Testimonios de salvación
Jorge Hernan Correa, Colombia Antiguamente
creía en un DIOS implacable, castigador y me daba temor acercarme a Él
porque consideraba que era muy reprobable mi vida, creía que para ser
cristiano debíamos dejar de ser lo que éramos por aparentar algo
confuso. Después de que llegó a mis manos el libro realmente has
nacido de nuevo y lo devoré de principio a fin comprendí la hermosura
de Padre que tenemos, de que a través del bautismo cargo nuestros
pecados y los llevo a la cruz y que por ese hermoso acto de amor somos
libres. Hermana En-yong Hwang
Alabo a Dios quien me salvó del yugo del pecado. He crecido como Cristiana, pero no verdadera. Con el tiempo, ir a la iglesia se convirtió en un simple hábito. Estaba entregada a muchas de las seducciones del mundo. Trataba de adquirir más conocimiento del mundo que de Dios. Prestaba mas atención a las hipótesis del mundo que a las palabras de Dios. Empecé a no ir al culto de manera regular y rogaba por el perdón de esos pecados. Este ciclo vicioso continuo por un tiempo. Había mas miseria que felicidad en esos días. Cuando me gradué de la escuela superior, ya no entré a la universidad. Cuando mis amigos estaban ocupados para preparar el examen de ingreso a la universidad, yo traté de buscar un lugar de trabajo y encontré un trabajo provisional. Para mí fue muy difícil. No podía salir de mi depresión. Pero tuve la oportunidad de escuchar Sus palabras. Me encontré con unos hermanos de confianza a través de mi hermano mayor, y escuché por primera vez el evangelio verdadero. Conocía esas palabras, pero no sabía su significado verdadero. “Permítelo ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.” (Mateo 3:15) Esto no me movió al principio. Pero con el tiempo, empecé a entender el evangelio del bautismo de Jesús y Su sangre. El evangelio libró mi alma de la muerte por la fe. Y me di cuenta de que ya no estaba vacía y deprimida. Esto fue un milagro para mí. Empecé a darme cuenta de cuán preciosas son Sus palabras. Estoy segura de que Dios está vivo. Estoy alegre porque puedo vivir una vida de confianza verdadera. Estoy segura en mi corazón de que no tengo pecado. Gloria a Dios que me salvó del pecado.
Michell
Jáuregui y Familia, Santiago de Chile
Realmente
quiero agradecer al Señor Jesucristo por revelarnos la verdadera fe en
estos últimos tiempos, jamás pensé que el contenido de estos libros
tuviera el verdadero Evangelio revelado.
Hermano Jae-dong Park
“Pero Jesús le respondió: Permítelo ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces se lo permitió.” (Mateo 3:15) La persona que fue destinada a morir por sus pecados ha sido salvada. Gloria a Dios “Permanece ahora en tus encantamientos y en la multitud de tus hechizos.” (Isaías 47:12) Nací en una familia conservadora y mi madre fue una budista muy fiel. Participaba en las reuniones budistas y aprendía de memoria la sagrada escritura budista y atendía al templo con entusiasmo. Desprecié el budismo supersticioso que muchas mujeres siguieron y trate de buscar algo para dar significado a mi vida. Sentí el peso del pecado en mi corazón, y entonces traté de corregir mi conducta, recibiendo alabanza de las personas alrededor de mí. Cuando estudiaba en el colegio de la ciudad Sokcho, allí me encontré con un amigo que era Cristiano. Esto fue un punto decisivo en mi vida. Dios había planeado esta reunión. Después me di cuenta de que este amigo, como yo lo hice antes, se dedicaba a los ritos religiosos con entusiasmo, pero no podía encontrar la satisfacción en su vida. En la iglesia, me di cuenta de que la buena actitud forzada por mí fue un pecado. “Porque de adentro, del corazón de los hombres salen las maquinaciones perversas, hurtos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, el engaño, la desvergüenza, envidia, maledicencia, arrogancia, estupidez.” (Marcos 7:21-22) Me di cuenta de que no podía producir bondad en mi corazón lleno de las cosas malignas, y el problema de mi pecado no había sido resuelto. Estaba caminando hacia el infierno. Desde entonces estaba sufriendo por mi pecado y me decidí a pedir la ayuda del Rev. Samuel Jungsoo Kim. Aprendí de el que Jesús fue el que “que quita el pecado del mundo.”(Juan 1:29) y que El ha quitado mis pecados y también pagó por ellos. Esto me salvó y mi corazón sufrido pudo descansar. Después vi al Rev. Paul Jong y aprendí cómo Jesús quitó todos nuestros pecados y cómo el pueblo de Israel ofreció sacrificios en el Antiguo Testamento. Y yo me di cuenta de la razón por la cual Jesús, quien fue concebido por el Espíritu Santo (Mateo 1:20), tuvo que ser maldecido y colgado en un árbol (Gálatas 3:13) “Permítelo ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.”(Mateo 3:15) Juan el Bautista, como el último sumo sacerdote bautizó y pasó todos los pecados a Jesús, el Cordero de Dios sin ningún defecto. Por eso Jesús pagó por los pecados en la Cruz. Esto fue el verdadero evangelio que me despertó y me hizo justo. Yo, que antes fui un pecador, soy justo. “Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17) Esto fue para mí. Me arrepentí de mi vida (Hechos 11:18) y fui bautizado por Cristo, y ahora ninguna condenación hay para los que están en Cristo. (Romanos 8:1) Soy bendito en Su Gracia y doy gracias a Dios por salvarme. ¡También los que están sufriendo por sus pecados y buscando a Jesús van a encontrar el evangelio de la redención en El! Aleluya.
Hermana
Sung-yuh Kim Me
casé cuando tenía 19 años, y la familia de mi marido era muy pobre.
Desde entonces no había recibido nunca la abundancia, ni recibido el
amor de mi marido. Envidiaba a las mujeres que amaban a sus maridos y
gozaban de su riqueza. La familia de mi marido confiaba en dioses de la
montaña, y mi cuñada era una adivina. Mi marido se fue al servicio
militar 3 días después de nuestro casamiento y mi cuñado empezó a
sufrir de una enfermedad mental cuando el tenía 22 años de edad. Además,
mi suegra se quedó ciega cuando ella tenía más o menos 50 años de
edad. “Ahora,
pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.”(Romanos
8:1) Había sufrido mucho con mi pecado en mi corazón y ahora el pecado
se había ido. No tengo más pesadillas.
Hermano
Sung-min Choi ¡Aleluya!
Alabo
a Dios quien me salvó del infierno a través de Jesús y me justificó
y quitó mis pecados. No me di cuenta de que yo era un pecador muy
maligno hasta que recibí el evangelio de la redención. Escuché que
“todos estamos bajo pecado” y que “No hay justo, ni aun
uno.”(Romanos 3:10) y pensé que esto era verdadero. Pensé que era un
pecador porque muchas personas me lo dijeron, citando la Biblia. En
aquel entonces vi al Rev. Paul Jong cuando el vino a mi iglesia.
Diácono
Sang-duk Choi Recuerdo
los días cuando yo todavía no había sido redimido. Fui un Cristiano
ordinario. Por supuesto tuve pecado, pero aparentemente se veía como si
no tuviera ninguna culpa importante. Como la mayoría de las personas,
me sentí lleno de perdón con respecto a mis propios pecados. “Porque
la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer
expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará
expiación de la persona.” (Levítico 17:11) Jesús
no sólo murió sino dijo “Consumado está.”(Juan 19:30) Después su
costado fue dañado con una lanza y al instante salió sangre y agua
(Juan 19:34), lo cual destruyó la pared entre Dios y las personas.
Ahora puedo estar en pie ante Dios. Los días en que no había confiado
me parecieron una pérdida de tiempo. Es que soy verdaderamente
redimido, no voy a despreciar las cosas del mundo pero estoy libre y
orgulloso por ser una de las personas justas. Doy gracias a Dios por ser
capaz de seguir a Abrahán justo en el camino a Bethel. Amén.
Néstor Barrachino, Argentina Queridos
hermanos, gracias por la bendición tan grande de conocer la verdad. El
primer libro que leí "la forma infalible para recibir el Espíritu
Santo", fue totalmente revelador, salí de años de oscuridad y
recibí la liberación espiritual. los demás libros terminaron de
completar el nuevo nacimiento, aleluya. Gracias le doy a dios por tan
maravilloso ministerio. que dios los siga bendiciendo en el nombre de
Jesús.
Hermana
Jung-soon Lee Soñaba
aprender el significado de mi existencia. “¿Quién soy yo? ¿Por qué
nací y a dónde voy? ¿Habría solo una tumba al final de mi vida? ¿Entonces
mi vida no tiene significado, y hubiera sido mejor si yo no hubiera
nacido?” Mientras crecía, mi corazón siempre estuvo vacío y sentía
la aflicción interminable en mi corazón. Cuando me casé, sentí que
fue un gran reto ser dependiente y llegar a ser una madre. Tenía miedo
al pensar en mi futuro incierto. Gloria
a Dios quien me salvó del pecado.
Hermano
Gae-jin Umm “Y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:32) Doy
gracias a Dios que encendió ‘la luz de la verdad’ en mí, que
estuve perdido en la oscuridad. A finales de mi segundo año de la
escuela superior, empecé a asistir a la iglesia en búsqueda de Dios.
Durante 8 años hasta ahora, he servido con sinceridad en el coro y
participado en otras actividades de la Iglesia. Aunque supe que seríamos
salvados por ‘cumplir Su Palabra’, puse más importancia en mis
obras, que fueron medida por mi propia regla.
Francisco, Perú
Hermana
Belova Lyssa, Moscú
Quisiera
saludar a todos los ministros de Corea en nombre de Jesús y compartir
con ustedes un suceso alegre que cambió completamente mi vida. Hermano
Lee, Jin-hee Han
pasado 30 años desde que yo empecé a creer en Jesús. En otras
palabras, yo he creído en Jesús toda mi vida. Ante la urgencia de mi
madre, yo iba muy temprano a los servicios matutinos para niños, e
incluso los servicios de crecimiento regular. Gradualmente yo conseguí
conocer a Dios y creí en Él. Fui testigo de varios fenómenos raros,
milagros y exorcismos del diablo. Mientras mi fe crecía cada día, yo
también me encontré pecando ante Dios en una base diaria. Yo tenía
pensamientos lujuriosos y cometí muchos pecados en mi corazón. La
Biblia dice, “cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya
adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28). Yo estaba cometiendo
adulterio todos los días de mi vida y no podría detenerme no importa
cuánto yo lo intenté. Yo también anhelaba honor, sentí envidia,
arrogancia, egoísmo y homicidio en mi corazón. Así como está escrito
en Romanos 7:24, yo era un hombre infeliz y no podría liberarme de la
ley del pecado y de la muerte. El apóstol Pablo declaró claramente en
Romanos 8:1, “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están
en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu.” Yo pensé en el momento que esta confesión de una persona
nacida de nuevo no se aplicaba a mí, quién todavía era un ‘hombre
condenado’ y quién no podría estar de pie orgullosamente ante Dios. Yo
vine a saber cómo el hombre podía ser redimido a través del sistema
sacrificatorio y cómo, según la ley, Jesús se ofreció a sí mismo
para la redención perfecta. Yo aprendí que la imposición de manos en
el Antiguo Testamento era la sombra del bautismo en el Nuevo Testamento,
y que la ofrenda sin mancha era Jesús mientras que la sangre en el
Antiguo Testamento fue Su Cruz. Sobre todo, yo aprendí que debido a que
yo sólo había creído en la Cruz de Jesús, yo todavía tenía el
pecado en mi corazón. Cuando yo comprendí que todos mis pecados se
pasaron hacia Jesús cuando Él fue bautizado, yo pude estar seguro que
yo ya no tenía el pecado en mi corazón (Mateo 3:13-17, Juan 1:29). Hermana
Joyce Meyer, USA Yo
empecé a asistir a la iglesia debido al vacío que yo sentía en mi
corazón y por la falta de satisfacción que yo sentía en mi vida. Yo
pensaba que si me casara, encontraría la satisfacción teniendo niños
adorables, un marido amoroso, y un tipo de vida económicamente estable.
Así que me casé y aunque mi vida no era lujosa, si llevé el tipo de
vida que yo había querido. Algunos dicen que mi vida familiar era
envidiable, pero mi corazón todavía estaba vacío y oscuro. Yo pensé
que si iba a la iglesia, y creía en Dios, me mezclaba con muchas
personas y tomaba parte de las varias actividades de la iglesia mi corazón
y mi vida cambiarían. Por consiguiente, yo asistía a la iglesia
seriamente. Yo
decidí vivir una vida que lo hiciera a Él feliz. Así que en cada
Cuaresma, yo no desayunaba y en cambio daba la comida a una anciana
pobre de mi barrio. Yo iba a los hospitales y prisiones para entregar la
Palabra de Dios a las almas perdidas allí. Cuidábamos a las personas
enfermas y uno de mis compañeros Cristianos que realmente oraba conmigo
adoptó a un huérfano y lo envió a la escuela. Yo cuidé de un
paciente con un tumor del cerebro y traté de cuidarlo con el amor de
Jesús, sin embargo, yo no podía cuidar a estos pacientes
adecuadamente.
Gloria
González..Hermana en Cristo. Yo fui de esas personas que creyendo en Jesús y conociendo de su palabra desde hacia ya nueve años todavía tenia el corazón lleno de pecados. Un día conocí de su amor y comencé a caminar de la mano de Jesús, procurando hacer su voluntad, oraba mucho y a costa de lo que fuera me congregaba en la iglesia, pensando que si no hacia estas cosas El Señor no se agradase de mí. En la iglesia cantaba con todas mis fuerzas, lloraba mucho cuando oraba, procuraba hablar en lenguas y si no lo hacia pensaba que me estaba “enfriando” o que el Espíritu Santo me había dejado y le preguntaba al Señor ¿Qué debo hacer para no soltarme de tu mano y tu no abandones mi corazón? Como pueden darse cuenta sufría bastante dando palos ciegos y nunca dar en el blanco de lo que realmente El Señor me quería enseñar. Me negaba a oír, con todos mis ruegos y mis suplicas de decirle a Dios que me perdonara y lavara mi maldad con la sangre de Cristo, lo único que conseguí fue volverme cada día mas sorda a la voz de Dios y mientras mas leía, mas ciega me volvía, porque leía mal. Después de tanto tratar de mantenerme en santidad, comencé a alejarme de la iglesia y en definitiva de Jesús. Todo lo que había conseguido dejar estando en la iglesia volvió a mi con mucha mas fuerza y sufría mucho pensando que mi destino era el infierno por haber dejado la oración, los hermanos, la iglesia, o sea, la religión. Pero no podía volver, era una pecadora, sucia e inmunda y Dios jamás me aceptaría como yo estaba; pero un día comencé de nuevo a orar y a reconocer toda mi maldad delante del Señor, le dije que no quería ir al infierno y que me ayudara a no soltarme de su mano. Sabia que había algo que Dios tenia para mi, pero no sabia que, ni como obtenerlo. Han pasado no mas de siete días y puedo decirles que ¡ahora soy feliz!... He leído el libro del pastor Paul C. Jong “¿Realmente has nacido de nuevo del agua y el Espíritu?” y ha sido de bendición para mi vida. Por fin ahora puedo ver y darme cuenta lo ciega y necia que fui. Me faltaba completar mi fe, la verdadera fe que nos redime y nos limpia de todo pecado. Puedo ver a Dios cara a cara y se que EL no volverá su rostro de mi porque he sido justificada por el agua, la sangre y el Espíritu. Entiendo lo que significa el gozo de la salvación y se verdaderamente que Jesús quito todos los pecados del mundo, murió en la cruz, pago por ellos, resucitó y venció a Satanás y al mundo ¡Aleluya! . Por esto ya no tengo pecados en mi corazón y puedo decir que soy justa y ahora si soy una hija de Dios. Alabo y bendigo el nombre de Nuestro Señor que envió a su hijo Jesucristo a quitar los pecados del mundo y a morir en la cruz.
Hermana Anne Graham, Nueva Zelanda Cuando yo miré atrás en el tiempo antes de que yo recibiera el perdón por mis pecados, me avergüenzo y me he avergonzado de mi conducta, pero en ese momento, yo seriamente fervorosa. Le agradezco al Señor que haya perdonado mis pecados. Yo iba a una iglesia cerca de la casa de mi infancia. Sin embargo, todo que yo quería era hablar en lenguas. Lo cual hice por primera vez cuando asistí a una reunión de entrenamiento de discipulado en la mitad de mi adolescencia. Yo clamé “Señor” tres veces y oré por el perdón de mis pecados. Entonces de repente, empecé hablando en un idioma bastante similar a francés. Eso era lo que ellos llamaron hablar en lenguas. Yo estaba jubilosa. Estaba muy orgullosa por haber hablado en lenguas antes que cualquiera de mis amigos. Cuando yo estaba en la universidad, asistí a cada reunión de oración de toda la noche una vez por semana, y asistía a todos los programas de la iglesia que me era posible. Durante ese tiempo, cuando yo hacía una oración de arrepentimiento, hablaba en lenguas que nadie podía entender. Yo murmuraba repetidamente “Jesús, yo te amo,” y oraba con lágrimas en mis ojos, agobiados por mis propias emociones. Yo oraba para que fluyeran las lenguas y el don para traducir las profecías. Pero mi corazón estaba lleno con el oscuro vacío y sentía mi fe igualmente nula. Pensé que si yo fuera realmente una hija de Dios, yo no tendría que sentirme sola. Pero mi relación con Él se bloqueó por mis pecados y no podía resistir el vacío que yo sentía cuando no estaba haciendo nada por Él. Yo conocí a muchas personas que pasaron por la misma experiencia y creí que yo viviría como ellos y me moriría como ellos. Pero entonces, de mi hermano yo oí hablar del evangelio del agua y el Espíritu Santo. Las palabras del evangelio me enseñaron que los seres humanos nacen malos y por consiguiente las cosas malas vienen desde adentro y los manchan (Marcos 7:20-23) El evangelio dice que aun cuando las personas intentan evitar el mal, ellos no pueden sino que cometen pecado y no borran sus pecados por ellos mismos. Por eso Jesús vino a este mundo para salvarnos y es la razón por la que Juan, como el representante de toda la humanidad bautizó a Jesús para pasar sobre Él todos los pecados del mundo (Mateo 3:13-17) Jesús fue bautizado para llevarse los pecados del mundo y fue juzgado por ellos en la Cruz. Este evangelio me impactó. Yo estaba leyendo acerca de Su palabra todos los días pero yo nunca había conocido la verdad que nosotros por naturaleza nacemos malos y que Jesús se llevó todos nuestros pecados a través de Su bautismo. Yo había ido a la iglesia por más de 20 años pero todo lo que yo había aprendido eran las palabras sobre Su muerte en la Cruz, vivir una vida buena, arrepentirse todos los días y servir Dios fielmente. ¡Cómo intenté seguir las enseñanzas de mi iglesia! Sin embargo leyendo sobre el evangelio del agua y el Espíritu Santo yo comprendí que debido a que nosotros nacemos malos, éramos incapaces de seguir los mandatos de Dios. Pero el evangelio del agua y el Espíritu Santo me enseñó que Jesús, el Hijo de Dios, vino a este mundo y fue bautizado por Juan el Bautista para llevarse todos los pecados del mundo. ¿Yo pensé, ‘Entonces todo lo que yo he hecho hasta ahora ha sido una pérdida?’ Pero las tales dudas desaparecieron al leer la Biblia. Yo comprendí, “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (Hebreos 10:10). El perdón de nuestro pecado no está escrito en tiempo futuro sino en participio pasado. Mientras mi fe un día antes había estado en el tiempo futuro. “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado” (Hebreos 10:17-18). La Biblia registra que todos mis pecados fueron perdonados hace aproximadamente 2,000 años cuando Jesús fue bautizado por Juan y murió en la Cruz. Esta verdad es muy evidente. Las personas no van al Cielo haciendo oraciones de arrepentimiento sino creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu Santo, y siendo perdonados por sus pecados. Yo sé finalmente por qué mi corazón estaba tan vacío y lo que me mantuvo alejada de Jesús. Era el pecado en mi corazón. Yo pensaba que si yo hablaba en lenguas, sería la evidencia de que había recibido el Espíritu Santo. Pero ahora comprendo que creyendo que el bautismo de Jesús quitó todos los pecados del mundo (Mateo 3:15) es la única manera de recibir el Espíritu de Dios. El Espíritu Santo de Dios es un ser santo y por consiguiente no puede residir en los corazones de los pecadores, así que la gente debe creer en el bautismo de Jesús y Su sangre, y así recibir el perdón por sus pecados. Lo que yo hice antes de creer esto fue un engaño de la brujería. Las personas creen que hablar en lenguas es la evidencia externa de que han recibido el Espíritu Santo, pero esto es solo uno de los trucos de Satanás. Muchos Cristianos han caído en esos engaños. Ellos no saben que han sido engañados por Satanás. Yo siento lástima por ellos y por eso es que me gustaría darles este testimonio. Le agradezco al Señor que me haya salvado de la tal decepción. “Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy” (Romanos 11:8). Sólo aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu Santo pueden comprender la verdad y pueden hacer los deseos Dios. Yo vine comprender la verdad y a reconocer la decepción de Satanás a través del evangelio del agua y el Espíritu Santo. Dios es el Espíritu de verdad. El Espíritu Santo de Dios no viene a nosotros como vienen los demonios, Dios en cambio envía a Sus siervos para que nos salven con Su Palabra y luego entonces envía Su Espíritu. Agradezco al Señor Su gracia, por salvarme de Satanás y el caos espiritual y ayudarme a recibir el Espíritu Santo. Yo conocí a Su siervo y creí en Su Palabra y Él me envió Su Espíritu como regalo. Yo estoy verdaderamente contenta debido a que el Espíritu Santo mora en mí.
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