Toco y me voy (número 27)
Del dolor de la guerra
 

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Queremos compartir con Ustedes un texto extraido del Nro. 6 de Nuevas Ideas...
Nuevas Ideas es aquella revista que con tanto esfuerzo hacian los fundadores de nuestra institucion.
Aquella que sus autores no vendian debido a su limitado tiraje y que sus lectores se comprometian a devolver a la brevedad para que otros pudiesen desgustar sus paginas.
La ilustracion que acompaña esta pagina fue hecho con carbonilla por don Eduardo Gallardon, como todas las que aparecian en esta publicacion.

Antes de dejarlos, queremos reiterar nuestra invitacion a todos aquellos con inquietudes literarias a acercarnoslas para su posterior publicacion en estas paginas.

DEL DOLOR DE LA GUERRA
POR EDUARDO GALLARDON


click en la imagen para ampliar

En medio del rugido de la metralla y el continuado é incesante tronar de los cañones, Doña Estela, hija del pueblito de Oscen que la noche anterior fuese escenario de horrenda lucha, y blanco de los cañones, se despertaba, volvía a la realidad, á la vida triste, después de haber pasado sobresaltado la noche entera.
Doña Estela había nacido en aquella, su aldea querida y vivía allí su vida campestre, sin disgustos, sin sinsabores, alejada del ruido mundano de la ciudad y sin rozarse con la sociedad de salón, de las grandes y encopetadas damas...
La guerra cruenta, pronto turbó su sosegada vida... Lorenzo Dobean, su marida había sido llamado á las filas y era una imprescindible necesidad de hacer grandes sacrificios en defensa del suelo patrio dejando á su familia, que quedó sola, á merced del destino luchando siempre para sustentarse, esperando el momento final en que volvería á ver su compañero, al padre de sus hijos queridos, ó lamentaría su desaparición labrando para siempre su desgracia.
La movilización militar pronto se llevó á cabo y el implacable enemigo no tardó mucho en esta á la vista del pueblito de Oscen cerca de la frontera... Alli fue la resistencia y en ella se encontraba Lorenzo Dobean luchando encarnizadamente para expulsar á los invasores que bombardeaban la pequeña aldea, reduciendo á escombros las humildes y antiquísimas moradas...
Por fin el enemigo invadió el pequeño pueblo y entablóse encarnizada lucha cuerpo á cuerpo en el que cayó muerto el valeroso padre, ella huyó lejos... muy lejos con sus hijos, hasta un bosque vecino, y penetraron en la espesura, buscando un lugar, á cubierto de las balas... un sitio donde poder descansar, haciendo una vida de fieras que entre las fieras era siempre preferible á hacer una vida civilizada entre salvajes humanos; interrumpidos por el fragor de la batalla que se sentía en la lejanía.
A la mañana siguiente se dispuso á abandonar aquel paraje solitario, y llevando consigo á sus hijitos se dirigió -con pasos inseguros- hacia su pueblecito natal, á buscar el cuerpo inanimado de su querido esposo...
La lucha había cesado y todo era un montón de ruinas, reinando un silencio sepulcral. Apenas podia divisar la destruída casa en que pasara una vida feliz...
Buscó y rebuscó, más fue en vano, pues no pudo satisfacer sus deseos. Rendida de cansancio y de dolor quedóse atónita frente á su antigua vivienda mirándola compasivamente, como si con su vista quisiera reconstruir pensamientos esfumados en el pasar de los años... De pronto exclamó con voz iracunda.
-¡Quién dijo que la guerra solo incumbe a los hombres!... Dios existe, y si existe, porque su bondadosa voluntad permite tamañas injusticias...
Y se quedaba contemplando los escombros de su amada casa...
Apenas si había concluido de decir éstas palabras una gran explosión sonó a su alrededor, y al disiparse la densa nube de humo veíanse en el suelo, los inánimes restos de cuatro seres inocentes...
Una granada bienhechora habia terminado con la desgracia de una familia, mientras el clarín del enemigo triunfante, que avanzaba, se oía a lo lejos...

TOCO Y ME VOY 31 de Marzo de 2002 Lomas de Zamora ARGENTINA

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