Inevitable despedida

Me has azotado, vida, y no me quejo,
porque tu adversidad me ha hecho más fuerte;
joven ayer luché por retenerte,
y hoy, si quieres marchar, marchar te dejo.

El hombre que me observa en el espejo,
carente de ilusión, tal vez advierte
que le ronda el espectro de la muerte,
y hundirse puede al fondo del reflejo.

Y sin embargo, esboza una sonrisa
como quien sabe responder sin prisa,
sin sobresalto a la última llamada.

Porque, en definitiva, ¿qué es la vida,
sino una inevitable despedida
desde el momento en que nos fue otorgada?

Francisco Alvarez Hidalgo


 

 

 

 

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