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Homeopatía Unicista y la historia individual de cada paciente.

Las historias que aquí presento, intentan de un modo escueto, breve, y sin concesiones, sostener, como principal idea, que cada paciente enfermo representa un escenario diferente, un drama distinto, el que siempre acompañará a los síntomas orgánicos. Estos síntomas serán el motivo que movilizará a los mismos a realizar las consultas. Sólo después de haber realizado un amplio cuestionario, es que nos encontramos con una biografía pormenorizada de la vida del paciente y puede observarse que salvo en casos excepcionales, ésta tiene un alto contenido dramático.

La mayoría de los médicos, tienen una formación intelectual que los lleva a pensar que si un individuo enferma, es porque seguramente a existido algún motivo orgánico que lo origina, pero no considera los factores psíquicos que influyen en toda enfermedad del cuerpo.

El Ser Humano viene al mundo con un bagaje genético, pero también existe un entorno. Este entorno está compuesto de personas, de individuos, que se ocupan de su crianza y educación, que influyen directamente en su crecimiento. Este entorno puede tener distintos personajes, tolerantes o no, pacientes o impacientes, dulces, agresivos, autoritarios, permisivos, rígidos, pueden ser personas que aprendieron a respetar la libertad de sus hijos o que realmente son celosos y posesivos de los mismos. A su vez, estos individuos pueden tener muy claros los diferentes roles familiares, padre, madre, esposo, esposa o quizás tenerlos muy confusos y sobre todo NO asumidos. Puede ocurrir que tengan actitudes sinceras o tal vez hipócritas.

Es así como el clima hogareño puede ser apacible o agresivo, todos estos factores van a influir directamente en lo que un paciente manifiesta en una consulta Homeopática.

Con el objeto de explicar estas ideas, quiero referirme a dos casos que demuestran fielmente la influencia del entorno en la patología de cada paciente.

En abril de 1995, concurrió al consultorio "Carlos", 41 años de edad, casado, 2 hijos, sub gerente de ventas de una empresa de computación. El motivo de su consulta era un estado de malestar con su jefe, sufría de insomnio y padecía de síndrome de tensión maxilar. Esto se produce porque el músculo masetero, en determinados tipos de maxilares, se pone hiperactivo. Normalmente los maxilares se encuentran en reposo y sólo trabajan con la masticación o cuando existe una tensión altamente emocional o un "tic" nervioso. Como consecuencia de la tensión maxilar, se produce un desgaste de las piezas dentarias y una retracción de las encías. Por lo general, estos síntomas se presentaban en los momentos de mayor presión vividos en la oficina. Al revisar su historia biopatográfica, me refirió que era un hombre habitualmente colérico, pero tenía la virtud de NO demostrarlo. A menudo sufría pérdida de la voz o inflamaciones y fuertes dolores de garganta. Se sentía inseguro en su empleo y en su casa, le costaba mucho imponerse ante sus hijos. De niño había convivido en un hogar difícil, su padre era autoritario y exigente por demás, acostumbraba a burlarse de su persona. Carlos decía "... muchas veces hubiera querido gritar de enojo, pero no lo hacía, me encerraba y escondía en mi habitación...".

Hablaba poco, tenía muy pocos amigos y sentía mucha lástima por él. De ser un adolescente que sufría, pasó a ser un adulto rígido, poco flexible, controlador y poco afectuoso con sus hijos.

Le prescribí su similimun, es decir, el remedio homeopático que cubría sus padecimientos orgánicos y su personalidad. A través del tiempo, necesitó tomar su remedio homeopático con menos frecuencia y pudo aprender a aceptarse y a aceptar mejor su entorno.

Otra paciente, Graciela (56 años) consultó porque sentía mucha ansiedad y angustia, acompañado de intensos deseos de comer, por la noche sentía la necesidad imperiosa de levantarse para comer y poder calmar su ansiedad. Completaba su cuadro de angustia, la sensación de un "nudo" en el estomago y fuertes dolores articulares, acompañados de una importante inflamación en las rodillas. Graciela tenía la esperanza de estar mejor, y por esto había probado infinidad de tratamientos, pero ante la desesperación que le producía la falta de una mejora en su salud, más de una vez pensó en no querer vivir más, otras veces se daba "ánimo" tomando un vaso con whisky.

Indagando en la consulta, puedo determinar que Graciela había tenido una buena niñez, pero su enfermedad y su desesperanza se inició cuando falleció su marido y quedó con sus dos hijos adolescentes. Tuvo que hacerse cargo de los negocios de su marido, tuvo que "luchar" con un socio que sólo quería estafarla. Comparaba su situación con la de su infancia, era una niña criada entre algodones y llena de caprichos, que tanto sus padres como luego su marido, le habían satisfecho. Luego de escucharla y preguntar por sus síntomas orgánicos y mentales, le mediqué homeopáticamente, en la actualidad la veo cada seis meses y me llama cada vez que lo necesita.

Dra. Silvia Chapiro

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