Es
curioso, pero la tan esperada revolución de las comunicaciones está
resultando
contraproducente: hemos dejado de conversar.
Suena el celular en una charla de dos amigos y uno de ellos atiende el aparato,
dejando incomunicado a su interlocutor con el que llevaba una conversación
El mensaje es muy claro: la voz electrónica lo puede todo y es preferible
al contacto humano.
Antes el teléfono servía para ponerse en contacto con quienes
estaban a larga distancia. Ahora, hace que quienes estén a nuestro
lado se sientan lejos. Cuantas ocasiones hemos pasado que, ante el celular
de alguien sonando, debimos hacer silencio cerrando el circuito de comunicación.
¿Por qué será que, cuanto más conectados estamos,
más aislados nos sentimos. Cada avance en la tecnología de las
comunicaciones representa un retroceso en la cercanía de las relaciones
humanas. Actualmente podemos comunicarnos al instante mediante correo electrónico
e incluso en directo a través de las salas de conversación virtual
(chat rooms) de la Red, sin necesidad de encontrarnos en el mismo lugar. Por
medio de los contestadores automáticos podemos tener conversaciones
enteras sin necesidad de entrar en contacto directo en ningún momento.
Cuando una persona desea saber algo, deja grabada la pregunta en el contestador
y la otra le responde en el suyo.
A medida que se va automatizando todo contacto posible entre los seres humanos,
nuestro aislamiento aumenta. Dentro de poco ni siquiera hará falta
hablar con nadie para preguntar un teléfono, pues el servicio de información
está casi totalmente automatizado.
No es necesario retirar el sueldo de la mano de un empleado bancario, ahora
existe el pago automático.
No se trata de oponerse al avance de la tecnología, no es posible renunciar
al celular, tarjeta de cajero automático, contestador y el correo electrónico.
Cada vez más nos escudamos en el correo electrónico para realizar
tareas que requerían conversación o nos alegramos de que el
contestador haya atendido una llamada porque no tenemos tiempo para perder
en charlas. La industria de los artefactos de comunicación nos ha vuelto
más solitarios, o por lo menos ha fomentado los instintos antisociales
que poseemos.
Por consiguiente hay que decidir restringir el uso de la tecnología:
— No enviar mensajes electrónicos a quienes viven cerca.
— No hablar por teléfono celular en compañía de
amigos
— No permitir que el contestador atienda las llamadas cuando estamos
presentes en el lugar
¿Para qué la tecnología
sino hay una persona a quién comentarle algo?