Temprano en la Mañana

Temprano en la mañana, Natalia luchaba contra el deseo de quedarse acostada y el poder levantarse como todos los demás. Para sus siete años de edad era muy pequeñita. Su abuelita le decía que ella era una bolita llena de energía. En los momentos en que se refregaba sus pequeños ojos se acordó de que era el día en que su madre la iría a visitar. Como un resorte saltó de la cama.

Abriendo y cerrando puertas, Natalia llena de felicidad, corriendo llegó donde su abuelita para darle la buena noticia, diciéndole: "¿Sabes quién viene hoy? ¿Sabes? ¿Sabes?" . Creo que sé que día es, amor. Espero que esta vez venga tu madre y no nos deje esperando como tantas otras veces. Ahora anda y lávate para que tomes desayuno. Natalia como un soldado corrió a hacer lo que la abuelita le decía.

Al volver Natalia y al estar tomando su desayuno, recibió un fuerte reto: "¡No te llenes la boca al comer! ¡Eres una persona no un cerdo!". Pero abuelita, contestó ella, me tengo que ir a cambiar y ponerme mi mejor vestido, mi mamá puede llegar en cualquier momento. Apenas terminó de tomarse el desayuno, Natalia corrió a su dormitorio a probarse su mejor ropa, y cuando estuvo lista volvió donde su abuelita y se mostró delante de ella, diciendo: Ahora que estoy lista, ¿puedo esperar a mamá en el frente de la casa?". Anda, pero no te alejes de ahí, yo quiero verte desde la ventana.

Natalia salió de la casa y se sentó en un lugar visible a esperar a su mamá. Cada auto que se aproximaba hacía que la niña se pusiese de pie con entusiasmo pensando que era su madre, pero nada. Al pasar algunas horas, Natalia vio a una perra con sus cachorritos corriendo

detrás de ella, y se dijo a sí misma: Ojalá pudiera tener uno de esos cacharros para que me acompañara, pero mi abuelita no quiere animales en la casa.

Cuando se estaba oscureciendo, Natalia vio que uno de los cachorros que había visto anteriormente andaba aullando de pena ya que se había perdido del grupo de sus hermanos, entonces corrió y lo tomó en sus manos, y le dijo: "Parece que tú también estás buscando a tu mamá". La abuelita que estaba cerca escuchó lo que dijo su nieta, y sin decir una palabra le dijo: "Si crees que el cachorrito te puede acompañar, lo puedes llevar a vivir con nosotros". Natalia saltó de júbilo, abrazó a su abuelita, y olvidando el dolor de no poder ver a su madre nuevamente tomó a su nuevo amigo y corrió de vuelta a casa.

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Prometer no cuesta nada, pero cómo defreauda !

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