Inicio Contacto Artículos Biblioteca Foro |
GENERAL JOSE INOCENCIO ARIAS
Fue la de José Inocencio Arias una vida dedicada por entero a la carrera militar, en la que adquirió merecida nombradía, hasta que ya en los altos grados del escalafón fue llamado a ocupar posiciones políticas. Nació en Buenos Aires el 28 de Diciembre de 1846. Tenía apenas quince años cuando se incorporó al ejército porteño, en vísperas de Pavón, y como soldado voluntario. Fue ascendiendo por méritos propios, grado a grado, hallándolo la declaración de guerra del Paraguay, en 1865, con el grado de capitán en el 6 de infantería. Asistió a toda la campaña, destacándose como un militar valiente y arrojado, recibiendo heridas y conquistando nuevos galones, Cuando después de cinco años de guerrear volvió a Buenos Aires, era ya jefe del cuerpo en que ingresó como oficial. Un episodio de la guerra civil, el combate de La Verde, el 28 de Noviembre de 1874, en que con 800 soldados resistió y contuvo el ataque del ejército revolucionario del general Bartolomé Mitre, rindiéndolo luego a discreción, abrió a Arias las puertas de la notoriedad. Fue ascendido a coronel sobre el cambo de batalla, y el gobierno nacional le otorgó honores y recompensas. Mereció asimismo que le fueran confiadas algunas comisiones distinguidas, como la de representante nacional en Entre Ríos en 1876, y comisionado pacificador en Santa Fe en 1877. Con motivo de un movimiento revolucionario producido en Corrientes en 1878, el presidente Avellaneda lo envió de interventor nacional, consiguiendo pacificar la provincia. Al estallar la lucha armada entre Buenos Aires y el gobierno nacional en 1880, Arias pidió su baja del ejército y se alistó entre los defensores de Buenos Aires, encomendándosele el mando de las fuerzas provinciales con que luchó en los combates de Olivera, Puente de Barracas y Corrales, sin poder evitar el triunfo de las armas de la Nación. En ese mismo año de 1880 ocupó una banca en el Senado de la provincia, y en 1888 sus comprovincianos lo eligieron diputado al Congreso. Por breve tiempo ejerció la jefatura de policía de la capital federal el año 1890 en los días que siguieron a la revolución de ese año, y en 1894, al renovarse el Poder Ejecutivo bonaerense, fue electo vicegobernador de la provincia en la fórmula que encabezó el doctor Guillermo Udaondo. Terminadas sus funciones que llevaban implícito el cargo de presidente del Senado, el coronel Arias se retiró a la vida privada, la que tuvo que abandonar nuevamente en 1908 por haber sido electo otra vez diputado al Congreso por un período de cuatro años, que no pudo cumplir porque en 1910, ya con el grado de general de brigada, a que había sido ascendido por el gobierno nacional, pasó a ejercer la gobernación de Buenos Aires, mandato que tampoco pudo terminar, como se verá en las páginas que siguen.
CAPITULO XVI
1910-1912
Sumario. -Una elección sin oponentes. -El general Arias y el ambiente
político argentino en 1910. -Crepúsculo de una vida laboriosa.
-Los colaboradores en el gobierno de Arias. -Una época de prosperidad
económica. -Los gastos y los recursos de la administración. -Incremento
de las industrias agropecuarias. -Empréstitos. -La valuación de
la propiedad. -Fomento y canalización del Delta del Paraná. -Obras
de desagüe en el sur de la provincia. -Crecimiento de la red ferroviaria.
-Vialidad. -Auxilios a los agricultores. -Creación de dependencias para
el fomento agrícola-ganadero. -Proyectos malogrados. -Enfermedad del
gobernador. -Su muerte.
Cuando el general Arias tomó posesión del mando de la provincia, empezaba a insinuarse en la República la transformación política que debía alcanzar su apogeo en 1916 y subsistir 14 años más. Acababa de ser electo presidente el doctor Roque Sáenz Peña y en todos los ámbitos del país vibraba la promesa solemne del candidato, que habría de perder su apariencia idealista para convertirse en la más bien intencionada realidad política de nuestros tiempos.
Respondiendo a esa nueva tendencia, el general Arias, al tomar posesión del gobierno provincial el 1° de mayo de 1910, dijo en su breve mensaje:
“No se alcanzará mejora alguna en nuestros hábitos políticos si la acción cívica no es ejercitada debidamente; es decir, si no se persevera en la lucha con decisión, haciendo sacrificios y abnegación de placeres muelles para lograr la gloria de alcanzar por los medios legales los puestos públicos donde el hombre de pensamiento y labor puede servir al país”.
Tardía era la llegada del general Arias al gobierno de la gran provincia, no ya exclusivamente por el avance con que se señalaban en el ambiente bonaerense nuevas y progresistas ideas de gobierno en consonancia con la época, sino porque después de una vida dedicada casi por entero a las nobles fatigas del soldado ya los más rudos trabajos, la fortaleza de su organismo no estaba en armonía con las exigencias de la inmensa labor que le tocaba desarrollar. Para obviar el primer inconveniente el general Arias tuvo el acierto de rodearse de colaboradores eficaces en los diversos ramos de su administración, y así designó ministro de Gobierno al doctor Néstor French, de Hacienda al doctor Juan Cecilio López Buchardo (1), de Obras Públicas al doctor José Tomás Sojo; director general de Escuelas, al doctor José María Vega ; presidente de la Dirección y Administración de Desagües, al doctor Enrique S. Pérez; presidente de la Dirección General de Caminos, al doctor José R. Semprun; presidente de la Caja Popular de Ahorros, al doctor Ricardo Bunge; jefe de policía, al doctor Juan A. Taquini; secretario de la gobernación, al doctor Manuel María Oliver, etc. Con elementos tales, el gobernador orientó sabiamente sus actos y en los dos años y meses que dirigió los destinos de la provincia realizó una apreciable obra administrativa, dejando su nombre vinculado a iniciativas importantes y a una época de transición política que ha tenido honda trascendencia para la vida cívica argentina.
Coincidió la iniciación del gobierno del general Arias con un repunte halagüeño en la recaudación de la renta fiscal, que permitió a la administración desarrollar desahogadamente sus actividades. Ya en el primer ejercicio, 1910-11, las rentas calculadas en $ 30.726.440 produjeron $ 34.066.441, y en el ejercicio siguiente sumaron $ 38.296.141 los ingresos ordinarios, si bien el optimismo gubernativo se excedió esta vez, pues calculó estos recursos en $ 38.412.520. Claro está que sobre estas cifras normales, se acumularon los recursos y gastos extraordinarios, provenientes de leyes especiales, de obras públicas, de cuentas atrasadas, que elevaron los egresos en 1912 a $ 73.374.056, contra un ingreso acumulado de $ 66.019.946, por lo que el ejercicio se cerró con un déficit de más de 7 millones. Pero la vitalidad sorprendente de la provincia, estimulada por una época de general prosperidad, toleraba estas bruscas ascensiones en sus cifras financieras y no existía, dentro de la humana previsión, motivo alguno para alimentar alarmas.
En materia de empréstitos, la administración Arias contrató uno de $ oro 10.000.000 autorizado por la Legislatura con destino a la extinción del que había sido sancionado en 1906 para la reorganización del Banco de la Provincia; utilizó igualmente otra autorización para contratar un empréstito de 18.000.000 de pesos oro con destino a la prosecución de las obras en la zona inundable de la provincia y negoció finalmente el que había gestionado la anterior administración para la construcción de la rambla de Mar del Plata.
Durante la administración Arias se crearon por ley tres nuevos partidos: los de Alberti, Caseros y Rivadavia, y de los ciento seis que formaban el conjunto comunal de la provincia llegó a haber tan sólo 16 administrados accidentalmente por comisionados del Poder Ejecutivo, el cual propendió en todo momento a hacer desaparecer las causas de la acefalía.
Las obras de desagüe en la zona inundable del sur recibieron apreciable impulso en este período. Se terminaron y habilitaron definitivamente los canales que llevan los números 15, 10, 7, 8, a cuya inauguración solemne asistió el Presidente Sáenz Peña, invitado por el gobernador Arias, que demostró por esas obras un vivísimo interés. Inmediatamente se prosiguió la tarea con los canales 12, 18, 13, 14 y 11, todos ellos de gran longitud.
La vialidad, puesta bajo el cuidado de la Dirección General de Caminos creada en los primeros meses de este gobierno, mejoró notablemente. Esa entidad tomó con verdadero entusiasmo la tarea de mejorar las comunicaciones y empezó por dividir el territorio de la provincia en seis grandes zonas, para desarrollar en seguida una acción rápida y eficaz, que se hizo sentir sobre todo en las facilidades que brindó al transporte de la cosecha agrícola:. Dio asimismo gran impulso a la construcción de caminos pavimentados, comenzando las obras del de La Plata a Avellaneda, el más importante por su extensión de todos los caminos de acceso a la capital federal.
El 2 de septiembre de 1912, el gobernador Arias sintió los primeros síntomas de la enfermedad que debía llevarlo a la tumba. En ese mismo día delegó el mando en el vicegobernador, y nueve días más tarde, el 11 de septiembre, dejaba de existir, después de haber ejercido la primera magistratura de la provincia por espacio de dos años y cuatro meses, siendo el primer gobernador de Buenos Aires que fallecía en el ejercicio del cargo.