"EL
DIÁLOGO QUE LA PATRIA NECESITA"
1 Ante la gravedad de la situación de nuestro
país que nos enfrenta a una crisis, considerada por muchos
como terminal, la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal
Argentina se dirige a la opinión pública y, especialmente,
a los dirigentes y responsables de las instituciones del país.
En el ejercicio de nuestra misión pastoral, y respetando
las instancias políticas, queremos reiterar nuestra voluntad
de servir a la recuperación de los valores morales y a un
sincero diálogo entre los argentinos, en el marco de la plena
vigencia de las instituciones democráticas.
2 Esta dramática crisis es ante todo moral. Ello exige un
cambio de mentalidad y grandeza de espíritu. Para recuperar
la dignidad y la esperanza de nuestra gente ya no alcanzan las palabras.
El diálogo imprescindible y urgente necesita de renunciamientos
sinceros en la mente y el corazón de toda la dirigencia.
Pensamos que no habrá un diálogo útil y creíble
si cada sector no se pregunta sinceramente a qué está
dispuesto a renunciar para el bien de todo el país.
3 Para superar esta crisis moral es necesario no mentirle a la gente
con promesas que no se habrán de cumplir y obrar con absoluta
honestidad, para que el robo y la coima desaparezcan del escenario
de la vida política y económica. La clase dirigente
debe dar ejemplo de compartir los sacrificios del pueblo renunciando
a los privilegios que lo ofenden y empobrecen. Hay que comprender
que el ejercicio de la política debe ser un noble, austero
y generoso servicio a la comunidad y no un lugar de enriquecimiento
personal o sectorial. Y también que el poder económico
no puede destruir con voracidad insaciable la salud y el nivel de
vida de nuestros hermanos. Debemos recuperar el valor de la palabra
dada y de una justicia independiente al servicio de la verdad. En
el deterioro de los valores señalados tienen una significativa
importancia los medios de comunicación social que, con programas
desprejuiciados y superficiales, debilitan el sentido moral de la
vida de nuestro pueblo.
4 Es tan grande la apetencia de poder que la nación se torna
ingobernable. En esta crisis sufren más los que menos tienen:
los pobres y desprotegidos, como son los desocupados, los jubilados,
los pequeños empresarios, productores y comerciantes, como
también los empleados de menores ingresos. Es muy urgente
recuperar las fuentes de trabajo y proponer políticas que
alienten la producción y la equidad en la distribución
de las riquezas, que permitan superar la injusta deuda social que
pesa sobre nuestro pueblo y pone en peligro la gobernabilidad y
la paz de nuestra patria.
5 El diálogo que el país reclama de los diversos sectores
de su dirigencia debe tener como horizonte la fundación de
un tiempo nuevo y no ser el espacio de un intercambio de beneficios
o de réditos políticos. El diálogo que la patria
necesita debe ser una búsqueda sincera de la verdad y del
bien de todos con una permanente preocupación por los más
pobres.
6 Debemos afrontar una dolorosa verdad, nuestra patria está
empobrecida: provincias pobres, municipios pobres y familias pobres.
Endeudados por generaciones y careciendo de un proyecto de país
que nos integre y comprometa, hemos perdido credibilidad ante el
mundo. La Argentina tiene, sin embargo, un potencial humano, espiritual
y de riquezas naturales que nos debe permitir mantener nuestra esperanza
en este momento de crisis, confiando sobre todo en la presencia
de Jesucristo, el Señor de la historia, a quien imploramos
en nuestra oración por la patria.
7 La Navidad está cerca. Celebramos el nacimiento de Jesús
en quien Dios se hizo hombre por nosotros y quiso compartir nuestro
destino. Como nosotros nació de una Madre, la Virgen María,
y ganó el pan con su esfuerzo. Con su ejemplo y su palabra
nos enseñó el Evangelio del trabajo, de la fraternidad
y de la salvación, hasta dar la vida por todos. A los cristianos
y a los hombres y mujeres de buena voluntad los animamos a encontrar
en Él el modelo de verdad, de justicia y de solidaridad que
tanto necesita nuestra patria.
130ª REUNIÓN DE LA COMISIÓN PERMANENTE
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA
Buenos Aires, 13 de diciembre de 2001
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