REFLEXIONES

 
PRUDENCIA
La prudencia es la virtud que nos
impide comportarnos de manera ciega e irreflexiva en las
múltiples situaciones que debemos sortear en la vida.
Una persona prudente se caracteriza por su cautela al
actuar, la cual es resultado del alto valor que le da a
su propia vida, a la de los demás y en general a todas
las cosas que vale la pena proteger. Es así como nunca
se atrevería a poner en riesgo su bienestar o el de sus
seres queridos, lo mismo que su salud, su seguridad o su
estabilidad.
Ser prudente significa ser
precavido, es decir, tener conciencia de los múltiples
peligros, inconvenientes e imprevistos de todas clases
que nos acechan por doquier, y anticiparse a ellos sin
alarma ni pánico, guiados tan sólo por un sano y
legítimo instinto de conservación.
Las personas prudentes se reconocen
también porque saben cuándo hablar y cuándo callar, y
cuándo actuar o abstenerse de actuar. Tal sentido de la
moderación y el equilibrio es uno de los legados más
valiosos que heredamos de los filósofos antiguos, para
quienes la prudencia era la más auténtica expresión de
la sabiduría natural de la vida.

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