras tan afectuosas que si hubieseis hablado así antes, cuando me
respondían las fuerzas, no habría perdido la gloria que me habéis arrebatado. Me
gustaría saber quién sois, dónde pudiera encontrar la gloria si la tuviera que buscar
algún día. Mientras mi destino lo quiso, resistí bien en los duelos. Primo,
voy a presentarme. Puedes contar ahora y siempre conmigo. Soy tu primo Parzival
". Pero Gawan estaba tan débil y con la cabeza tan anonadada por los golpes, que
apenas pudo seguir sosteniéndose sobre sus piernas, se tambaleó y cayó sobre la hierba.
Por este motivo, Gramoflanz aplazó el duelo hasta el día siguiente; Parzival le pidió
representar a su primo, pero ni el rey ni el herido aceptaron la propuesta. Esa mañana, muy
temprano, llegó el rey a esperar a su adversario. Pero el galés llegó primero que
Gawan. Parzival se enfrentó a Gramoflanz. Luego de oír misa, Gawan y todo el ejército
se dirigieron al lugar del combate, "donde oyeron el ruido de las espadas y vieron
cómo los vigorosos golpes hacían saltar chispas de los yelmos. El rey Gramoflanz
que había menospreciado siempre vehementemente luchar contra un solo hombre, pensó que
ahora lo atacaban seis. Pero era sólo Parzival el que peleaba contra él y el que le daba
una lección que aún hoy se celebra: Gramoflanz no siguió insistiendo nunca más en su
proclamada honra de desafiar al menos a dos hombres, pues uno era aquí demasiado para
él, "El orgulloso rey tuvo que conceder la victoria al hombre que había luchado
contra él; y una vez más se aplazó el duelo para el día siguiente. Sin embargo,
Itonje, al enterarse que Gawan era su hermano, se opuso terminantemente al duelo, no
quería que ninguno de los dos resultara herido gravemente; por eso expuso su caso y su
fiel amor al rey Arturo, para que le ayudara a impedir el duelo. Ella sabía que era la
duquesa quien azuzaba a su hermano a combatir contra Gramoflanz. No se puede
mostrar amor y odio a un mismo linaje, pensaba Arturo, así es que sirvió de mediador
entre el rey y la duquesa, para que hicieran las paces. Antes reunió a la pareja de
enamorados, que estaban dichosos de encontrarse por primera vez; pues Itonje ya no era
prisionera en el Castillo de las Maravillas. Ella le pidió a Gramoflanz que renunciara a
luchar, si en realidad deseaba conseguir su amor. Orgeluse aceptó
la paz, pero sólo con la siguiente condición: "si Gawan, su amigo, renunciaba a
luchar por ella, ella también concedería la paz; la reconciliación tendría lugar si el
rey dejaba de acusar a su suegro Lot. El experimentado y cortés Arturo transmitió el
mensaje. El rey Gramoflanz tuvo que renunciar al tributo por su corona. Toda la enemistad
que tenía a Lot de Noruega se derritió como la nieve en el sol y quedó clara como el
agua, sin ningún rencor. El motivo era la bella Itonje. Sucedió mientras estaba sentado
a su lado: atendió todos sus ruegos". "Gramoflanz se dirigió a Orgeluse
esperando conseguir su favor y la reconciliación. Su bella y roja boca besó al rey como
símbolo de la paz. Estaba a punto de llorar. Pensaba en la muerte de Cidegast. Como
mujer, sentía el dolor de la tristeza por él. Si queréis, llamadlo fidelidad". "Gawan y Gramoflanz sellaron también su reconciliación con un beso. El rey Arturo concedió a Gramoflanz la mano de Itonje, como su legítima esposa. Gramoflanz la había servido mucho tiempo antes de lograrlo". "El rey Arturo se mostró generoso concediendo manos de damas. Sus regalos no le parecían excesivos, pues había deliberado y pensado mucho las uniones."
"Cuando terminó todo esto, la duquesa declaró que Gawan había merecido su amor con
su celebrada gloria y que, con pleno derecho, ahora era dueño de ella y de su país.
Estas palabras dolieron a los caballeros que habían roto muchas lanzas para conseguir su
amor". Todas las uniones que se celebraron ese día trajeron nostalgia a Parzival por
su esposa; así es que se alejó del campamento sin despedirse, antes del amanecer.
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