El Búho y la
Lechuza.
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La noche
había caído serena y melancólica en aquel bosque al que los humanos llamaban
"La boca de la verdad".
Aludiendo a aquel medallón de piedra situado en el pórtico de la iglesia de
Santa Maria in Cosmedin en Roma, casi a orillas del Tiber y a quien se le
atribuía la facultad de desenmascarar a quienes falseaban su testimonio y que
al introducir su mano por la boca del mascaron, este los mordía no dejándolos
sacar su mano. Se decía que aquellos que se introducían en ese bosque por la
noche y eran mentirosos y falsos, el bosque se los tragaba no volviendo a saber
de ellos jamás. Durante el día ese bosque era una belleza natural llena de
aves diurnas y estanques de peces multicolores. Pero de noche, la oscuridad era
casi completa que no dejaba pasar ni un solo lampo de la luminosidad de la luna.
Era como las fauces de lobo dispuestas a tragarse solo a los incautos, a los
falsos y a los mentirosos. Aquel que se atrevía a adentrarse por la noche en
ese bosque y salía indemne, era considerado por todo el pueblo como una persona
digna del más profundo respeto y consideración.
Pues bien. Esa noche no había luna y aquel bosque estaba más tenebroso que
nunca y el pueblo entero había condenado a un hombre acusado de haber robado
los dineros de una anciana prestamista y usurera a penetrar en aquel bosque para
castigar su delito. La noche era negra y ruidos extraños se escuchaban como
emanados específicamente para infundir terror y alejar hasta a los espíritus
más valientes. De pronto, un aleteo se escuchó cruzando el bosque. Era un
hermoso Búho que se posó en la rama de un árbol y enfocó sus enormes ojos,
útiles para ver en la oscuridad, enmarcados por dos penachos de plumas como si
fueran las cejas de su sabio que se dedica solo a pensar en cosas importantes.
Por ello y en sentido figurativo, al humano que vive solitario y es antisocial,
se le identificaba como un Búho. Ya parado en su rama, se dedicó a observar
entre las sombras, silencioso y vigilante, como si fuera un maestro en el arte
de la observación y del silencio. De pronto, se escuchó otro aleteo y una
lechuza se paró en la misma rama del árbol donde estaba el Búho. Este la
miró con desconfianza y sin inmutarse, al ver de quien se trataba, guardó
silencio. En sentido figurado, a la lechuza también se le suele relacionar con
aquellos individuos que se ocupan de cosas poco decentes. La lechuza miró con
desdén al Búho y con sonrisa burlona dijo.
---- Buenas y negras noches maestro. ¿Acaso estas aquí para abogar por el
ladrón que fue enviado a visitarnos para encontrar su castigo?.
El Búho giró su cabeza para mirar a la lechuza y respondió.
---- No estoy para abogar ni para incriminar, sino para ver que se haga
justicia.
---- ¿Estas enterado del caso? --- preguntó la lechuza.
---- La misma información que tienes tú, la tengo yo, Solo que nuestras
perspectivas son diferentes. --- respondió en Búho.
---- Ya veo maestro. Vas a abogar por un vulgar ladrón que se atrevió a robar
a una indefensa anciana.
---- Ya te lo dije. Solo voy a vigilar que se haga justicia. Tú tienes fama de
ser poco decente en tus juicios y lanzas tu veredicto a priori analizando solo
una parte del todo. Para ti es más sencillo condenar que absolver. Para mí es
más importante aplicar lo que los griegos llamaron "Logos". Que en la
filosofía de Platón es el que marca el principio de las ideas; es decir, el
conocimiento.
---- Las pruebas son las importantes --- protestó la lechuza --- Ese hombre
admitió el hurto y por ello se le condenó a penetrar en este bosque donde no
podrá salir vivo.
---- Ya veo. Quieres ser su fiscal. Un puesto poco honroso cuando se enjuicia a
un inocente. --- respondió el Búho adoptando una postura digna.
---- ¡Inocente!. ¿Le llamas inocente a un hombre que ha admitido su culpa?.
---- No te confundas. Ese hombre no robó, solo tomo el dinero que le había
sido añadido a su cuenta en forma dolosa por la anciana usurera.
---- Así es que ahora la culpable es la víctima.
---- No estimada lechuza. Los dos son víctimas de una sociedad enferma. El que
pide prestado y no paga es tan culpable como el que presta con muy altos
intereses. En este caso, el hombre tomó el dinero sin denunciar la usura y eso
lo hace culpable a los ojos de los demás. No confió en la autoridad por la
única razón de ser pobre, donde su honradez no cuenta. En cambio, la anciana
utilizó el poder de su dinero y de su aparente desventaja para sacar mayor
provecho de su negocio.
---- No me digas que tú, el maestro en el arte de pensar, crees en la frase de
"Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón"
---- No. Yo creo que la justicia que se apoya en la injusticia, sola se asfixia.
La lechuza no dijo más. Solo extendió sus alas y se alejó volando entre las
sombras de la noche. El Búho, suspiró y se quedó observando con mirada
inteligente los hechos de la vida y de la muerte de los habitantes del bosque
que trabajaban por su supervivencia.
Al día siguiente, cuando el sol se anunció en el oriente, aquel hombre se
presentó en el pueblo y la anciana fue a recibirlo pidiéndole disculpas y
retirando los cargos.
