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Volver a textos sobre la obra de Aurelio García


Nota de Lucas Marelli aparecida en la revista
Proyecto Ego

            Acto Primero, el espacio en escena decorado con burbujas, pompas brillantes. Entran dos muchachos, se miran, se representan mutuamente. Son el reflejo, idénticos el uno de otro, del principio de identidad. Una de las burbujas desciende hasta tocarlos, se produce la revelación: figura, imagen o idea que se hace presente. El uno engendra el dos, dos que hacen posible el tres que da lugar a los mil seres...


         Acto Segundo, ambos muchachos se arrodillan. Rezan. El espacio, cuidadosamente jerarquizado por niveles. Módulos escalonados abajo, proliferación de burbujas en lo alto. En lo alto, Aurora ideológica. Circunspección y recogimiento. Decorosos frente al decorado, clonados por Aurelio García, venidos a este mundo sin madre virgen o política. Internacionales, incluso, sin Madre Patria, se van a dormir.


            Acto Tercero, ahora son ellas las que guardan el decoro. No todo es célula, pero hay células por todas partes. En las blusas, en los pañuelos, en la Vía ascendente y en el cielo. Desplazándose de un nivel a otro, células monádicas que no se interpenetran. Máxima concentración en el cenit, derrame dichoso en el cielo. La figura, en lo alto, sola, desarrolla alas. Es imposible levantar la mirada. Entre ambas filas el cuerpo ha desaparecido. En la escena se impone comedimiento y duelo.


            Acto Cuarto, fidelidad y devoción para ese corazón que ama. Que promete un destino glorioso para cada uno de sus seres. Un destino que brillará, como una estrella más en su corona, engrandeciendo la causa, que es la causa de todos: la Representación. Como lienzo de pared, al fondo del espacio escénico, un azul cielo, como el que visten los muchachos, queda cubierto de pompas. Los intersticios se reducen al mínimo. El aire interrumpe su circulación. Abajo, en una suerte de marquesina, ondulantes, respetando el orden de la serie, brillan tenues lucecitas que, como almas individuales, permanecen ajenas a la revelación.