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                                                                 Un matrimonio bendecido por Dios es aquel que

                                                               anda en sus caminos,  le sirve  y obedece su Palabra,

                                                                   Honrando a Dios  y  honrándose el uno al otro.

 

 

 

 

 

 

Conejos útiles

 

Los esposos y las esposas tienen diferentes experiencias, intereses, preocupaciones y perspectivas acerca de resolver conflictos. La mejor oportunidad para resolver conflictos es el momento cuando ambas perspectivas se escuchan y aprecian. Al manejar diferentes ideas y perspectivas, tenemos el potencial de desenterrar más opciones, más soluciones.

Los conflictos que no se manejan correctamente pueden llevar a estancamiento en vez de decisiones, y al final dañarán nuestras relaciones. Si el conflicto es constructivo o destructivo será determinado como sigue:

Destructivo cuando:                                Constructivo cuando:
Los cónyuges no comprenden el valor del conflicto que viene naturalmente cuando se comparten otras opiniones y perspectivas. Los cónyuges comprenden la necesidad de escuchar la otra parte para que puedan tomar decisiones responsables.
Hay un clima de competencia que implica una situación de ganar o perder. Hay un espíritu de cooperación y compromiso con el matrimonio que busca una situación en la que ambas partes salgan ganando.
"Salirme con la mía" es lo más importante. Hacer la voluntad de Dios es lo más importante.
Los cónyuges emplean todo tipo de mecanismo de defensa incluyendo: la proyección, la supresión, la culpa, el aislamiento y agresión. Los cónyuges no están a la defensiva y piensan que los desacuerdos vienen de la sincera preocupación de la otra persona por el matrimonio.
Los cónyuges están aferrados a sus propios puntos de vista, sin querer considerar las perspectivas e ideas de la otra persona. Los cónyuges creen que finalmente llegarán a un acuerdo que es mejor que cualquier sugerencia individual.
Los cónyuges acuden a los ataques personales en vez de enfocar en los asuntos. Los desacuerdos se encierran en los asuntos en vez de las personalidades.
Las ideas y opiniones personales valen más que la relación matrimonial. La relación matrimonial es más importante que la necesidad de ganar o tener la razón.