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Durmiendo con el enemigo

  Muchas son las ocasiones durante la convivencia en las que “el gran amor de nuestra vida” es convertido al instante en el “enemigo número uno”; estado que puede ser transitorio como perpetuo.

Nos referiremos a ese momento en el que la pareja se reencuentra desde  su cuerpo y por supuesto alma.

“Después de un día enfrentando los avatares cotidianos tanto él como ella están DESEOSOS de que los niños se duerman para poder expresarse mutuamente el AMOR que los reunirá en un sin fin de abrazos tiernos, besos apasionados, caricias interminables.”

Romántico y soñado aunque muchas veces no lo hacemos realidad.

Este momento así deseado por cada uno se ve teñido por ejemplo,por el famoso “Hoy me duele la cabeza” (“y menos después de lo que me dijiste hace un rato”) u “Hoy no porque estoy muy cansado (“y menos después de la cara que tenías apenas abrí la puerta”).La posibilidad de “hacer el amor” de entregarse al otro mostrándole así que es “el/la elegido/a” se transforma en la oportunidad de castigar, de descargar la hostilidad, generada por lo no conversado, inhibiendo el DESEO. Un ejemplo de tantos.

Haciendo un poco de historia recordamos el cortejo como el inicio de un proceso para llegar a la conquista con la consiguiente declaración de amor, siendo la seducción mutua la reina del mismo. Llevaba un tiempo concretar la entrega a la relación sexual, en la mayoría de los casos luego del debido casamiento.

El hombre desde una posición activa era el que debía hacer, proponer,  invitar.

La mujer desde una posición pasiva era la que debía esperar y sobre todo tener cuidado porque todos los hombres quieren “eso” y una mujer decente debe rechazar eso. Claro después del matrimonio se debe acceder a eso.

Tengamos en cuenta que  ESO es el acto sexual quedando desvalorizado al punto de ser algo que HAY QUE SOPORTAR.

Los tiempos cambiaron y se acortaron.

El cortejo,en muchos casos, es solo un momento de seducción, sumado a la conquista y entrega, todo en un solo acto.

La mujer evolucionó luchando por sus derechos, reconociendo y aceptando que puede hacer más. Se ve claramente en lo laboral. En el terreno de lo sexual, sabiendo que puede proponer, muchas veces sorprende y avasalla al hombre hasta casi “exigiéndole a acceder”.

También aparece un hombre “nuevo” que ante esta acción de la mujer, “accede” porque es “varón” y los varones siempre quieren y deben tener ganas.

Una mujer más masculina; un hombre más femenino.

Todo lo comentado tiene diversas implicancias en la convivencia ,tanto como la diversidad de hombres y mujeres desde los más conservadores hasta los menos.

La relación sexual  en muchos casos, sigue desvalorizada.Ya sea por ser transformada en castigo, reproche o  reclamo, o desde la sumisión y el sometimiento como un acto para sufrir, padecer, soportar que pronto pasará.

¿Dónde queda el placer sexual?

¿La seducción concluye en la conquista?

¿Hacer el amor con nuestra pareja es un sacrificio?

En mi opinión el placer sexual en la pareja que convive está sostenido por el amor debiendo ser sentimiento compartido propulsor del DESEO.

Deseo que nos invita a seducir, a HACERNOS DESEAR, para re- conquistar y ser re-conquistado, disfrutando y no sufriendo.

El ser elegido como objeto sexual deseado por el otro  es alimento para nuestro narcisismo, no debiendo abusar de esto para castigar o dominar.(Muchas veces nos creemos con este derecho.)

¿Dormimos con el enemigo o pensando así es de la única manera que podemos dormir con ella/él?

En estos términos, HACER EL AMOR NO DEBE SER UN SACRIFICIO SINO UNA CONSAGRACIÓN, LA CONSAGRACIÓN DEL AMOR, trillado pero cierto aún en tiempos difíciles.

   Lic. Mónica Fortuna

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ADOLESCENTES: COLOCANDO LA DIFERENCIA EN EL LUGAR ADECUADO

 

Cierta vez la mamá de una paciente de 13 años me pidió venir al consultorio para comentarme algo que había sucedido entre ambas que las había angustiado mucho.

Paso a relatar.

En esa oportunidad se encontraban mi paciente(13, la  llamaremos Camila), su mamá (40,la llamaremos Susana) y su abuela (70).

Camila estaba comiendo una banana con azúcar y se quejaba de que la misma estaba dura.La mamá le dice en tono de broma que más adelante ya le iba a gustar “la banana dura”.Camila responde a este comentario dando una cachetada fuerte llena de bronca a Susana. Esta le devuelve una paliza más fuerte, completamente enojada, ante lo cual la adolescente se retira a su cuarto entre furia y llanto.

Susana llega al consultorio con el relato y su defensa un tanto quebrantada debido a la angustia y además sosteniendo que ella había tenido que llegar a la paliza porque no podía dejar pasar lo de su hija.

De todos modos yo interpreté su visita como una consulta desesperada y por supuesto un pedido de ayuda y una  respuesta diferente.

En primer lugar debemos plantearnos en qué lugar colocamos a nuestros hijos con respecto a nosotros.

Susana borra la diferencia de lugares con Camila. Le otorga información aislada y en broma, hablándole como a un par(“Ya te va a gustar la banana dura”);provocándole vergüenza e inhibición ya que la adolescente no sabe recibir ni manejar esa información. Así la sexualidad es transformada en un chiste dejando de lado temas que están ligados como: el amor , la autoestima, la autovaloración, la seguridad, el cuidado, la firmeza en las decisiones,la confianza en sí mismo y en los demás como valor a ganar,y el tiempo como medio de cuidado a nuestras experiencias.

Entonces, es importante pensar qué le enseñamos a nuestros hijos cuando nos relacionamos con ellos.

Pienso que debemos enseñarle que el sexo está unido al amor, que debe ser un punto de llegada y no un punto de partida, empezando por valorarse y quererse para que los demás nos acepten y respeten. Que no hay que obligarse a acceder a pedidos por temor a perder a alguien porque el amor nace  y se construye de a dos.

El amor se siente y se piensa, y ambos, sentimiento y pensamiento, deben coincidir para hallar la felicidad.

El amor no se persigue ni se retiene.

El amor une sin presiones.

La confianza precisa de hechos y palabras claras por parte de uno y del otro. Ésta da trabajo y por eso se gana a través del tiempo. Tenemos que tomarnos todo el tiempo necesario sin  saltar ninguna etapa que nos ayude a conocer al otro.

Finalmente que los adolescentes confíen en recurrir a los padres para conversar. Para ello se necesita que los temas sean tomados seriamente por los últimos, sin hacer bromas que provoquen vergúenza y alejen a nuestros hijos.

En segundo lugar, Camila le da una cachetada Susana poniendo límite a una situación que la incómoda. La madre marca la diferencia ejerciendo un poder violento que solo provoca inseguridad distancia además de reaccionar con la misma moneda igualándose de nuevo con su hija.

La diferencia debe acercarnos a nuestros hijos, estableciendo la misma con la palabra, enseñándoles que esa es la manera de expresar la furia, el dolor, las emociones. Debemos mediatizar la culpa con la palabra.

Seguramente esta mamá, junto a su hija, logró transformar  la angustia y la culpa en un momento para crecer y aprender de la experiencia.

La crianza de los hijos es un camino largo, con angustias, culpa, experiencia y aprendizaje…

El camino de la vida.

  Lic.Andrea B. Ottolini