Brandsen y del Valle lberlucea. Allí, sobre aquellos terrenos logrados sobre la base de un esfuerzo titánico, Boca Juniors decide levantar su estadio, lo que posteriormente sería una especie de catedral del fútbol argentino e internacional: la Bombonera.
La labor de concreción del proyecto, se intensifica en 1937, año en que se dictó la ley 12.345, cuyo artículo 84 dio las soluciones financieras del caso, en cuanto autorizaba la concesión de préstamos en títulos de la deuda pública por el Gobierno Nacional a las instituciones deportivas que contaran con terreno propio y se ajustaran a los requisitos de la garantía y del servicio público que dicha disposición estipulaba.
Esa ley, auspiciada desde el primer momento por el Poder Ejecutivo y todos los sectores parlamentarios, fue reglamentada inmediatamente el 4 de agosto de 1937 y puesta en vías de rápida y positiva ejecución. Afortunadamente, la legislación encontraba a Boca Juniors en la posesión de su actual terreno, que debió adquirir en su momento en condiciones dificilísimas y afrontando con sacrificio las obligaciones financieras originadas por la compra.
La comisión directiva, presidida por el doctor Camilo Cichero desarrolló diligente y eficazmente los trámites previos y en el mismo mes y año se presentó ante la Comisión Honoraria de Fomento del Deporte, que organizaba para su atinado cumplimiento el artículo 29 de la ley. En la presentación se tasaba el edificio a construir en la suma de 2.637.500.- pesos, que conjuntamente con el valor del terreno, estimado en pesos 839.044,56 constituían un valor total de $ 3.476.544,56 moneda nacional. El plan financiero elaborado prolijamente, documentaba los recursos con que iba a costearse la construcción (venta de plateas, aumento de la cuota social, conscripción de socios, excedentes de los ingresos normales, producto de venta de la demolición de las instalaciones antiguas, renta de los títulos de la ley por el fraccionamiento de su negociación, aumento de recaudaciones, empréstitos internos, concesiones a otorgarse, rifas, etc.); preveía una amortización del préstamo en una detallada tabla comprensiva de 35 semestres; determinaba las características, ventajas y comodidades del edificio y exponía las necesidades sociales que llenaba el club con esa importante gestión. Es interesante destacar este último aspecto, porque ha sido materia especial de los argumentos que en su momento expuso, el presidente del club, en el momento de inaugurarse el estadio, Eduardo Sánchez Terrero.
La
obra proyectada era de carácter monumental -según decía Terrero en aquel
entonces- porque así lo exigían la realidad del club y sus necesidades futuras.
Se contemplaba su significado para nuestro barrio, el progreso del comercio, el
nivel general de vida y el mejoramiento cultural, deportivo y edilicio de la
zona boquense, habitado por gente modesta, familias de trabajadores y empleados,
de escasos recursos, cuya salud física y moral iba a ser atendida con medios
modernos para la práctica de los deportes.
El decreto que concedió el préstamo fue finalmente dictado con fecha 4 de febrero de 1938 y por él obtuvo el club la suma de $ 1.600.000.- en títulos del Crédito Argentino Interno. La memoria correspondiente al ejercicio de 1938 elevada por el doctor Cichero en su oportunidad puntualiza la intervención de distinguidos asociados y hombres públicos en este trascendental y rápido proceso legislativo y administrativo. En ella se hace especial referencia al delegado de Boca Juniors ante el Consejo Directivo de la Asociación, don Alberto M. Calarco, quien actuó como miembro de la Comisión Honoraria del Deporte antes nombrada, cuya feliz intervención en beneficio de nuestro club y de otras instituciones deportivas reconocen los dirigentes de aquella época; al ex presidente de la Nación, viejo asociado boquense ya por entonces, don Agustín P. Justo, al ex presidente doctor Roberto M. Ortiz, a los ex ministros, doctores Alvarado, Acevedo, Groppo y demás relevantes hombres públicos.
Resueltas estas difíciles etapas, comienza en el club un período de febril y entusiasta actividad. Las obras y adquisiciones fueron efectuadas Por rigurosa licitación conforme a los planos de los ingenieros directores Delpini, Sulcic y Bés, cuya consideración para el club -evidenciada en el proyecto que ellos presentaron en 1933, en sucesivas gestiones, pliegos, estudios y en forma absolutamente gratuita hasta setiembre de 1938, en que cobraron la primera parte de los modestos honorarios convenidos- compromete a todos los boquenses históricamente.
Las intensas tareas desenvueltas por la comisión directiva, la Junta Honoraria y
la Junta Consultiva de la Comisión pro Gran Estadio, conjuntamente con la
empresa constructora GEOPE, por intermedio de su representante, ingeniero
Nicastro, Permitieron resolver con rapidez y eficacia los complejos problemas de
la construcción. la licitación, adjudicación, contrato y por supuesto las obras:
la aprobación municipal de los planos: las gestiones ante el Ferrocarril Sud y
la Dirección General de Ferrocarriles con que se pudieron ganar cinco metros en
voladizo sobre las vías adyacentes al inmueble, con las proyectadas segunda y
tercera tribuna; las licitaciones de las distintas estructuras; los convenios
con los ingenieros directores; el arrendamiento de los campos de juego de Ferro
Carril Oeste y Barracas Central; la propaganda del estadio y demás, tuvieron el
amplio apoyo de distintos grupos de asociados aglutinados en diferentes
subcomisiones y, desde un principio, la buena voluntad de todos los sectores que
advertían la tamaña obra que Boca realizaba en beneficio del deporte y la
comunidad. Es inevitable también, mencionar la labor de los Asesores técnicos,
ingenieros Butti, Briano y Solar¡, y de la Junta Consultiva, a la que los
miembros Cichero, Balza y Merlo aportaron sus mejores esfuerzos.
Las instalaciones se inauguraron con capacidad para 60.000 espectadores, pero el proyecto final de Victorio Sulcic indicaba que la obra podía continuarse para cobijar 102.000 personas cómodamente ubicadas.
La imaginación se hacía codiciosa por aquella época. Boca levantaba así su gran estadio como producto de un esfuerzo histórico, como producto de una pasión que conmovió a todos los medios del país y del exterior y como consecuencia de un amor profundo e invariable por la azul y oro.
Tal cual estaba previsto, a las 14 horas del día 25 de Mayo de 1940, dieron comienzo los actos de inauguración, con un marco imponente de público -calculado en 50.000 personas-, a quienes se les había permitido el acceso desde las 11 de la mañana.
En el palco oficial, se encontraban legisladores nacionales, concejales, autoridades municipales y deportivas, el Ministro de Hacienda, Dr. Pedro Groppo y en representación del Presidente de la Nación, su edecán militar Teniente Coronel Lorenzo Gyódice.
Todas estas personalidades e invitados especiales fueron recibidas por los dirigentes del Club Atlético Boca Juniors y una vez instaladas, aproximadamente a las 14. 15 hs. hizo su ingreso al campo de juego el Cardenal Primado Monseñor Copello y su séquito.
En ese momento, donde la emoción invadía a todos los presentes, la Banda de Policía de la Capital Federal, procedía a la ejecución del Himno Nacional que fue entonado de pie y a viva voz por todo el público asistente. Simultáneamente, una de las figuras señeras de los representativos deportivos boquenses, el gran Américo Tesorieri, izaba el pabellón nacional al tope de la torre olímpica. Enseguida se escuchó también la marcha de Boca Juniors que fue coreada por toda la falange adicta.