"Maleducado" (1ra. entrega)
Dr CARLOS ALHADEFF
Médico Psiquiatra especialista en terapia sistémica
TEL:(011)
4612-2257
Hace algún tiempo la expresión se usaba para designar a aquellos cuya conducta manifestaba desconocimiento acerca de elementales normas de convivencia. Posteriormente y para liberar a los padres de toda culpa, el término fue reemplazado por "mal aprendido".
Actualmente existe consenso con relación
a la posibilidad de que cada padre eduque a su hijo de la forma que mejor le
parezca. Esto sin duda ha significado un avance importante, frente a los rígidos
conceptos de algunos profesionales. Estos últimos llegaron a proponer las
llamadas escuelas para padres, en donde ellos se constituían en los supuestos
dueños del saber educar.
Superada hoy esa sutil manifestación de poder, podemos coincidir en que toda forma de educar es digna de respeto, en la medida que no aparezca ninguna de las formas de manifestación de la violencia.
Nótese que digo forma y no contenido de
la educación. De esta manera nos resultará tan aceptable aquel padre que
prefiere un premio, como el que prefiere una penitencia para lograr que su hijo
haga tal o cual cosa.
Estamos entonces hablando de la forma de educar. Distinta es la situación
cuando nos referimos al contenido.
Un ejemplo permitirá aclarar la diferencia. Una prestigiosa periodista me
relataba hace un tiempo el mensaje de una mujer a su hija de cinco años:
"Natalia vos no tenés que compartir. En todo caso vos esperá que los demás
te den a vos y después vos compartís con ellos. Pero si vos das sin que te den
quedás como una tonta. Lo mejor es que vos comas solita lo que mamá te
da".
La periodista alarmada se preguntaba qué hacer en estos casos. A mi entender lo que debe hacerse es lo que ella hizo, denunciarlo ante la opinión pública para someterlo a debate.
El motivo por lo que no podemos permanecer neutros ante este tipo de situaciones es porque ya no se trata de diferentes formas de educar, no es un problema de forma, sino de contenido.
El mensaje claramente individualista, egoísta y mercantilista de esa madre a su hija, contribuye a perpetuar las características de esta sociedad perversa y por ende deja de ser una cuestión de un individuo para pasar a ser una cuestión social.
Permanecer en silencio, refugiándonos en una supuesta libertad para educar a
los hijos, puede ser de utilidad en lo atinente a la forma, pero no del
contenido de la educación. Permanecer en silencio es violencia por omisión.
Aunque
pueda ganarme la crítica de muchos colegas, considero ineludible decir que
Mariana, la niña del ejemplo, es "una mal educada". Mal educada por
una madre que transmite a su hija los mismos valores que llevan a esta sociedad
al riesgo de dejar de existir como tal. Por otra parte la actitud de la
periodista es algo a imitar; denunciar estos hechos y tener con la sociedad en
que vivimos una actitud de verdadero compromiso.