B.P.

Los muchachos de Mafeking

 

Pude apreciar la utilidad de los muchachos haciendo función de Scouts, con motivo de la defensa de Mafeking, en 1899 y en 1900.
Mafeking era una pequeña ciudad, como otra cualquiera, en las grandes llanuras del Sur de Africa.
Nadie había pensado nunca que pudiera ser atacada por un enemigo; pero esto os demuestra cómo conviene estar prevenidos para todo cuanto es posible y, no solamente para lo que es probable. Pues bien, cuando nos vimos atacados en Mafeking, distribuimos la guarnición en los puntos que precisaba proteger; setecientos hombres, agentes de policía y voluntarios. Después armamos a los hombres de la
ciudad, unos trescientos aproximadamente. Algunos de éstos eran viejos colonos a la altura de la situación; otros, en gran número, dependientes de comercio, oficinistas, etc., no habían tomado nunca un fusil en sus manos. En total disponíamos de mil hombres para defender una plaza que tenía ocho kilómetros de perímetro y encerraba seiscientas mujeres y niños blancos y unos siete mil indígenas.
La importancia de un hombre en tales circunstancias era inmensa y cuando disminuyó nuestro número con los muertos y heridos, el trabajo de los combatientes y de los que tenían que montar las guardias creció en proporción.

El cuerpo de cadetes de Mafeking

Fue entonces cuando Lord Edward Cecil, el oficial de Estado Mayor, reunió a los muchachos de la plaza y los organizó en un cuerpo de cadetes, dándoles un uniforme y enseñándoles el ejercicio. Era una alegre banda y muy útil. Hasta entonces habían sido precisos muchos hombres para hacer el oficio de ordenanzas. Todas estas faenas quedaron confiadas a los cadetes y así se dispuso de otros tantos hombres para reforzar la línea de fuego.
Los cadetes, bajo la dirección de su sargento mayor, un joven Goodyear, hicieron una labor excelente y ganaron bien las medallas que se les concedieron
al fin de la guerra. Muchos tenían bicicletas; así, pudieron establecer un correo que llevaba las cartas de los habitantes de la ciudad a sus familiares destacados en los límites exteriores, sin exponer estos mismos al fuego. Este correo tenía sus sellos especiales, representando un cadete en bicicleta.
Un día decía yo a uno de estos muchachos que acababa de atravesar un fuego nutridísimo:
"Te matarán uno de éstos días, por pedalear así entre los obuses".
"Voy tan de prisa", me respondió, "que no pueden alcanzarme".
No tenían miedo aquellos pícaros; siempre estaban dispuestos a llevar órdenes,
aun cuando cada vez que lo hacían arriesgaban la vida.

BP

Mafeking

cuerpo de Mafeking

como un diario inglés

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