20 de mayo de 2001.
Los Andes visitaba a Boca y no había combinación de
milagros posible capaz de salvar a las milrayitas del
descenso. Mas eso no fue excusa para las miles de almas
que esa tarde peregrinamos rumbo a la Bombonera,
regalando a las retinas de los xeneises presentes una
postal viviente de esas que solo ven en contadas
ocasiones.
Niños y mujeres, jovenes y no tanto, los mismos de
siempre y los de de vez en cuando.
Mas de uno se sorprendía al vernos.
Fue sorpresa para los vecinos de La Rivera que veían
interrumpida su siesta ante el bullicio de la multitud
inesperada.
Fue sorpresa para los turistas que a orillas del
Riachuelo filmaban y fotografiaban las caravanas
albirrojas.
Fue sorpresa para los periodistas, quienes reconocerían
en sus notas a la hinchada de Los Andes como de Primera.
Sorpresa para el resto. No para nosotros. Tiempo atrás
nos habíamos prometido copar la Bombonera y el
Monumental. Alentar al equipo por todo el país, en las
buenas y en la malas, impidiendo que la magnitud de la
hinchada adversaria intimidara a nuestros jugadores.
Ya habíamos copado Avellaneda, Nuñez, el Bajo Flores y
nos tocaba La Boca... Y las promesas hay que cumplirlas.
Fue así que aquella empinadísima tercer bandeja se vió
desbordada y conmovida por la familia milrayita.
Fue por eso que a pesar de la derrota, miles de camisetas
danzaban al ritmo orgulloso del "...Soy de
lomas...".
Ritmo Orgulloso de nuestra identidad. Orgulloso por
cumplir lo prometido.
26 de febrero de 2002. Los Andes recibía a Juventud
Antoniana bajo el marco de una situación económica
bastante delicada. Desde el comienzo del partido, dentro
de la tribuna local y cerca de hinchas milrayitas,
estallaban bombas de estruendo. Bombas que aturden a los
niños y que alejan a la familia de la cancha. Bombas que
traen multas y otras sanciones al Club.
Minutos después y con el partido 0 a 0 cierto sector de
la hinchada comenzó a cantar el "...Y pongan huevo
la puta que los parió...". Reclamándole entrega a
un equipo que no le encontraba la vuelta al partido pero
que daba lo máximo de sí. Reclamándole al equipo que
ganase los tres puntos que despues nos quitarán en la
AFA a causa de tantas amonestaciones.
De ahí en más, las bombas acompañaron el desarrollo
del partido.
Podemos
sentirnos orgullosos perjudicando a Los Andes? Sirven de
algo las glorias de ayer si no se reconfirman?. Quiero
creer que no estamos tan viejos para vivir y sentirnos
orgullosos sólo de los recuerdos del pasado. Somos
capaces de prometernos acompañar a nuestra institución
en su crecimiento, protegiendo nuestra identidad a pesar
de los duros momentos?
Ojalá poder sentir el orgullo de antaño
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