Extraido de: http://www.emprendedorasenred.com.ar/articulos/articulo18.htm
8
de diciembre del 2000
Directora
de Derechos Humanos GCBA
Lic.
Gabriela Alegre
S
/
D
Ref:
VIOLENCIA FAMILIAR
De
nuestra mayor consideración:
A
lo largo de las tres últimas décadas hemos asistido a un creciente proceso
de visualización de la violencia
familiar. De una u otra forma, las y los que subscribimos este texto,
hemos contribuido a atravesar el endémico silencio que protegía lo que las
Naciones Unidas viene considerando como “el crimen encubierto más extendido
de la humanidad”.
Entre
nosotros, este proceso de visualización
de la violencia familiar, tomó el curso de lo ya anticipado en los países
metropolitanos (fundamentalmente en los Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña).
Aquí también, los medios de comunicación de masas fueron gradualmente
reflejando el problema, y la justicia comenzó a recibir crecientes denuncias
de violencia familiar. Se incluyeron delitos que tradicionalmente habían
permanecido ocultos (no sólo abuso físico y emocional sino también violación
dentro del matrimonio y abuso sexual infantil), y en el imaginario
social se instaló la conciencia de injusticias y de maltratos intolerables.
Asimismo, se fundaron servicios asistenciales en hospitales pediátricos y se
inauguraron centros especializados. La universidad abrió sus puertas al tema.
Organismos no gubernamentales y las propias iglesias destinaron sus afanes
para dar respuesta a un problema complejo y a una población que, cada vez más,
demandaba ayuda específica.
La
respuesta no se hizo esperar.
Mientras
el problema estuvo referido a sectores marginales o de clases “bajas”,
mientras se aportaba al prejuicio de que la violencia familiar era
consustancial a la “escoria social”, las denuncias progresaron
vertiginosamente. Pero, cuando empezó a circular la sospecha de que la
violencia familiar era, antes que patrimonio de un determinado sector
poblacional, una problemática que atravesaba todas
las clases sociales y los niveles culturales la tendencia de este proceso
cambió radicalmente. Cuando los sectores “acomodados” se vieron
cuestionados en el despliegue irrestricto de lo que consideraban un
“derecho de costumbres”, se disparó una reacción que, disfrazada de
buenas intenciones (padres que defienden la tenencia de sus hijos, jueces o ex
jueces que predican la ecuanimidad y alertan contra el sesgo feminista que han
tomado las denuncias, consultores técnicos que pretenden hacer pasar como
científica la bibliografía del backlash americano para
fundamentar sus conclusiones, etc.), no hace otra cosa que confirmar el poder
que está detrás de la violencia familiar; violencia familiar que, en
contundente frecuencia estadística, los varones ejercen sobre las mujeres y
los niños (especialmente las niñas).
Esta respuesta al proceso de visualización de la violencia familiar, reacción negativa y violenta (backlash) tiene una clara evidencia encarnada en
· La publicación en La Ley (1) de un artículo del Dr. Cárdenas cuyas inexactitudes y errores tratan de ocultarse tras el prestigio de ser ex Juez. De ahí la peligrosa resonancia que ha tenido en un medio judicial que (con la excepción de magistrados auténticamente preocupados por los vínculos familiares protectores) se muestra deseoso de sacar de su área de influencia un tema que complica tanto sus creencias más firmes como su mecánica procesal tradicional.
· El desempeño de APADESHI y otros grupos similares que los precedieron en USA, Francia y otros países centrales.Grupos de padres que al grito de “reivindicamos el legítimo derecho de estar con nuestros hijos” no hacen otra cosa que ocultar las jurídicamente fundadas razones que les impiden o restringen el contacto con sus hijos.
· La profusión de amenazas de denuncias y de juicios contra las y los profesionales que se dedican al tema .
· La producción de papers académicos absolutamente inconsistentes a los que sin embargo, por sus pretensiones de cientificidad, se los premia (2) intentando legimitar como académica una mera unión de intereses de grupo.
· La campaña que se dedica a invadir los medios de comunicación y a ocupar estrados públicos con discursos que alimentan el fantasma del supuesto poder que las mujeres ejercen contra los varones (especialmente en los llamados “divorcios destructivos”, rótulo que tiene el poder de minimizar la palabra del niño en el proceso de la evaluación de un riesgo).
Este
brutal ataque que tiende a desarticular los logros conseguidos, a eliminar y
disuadir a los actores que lo sostienen, trata de llevar
al campo de la mera disputa ideológica un problema que es además, y
fundamentalmente , teórico y político y que atraviesa al discurso jurídico,
y al discurso psicosocial, a la ética y al contexto social en su conjunto. En
definitiva, nos enfrentamos a una escalada que pone obstáculos al proceso
de visualización de la violencia familiar y
que tiende a desmantelar los servicios asistenciales abiertos para estos
fines, condenarlos a una existencia encapsulada o reducirlos a su mínima
expresión. Escalada con la que se pretende:
-
invalidar las denuncias;
-
convertir en sospechoso a todo aquel denunciante de maltrato;
-
diluir los límites que separan a víctimas de victimarios;
-
confundir la cuestión incorporando los escasos casos de violencia
contra los varones ejercida por mujeres -o los casos excepcionales de abuso
sexual de madres cometido contra sus hijos varones-.
En
síntesis: se invierte el sentido de la conducta abusiva al atribuírsela
a quien denuncia.
El
sentido de esta respuesta es francamente reaccionario desde que refuerza la
violencia vigente y condena a la perpetuación del abuso y el maltrato a
toda niña y a todo niño que los sufre, al tiempo que pretende introducir la
impotencia entre las, y los profesionales que han llevado hasta ahora adelante
la pesada carga de sostener este proceso.
Así
las cosas, las y los abajo firmantes, dejamos sentada nuestra posición frente
al desafío que impone el momento histórico por el que transitamos.
Esto
es: la firme decisión de seguir trabajando e incrementar nuestra implicación
en el tema, eludiendo la polarización de un conflicto que nos estigmatice
como defensores a ultranza de las denuncias de abuso, por ejemplo, cuando de
lo que se trata es de permitirnos sorprendernos por los hallazgos
investigativos de esta etapa que aun transita por sus inicios aunque, hoy en día,
ya sea posible a través de la producción lúdica, gráfica, escritural, oral
y gestual, determinar la credibilidad que merece el testimonio de una niña o
de un niño, ya sea a través de las secuelas traumáticas como del análisis
de su discurso..
Se
impone, entonces,continuar como hasta ahora con una capacitación rigurosa y
seria antes que dejarse intimidar por una campaña que tiende no sólo a
paralizar a Defensores de Menores, Jueces, funcionarios, empleados judiciales
y forenses, peritos y consultores técnicos, sino también a disuadirlos
de involucrarse en el tema, como suele suceder con todo aquél obligado
legalmente a denunciar (Equipos de Salud, de Educación, de Promoción Social
,etc.).
En
última instancia, se debe continuar por el camino ya inaugurado para la
construcción de un espacio interdisciplinario donde, a la manera de red con
puntos de anclaje variables que dependan de la inserción de cada una y de
cada uno en las diferentes instituciones, se pueda contribuir a desplegar un
discurso tan alejado de la tecnocracia como de la mera denuncia ideológica. Y
que nos permita poner en marcha acciones para abordar un problema que es rico,
justamente, por la complejidad con la que nos desafía.
A
la espera de una respuesta que apoye la situación arriba planteada, le
saludamos con la mayor deferencia,
(1)
Cárdenas, Eduardo J. “El abuso de la denuncia de abuso”,LaLey, 15 de
septiembre de 2000.
(2)
Pedroza de Alvarez, Delia Susana.Argañaraz,Leandro.Miccolis,Marcelo.
“Paradigmas.Versión
Canónica y abusos”. Primer Premio de la Academia de Medicina legal y
Ciencias Forenses de la República Argentina, en el Segundo Congreso
Internacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses..-
Dr. Juan Carlos Volnovich (psicoanalista de niños)
Dr.
Silvio Lamberti
(abogado)
Dr. Juan Pablo Viar (abogado)
Dra María Inés Bringiotti (Filosofia y Letras – UBA)
Dra. Irene Intebi (Coordinadora del Área de Maltrato Infantil de la Dirección Gral. de la Mujer G.C.B.A.)
Dr.
Norberto Garrote
Médico. Jefe de la Unidad de
Violencia Familiar. Hospital
Pedro Elizalde. GCBA
Lic.
Silvia Chejter.
Socióloga. CECYM.
Lic.
Graciela Ferreira
Presidenta. Asociación
Argentina de Prevención en Violencia Familiar. (A.A.P.V.F.)
María
Rosa Sichel
Trabajadora Social, coord. del Programa por la No - violencia en las Escuelas
de la Ciudad. GCBA
Virginia
Berlinerblau
Perito Forense
Dirección Gral. de la Mujer - GCBA Centro "Elvira Rawson", Equipo de Maltrato Infantil y Violencia Conyugal
Sandra de Luca, psicóloga
Susana Caraban, psicóloga
Veronica Ianco, psicóloga
Alicia Ganduglia, psicóloga
Cristina Maddonni, trab.social.
Claudia Serrano, abogada.
Mariana
Puche,
abogada.
Paula
Moreno,
psicóloga.
Mariana
Tossi,
psicóloga
Cristina
Evangelista, psicóloga
Viviana
Estevez,
psicóloga.
Ana
Maria Fucci,
secretaria.
Cora Bertini, psicóloga
Nelida
Sisini,
trabajadora social.
Adrian
Helien,
médico
Nicolas
Fariña,
psicólogo
Unidad
de Violencia Familiar. Hospital
Pedro Elizalde. GCBA
Ana
Puentes,
Trabajadora Social
Sylvia
Subía
Médica pediatra
Javier
Indart de Arza,
Médico pediatra
Elda
Irungaray
Psicóloga
Verónica
Graciano
Psicóloga
Raúl
D´Olivar
Psicólogo
Horacio
Zubiría
Psicólogo
Mercedes
Smith
Psicóloga
"Programa
por la No-violencia en las Escuelas de la Ciudad" GCBA.
Zaida Eyherabide
Psicóloga
Monica Lemos
Psicóloga
Liliana Vidal
Psicóloga
Leonor Oxemberg T
Trabajadora Social
Guillermo Mico
Psicólogo
Nestor Yoguel
Psicólogo
Centro Municipal de la Niñez y Adolescencia, Municipalidad de Vte. Lopez
María del Carmen Berdiñas - Directora
Mariana
Sassone
Psicopedagoga
Jorge
Llanos
Psicólogo
Mizkyla Lego Psicóloga
Susana
Bálsamo
Psicóloga
Inés Sametband Psicóloga
Roxana Jorge Psicóloga
Susana Frattini Trabajadora Social
Lucila Tufró Lic. en Comunicación
Equipo Cátedra Introd. a la Violencia Familiar, Fac. Cs. Sociales, UBA
Ruth
Teubal,
Trabajadora Social
Linda
Dwek,
Trabajadora social
Susana
Abad,
Trabajadora Social
Graciela
Hubez,
Socióloga
Asociación
Argentina. de Prevención en Violencia Familiar. (A.A.P.V.F.)
Beatriz
Fontana,
Psicóloga, Esp. Violencia Fliar, (UBA) Ardiles Zelmira
Bertelli
Ma. Cristina,
Socióloga, Esp. Violencia Familiar
Beatriz
Perretti.
Socióloga y Trabajadora Social
Soc.
Argentina de Terapia Familiar
Irene Loyácono (Presidenta)
Lic. Graciela E. Fernández (Vice-Presidenta)
Adhesiones
personales
Fernanda
Clancy,
Directora- Foro Sociales, Fac. de Cs. Sociales, UBA
María
V.Huerta
Abogada –Docente, Fac.de Psicología, UBA- Inspectora de Menores de Juzgado
Nacional de Menores.
Carmen
Frías,
Trabajadora Social
María
Cristina Mandich -
Directora General de Cultura y Educación de la Municipalidad de Vicente López
Graciela Rotondi - Responsable Area Violencia del Servicio de Acción Popular
Ana
Maria Merlín
abogada
Susana Rearte Pérez (Docente)
Sandra Baita, Psicóloga; Dirección General de la Mujer GCBA.
Marga Sissini, Psicóloga
Isabel Monzón Psicóloga-Psicoanalista
Raquel Lopez , Abogada,
Nora Zeiguer, Ginecóloga infanto-juvenil, SAGIJ
Brenda Blake, Psicóloga
Ana Comin, Medica, Servicio de Salud Mental, Hospital Erill, Escobar
Silvia Mesterman Socióloga, Psicóloga, Terapeuta Familiar
Lic. Patricia Visir, Psicóloga Esp. en Maltrato infantil, Consejera en Minoridad;
Andrea
Palacios
Psicóloga. Secretaría de Promoción Social GCBA
Graciela
Delachaux
Psicóloga
Marta
Amelia Longo,
Psicóloga
Pilar
Vendrell
Psicóloga
Rosa
D´Amato
Psicóloga
Ana
Hiriart,
Psicóloga
Jorge
Carlos Garaventa
Sonia
Vaccaro,
Psicóloga
Silvia
Munné,
Psicóloga
Nélida
Ester Ibos
Trab. Social
Pilar
Vendrell,
Psicóloga,
Victoria
Irazuzta,
Trabajadora Social. Juzgado Civil 25
Magalí
Cherniavsky
Psicóloga , Equipo de Niños - Htal Santojanni.
Berta Berestovoy Psicóloga UBA - Socióloga UBA;
Formenti Marta Asoc. por los derechos del niño