Libro XIV

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    "Dos amigos fieles se enfrentaron, y su amistad no había tenido nunca agujeros ni mellas. Oíd ahora cómo transcurrió el duelo: con brío y, sin embargo, de una forma que no podía contentar a ninguno de los dos". Pero, la fuerza de Parzival era superior a la de Gawan, el cual hubiera sufrido la derrota si los pajes de Arturo - que regresaban de comunicar un mensaje de su rey, al rey Gramoflanz- no lo hubieran reconocido y hubieran gritado asustados su nombre. "Quien antes le había desafiado a pelear rehusó entonces hacerlo. Arrojó la espada lejos de sí y dijo llorando: ‘¡Ay! ¡Desdichado e indigno de mí! Me abandonó mi suerte cuando mi deshonrada mano empezó este combate. No podía haber hecho nada peor. Me considero culpable. Mi mala estrella ha vuelto a mostrar su rostro y a arrebatarme la felicidad. Los antiguos presagios de mi destino se han hecho patentes muchas veces y vuelven a manifestarse ahora. ¡He luchado aquí realmente contra el noble Gawan! Así me he vencido a mí mismo y he conseguido mi desgracia. Al comenzar el combate, perdí la felicidad’ ".
   

    "Cuando Gawan vio y oyó los lamentos, dijo a su adversario: ‘¡Ay, señor ¿Quién sois? Me decís unas palabras tan afectuosas que si hubieseis hablado así antes, cuando me respondían las fuerzas, no habría perdido la gloria que me habéis arrebatado. Me gustaría saber quién sois, dónde pudiera encontrar la gloria si la tuviera que buscar algún día. Mientras mi destino lo quiso, resistí bien en los duelos’. ‘Primo, voy a presentarme. Puedes contar ahora y siempre conmigo. Soy tu primo Parzival’ ". Pero Gawan estaba tan débil y con la cabeza tan anonadada por los golpes, que apenas pudo seguir sosteniéndose sobre sus piernas, se tambaleó y cayó sobre la hierba. Por este motivo, Gramoflanz aplazó el duelo hasta el día siguiente; Parzival le pidió representar a su primo, pero ni el rey ni el herido aceptaron la propuesta.
   

    Esa mañana, muy temprano, llegó el rey a esperar a su adversario. Pero el galés llegó primero que Gawan. Parzival se enfrentó a Gramoflanz. Luego de oír misa, Gawan y todo el ejército se dirigieron al lugar del combate, "donde oyeron el ruido de las espadas y vieron cómo los vigorosos golpes hacían saltar chispas de los yelmos.
   

    El rey Gramoflanz que había menospreciado siempre vehementemente luchar contra un solo hombre, pensó que ahora lo atacaban seis. Pero era sólo Parzival el que peleaba contra él y el que le daba una lección que aún hoy se celebra: Gramoflanz no siguió insistiendo nunca más en su proclamada honra de desafiar al menos a dos hombres, pues uno era aquí demasiado para él, "El orgulloso rey tuvo que conceder la victoria al hombre que había luchado contra él; y una vez más se aplazó el duelo para el día siguiente.
   

    Sin embargo, Itonje, al enterarse que Gawan era su hermano, se opuso terminantemente al duelo, no quería que ninguno de los dos resultara herido gravemente; por eso expuso su caso y su fiel amor al rey Arturo, para que le ayudara a impedir el duelo. Ella sabía que era la duquesa quien azuzaba a su hermano a combatir contra Gramoflanz.
   

    No se puede mostrar amor y odio a un mismo linaje, pensaba Arturo, así es que sirvió de mediador entre el rey y la duquesa, para que hicieran las paces. Antes reunió a la pareja de enamorados, que estaban dichosos de encontrarse por primera vez; pues Itonje ya no era prisionera en el Castillo de las Maravillas. Ella le pidió a Gramoflanz que renunciara a luchar, si en realidad deseaba conseguir su amor.
   

    Orgeluse aceptó la paz, pero sólo con la siguiente condición: "si Gawan, su amigo, renunciaba a luchar por ella, ella también concedería la paz; la reconciliación tendría lugar si el rey dejaba de acusar a su suegro Lot. El experimentado y cortés Arturo transmitió el mensaje. El rey Gramoflanz tuvo que renunciar al tributo por su corona. Toda la enemistad que tenía a Lot de Noruega se derritió como la nieve en el sol y quedó clara como el agua, sin ningún rencor. El motivo era la bella Itonje. Sucedió mientras estaba sentado a su lado: atendió todos sus ruegos". "Gramoflanz se dirigió a Orgeluse esperando conseguir su favor y la reconciliación. Su bella y roja boca besó al rey como símbolo de la paz. Estaba a punto de llorar. Pensaba en la muerte de Cidegast. Como mujer, sentía el dolor de la tristeza por él. Si queréis, llamadlo fidelidad".
   

     "Gawan y Gramoflanz sellaron también su reconciliación con un beso. El rey Arturo concedió a Gramoflanz la mano de Itonje, como su legítima esposa. Gramoflanz la había servido mucho tiempo antes de lograrlo".

    "El rey Arturo se mostró generoso concediendo manos de damas. Sus regalos no le parecían excesivos, pues había deliberado y pensado mucho las uniones."

    "Cuando terminó todo esto, la duquesa declaró que Gawan había merecido su amor con su celebrada gloria y que, con pleno derecho, ahora era dueño de ella y de su país. Estas palabras dolieron a los caballeros que habían roto muchas lanzas para conseguir su amor". Todas las uniones que se celebraron ese día trajeron nostalgia a Parzival por su esposa; así es que se alejó del campamento sin despedirse, antes del amanecer.                                                                                                                            

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